El Clima en Santiago del Estero

29/8/21

EL BULON DE ORO DEL PUENTE CARRETERO

Bien sabía el capataz de obra que estaba creando un mito que circularía entre los santiagueños. Ocurrió en 1927, cuando terminaban la construcción del Puente Carretero que une a la Ciudad de La Banda con la Capital de Santiago del Estero.

Dicen que Don Salvador Catálfamo entregó un bulón igual al resto de los que sostienen la mole de acero, pero de oro, y ordenó atornillarlo en un lugar estratégico, secreto. Juraron no develar la ubicación y así ocurrió. Hasta hoy.

El ingeniero Juan José Gisbert investigó el mito. Indicó que no hay registros del bulón en los libros de la Dirección Nacional de Puentes. Tampoco los inventarios de la empresa constructora de Ruhr, Alemania, dan cuenta de él.

Lo cierto es que la inmensidad del puente impediría que cualquier caza mitos se haga de la infeliz gloria de tener para sí el pedazo de oro, el pedazo de historia del Puente Carretero, el ícono de Santiago del Estero.

Desde la secretaría de Turismo de Santiago, Gabriel Ferraris informó que “esto es parte del folklore, se dice que algunos pescadores pudieron localizarlo”. Sostuvo, además, que se encontraron raspados que indicarían su búsqueda.

Por otro lado, no hay datos certeros sobre los dichos que asocian la construcción a un regalo de Alemania en “compensación” por los buques mercantes argentinos que fueron hundidos durante la Primera Guerra Mundial.

El Puente -explicó Ferraris- es similar a otros de Sudamérica y se construyó en la época de la Guerra. Los mitos que lo rodean circulan por generaciones entre los santiagueños e inmigrantes alemanes que vinieron por su construcción.

El arquitecto José Costas, coordinador del Área de Turismo en la Casa de Santiago en Buenos Aires, dijo que los orígenes de la obra se remontan al gobierno de Irigoyen conjuntamente con el de Manuel Cáceres, entonces gobernador de Santiago.

Lo que no se pudo desmitificar es la existencia del tornillo. Quién dice si alguna vez Desde el puente carretero alguien vio brillar el bulón de oro y haya mirado para el Río Dulce. El imaginario no se romperá, aunque quien escribe abra esta cajita.

Fuente: microfolklore

Santiago Manta

Por Miguel Coria 


Este ha sido otro de los grandes proyectos ideado y creado por el inolvidable Carlos Carabajal. 

A principio de los años noventa don Carlos reclutó a dos jóvenes valores de nuestra música con un gran futuro (Marcelo Mitre y Ciro Acuña) y al músico y bandoneonista bandeño de basta trayectoria Hector Castro "Castrito", y los unió a su talento para fundar la agrupación SANTIAGO MANTA. 

Si bien el nombre del cuarteto (Santiago Manta) ya era conocido; don Carlos Carabajal había integrado a finales de los años cincuenta una agrupación con esa denominación junto a los músicos Piñón, Soria y Navarro, incluso llegando a grabar un disco de pasta, a principio de la década de los noventa volvió a utilizar el nombre para dar a luz esta agrupación de gran consagración y con un nuevo sonido-mezclando trayectoria y la sangre joven del folclore-dentro de la música nativa. 

La foto que acompaña este escrito pertenece a la tapa del cassette que grabaron por esos años y que fuera editada por la Productora RADAR.

La grabación se realizó en el Estudio Melodía Record siendo el técnico de grabación Hector Simon Kairuz.

La dirección artística del proyecto fue del músico y compositor Jose Chingolo Suarez.


21/8/21

Entrevista a Orlando Gerez (bandoneonista santiagueño)

(Realizada en Santiago del Estero el día 25 de julio de 2009 (456º aniversario de la Madre de Ciudades).

En una tarde de clima agradable, alrededor de las tres de la tarde, me dirijo a la casa del bandoneonista Orlando Gerez, en el Barrio Ejército Argentino, zona sur de Santiago del Estero.

Lo encuentro en la vereda, esperándome. Luego de las presentaciones, me invita gentilmente a entrar a su casa, donde comienzo la entrevista.

- ¿Cuándo y dónde nació usted?

Yo he nacido el 8 de agosto de 1937. Soy del mejor pago del mundo:Pampa Muyoj, Dpto. Figueroa, de la provincia de Santiago del Estero. De ahí también es Felipe Corpos, compañero mío y quichuista, uno de los principales impulsores del “Alero quichua santiagueño”.

- ¿Cuándo comienza a estudiar bandoneón?

Cuando era chico vivía en el campo, a 150 km de Santiago. Mi padre era obrajero y en casa, cuando él estaba, se hacían bailes. En esa época no había grabaciones, era música en vivo. Entonces de ahí me empezó a gustar. Había un hombre que venía a tocar el bandoneón; él tocaba y yo estaba todo el día al lado del hombre, escuchando. Y bueno, pues, a los 13 ó 14 años le digo a mi padre que yo quería estudiar bandoneón. Me mandó a estudiar con un señor no vidente que tocaba y enseñaba bandoneón. Se llamaba Secondino Tolosa y era de Suncho Corral.

Bueno, me empezó a enseñar y después, cuando murió mi padre, vendimos todo lo que teníamos y vinimos para Santiago. Aquí mi tío me llevó a lo de un señor que tocaba bandoneón, Gabriel Esper, muy buena persona, muy buen hombre. Todavía vive. Él me enseñó y yo estudié como podía porque tenía que trabajar. Entonces, creo que no llegué a dos años de estar estudiando con él, cuando empecé a conocer a los bandoneonistas de aquí: Alberto Pérez, Miguel Simón, Raúl Maldonado… mucha gente. Yo iba y aprendía algo de ellos. Así que de esta manera empecé a aprender mucho. Después lo conocí a Dalmasio Esquivel, que vino de Buenos Aires; él me enseñó a escribir la música y aprendí bastante, pero yo trabajaba y el trabajo no me dejaba estudiar tanto.

- ¿Cuándo empezó a tocar profesionalmente?

A los 20 años armé el primer conjunto. Yo trabajaba en la Caja Nacional de Ahorro y Seguro, trabajé 35 años ahí. Armé el primer conjunto y bueno, empezamos a tocar en la Radio; era muy difícil entrar en la Radio, había que dar prueba ahí. Había dos guitarristas estables y uno iba con el conjunto y daba una prueba. Una vez me dijeron que no y uno de los guitarristas me dice: “no, che…por tu guitarrista es, cuando vos vengas yo te voy a acompañar”. Bueno, digo. Y después volvimos a dar la prueba y empezamos a actuar. La Radio en ese tiempo nos pagaba por mes, no recuerdo el monto, pero nos pagaba a todos los músicos.

- ¿Cuándo empezó a componer?

En el año 1957 formé el Conjunto y ese mismo año compuse algunos temas. Más adelante he tenido la suerte de conocer a grandes poetas: Fortunato Juárez es el primero que he conocido. Hice algunos temas con él, hicimos un gato: “Para mi pago”; creo que ya lleva más de 45 grabaciones. La primera grabación era un doble. También Hugo Díaz lo grabó. Después lo conocí a Cristóforo Juárez, ¡qué poeta ese hombre, qué poeta, muy pero muy bueno! Después lo conocí a Raúl Trullenque, que era una barbaridad.

- ¿Cómo se llamaba el conjunto folklórico?

El nombre del conjunto era “Orlando Gerez”. En 1962 empecé a grabar el primer disco doble, después seguí con los long play y después con los CD desde 1970 hasta la actualidad. Ahora ya tengo como 22 grabaciones en total.

Hace poco, por mi cuenta, hice una grabación, pero pagando yo el sello. Pampa Muyoj se llama. Pagué en SADAIC todo, para que no sea trucha la edición.

- Hay chamamés también…

Si, yo tuve la mala suerte de perder a mi nenita cuando tenía siete años. Me costó mucho agarrar el bandoneón después de eso. Unos días pasé y cuando me sentaba me acordaba de ella. Me ha salido ese tema. Es más lento que el chamamé.

- Tiene mucho sentimiento. Es un chamamé más tranquilo, más sentimental.

Sí, no le pude poner el título. Otro amigo le puso “Lucero de mis días”.

- Los conjuntos con los que usted estuvo, ¿qué instrumentos tenían?

Bandoneón, guitarra y bombo, nada más. En una grabación que hice hace mucho, en RCA Víctor, grabé una polca con dos bandoneones. Con un muy buen bandoneonista que vive en La Banda, Carlos Ponce. Estuvimos con él, grabamos ahí y le dije al técnico que le agregue un arpa, porque es para arpa el tema ése. “Y bueno”, dice, “ahora veo”. Y le puso arpa, con un buen arpista.

- Los temas que usted grabó en long play se podrían pasar a CD.

Sí, algunos los voy pasando. Cuando puedo los paso. Esto me lo hace un ingeniero de La Banda: Maldonado. Hace muchos años que hace esto.

- Está bueno para poder difundirlos.

Un día me dije: “voy a ver si toco un solo, antes de que sea viejo, voy a ver si lo hago”. Preparé cuatro temas y los grabé. Ahí los tengo. Grabé un CD: “Solos de bandoneón”. Pero no es comercial, es para nosotros los bandoneonistas amigos; así les doy.

- Eso tiene que sacarlo a la luz, quedar registrado.

Si, hablamos con Aníbal Toledo, que me dice “mandámelo, que vamos a hacerlo grabar”.

- El 11 de julio se instituyó el Día del Bandoneón en homenaje a Aníbal Troilo, quien nació el 11/07/1914. Este año se hizo en “La trastienda” un concierto de solos de bandoneón. ¿Acá hubo alguna vez algún encuentro de bandoneonistas?

Una vez, hace mucho, yo tenía el Conjunto todavía y el Doctor, un amigo que tenemos, me dice: “¿por qué no hacen, che, la noche de los bandoneones de una vez?” Y empecé a armarlo, habló a todos los bandoneonistas e hicimos dos noches en La casa del folklorista.

- ¿Cuándo fue eso?

No me acuerdo, hace mucho tiempo ya. Fue muy lindo, hubo muchos bandoneonistas. Hubo uno de Salta, folklorista también. Lo invitamos porque es bandoneonista y es un amigo. Yo quería que sean todos santiagueños, pero él estaba aquí y lo invitamos. Se alegró mucho.

- ¿Existen los duelos o competencias de bandoneones? Me dijeron que se da más en el campo.

Puede ser. Es muy pesado un duelo, es ver quién toca mejor.

- ¿Acá el bandoneón en el folklore se utiliza abriendo y cerrando el fuelle, utilizando los cuatro teclados?

El bandoneón, para mí, es el instrumento más difícil. Porque abriendo, de la mano derecha es una cosa; la misma tecla usted cierra y es distinta. Del lado izquierdo tiene una 8va. menos; abriendo es una cosa y cerrando otra. Son cuatro instrumentos que hay ahí. Usted aprieta una tecla al abrir y al cerrar es otra nota, no tiene nada que ver. Es un rompecabezas.

Es, más o menos, como escribir a máquina. Cuando usted aprende del todo, ya no necesita ver las teclas. Hay muchos que tocan abriendo porque es más fácil, cerrando es más difícil, pero yo conozco bandoneonistas que tocan abriendo y cerrando. Para eso tiene las teclas abriendo y cerrando. Pero más fácil es tocar abriendo.

- ¿También se usa en el folklore con toques de percusión como hacía Piazzolla?

No, en el foklore no, pero con el bandoneón se puede tocar todo. Todo tipo de música. Aquí había muchos folkloristas muy buenos en Santiago. Los Hnos. Ríos eran tres hermanos; nadie pudo tocar como ellos. Lo más grande que hubo. Se llamaban Andrés, Luis y Antonio. Yo conocí a Luis y a Antonio.

También había un señor que era ciego, Fidel Lucero, uno de los mejores. Tocaba una barbaridad, no podían creer cómo tocaba él. Era ciego de nacimiento.

- Los bandoneones que llegaron acá ¿de qué marca eran?

Yo he tenido cinco bandoneones. Los he vendido, porque ahora tengo dos nomás.

Lo he vendido al doble A hace bastante tiempo, hace más de diez años. Los dos que tengo son Germania, son iguales. El sonido de los bandoneones son casi todos iguales, pero el doble A en su estructura, en su capacidad, en duración, al trabajarlo sigue siendo el mismo. Germania también es buen bandoneón. Hay varias marcas de bandoneones. Hay muchos que se han hecho en Brasil, pero esos no sirven. Está el doble A, Tango, Germania, Cardenal, Arnold, Luis XV, Premier y Soprano.

- Cuando usted enseña bandoneón ¿qué método aplica?

Doy clases en la Academia de SADAIC. Son dos años; es enseñarles a leer, ver lo que puedan lograr, eso depende de la capacidad de los chicos también. Aprender la música como es, aprender a conocer el bandoneón con las dos manos, la escala abriendo y cerrando con las dos manos. Después enseñarles solfeo, a ver si pueden aprender a leer.

- O sea, a través de la lectura. ¿Pero puede también ser por imitación?

Si, si, por oído a algunos sí. Por ejemplo, hay un hombre grande que no va a aprender música, entonces le enseño algunas cosas, algunos acordes para que acompañe. Todos los bandoneonistas que había, que conocí, a Miguel Simón, don Alberto Pérez, Fidel Lucero que era no vidente, Iber Ruiz que ha muerto -semejante bandoneón que teníamos-, a todos ellos yo iba y algo les sacaba.

De cada uno tomaba algo que me servía para progresar.

- Hoy es el día de Santiago. ¿Va a tocar en algún lugar?

No, no. En la televisión grabamos “Añoranzas” con unos amigos. Por separado grabamos y después ellos lo han compaginado. Anoche lo han pasado y hoy al mediodía, a las doce, lo van a volver a pasar. Son Mario Ruiz en guitarra y voz, Manolo Herrera en sachaguitarra, “Kishca” Infante en kishca, Roberto Fontti en bajo, Santiago Ruiz en bombo, con la dirección musical de Mario Ruiz.

Al término de la entrevista, agradezco al Sr. Gerez sus atenciones y la de su esposa, quien gentilmente nos agasajó con café y un delicioso postre y licor casero.

Finalmente me acompaña hasta la parada del colectivo que me lleva de vuelta al centro de la ciudad. Me voy muy conmovida por su música, su historia de vida y su gran generosidad.

Fuente: entremusicas.com/

¿Por qué hoy es el día internacional del Folklore?


Cada 22 de agosto se celebra el día internacional del Folklore y en Argentina se conmemora el día del Folklore argentino. En esta nota te contamos por qué.

En el  Día Mundial del Folklore, celebramos todas las expresiones artísticas populares, desde la música y la danza, y también las que nacen de la maravillosa habilidad manual y universo verbal.

¿Por qué se celebra hoy?

Fue el arqueólogo inglés William John Thoms quien usó por primera vez la palabra “folklor”, el 22 de agosto de 1846, en un escrito publicado en la revista The Athenaeum de Londres. El concepto deriva de "folk" (pueblo, gente, raza) y de "lore" (saber, ciencia), y se conjuga como el "saber popular".

A la palabra la podemos ver escrita como "folcklore", "folclore" o "folklore", la Real Academia Española optó por utilizar "folclore". Sin embargo, en el uso más generalizado se usa “folklore”.

El 22 de agosto de 1960, casi un siglo después de que se creara el término, se realizó en Buenos Aires, el Primer Congreso Internacional de Folklore. Presidido por el prestigioso folklorólogo salteño Augusto Raúl Cortázar, el Congreso reunió a representantes de 30 países quienes instauraron el 22 de agosto como el Día del Folklore.

La celebración coincide con el nacimiento de Juan Bautista Ambrosetti (1865-1917), el etnólogo, arqueólogo, historiador, proclamado el “padre de la ciencia folklórica argentina“, por ser un pionero en realizar trabajos de exploración arqueológica y en dedicarse a estudios sistemáticos del folklore nacional.

En 1885, con apenas 20 años, Ambrosetti emprende su primera expedición al Chaco, uno de los tantos viajes donde explora el suelo argentino, las culturas, las costumbres y creencias. En los Valles Calchaquíes y Quebrada de Humahuaca se centraron sus investigaciones más relevantes, ya que durante años, junto con una caravana de expertos y colaboradores, descubre y describe con lujo de detalles la ciudad prehistórica de La Paya (Salta), y el Pucará de Tilcara (Jujuy).

Salvador Debenedetti y Alejandro Casanova fueron sus discípulos y continuadores de su obra. En 1904, Ambrosetti fundó el Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires que lleva su nombre, desde donde estimuló investigaciones etnográficas y folkóricas para el conocimiento de las sociedades indígenas y criollas contemporáneas.

El folklore trata de tradiciones, de hechos sociales, estéticos, compartidos por la población y que suelen transmitirse de generación en generación. Nos habla de un saber popular e incluye los bailes, la música, las leyendas, los cuentos, las artesanías y las supersticiones de la cultura local, las coplas, entre otras manifestaciones multidimensionales.

Augusto Raúl Cortázar (primo del escritor Julio Cortázar) dedicó su vida al estudio del folklore. Para él, el folklore es una palabra polivalente y tiene una doble acepción que remite al “saber del pueblo” y “lo que se sabe acerca del pueblo”; es decir, tanto a los fenómenos folklóricos como a la ciencia que los estudia. Para que un hecho reúna la esencia de lo folklórico debe cumplir con ser popular, tradicional, colectivo, oral, funcional, empírico y regional, describió Cortázar en Esquemas del folklore.

“El folklore integra orgánicamente la vida del pueblo; pues bien: éste incorpora también a su vida actual ese pasado, que sobrevive en la memoria colectiva, no como simple recuerdo de algo ocurrido y concluso en una época cualquiera, sino como tradición, como elemento proveniente de un pretérito indeterminado, pero vigente hoy en las preferencias colectivas, en los ideales comunes, en las costumbres, en las normas consuetudinarias”. Augusto Cortázar.

Fuente: filo.news


Acerca del Folclore: ¿Que es el folclore?


La palabra Folklore (voz inglesa , compuesta, creada por William J. Thoms: folk, significa popular; lore significa - referido al pueblo - ciencia o saber ) se refiere al conjunto de las tradiciones, creencias y costumbres de las clases populares.

El folklore no deriva de la naturaleza intrínseca de los bienes o fenómenos. Nada es folklore por fatalidad de su esencia, sino que se convierte en folklore debido a una peculiar asimilación cultural, a una típica actitud colectiva frente a ellos.

En consecuencia el folklore debe ser concebido como un proceso, no como un hecho estático e inmutable. Nada es folklórico por el sólo hecho de existir, sino que llega a serlo si se cumplen las etapas y condiciones de la trayectoria.

El criterio que no debe faltar para apreciar lo folklórico es el de relatividad y especialmente: a) espacial o geográfica (cambios por localización en regiones distintas; b) temporal (cambios a traves de épocas y períodos históricos: de ahí la distinción de folklore en estado naciente, folklore vigente, folklore histórico); c) cultural (traspasos de un estrato social a otro, cambios de función, etc; por ejemplo, fenómeno folklórico que se transforma en proyección, "proyecciones" que dan origen a nuevos fenómenos folklóricos, tras culturaciones procedentes de niveles superiores e inferiores, etc.).

Lo fundamental y característico de la cultura "folk" es que gran parte de los elementos que la constituyen proceden de civilizaciones y culturas pretéritas, asentadas en centro urbanos y radiantes, por lo común alejados.

El término "folklore" tiene diversas acepciones, comúnmente no diferenciadas en el uso corriente:

1. Como "complejo", "conglomerado" o "contextura" integral de fenómenos folklóricos funcionalmente trabados en un ámbito determinado (lo que suele llamarse el folklore de tal lugar, región, provincia o ámbitos folklóricos).

2. Como fenómeno particular que integra ese "complejo" y que puede ser identificado y aislado mediante el análisis (las danzas, las supersticiones, las fiestas, etc.)

3. Como proyección.

4. Como "trasplante", término elegido para denominar a la expresión que, habiendo sido originariamente fenómeno folklórico, es trasladada de su ámbito geográfico y cultural por quienes fueron sus propios portadores y protagonistas, a otros ambientes, por lo general urbanos, donde es cultivada en forma personal o en el seno de círculos familiares, de amigos, de compatriotas o paisanos, perdiendo en consecuencia, alguno de sus rasgos originarios.

5. Como elemento trasculturado, proveniente de un "complejo" que pasa a integrar el patrimonio cultural colectivo propio de otra cultura, habitualmente urbano, con lo que dicho elemento modifica lo que su función y matiz regional sin llegar a imprimir carácter y fisonomía distintos a la cultura que lo absorbe. (supersticiones, amuletos, refranes, etc).

6. Como ciencia: el estudio sociológico e histórico - filosófico del alma popular, cuya expresión es el, precisamente el Folklore.

Bien lo definió en 1887 el folklorista inglés Houme, uno de los fundadores de la "Folklore Society": Ciencia que se ocupa de la supervivencia de las creencias y de las costumbres arcaicas en los tiempos modernos.

Loretano Soy

 Publicado en Patio Santiagueño II


Don Fortunato Juárez nació el 9 de Enero de 1.925 en Villa San Martín (hoy Loreto), aunque toda su familia era de la histórica Villa Loreto, donde el quichua y el castellano convivían en el habla cotidiana de esa “gente feliz, de paz y respeto”, hasta que casi toda la población debió trasladarse al actual emplazamiento en 1.907. 

Contaba que su abuelo materno (Tatacu Carmen) y su padre eran carpinteros y músicos. Sus hermanos también fueron folcloristas. En ese ambiente musical despertó su deseo de emular a sus mayores. Cada día aprendía algo nuevo de la guitarra, lo que se incrementó en la ciudad de Santiago del Estero, donde ejerció distintos oficios. 

Un accidente de trabajo en una empresa textil lo privó de una falange del índice de la mano izquierda, pero no le impidió seguir tocando y cantando. Con el conjunto Los Hermanos Juárez recorrió el país llevando la música tradicional santiagueña a la que incorporaban las creaciones de Fortunato e Higinio Juárez. 

Cuando no actuaba con sus hermanos, Don Fortunato aceptaba toda invitación para cantar. Se integraba a grupos costumbristas y, cada Domingo que estaba en Santiago, llegaba a la radio con su guitarra para compartir con la gente del Alero Quichua Santiagueño. 

En los primeros años del Alero Quichua, Don Fortu estuvo muy unido al grupo nativista. Después supo asesorar al Secretario de la Comisión Directiva para el correcto manejo de libros, documentos y trámites. Fue integrante del elenco que ponía en escena la obra Casarácoj (El Casamiento) de Don Carlos Maldonado; en ese tiempo de compartir viajes a distintos lugares de nuestra provincia y a Buenos Aires, la gente del Alero pudo conocer aún mejor a este gran creador de personalidad humilde y sencilla.

Sus creaciones son cantadas en distintos escenarios del país. Solo por nombrar algunas, mencionamos: Bienhaiga con el Mocito, Para mi Pago, De Ahicito, Así era mi Mama, Loretano Soy, El Violín de Tatacu, Chacarera del Chilalo, El Huajchito, Sumampa Viejo, Plaza Libertad, Soy Santiagueño que Vuelve, El Linyerita, Paisanita de mi Pago… son muchos temas criollos.

Don Fortunato Juárez falleció en Santiago del Estero el 7 de Septiembre de 2.000 a las tres de la tarde. 

Así como creó páginas inolvidables para el cancionero argentino, Don Fortunato Juárez formó nuevos guitarreros y cantores, en una tarea sin estridencias pero con grandes resultados, pues esa siembra que hizo a lo largo de su vida sigue dando frutos.

Loretano soy - trunca

(Fortunato Juárez)

Santiagueño soy señores

en Loreto yo i nacido

entre medio la algarroba

mistol y chañar florido.


Capillaman pusaharancu

de la Virgen de Loreto

el pupito ashpa-ashpa

y el crucifijo en el pecho.


Con la caja y la guitarra

soy feliz bajo el alero

con mi china y mi caballo

y con añapa en el mortero.


Estribillo


Canta, canta el coyuyo

canta, canta el boyero

vengan cantemos juntitos

a Santiago del Estero.


Huarmi sumaj loretana

bella china santiagueña

que tacota pallascara

mientras el gaucho sueña

Carnaval nocka chayani

caballupi a las trincheras

con mi huarmi en las ancas

pa bailar las chacareras.


Si no toco la guitarra

si no bailo chacareras

no habiendo un trago de aloja

Tata Dios hacé que muera.

FORTUNATO JUAREZ

Nació el 9 de enero de 1925 en la antigua Villa Loreto

falleció el 7 de septiembre de 2000, dos días después de Pablo Raúl Trullenque dejando una importante cantidad de obras que nacieron de su inspiración y que difundió a través del tradicionalista conjunto Los Hermanos Juárez, que hicieron historiaen el folclore santiagueño.

El Linyerita, Chacarera del Chilalo, De ahicito, Bien haiga con el mocito, Que me has hecho chacarera, Para ti compañera mía y Chacarera para mi flor son algunos de los temas que enriquecieron su gran producción artística y literaria, a la que grabaron grandes músicos argentinos.

 

Don Fortu, como todos lo llamaban, le cantó a su Loreto natal de una forma visceral (Violín Tatacu, el más representativo de su amor a su tierra), a sus hijas (la polca Sonia Nancy) y a su esposa Francisca Roldán (Luz de mis ojos y Para ti compañera mía.

 Alguna vez Don Fortu dijo:

 

Su lugar de origen

"Mis hermanos mayores nacieron en la Villa Loreto. Solamente el Chango y yo nacimos en Villa San Martín, actualmente conocido como Loreto. Mucha gente se mudó de la costa del río hacia lo que hoy es Loreto. Sucede que la crecida del río tapó la antigua Villa Loreto. Los que vivían en la margen derecha del río se mudaron a Villa SanMartín y los que vivían en la margen izquierda se fueron a Brea Pozo".

 Don Andrés Chazarreta

 Tenía doce años cuando mi hermano se unió al conjunto de don Andrés. Por entonces la vieja; LV 11 había firmado un convenio para entrar en cadena con Radio Belgrano. Yo le llevaba un bombo grande de don Andrés. Mientras el conjunto iba en coche de plaza, yo iba a pie con el bombo. Después lo vi en Buenos Aires cuando yo estaba con el conjunto de Luís Alberto Peralta Luna. Cuando volví a Santiago, lo visitaba siempre.

El abuelo Carmen y su padre

"Mi abuelo Carmen y mi padre tenían una carpintería y no les faltaba materia prima porque con cada creciente del río venían árboles que arrastraba la corriente. Mi abuelo que era nadador los arrimaba a la orilla. Por eso en una parte de la letra del gato yo puse "vencedor del río Dulce". Ellos eran músicos: mi padre tocaba guitarra y mi abuelo el violin.



Fundación de la institución social y deportiva “INTI CLUB”.

 


Esta institución estaba ubicada en la esquina de Buenos Aires y Mitre de la ciudad capital de Santiago del Estero. Su nombre deriva del vocablo quichua “inti”, que significa “sol”. Originalmente su cancha era de polvo de ladrillos y en su sede se practicaba básquetbol, box, bolley ball y ping-pong.

En su historia deportiva, el Inti logró ser campeón del Campeonato Argentino de Clubes Campeones, primero en 1957 en la ciudad de Córdoba, ganándole la final al club Unión de Santa Fe; y en 1959, en Santiago del Estero triunfando frente al club Arizu de Mendoza. Contó con grandes jugadores como los hermanos Ríos, Paco Barrientos, Jorge Saad, Ramón Martínez, Aníbal Giménez, Manuel Leguizamón, Juan Small, Dante Acosta y José Butiler, entre otros. De ellos se destacó el “Inqui” Ríos, por su temple, fortaleza física y talento. Otros hechos para resaltar en el solar del Inti Club, son los orígenes deportivos de Miguel Cortijo, jugador destacado a nivel nacional e internacional. 

La vida del club se fue apagando hasta que en 1989, con serios problemas económicos junto a otros dos clubes que vivían situaciones similares, deciden la fusión, para formar la Asociación Atlética Quimsa. Esta es la unión de tres clubes históricos del básquet santiagueño, como lo fueron: El Inti Club, Santiago Básquetbol Club y Estudiantes Unidos. Su estadio es conocido como Estadio Ciudad, antigua casa del Estudiantes Unidos, y fue remodelado y modificado con el dinero obtenido por la venta de los predios del Inti Club en calle Mitre y Buenos Aires, y Santiago Básquetbol Club, en calle Urquiza. Esta nueva Institución, participa en la Liga Nacional con importantes logros nacionales e internacionales.

La placa que hoy se encuentra en el edificio construido en ese solar, expresa lo siguiente: “En este solar funcionó por 58 años el Estadio del INTI Club, entidad pionera del basquetbol de Santiago, fundado el 21-8-1931 consiguiendo lauros provinciales y nacionales. Entre sus directivos estuvieron O. Alfaro, Arturo Luna, Lorenzo Ríos y entre sus jugadores: Inki Ríos, Tito Saad, Paco Barrientos, Zoco Acosta, Small, Demasi, Jiménez y otros tantos que hicieron grande a esta institución y siempre estarán en el recuerdo”.

Inti Club de mis amores

buenos aires esquina mitre

botando la pelota, siesta

caliente perfumes de azares

el básquet latente.

inti juego, dribling, doble

recuerdos y anhelos de tiempo

que se fue.


noches de triunfos gritos, y furia

contenida, tito el que hacia vibrar

a los compañeros e hinchada,

 goleo del Inki , el “dedo” del soco

bloqueo de tapa.

y todo se acaba y todo es poco.


 Paco Barrientos, de dibling fastuoso

historia grande  con miguel el virtuoso

que linda función

y llega a ser terminante, se cae el telón

el inti fenece y llega la fusión.


estas en el recuerdo y por siempre serás

el sol de Santiago esquina de gloria

azul y oro  nunca morirá.

                            MARCELO A. ARGAÑARAS 21/08/13

21 de Agosto de 1931

Fuente: Inti Club De Mis Amores


19/8/21

CARLOS CARABAJAL, EL QUE COMPONÍA ACOSTADO

 


Los Carabajal son como los Buendía de Cien años de soledad. Una dinastía tan numerosa y con tantas ramificaciones que, al igual que en la novela de Gabriel García Márquez, para entender bien la historia conviene dibujar un árbol genealógico.

Ya hablar de dos de ellos es complicado. Por ejemplo, Cuti y Roberto, que acaban de grabar un disco con cantantes mujeres, Buenas y santas. Son tío y sobrino y tienen casi la misma edad: Cuti 56, Roberto 50. En la familia, folclórica y santiagueña, hay sobrinos mayores que sus tíos y hermanos que podrían ser padres de los menores. Los 12 hijos varones de Francisco Rosario Carabajal y María Luisa Paz bien podrían haber armado un equipo de fútbol local, con hinchada (la 12) incluida. Pero optaron por la música, tal vez por ser santiagueños, y preferían, como Carlos (el quinto hermano, padre de Peteco y Graciela), componer chacareras acostados, en la cama, en un modelo cigarra de fábula a la que, al final, le va bien.

Para eso, hay una anécdota: la cuenta Cuti, el menor de los hermanos. "El que empezó con la composición en la familia fue Carlos. El tenía una particularidad: componía acostado. Como buen santiagueño, se acostaba en el catre, agarraba la guitarra y así pasaba horas. La mujer le decía: 'Carlos, estás tirado ahí todo el día con la guitarra. Kennedy tiene tu edad y es presidente de los EE.UU'. El abría un ojo y le decía: 'Andá a decirle a tu Kennedy que haga Sol mayor como yo'. Hasta que un día compuso una chacarera, A la sombra de mi mama, la grabó Leo Dan en México, vendió un millón de discos, y en esa época SADAIC pagaba bien: fue a cobrar y le alcanzó para comprarse un terrenito en Morón, se hizo una casita, se compró un autito y un colchón. Y la mujer, cuando lo veía caminar por el patio, decía: 'Carlos, acostate, por favor'."

En los 60, Carlos integró la formación original de Los Carabajal, junto con Agustín (el séptimo hijo varón, que murió en 1975, y dejó chacareras como La Telesita o La Rubia Moreno), Cali (hijo de Enrique) y Cuti. Hasta que "hace 15 años decidimos formar un dúo para cambiar un poco el estilo, la forma. Incorporamos un saxo, un teclado, una guitarra amplificada, la percusión, salimos con temas nuevos, fuimos consagración en Cosquín, actuamos en el Opera, en el programa de Sofovich, fuimos a Japón, a Estados Unidos —resume Cuti—. Nos fue muy bien, como a Peteco (que tiene más alto vuelo poético y musical), o a Los Carabajal, que ahora son Cali y Mario, y dos hijos de Cali, Walter y Carlitos".

Y aunque ellos se alejaron de la tradición, prefieren no hablar de ruptura. "Nos parecemos un poco a los hermanos Avalos, didácticos —define Cuti—. Rompimos con la estructura de tres guitarras y un bombo, con los trajes de gaucho". Y Roberto aclara: "No hubo distanciamiento con la familia. Eso también fue virtud de los Carabajal músicos, tener siempre el apoyo familiar".

Como muestra del costado didáctico del dúo, grabaron un disco, El Martín Fierro, donde musicalizaron el clásico de José Hernández y presentaron en 350 colegios de todo el país. Y como prueba de que la familia no se distancia sino que además crece y se multiplica, cada tercer domingo de agosto, para celebrar el cumpleaños de "la abuela", doña Luisa, aún después de fallecida, los cerca de 60 Carabajal ofrecen hacen una gran fiesta popular con música, 500 litros de locro y 5.000 empanadas.

Y para que todo quede en familia, en Buenas y santas hay dos temas de Carlos: Alma Challuera, que canta su hija Graciela y él la acompaña en los coros, y La Pockoi Pacha, que interpreta su nieta, Roxana. Cuti (compositor de la mayoría de los temas) y Roberto hacen voces y guitarras y Camilo (primero de los cinco hijos de Cuti, Roberto tiene dos) toca el bombo. La idea de hacer un disco con cantantes de otros géneros haciendo chacareras fue ocurrencia de Cuti: "Empezamos a invitar... y nadie se resistió".

"A tal punto que la señora Estela Raval —acota Roberto—, en su show y en su disco grabó la chacarera Con tal que nunca me dejes, la tercera de una historia que empieza con Déjame que me vaya, que cantó Marilina Ross (la animamos con un vinito en el estudio) y sigue con Pedime que vuelva, que entona María Graña. "Al escucharla se nos pusieron los pelos de punta", dice Cuti, y agrega que la serie termina con la cuarta, que canta Nora Briozzo: Qué le vas a hacer".

Fuente: Patio Santiagueño II

18/8/21

Agosto, el mes de la tierra

Agosto es el mes de la Tierra, cuando se comienzan los preparativos y la siembra. Mes de vientos, que impulsan a las semillas en su vuelo depositándolas en algún lugar, cubriéndolas lentamente con la tierra que el wayra esparce para que comiencen su periodo de contracción en la profundidad y con las lluvias del mes y de septiembre exploten sus nacientes brotes.


Tradicionalmente el 1 de agosto se realiza la ceremonia a la Pachamama. Los hermanos andinos vienen conservando esta tradición de agradecimiento y reciprocidad con todo cuanto existe, a través de los duros embates de las conquistas, la modernidad y la tecnología separatista.

Se prepara una gran fiesta comunitaria, con la consciencia de la Vida, donde la primer agasajada es la Madre Tierra agradeciendo los alimentos y el sustento dados y los que vendrán; se le pide permiso, se abre un hoyo en la tierra (boca) y se le da de comer tabaco, sagrada coca, chicha, dulces, el alimento que se ha preparado para todos con gran dedicación...primero se alimenta y se festeja a la tierra, a la Pacha, a todo cuanto existe, danzas y música y luego, la comunidad comparte sus alimentos. En cada región varían detalles de esta ceremonia antigua, sagrada y verdadera, pero su esencia en todos lados es la misma: la de reciprocidad y agradecimiento con la Pachamama.

Involucra todo: tierra, aire, sol, insectos, ciclos, animales, humanos, viento, agua, plantas...todo. Es el espacio-tiempo a través del cual somos.

17/8/21

Agustina, mujer invencible

Entre octubre de 1840 y febrero de 1841, Agustina Palacio de Libarona vivió una atroz odisea en parajes desérticos de Santiago junto a su marido, preso y torturado por orden del gobernador Juan Felipe Ibarra.


La estremecedora historia de "La heroína del Bracho" tiene como protagonista a Agustina Palacio de Libarona. No se encuentra su partida de bautismo: algunos la dan como nacida en Tucumán y otros en Santiago del Estero, en fechas que varían entre 1822 y 1825. Pero la familia era santiagueña: el padre, Santiago Palacio, había gobernado interinamente esa provincia en 1831.

Agustina se había casado con un español, José María Libarona, y tenían dos hijas, Elisa y Lucinda. Residían en Tucumán. Poco se sabe de Libarona: oriundo de Canarias, había trabajado con los Lezica en Buenos Aires y llevaba la contabilidad de comercios importantes. Tenía pulcra redacción y excelente caligrafía. Curiosamente, estas cualidades vendrían a constituir su perdición.

Todo empezó cuando corría setiembre de 1840 y Tucumán estaba embarcado en la formación de la Liga del Norte contra Juan Manuel de Rosas. Los Libarona habían viajado a Santiago para visitar a la familia de Agustina. Sin mencionar fuentes, hay historiadores que aseguran que José María era portador de mensajes para los escasos santiagueños antirrosistas.

Alzamiento en Santiago

Sucedió que el 24, la tropa urbana de Santiago se subleva al mando de Santiago Herrera. Ultiman al comandante Francisco Ibarra, hermano del gobernador Juan Felipe Ibarra, a quien no logran capturar. Pero consideran que lo han derrocado, y el juez Pedro Unzaga convoca a los vecinos para formalizar la deposición y nombrar un sucesor.

Invocando su condición de radicado en Tucumán, Libarona se negó a asistir, pero debió hacerlo cuando lo amenazaron con la fuerza pública. Y no pudo sacarse la imposición de redactar el acta, que le cayó encima por su preciosa letra y su soltura española para redactar. Esto le resultaría fatal. Los reunidos, además, se proclamaron partidarios de la Liga del Norte, que Ibarra se había negado tajantemente a integrar.

Pero el día 28 Ibarra sometió a los alzados y regresó al Cabildo. Estaba enfurecido por la muerte de su hermano y dispuesto a ajustar cuentas. Ordenó el arresto de Unzaga, del comandante Santiago Herrera y del autor del acta, José María Libarona. Todo lo que ocurrió después se conoce por el relato de doña Agustina.

Prisión de Libarona

Los soldados de Ibarra entraron en casa de los Palacio rompiendo puertas a culatazos, mientras ella escapaba cargando las chicas por los techos. Pasó una noche atroz en el convento de Santo Domingo, oculta en la celda donde estaban depositados cuatro cadáveres que se enterrarían al día siguiente.

Al amanecer, pudo enviar un mensaje a su madre. Pronto supo que Libarona había intentado refugiarse en su finca en territorio tucumano. Pero un baqueano lo traicionó: terminó capturado por los soldados de Ibarra y llevado a su campamento. Agustina corrió a verlo. Lo divisó atado a un poste, semidesnudo, al rayo del sol. Volvió a la ciudad. Apeló al ministro de Gobierno, doctor Adeodato de Gondra, pero este se lavó las manos. Ya conoce usted a Ibarra, se limitó responder al pedido de que siquiera colocase a Libarona a la sombra.

Inició entonces un desesperado recorrido, "del campamento a la ciudad y de la ciudad al campamento, para ver alternativamente a mis hijas y a mi marido", cuenta. En el campamento, no sólo la laceraba ver a Libarona amarrado. También presenció la aplicación de la atroz tortura del retobo. Consistía en encerrar totalmente al prisionero en un cuero fresco de res cosido al cuerpo, de modo que, al secarse el cuero, le fuera destrozando los huesos. Así murió el cabecilla Herrera.

Al fortín de Bracho

Días después, Ibarra ordenó que Libarona y Unzaga fueran llevados al fortín de Bracho, ubicado unos 120 kilómetros al noreste de la ciudad. Por esos días, pasó por Santiago el general Manuel Oribe, al frente del ejército enviado por Rosas a Tucumán para poner en vereda a la Liga del Norte. Agustina logró entrevistarlo y Oribe, muy cordial, le aseguró que hablaría con el gobernador, cosa que nunca hizo.

Además, se presentó ante el mismo Ibarra para suplicar su clemencia. Furioso, el gobernador respondió, antes de echarla:

¡Dejen a ese gallego donde está! Bien está allí. ¿Acaso su ausencia no te da libertad?

Sin amilanarse, Agustina pidió que al menos la autorizara para trasladarse hasta Bracho. Ibarra asintió.

Que se vaya esa loca al Bracho y la roben los salvajes, si esa es su voluntad, fue su comentario.

Dejó a Lucinda, bebe de pecho, con sus hermanas, y partió con Elisa. Al verlas llegar luego de tan penoso viaje, Libarona lloró de alegría. Pero le indicó que debía volverse. El fortín no era lugar para una mujer y una niña pequeña. La comida era escasa y malísima y los acometían mosquitos y vinchucas. Así, Agustina no tuvo más remedio que regresar a Santiago.

El marido demente

Pocos días después, supo que Ibarra había ordenado que Unzaga y Libarona fueran llevados más adentro del Chaco santiagueño. Partió entonces en su búsqueda, a pesar de los ruegos de los Palacio, quienes quedaron con Elisa y Lucinda. "Viajé de día y de noche, atravesé Matará sin detenerme y penetré en el desierto", cuenta.

Cuando arribó por fin a la choza de los presos, vio con horror que Libarona, flaquísimo y afiebrado, había perdido la razón. No la reconocía y hasta trataba de agredirla. A su lado, Unzaga estaba cubierto de úlceras. La aterrorizada mujer mandó un chasqui a Santiago pidiendo un médico, pero ninguno quiso venir. Se limitaron a mandarle unos remedios y la indicación de bañar a Libarona y aplicarle los emplastos llamados "vejigatorios".

Siguieron meses a lo largo de los cuales la pesadilla iba creciendo en atrocidad. Vino una nueva orden de Ibarra y el prisionero fue internado aún más lejos. Rondaban los indios, que un día atacaron el campamento mientras Agustina, ayudada por Unzaga, cargaba a Libarona y lo escondía entre los árboles. Pasaron días sin más protección que el follaje, mientras oían de noche el rugido de los jaguares.

Tremendas penurias

Agustina apelaba a cualquier medio para sobrevivir. No estaba su hija para amamantarla, pero dio el pecho al hijo de una india enferma, así como tejió para las otras a cambio de alimento. Con sus propias manos armó un precario rancho y lo cubrió con totora que había entretejido. Caminaba leguas para obtener agua, bajo la mirada implacable de guardias a quienes nunca importó su sufrimiento. A todo esto, Libarona yacía en estado de absoluta demencia, del que jamás se recuperaría.

Agustina, antes niña mimada por la fortuna, tenía aspecto de mendiga. "La piel se me caía de las piernas, del rostro y de los hombros. No tenía otros vestidos que los que me cubrían desde hacía cuatro meses". El último traslado dispuesto por Ibarra los condujo a La Encrucijada, un paraje tan desolado y falto de agua como los anteriores.

Muerte de Libarona

Allí expiró Libarona entre convulsiones, el 11 de febrero de 1841, a las dos de la tarde, en brazos de Agustina. Ella consiguió que, dos días después, viniera un carro para conducir el cadáver hasta el cementerio de Matará. Pero no fue posible subirlo al vehículo: "los miembros se separaban y las carnes se caían a pedazos". Debió enterrarlo en el mismo sitio donde había muerto.

Después se despidió del desolado Unzaga -quien sería muerto a lanzazos en 1844- tras pedirle que marcara con una señal el sitio de la tumba, y regresó a la ciudad. Luego de cuatro días de viaje pudo abrazar a su familia en Santiago. Ni bien recuperó algo las fuerzas partió con sus hijas a Tucumán, para jamás volver.

Pasaron los años. Las chicas se hicieron grandes. Elisa se casó en 1858 con el industrial Juan Manuel Méndez, dueño del ingenio La Trinidad. Tuvieron seis hijos. Murió en 1869 y el viudo procedió a casarse, en 1870, con Lucinda, de cuyo matrimonio nacieron otros seis.

Después

Agustina estaba en Salta a comienzos de la década de 1860, cuando el viajero francés Benjamin Poucel pidió que le narrara aquellas peripecias de 1840-41. Las publicó primero en un diario porteño y luego en "La vuelta al mundo", en París. Su texto apareció allí en 1863, en la famosa revista "Correo de Ultramar", ilustrado con grabados. En 1925 se editaría, traducido, en el folleto "Infortunios de la matrona santiagueña doña Agustina Palacio de Libarona, la heroína del Bracho". Se informa allí que existía también un manuscrito con el relato de la odisea, redactado por su cuñado Santiago Libarona, con correcciones de mano de la misma Agustina.

Según referencias del doctor Jorge Iramain, extraídas de cartas de familia, Agustina Palacio de Libarona falleció en Salta, el 13 de diciembre de 1880. El historiador Luis Alén Lascano justifica el trato que Ibarra propinó a Libarona con cierta frase de Napoleón: "El hombre de Estado no tiene derecho de ser sentimental".
Fuente: lagaceta.com.ar

15/8/21

Sixto Palavecino: El público espera el "Long Play" que grabaré para R.C.A Víctor

 Escribe Polo Serrano


Con el deseo de llevar en forma variada los reportajes de nuestros valores, entreviste a Sixto Palavecino, decir este nombre, es pronunciar dos palabras que mejor se ubican dentro del panorama  folklórico y en el cariño popular.

Me traslade al domicilio de este artista en el Jeep del diario La Hora y fui recibido por Haidee, hija mayor de don Sixto.

Este salió a mi encuentro con Carmencita hija menor y expreso:

Lo esperaba Polo, pues A. Salomón difusor de la RCA Víctor me había anunciado su visita.

De esa manera tan simple fui recibido por este valor del folklore, la misma forma directa con que “habla” en sus canciones a todos los públicos y que no está basada en ningún secreto que no sea su forma de ser.

-Yo nací en Salavina hace 49 años y desde mis años de chango aprendí a tocar de oído el violín y luego la guitarra.

-¿Cuando comenzó a tocar el bandoneón?

-Un conjunto folklórico visito mi pago y me entusiasmo ese instrumento, cuando lo vi tocar a uno de los integrantes de esa orquesta y de inmediato compre y volqué mi vocación musical en el bandoneón que muchas satisfacciones me dio.

-¿Cuándo comenzó a actuar en nuestra ciudad?

-En el año 1962 decidí venir con mi familia a Ciudad Capital  y de inmediato comencé a actuar, pues el conjunto estaba integrado por mis hijos, Rubén, Haideee y Carmencita, y siempre tenemos el repertorio bien ensayado, sobre todo que no tengo problemas de incumplimiento por parte de los músicos, muy vulgar en nuestro medio, pues todos vivimos juntos.

-¿Sus hijos aparte de ser músicos desarrollan otras actividades?

-Por supuesto, Rubén que tiene 21 años es Maestro mayor de obras, Haidee de 19 años estudia magisterio y Carmencita, la menor está terminando sus estudios primarios. A veces eso me impide poder desarrollar una actividad más amplia, pues tengo muchas propuestas para recorrer el país, planes que dejare para las vacaciones escolares.

-Según me informo A. Salomón que usted había grabado un Long Play y otro disco simple.

-Es verdad, grave un total de 15 piezas que fueron realizadas en el mismo día ante la admiración de técnicos y director artístico del sello grabador, pues generalmente esa cantidad se graba en 2 o 3 días.

-¿Podría nombrarme alguna de las composiciones que grabo?

-Con mucho gusto, “Historia de un sufrido” (chacarera), que nos habla de las penurias que paso Palito Ortega antes de llegar al estrellato. “El astro de Santiago” (chacarera) que narra el recibimiento que le tributo el pueblo santiagueño cuando Leo Dan nos visito por primara vez después de triunfar.

-¿Por qué no los titulo entonces con el nombre de los astros?

-Ese fue mi propósito, pero cuando fui en la SADAIC, me exigían una autorización escrita de los astros referidos, lo que hubiera resultado imposible localizarlos por los múltiples compromisos que tienen.

-¿Qué otros títulos grabo?

-Fiel Compañera (chacarera); Para mi bombo leguero (chacarera); Carbonerito santiagueño (bailecito); Así es mi gato (gato).

-¿En la capital Federal que actuaciones realizo?

-En radio Splendid en una audición que hable en quichua y luego yo mismo hice la traducción. Mis hijos cantaron en quichua y fueron muy aplaudidos. También nos presentamos en Radio Argentina, Radio Libertad y Canal 9 de TV y en lugares de espectáculos y en peñas folklóricas.

-¿Qué planes tiene para el futuro?

-Como le decía espero que termine el año escolar para poder cumplir compromisos en Bs As, ahora aquí actuamos los fines de semana en peñas folklóricas y pronto haremos radio, también para la fiesta del Señor de Mailin cumpliremos un compromiso en esa localidad.

-Quiere agregar algo las para terminar este reportaje?

-Sí, agradecer al público en general, a los colegas que cuando supieron de mi grabación del Long Play se interesaron por saber cuando sale a la venta pata adquirirlo.

Nota publicada originalmente en la edición del día Sábado 15 de mayo de 1965 en el Diario La Hora de Sgo del Estero.


Diario "La Hora"

"La Hora" fue un diario fundado por Leocadio de Jesús Tissera, que circuló en Santiago del Estero desde 1924 hasta 1973. Al comienzo se publicó con el nombre de “El Pueblo”, que tuvo corta duración. A partir de 1926 comienza a llamarse “La Hora”.


Trayectoria

Luis Gerardo Quadrelli, escritor, quién trabajó en La Hora desde los 16 años cuenta en uno de sus libros la historia de este diario:

“En nuestra ciudad circularon, en el siglo pasado, diarios y periódicos; muchos de ellos no tuvieron larga duración.

En la década del 20 diario “La Hora”, en los '50 el diario “Santiago” que tenía sus talleres en la calle Tucumán al 200; diario “La Provincia”, en Libertad y Buenos Aires y luego, en la década del sesenta y setenta diario “Tribuna” en Belgrano y 9 de Julio, y diario “La Calle”.

El diario “La Hora” fue uno de los que más tiempo estuvo en circulación, con casi cincuenta años de salir a la calle. Fue fundado el 4 de febrero de 1928, por don Leocadio de Jesús Tissera. En principio sus talleres y administración funcionaban en calles 9 de Julio y Buenos Aires, más tarde, en 1945, se ubicó en Libertad 678, años después y hasta su desaparición en calle Entre Ríos 56.

Leyendo en las colecciones que se encuentran en la Biblioteca Sarmiento “La Hora” nace con el nombre de “El pueblo” con el lema: “El que sea martillo que golpee y el que sea yunque que aguante”.

Años más tarde se cambia el nombre, quedando definitivamente como diario La Hora. En 1930 se reemplaza el lema por “La Hora será tribuna de defensa de los derechos del pueblo”, hasta que en el año 1944 se lo reemplaza y queda definitivamente el lema: “Aquí estoy para decir lo que nunca nadie podrá olvidar ni desmentir. Almafuerte”.

José Edmundo Tissera Corrales, lo sucede a don Leocadio como administrador y copropietario, en el año 1945 y el diario avanza en la compra de máquinas Linotipo; su hermano José Agustín Tissera Corrales era el responsable de la parte administrativa y ya en la década del 60, se suma doña Rosa Tissera de Gamboa, formando de esa manera una empresa familiar.”

Anécdotas

“La Hora era un diario vespertino que circulaba de lunes a sábados, con jornadas que se iniciaban a la mañana y se prolongaban hasta el cierre de la edición que solía ser a las 21, si no había inconvenientes o alguna noticia de última hora.

Los diarios, en su mayoría recibían las noticias a través de teletipos, “La Hora” no tenía ese medio y por lo tanto, los cables se recibían a través de los informativos radiales, transcribiendo las noticias con la máquina de escribir. Para ello se utilizaba una radio de grandes dimensiones con una antena de gran alcance. Era sorprendente la velocidad para tipear que tenían los cronistas, que al tiempo que transmitía el informativo, ya se iban copiando los cables a máquina para luego pasarlos al secretario de redacción, que se ocupaba de clasificar las notas y enviarlas al taller. Mundo Tissera era el más destacado en esa tarea ya que “no se le veían las manos” (en el decir de los colegas) cuando tecleaba recibiendo las noticias y por supuesto, haciendo gala de su innata habilidad.

De las noticias locales se responsabilizaban los cronistas de las distintas secciones. En Policiales el encargado se ocupaba de retirar de la oficina de Prensa de la policía y en cuanto accidente o incidente ocurría en la ciudad. En todos los casos el diario informaba con nombre y apellido de los protagonistas, sin temor a recibir represalias o querellas de los afectados. El lema era informar, costare lo que costare. La información oficial era retirada de la Casa de Gobierno.

En Deportes los periodistas deportivos asistían a las sesiones de la Liga Cultural para llevar las noticias del fútbol local y lo mismo ocurría en básquetbol con la Asociación de ese deporte y las demás disciplinas como box, atletismo, ciclismo etc.

Daba gusto leer las crónicas sobre los clubes, dirigentes y jugadores. Había columnas firmadas por los periodistas con duras críticas o grandes elogios a los buenos jugadores así como se destacaban las jugadas bien armadas y cada periodista se hacía responsable de lo escrito. En una llamativa nota, en el partido jugado entre Unión y Santiago, decía: “Jugó el Gran Tacuna y si erró dos goles, fue porque el arco no era de dos pisos” y firmaba “Velero” (año 1945).

En la sección Sociales la gente acercaba la información pues se publicaban acontecimientos de nuestra sociedad, como casamientos, cumpleaños, bautismos, enfermos y viajeros.

Las columnas sobre Política, eran las más picantes y entre las notas de actualidad se destacaban “Como se pide”, “Chaina Ninku” (Así dicen, en quichua), que más tarde se transforma en “Chaina Ninku, Pero Pitaj Hiachan”, (Así dicen, pero quién sabe). Otra columna que tuvo mucha resonancia era “Puñado de Verdades” por Flavio Correa, que aparte de ser comentarista de política y de actualidad, era un conocido procurador y tenía su estudio en calle La Plata primera cuadra.

En las ediciones especiales se vivía un clima distinto al cotidiano pues se trabajaba en los momentos que estaban disponibles las impresoras y las páginas se armaban de noche o en las primeras horas de la mañana, porque el material gráfico no era suficiente y cuando se terminaba el diario, se redistribuía el material y se compaginaban los números especiales, los cuales daban una entrada económica extra, por la cantidad de avisos publicitarios que se editaban.

La Hora siempre fue un sostén de la cultura, por lo tanto en los números especiales se le daba singular proyección a los escritores locales, que se explayaban con innumerables cuentos, narraciones, poesías y leyendas de nuestro acervo nativo.

Allí tuve la suerte de conocer a grandes escritores y hombres de la cultura de nuestra provincia, muchos de ellos con resonancia nacional e internacional, como el doctor Oestes Di Lullo, Horacio Germinal Rava, Flavio Correa, Samuel Yussem, Rolle Nassif, su hijo Alfonso Nassif y a Carlos A. Bruchman entre otros, que se destacaban en las letras.

Ya que hablo de destacados no puedo dejar de nombrar al periodista Lucio O. Diaz, luchador incansable que aparte de su trabajo como periodista, era empleado público, sufriendo permanentes castigos, en la administración, como represalias a sus críticas contra los funcionarios. Sanciones que él las tomaba y festejaba como verdaderos premios a su labor periodística, porque La Hora, en su constante decir la verdad, criticando a gobernantes y a funcionarios que no cumplían con sus obligaciones, sufrió innumerables represalias por parte de éstos. Y por supuesto la quita de publicidad oficial, que hacía estragos en la economía de la empresa.

Otros periodistas que hicieron historia fueron don Manuel Santos Santillán, que por muchos años se desempeñó como secretario de redacción, Marcelo Ábalos, que trabajando en el diario se recibió de Licenciado en Periodismo, uno de los primeros en obtener ese título, José Henry Reinoso periodista radial y televisivo, “Bichito Paz” periodista deportivo, Hugo Orosco, César Leovino Suárez y Polo Serrano comentarista de espectáculos, entre tantos que pasaron por la redacción del diario.”

12/8/21

“Mi cama es un jardín” de Bernardo Canal Feijoó



Era una región más árida que muchas otras de la Provincia. De una aridez desoladora. De una árida desolación. Había un perro flaco que no ladraba, unas ovejitas cabizbajas que no balaban, sin duda porque nada podía recoger allí su voz. Junto al ranchito terroso, apenas distinto por su pequeña masa tumular, en la perspectiva de árida inmensidad en que conjugaban aquella media tarde tierra y cielo, alzábase un algarrobito de talle exiguo y follaje esquemático, que daba la impresión de que hubiera detenido voluntariamente su desarrollo y la expansión de su fronda en aquel punto, porque ¿para qué? …
Yo mismo, confieso, me sentí distendido y anulado. Y sólo mi automatismo de ser traslaticio y ambulatorio pudo llevarme a dar una vuelta al ranchito. Y fue contoneando una esquina que tropecé de manos a boca con aquello. Digo tropecé, pero en realidad lo que aconteció fue que aquello se me vino encima, me cortó el paso agresivamente. Era una colcha santiagueña desplegada al sol entre dos estacas. Estaba armada de rojos, amarillos y verdes, en haces, y cuchillas, y zigzagueantes y masas que resplandecían, y coruscaban y crepitaban, en esgrimas, disparos, proyecciones y flameos, como dirigiéndose numerosamente al bulto. Aquello era algo así como el malón del color a plena luz. Diré, en una palabra, que allí mi inermia descubría el infinito número, el múltiple alarido, la ofensiva, la carga del color descolgado. Diré que allí, en aquella desolada aridez, el color concentraba la voz, la voluntad y la forma que faltaba a las cosas. Diré que allí la nulidad unánime del cielo y la tierra, conjugando en la misma inmensidad indistinta, en la misma indiferencia, confesaba una herida sangrante, una vena alcanzada de abajo. Diré…

Busqué en mi desazón a alguien en quien fiarla, y descubrí junto a uno de los horcones del ranchito a una mujer de negro, un manto negro encuadrándole el rostro caoba. Las manos cruzadas sobre el vientre. Parecía de pronto volver el silencio estéril, la derrota muda del paisaje, con ella. Pero nada podía detener ahora mi confusa ansiedad, y me desahogué señalándole la colcha con la mano y estas palabras:
- ¡ Qué lindo!
Un resplandor potente rebasó sus ojos y la cara caoba se rajó en una sonrisa que dejó en descubierto un carozo blanco, y se animó el desmañado cruce de sus manos sobre el vientre. Entonces de su boca escaparon estas palabras:
- … Y si viera mi cama. Mi cama es un jardín…
Pues que lo había dicho, no necesitaba ya ver su cama. En la espesa penumbra del rancho ocluso estaría reverberando de alguna sobrecama palpitante, de colores tan vivos que parecen entrar en movimiento, animarse a la existencia biológica.

He pensado después muchas veces en aquella frase espontánea. Si nos es menester una teoría sobre el sentido plástico y la concepción estética ingenua que se enuncia en esas colchas, ahí está toda entera en esa frase. Acaso ella alcanza a darnos una clave del enigma vital del arte. Pensad en que la tejedora campesina fabrica las colchas para introducir en el orden de la vida espiritual del hombre eso que aquella mujercita llamaba casi esotéricamente “jardín”. Por contraste con la parda y árida comarca donde la escuché, brotó como con fuerza de exorcismo, de conjuro mágico, de fiat. ¿Qué sabía ella de jardines si no era su angustia, si opresión del paisaje mezquino y anulante, su esencial necesidad de color y de forma? Puesto que Dios le negaba paisaje, el alma se lo hacía tan fastuoso que compensaba con exceso la falta.

Hay que considerar, pues, que esas colchas constituyen expresiones artísticas auténticas. Pueden alguna vez no interesar al gusto a la moda, al gusto burgués siempre tan indeciso y mudable. Pero la medida de su valor estético no puede ser el gusto contingente de quien sólo encuentra las colchas como producto de mercado, sino el gusto o sentimiento de quien las hace para su vida, desde su vida.

Fauna nunca vista, fantástica flora, triángulos, signos escalonados, reptiles misteriosos, soles y lunas y estrellas de cielos ignorados. Verdaderamente, la mano que conjura entre los cuatro palos del telar “el jardín” del alma, sabe de la magia de la creación divina.-

“Ensayo sobre la expresión popular artística en Santiago del Estero” – Compañía Impresora Argentina – Buenos Aires – 1.937 –

Presencia del quichua en los gentilicios

Por la Dra. Hebe Luz Ávila


Mucho se ha dicho y escrito acerca de la influencia del quichua en el habla del santiagueño. Los vocablos que constituyen préstamos de la lengua quechua en el habla del santiagueño aparecen recogidos en algunos estudios breves y especialmente compendiados por Elvio Ávila (1991). Recordemos solamente los que, propuestos por Ávila, se incorporaron al diccionario de la RAE: antarca, canchero, payana, patay, pupo, yapa, quincho, tincazo.

En mi SANTIAGO DEL ESTERO: IDENTIDAD Y HABLA (UNT, 2004 y 2º edic. 2008) determino que, en el habla del santiagueño, la influencia del quichua, más que en el léxico y la sintaxis, será en los mecanismos discursivos, más que gramatical será de actitud, la que se revela en la expresión de la afectividad y la cortesía, la no aserción, la modestia, y todo ello por la gran importancia que se le da a la presencia del otro.

Pero vayamos a nuestro Diccionario de Gentilicios Santiagueños. Ya establecimos que los gentilicios se forman a partir del topónimo (nombre de un lugar): REMEÑO, LLAJTAMAUCANO, LAVALLENSE, TINAJERO. Por otra parte, resulta indiscutible el mecanismo de supervivencia de cualquier lengua a través de la toponimia. Y así es como descubrimos una gran cantidad de topónimos tomados de la lengua quechua, y que forman parte de su variedad dialéctica que llamamos quichua santiagueño.

En una etapa previa a la recolección de gentilicios debimos reunir los topónimos de nuestra provincia, y registramos alrededor de 1.800, de los cuales calculamos que cerca de un 30% tienen alguna influencia quichua. Sin embargo, la mayoría de los puramente quichuas no forman gentilicios. Antes de enumerarlos, debemos señalar que en la escritura muchos están castellanizados y que, incluso, suelen aparecer con variaciones en su grafía. Es el caso de Alpa Puca (lugar para extraer tierra), en Dpto. Río Hondo; Yacasníoj (que tiene yacas, es decir: depósitos de agua en los troncos de los árboles), en Dpto. Avellaneda; Yacu Cachi (Agua de la sal o salitral), en Dpto Atamisqui; Chéej (nombre de una planta), en el Dpto. San Martín, Jume Raicuna (Dpto Río Hondo), y tantos más. Entre las razones por las que no derivaron gentilicios está a la vista la dificultad fónica para hacerlo, como es también el caso de Donadeu, Tomas Young, Agustina Libarona. Pero hay una causa lingüística de más peso, como es el hecho de que la lengua quechua no tiene gentilicios. Son más prácticos y agregan ?manta, que significa procedencia (de o desde): Loretomanta = de Loreto. Así la chacarera: nocka salavinamanta / donde llaman El Troncal / Alabanza chacarera / te quiero cantar?. No se trata exactamente de un gentilicio, pero funciona de manera similar. Tanto es así, que preguntando por el gentilicio de Páaj Muyo (quebracho redondo, o redondel del quebracho), en el Dpto. Avellaneda, me dijeron que muchos usan pajmuyomanta, pero que en realidad es PAJMUYERO.

La presencia del quichua en los topónimos es muy clara y abundante. El problema es que, como en este caso se trata de un Diccionario de Gentilicios y no de topónimos, aquellos que no deriven gentilicios no entrarán en el Diccionario, por más importancia que tenga el lugar. Por otro lado, los topónimos puramente quichuas, al derivar gentilicios ya se hacen híbridos, pues agregan un sufijo castellano, por lo que no hay gentilicios ciento por ciento quichuas.

Así, hemos intentado determinar una cierta graduación en cuanto a su pureza lingüística:

- Los derivados de topónimos puramente quichuas:

. CASPICUCHUNERO / CUCHUNERO (de Caspi Cuchuna: lugar donde se corta la madera), donde vivió Mateo Boix, en el Dpto. Silípica.

. CHAGUARPUNQUEÑO (de Chaguar Punco: puerta de chaguar), en el Dpto. Robles.

. HUACHANERO (de Huachana: lugar donde se da a luz), en el Dpto. Alberdi.

- Derivados de topónimos hibridados quichua-castellano:

. CARANCHIPOCERO (de Caranchi Pozo: pozo del carancho), en Dpto. Avellaneda.

. PUÑUNERO (de La Puñuna: lugar donde se duerme), en el Dpto. Capital.

- Derivados de topónimos castellanos pero con sintaxis quichua:

. LOROPOCEÑO (de Loro Pozo: pozo del loro), en el Dpto. Jiménez.

. PUENTEÑO (de Puente Bajada: bajada del puente), en el Dpto. Ibarra.

. PUNTACORRALERO (de Punta Corral: corral de la punta), en Dpto. Avellaneda.

- Seudogentilicios en castellano con fonemas o sufijos quichuizados:

. COSHTERO: el que vive entre el río Utis y el Dulce, en el Dpto. Quebracho.

. SHALACO: cercano al río Salado. ?Soy shalaco porque el río me regaló su apellido/ era bueno estando seco y era bien malo crecido?, dice una chacarera de Lázaro Moreno, payador de Herrera, según el aporte de David Maiten Brandán, un amigo virtual.

. CAMPUSHCO: el que vive en el campo, en el interior del Dpto. Quebrachos.

Presencia de elementos naturales del paisaje con nombre quichua

Un detalle que agrega fuerte color local, bien descriptivo de nuestro paisaje, es la presencia de nombres de árboles característicos, especialmente el algarrobo, nombrado taco en los topónimos y, por ende, en el gentilicio. Con solo leer un listado de topónimos de nuestra provincia, ya entendemos que se trata de un lugar con fuerte presencia de algarrobos: seis localidades hemos registrado con el topónimo Taco Pozo y los gentilicios TACOPOCERO en Avellaneda y TACOPOCEÑO en Quebrachos, Copo, Pellegrini, Salavina y Sarmiento. Igualmente, aunque en menos cantidad, encontramos tala, ese árbol de hermoso follaje, que aparece en Tala Pozo, repetido en cuatro departamentos, con los gentilicios TALAPOCERO en Avellaneda y TALAPOCEÑO en Alberdi, Robles y Río Hondo. El chañar, tan valioso por sus frutos, aparece en Chañar (CHAÑARERO), en Dpto. Figueroa y en una decena de Chañar Pozo (CHAÑARPOCEÑO), en Dptos. Figueroa, Copo, Río Hondo, Pellegrini, Avellaneda, Alberdi, Choya; (CHAÑARPOCERO), en Dpto. Salavina. Igualmente chilca, arbusto que se usa en la construcción de techos de viviendas, en Chilca (CHILQUEÑO) y Chilquita (CHILQUITEÑO), ambos en Dpto. Robles, así como Chilca Juliana (CHILQUEÑO), en Dpto. Salavina.

Como curiosidad, destaquemos que la presencia de arena o arenales en el paisaje se señala en castellano y en quichua (aunque castellanizado en la escritura): tio. Así, registramos El Arenal (ARENALEÑO), en Dpto. Jiménez, Tio Alto (TIOALTERO), en Dpto. Avellaneda, Tio Pozo (TIOPOCERO), en Dpto. Loreto.

Propuestas

Si la presencia de la lengua quechua es considerada valiosa en la cultura y la identidad de nuestra provincia, donde hasta adquiere nombre propio de quichua santiagueño, y hoy se magnifica al ser la única provincia argentina donde aún se lo habla, debemos tomar medidas para su mantenimiento. Desde hace algunos años, vengo presentando esta cuestión en Congresos de Lingüística (donde también se trata la presencia del guaraní), que transcribo en esta nota:

“resulta claro que las políticas acerca de las lenguas indígenas en nuestro país han sido erráticas y, muchas veces, discriminatorias. Y de aquí en más” ¿Qué hacemos con nuestras lenguas vernáculas?

De mi observación de la realidad y extensos estudios sobre el tema, acerco mis propuestas:

1) Antes de tomar fundadamente una decisión, deberá realizarse con seriedad un censo o recuento de hablantes nativos de estas lenguas.

2) Promocionar su estudio en los Institutos de Lingüística. Deben formar parte ? por lo menos en un curso básico ? de la formación de lingüistas en las regiones donde quedó su influencia, como ocurre con los estudios de Latín y Griego para una formación completa en castellano.

3) Promover desde las instituciones de estudios superiores, proyectos de investigación para descubrir cómo subyace la cultura y la cosmovisión propias de estas lenguas y sobre todo su integración en el habla regional y muy especialmente en la toponimia.

4) Integrar en los programas escolares, desde el Nivel Inicial, adivinanzas, coplas, canciones, relatos en lenguas vernáculas, de la misma manera en que se las aprende en inglés, francés, etc. (Al respecto, siempre recomiendo calurosamente como Bibliografía principal SISA PALLANA. ANTOLOGIA DE TEXTOS QUICHUAS SANTIAGUEÑOS, de Tebes-Karlovich, en F.Editorial: EUDEBA)

5) Procurar traducciones de obras importantes así como El Quijote ya traducido al quechua en el Perú, y el Martín Fierro en nuestra provincia  como una forma de probar que son lenguas que sirven para expresar las más elevadas creaciones humanas.

6) En las nuevas localidades, barrios, plazas, parques, estadios, diques, puentes, etc. que se inauguren, promover nombres tomados de nuestro quichua. Fuente: El Liberal