Por la Dra. Hebe Luz Ávila
Mucho se ha dicho y escrito acerca de la influencia del quichua en el habla del santiagueño. Los vocablos que constituyen préstamos de la lengua quechua en el habla del santiagueño aparecen recogidos en algunos estudios breves y especialmente compendiados por Elvio Ávila (1991). Recordemos solamente los que, propuestos por Ávila, se incorporaron al diccionario de la RAE: antarca, canchero, payana, patay, pupo, yapa, quincho, tincazo.
En mi SANTIAGO DEL ESTERO: IDENTIDAD Y HABLA (UNT, 2004 y 2º edic. 2008) determino que, en el habla del santiagueño, la influencia del quichua, más que en el léxico y la sintaxis, será en los mecanismos discursivos, más que gramatical será de actitud, la que se revela en la expresión de la afectividad y la cortesía, la no aserción, la modestia, y todo ello por la gran importancia que se le da a la presencia del otro.
Pero vayamos a nuestro Diccionario de Gentilicios Santiagueños. Ya establecimos que los gentilicios se forman a partir del topónimo (nombre de un lugar): REMEÑO, LLAJTAMAUCANO, LAVALLENSE, TINAJERO. Por otra parte, resulta indiscutible el mecanismo de supervivencia de cualquier lengua a través de la toponimia. Y así es como descubrimos una gran cantidad de topónimos tomados de la lengua quechua, y que forman parte de su variedad dialéctica que llamamos quichua santiagueño.
En una etapa previa a la recolección de gentilicios debimos reunir los topónimos de nuestra provincia, y registramos alrededor de 1.800, de los cuales calculamos que cerca de un 30% tienen alguna influencia quichua. Sin embargo, la mayoría de los puramente quichuas no forman gentilicios. Antes de enumerarlos, debemos señalar que en la escritura muchos están castellanizados y que, incluso, suelen aparecer con variaciones en su grafía. Es el caso de Alpa Puca (lugar para extraer tierra), en Dpto. Río Hondo; Yacasníoj (que tiene yacas, es decir: depósitos de agua en los troncos de los árboles), en Dpto. Avellaneda; Yacu Cachi (Agua de la sal o salitral), en Dpto Atamisqui; Chéej (nombre de una planta), en el Dpto. San Martín, Jume Raicuna (Dpto Río Hondo), y tantos más. Entre las razones por las que no derivaron gentilicios está a la vista la dificultad fónica para hacerlo, como es también el caso de Donadeu, Tomas Young, Agustina Libarona. Pero hay una causa lingüística de más peso, como es el hecho de que la lengua quechua no tiene gentilicios. Son más prácticos y agregan ?manta, que significa procedencia (de o desde): Loretomanta = de Loreto. Así la chacarera: nocka salavinamanta / donde llaman El Troncal / Alabanza chacarera / te quiero cantar?. No se trata exactamente de un gentilicio, pero funciona de manera similar. Tanto es así, que preguntando por el gentilicio de Páaj Muyo (quebracho redondo, o redondel del quebracho), en el Dpto. Avellaneda, me dijeron que muchos usan pajmuyomanta, pero que en realidad es PAJMUYERO.
La presencia del quichua en los topónimos es muy clara y abundante. El problema es que, como en este caso se trata de un Diccionario de Gentilicios y no de topónimos, aquellos que no deriven gentilicios no entrarán en el Diccionario, por más importancia que tenga el lugar. Por otro lado, los topónimos puramente quichuas, al derivar gentilicios ya se hacen híbridos, pues agregan un sufijo castellano, por lo que no hay gentilicios ciento por ciento quichuas.
Así, hemos intentado determinar una cierta graduación en cuanto a su pureza lingüística:
- Los derivados de topónimos puramente quichuas:
. CASPICUCHUNERO / CUCHUNERO (de Caspi Cuchuna: lugar donde se corta la madera), donde vivió Mateo Boix, en el Dpto. Silípica.
. CHAGUARPUNQUEÑO (de Chaguar Punco: puerta de chaguar), en el Dpto. Robles.
. HUACHANERO (de Huachana: lugar donde se da a luz), en el Dpto. Alberdi.
- Derivados de topónimos hibridados quichua-castellano:
. CARANCHIPOCERO (de Caranchi Pozo: pozo del carancho), en Dpto. Avellaneda.
. PUÑUNERO (de La Puñuna: lugar donde se duerme), en el Dpto. Capital.
- Derivados de topónimos castellanos pero con sintaxis quichua:
. LOROPOCEÑO (de Loro Pozo: pozo del loro), en el Dpto. Jiménez.
. PUENTEÑO (de Puente Bajada: bajada del puente), en el Dpto. Ibarra.
. PUNTACORRALERO (de Punta Corral: corral de la punta), en Dpto. Avellaneda.
- Seudogentilicios en castellano con fonemas o sufijos quichuizados:
. COSHTERO: el que vive entre el río Utis y el Dulce, en el Dpto. Quebracho.
. SHALACO: cercano al río Salado. ?Soy shalaco porque el río me regaló su apellido/ era bueno estando seco y era bien malo crecido?, dice una chacarera de Lázaro Moreno, payador de Herrera, según el aporte de David Maiten Brandán, un amigo virtual.
. CAMPUSHCO: el que vive en el campo, en el interior del Dpto. Quebrachos.
Presencia de elementos naturales del paisaje con nombre quichua
Un detalle que agrega fuerte color local, bien descriptivo de nuestro paisaje, es la presencia de nombres de árboles característicos, especialmente el algarrobo, nombrado taco en los topónimos y, por ende, en el gentilicio. Con solo leer un listado de topónimos de nuestra provincia, ya entendemos que se trata de un lugar con fuerte presencia de algarrobos: seis localidades hemos registrado con el topónimo Taco Pozo y los gentilicios TACOPOCERO en Avellaneda y TACOPOCEÑO en Quebrachos, Copo, Pellegrini, Salavina y Sarmiento. Igualmente, aunque en menos cantidad, encontramos tala, ese árbol de hermoso follaje, que aparece en Tala Pozo, repetido en cuatro departamentos, con los gentilicios TALAPOCERO en Avellaneda y TALAPOCEÑO en Alberdi, Robles y Río Hondo. El chañar, tan valioso por sus frutos, aparece en Chañar (CHAÑARERO), en Dpto. Figueroa y en una decena de Chañar Pozo (CHAÑARPOCEÑO), en Dptos. Figueroa, Copo, Río Hondo, Pellegrini, Avellaneda, Alberdi, Choya; (CHAÑARPOCERO), en Dpto. Salavina. Igualmente chilca, arbusto que se usa en la construcción de techos de viviendas, en Chilca (CHILQUEÑO) y Chilquita (CHILQUITEÑO), ambos en Dpto. Robles, así como Chilca Juliana (CHILQUEÑO), en Dpto. Salavina.
Como curiosidad, destaquemos que la presencia de arena o arenales en el paisaje se señala en castellano y en quichua (aunque castellanizado en la escritura): tio. Así, registramos El Arenal (ARENALEÑO), en Dpto. Jiménez, Tio Alto (TIOALTERO), en Dpto. Avellaneda, Tio Pozo (TIOPOCERO), en Dpto. Loreto.
Propuestas
Si la presencia de la lengua quechua es considerada valiosa en la cultura y la identidad de nuestra provincia, donde hasta adquiere nombre propio de quichua santiagueño, y hoy se magnifica al ser la única provincia argentina donde aún se lo habla, debemos tomar medidas para su mantenimiento. Desde hace algunos años, vengo presentando esta cuestión en Congresos de Lingüística (donde también se trata la presencia del guaraní), que transcribo en esta nota:
“resulta claro que las políticas acerca de las lenguas indígenas en nuestro país han sido erráticas y, muchas veces, discriminatorias. Y de aquí en más” ¿Qué hacemos con nuestras lenguas vernáculas?
De mi observación de la realidad y extensos estudios sobre el tema, acerco mis propuestas:
1) Antes de tomar fundadamente una decisión, deberá realizarse con seriedad un censo o recuento de hablantes nativos de estas lenguas.
2) Promocionar su estudio en los Institutos de Lingüística. Deben formar parte ? por lo menos en un curso básico ? de la formación de lingüistas en las regiones donde quedó su influencia, como ocurre con los estudios de Latín y Griego para una formación completa en castellano.
3) Promover desde las instituciones de estudios superiores, proyectos de investigación para descubrir cómo subyace la cultura y la cosmovisión propias de estas lenguas y sobre todo su integración en el habla regional y muy especialmente en la toponimia.
4) Integrar en los programas escolares, desde el Nivel Inicial, adivinanzas, coplas, canciones, relatos en lenguas vernáculas, de la misma manera en que se las aprende en inglés, francés, etc. (Al respecto, siempre recomiendo calurosamente como Bibliografía principal SISA PALLANA. ANTOLOGIA DE TEXTOS QUICHUAS SANTIAGUEÑOS, de Tebes-Karlovich, en F.Editorial: EUDEBA)
5) Procurar traducciones de obras importantes así como El Quijote ya traducido al quechua en el Perú, y el Martín Fierro en nuestra provincia como una forma de probar que son lenguas que sirven para expresar las más elevadas creaciones humanas.
6) En las nuevas localidades, barrios, plazas, parques, estadios, diques, puentes, etc. que se inauguren, promover nombres tomados de nuestro quichua. Fuente: El Liberal
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