El Clima en Santiago del Estero

16/9/24

SANTIAGO Y SU MAGIA

 


Una generosa crónica con fotografías publicó en 1977 la desaparecida revista "Folklore" con la pluma de Marcelo Simón para resaltar el rotundo éxito que logró la agrupación dirigida por el Profesor José Marcelo Santillán en el Teatro Astral de calle Corrientes entre el 30 de agosto y el 4 de septiembre, denominada "Santiago y su magia".

"Un aplauso sordo y gigantesco, un modelo de buen gusto, tino y rigor artístico - dice la nota- con un espectáculo de danza, música y humor con un elenco de 46 artistas".

Este elenco venía de obtener por segunda vez consecutiva el Camín de Oro en Cosquín.

Dice la nota: "El público, inicialmente integrado por santiagueños y luego engrosado por porteños, gozó de un aporte inédito, un golpe de frescura para aventar tanta mediocridad, tanto lugar común, propio de los shows musicales rotulados como expresiones de la música popular argentina, como las que se suelen ver en las salas capitalinas".

"Santiago y su magia" fue promovido por el Gobierno de la Provincia y La Casa de Santiago en Capital Federal y con las conceptuales palabras iniciales de la Profesora Marta Cartier de Hamann, comenzó la danza para exponer "El marote", "El llanto", "La Chacarera ", "El escondido ", "La zamba" y "El gato", dibujados con pudor y alegría en las tablas del Astral, al mostrar como baila el campesino santiagueño".

Ese protagonismo auténtico estuvo a cargo de María Lina Azar, Gloria Carrizo, Gladys Noemí Ledesma, Julia Gallardo, Aida Elena Coria, Nilda Azucena Chávez, Elisa Maldonado, Félix "Papi" Ávila, Julio Barrientos, Orlando Cáceres, Miguel Sánchez, Gaudencio Acuña, Walter Sambade, Ramón Juárez, Ramón Salvatierra, Dante Rojas y Raúl Adami.

"El Canto de los Quichuas" fue el cuadro a cargo de Sixto Palavecino: "Un artista y, dicho con entusiasmo, sensacional, porque lo suyo es único con sus propias obras que transpiran la recóndita humedad de Salavina".

Miguel Simón, "El Patriarca de los bandoneonistas santiagueños", se llevó el aplauso por sus interpretaciones que reavivaron la música que interpretaba con sus hermanos, acompañado por Juan de Dios Gallo en violín, "Ruso" Ledesma en guitarra y Alberto "Pampero " Paz en bombo, al hacer el cuadro "La Música de mi pueblo ".

Le siguieron Los Tobas, que al decir del abogado catamarqueño Marcos Ocampo: " cantan sin herir las coplas con gritos". Y así estuvieron: Leandro "Meneco" Taboada, "Lolo" Barrionuevo, Horacio y "Coco " Banegas.

La escenificación de "La Fiesta de San Esteban", fue increíblemente perfecta con los personajes infaltables en la vida real de la celebración sumampeña que representaron: Alberto Banegas y Martín Únzaga, Vicente "Morenito " Suárez, un hallazgo. El no hace mucho desaparecido cantor, puso una nota destacada en el espectáculo al cantar con notable fuerza una vidala con el sentimiento que lo caracterizaba. El cuadro se llamó: "Canto en el monte santiagueño ".

Tampoco faltó el humor a cargo de Amadeo "Cacho"Lobo con un abanico de cuentos con coloridos y eficacia.

La fiesta finalizó con la actuación de Los Manseros Santiagueños, aportando su vigor de siempre y que fue digna de habérsela visto y de que se repita.

La crónica de Simón concluye con un elogio para el Director del espectáculo, José Marcelo Santillán, inquieto y talentoso que fue merecedor del "eco sordo de un aplauso solitario que partió del fondo del Astral que quizás provino de su padre protector, Don Andrés Chazarreta, en cuya casa de Mitre 127, se crio y aprendió de las enseñanzas del Patriarca".

"Santiago y su magia ", revivió al cabo de 60 años, precisamente del éxito en el Teatro Politeama en Capital Federal y deslumbró al público porteño que pudo apreciar las raíces culturales del Norte Argentino.

Aquel memorable suceso aconteció en 1921 y no estuvo exento de vicisitudes, pero quedó como emblema de la historia del arte nativo nacional cuando a Don Andrés se le negaron inicialmente los escenarios porteños para actuar hasta que le abrieron las puertas del Politeama, gracias a la mediación de Joaquín de Vedia, lo que constituyó un histórico suceso".

(ROBERTO "PUPI" VOZZA para "Patio Santiagueño ")

13/9/24

La bella historia del rockero español enamorado de la chacarera llega a las salas argentinas

 


“La estrella azul”, ópera prima de Javier Macipe, revive la historia del músico zaragozano Mauricio Aznar, su viaje a Santiago del Estero y una intensa amistad con la familia Carabajal

El encuentro entre el músico español Mauricio Aznar y Carlos Carabajal, el “padre de la chacarera” santiagueña, se convierte en el corazón palpitante de La estrella azul, una película que cuenta una historia universal sobre la búsqueda de identidad a través de la música. En un viaje lleno de giros inesperados, Mauricio Aznar, interpretado por Pepe Lorente, se encuentra en medio de una crisis personal y decide viajar hacia Argentina, en busca de inspiración y redención.

La trama, situada en la década de los 90, muestra a Mauricio dejando atrás su vida de éxitos efímeros y adicciones, dirigiéndose primero a la casa de Atahualpa Yupanqui en Cerro Colorado, provincia de Córdoba. Sin embargo, el destino lo lleva a Santiago del Estero, donde Carlos Carabajal se convierte en su mentor. Esta relación maestro-aprendiz es el núcleo de la película. Carlos acoge con generosidad al extraño visitante haciendo las veces de maestro. De su encuentro nace lo que alguien denominó ‘un extravagante dúo quijotesco’.

La película no es un simple biopic, sino una profunda reflexión sobre la pasión artística y la búsqueda de libertad creativa. Javier Macipe, el director, subraya que es “una historia universal que merece ser contada al mundo entero”. Esta aventura cinematográfica comenzó hace más de una década, con Macipe cruzando el océano catorce veces y recorriendo diversas regiones de Argentina para captar la esencia de la historia.

La participación de la familia Carabajal añade una autenticidad única. Cuti Carabajal, hermano de Carlos, lo interpreta en la película, mientras que Peteco Carabajal, el hijo de Carlos y tal vez el más famoso músico de la familia, compone el tema principal de la banda sonora y se interpreta a sí mismo. La participación de los miembros de la familia Carabajal aporta un toque de autenticidad a la película.

El propio Macipe siente una conexión profunda con Mauricio Aznar, a quien considera un héroe local en Zaragoza. “Era muy conocido en nuestra ciudad, es una especie de héroe local, incluso tenemos una estatua”, explicó Macipe en una entrevista. La idea de realizar el film surgió de un pedido de la madre de Mauricio, quien vio potencial en Macipe después de ver uno de sus primeros cortometrajes.

El reparto, compuesto por actores españoles y argentinos, incluye a Bruna Cusí, Marc Rodríguez y Catalina Sopelana, quienes enriquecen la trama con sus personajes diversos y complejos. La puesta en escena y la dirección de actores muestran la madurez de Macipe como director, a pesar de ser su ópera prima. La estrella azul es una de las tres películas preseleccionadas para representar a España en los próximos premios Oscar y obtuvo en los festivales de San Sebastián, Mérida y Montevideo.

En diálogo con Infobae Cultura, el director Javier Macipe habla de Mauricio Aznar -un rockero de culto en su Zaragoza natal, ahora reivindicado por el famoso Enrique Bunbury-, destaca el recuerdo que dejó en Santiago del Estero y define el sentido de su película: “Hacer algo positivo con una historia trágica”.

—¿Cómo conociste la historia de Mauricio Aznar y por qué decidiste filmarla?

—Siempre fui fan de Mauricio Aznar, el rockero que inspira la película. Desde niño escuchaba sus canciones. Cuando comencé a estudiar cine, a los 18 años, pedí permiso a su madre para usar una de sus canciones en un cortometraje. Ella vio el corto, me invitó a su casa y me contó que Carlos Saura había propuesto hacer una película sobre su historia, pero el proyecto no prosperó. A partir de ahí, mantuvimos contacto, y en 2014, tras sentirme preparado, viajé a Argentina para comenzar a trabajar en la película.

—¿Desde el principio pensaste que sería una ficción?

—Fue un proceso gradual. Comencé entrevistando a amigos de Mauricio sin saber si haría una ficción o documental. Al oír sobre un viaje importante que hizo por Argentina, decidí ir allí, pero aún no tenía claro el enfoque. Poco a poco, me incliné por la ficción, ya que suele llegar a más público, y esta película lo ha demostrado. Sin embargo, el límite entre ficción y documental es a veces arbitrario. No tenía sentido usar actores para personajes que aún viven, como algunos de los mejores músicos de Argentina, con quienes me fui haciendo amigo. Les propuse participar y, tras hacer pruebas, vimos que tenían naturalidad frente a la cámara, acostumbrados a entrevistas y escenarios. Lo más difícil fue que el actor español no destacara junto a los músicos santiagueños que se interpretaban a sí mismos, como los Carabajal.

 —¿Cómo los convenciste de interpretar a los personajes?

—No fue necesario convencerlos mucho, ellos estaban dispuestos desde el principio. La única duda era que no eran actores. Por ejemplo, Cuti me decía: “Si crees que puedo hacerlo, lo hacemos”, y lo mismo ocurrió con Mariela Carabajal, que tenía un papel importante. Les di confianza explicándoles que ya había trabajado con no actores antes, y que, si algo no salía bien, la responsabilidad era mía. Gracias a la confianza y amistad que teníamos, se animaron, y para mí lo hicieron increíblemente bien.

—¿Cómo fueron las jornadas de rodaje?

—El rodaje fue muy intenso, pero no solo durante las filmaciones, sino también en las semanas previas. Quería que todo fluyera de manera natural para los no actores, por lo que hicimos ensayos con cámara antes de empezar. El equipo, sobre todo el español, ya había convivido, y al final quedamos solo unos pocos, formando casi una familia. A veces, rodar se sentía como estar en un campamento con amigos, como en la escena del río, que todos recuerdan con cariño. Sin embargo, también hubo momentos de mucho estrés, especialmente con escenas grandes, música en vivo y extras. Como era mi primera película, dirigir en esas circunstancias fue difícil, pero afortunadamente, esa tensión no se nota en la película.

—¿Qué recuerdos tenían Los Carabajal de la visita de Mauricio a Argentina?

—Todos lo recordaban, aunque algunos más que otros, dependiendo del tiempo que compartieron con él. Lo recordaban por su generosidad, como cuando le pagó a Carlos y a su esposa un viaje a España, algo que no era común. Además, tenía una presencia especial. Lo que más destacaban de él no eran sus palabras, sino cómo escuchaba. Siempre prestaba mucha atención, especialmente a quienes tocaban chacareras, y eso sorprendía, ya que era un español con profundo respeto por la música local. A pesar de ser un gran guitarrista, se presentó como aprendiz, dejando de lado su ego, lo que le permitió aprender con humildad.

—La película es luminosa, pero también tiene momentos trágicos. ¿Cómo lograste equilibrar esas historias en el guion?

—Fue un proceso largo, como pintar un cuadro con muchas capas hasta que aparece algo inesperado. Desde el principio sabía que quería hacer algo positivo con una historia trágica, que sirviera como catarsis para la familia que sufrió tanto. Lo difícil fue encontrar los mecanismos para lograr esa luz. La inspiración la encontré en Argentina, donde vi cómo transforman la tragedia en algo luminoso. Un ejemplo es la historia de “La Teresita”, una niña que murió trágicamente, pero a quien ahora celebran con fiestas en su honor. Esa visión de la muerte, más conectada con el pensamiento indígena, me ayudó a dar forma a la película, que busca que Mauricio, como en una de sus canciones, “se haga llamarada en todos los corazones”.

—¿Cómo fue el proceso para encontrar al protagonista? ¿Qué buscabas en él para transmitir la esencia de Mauricio?

—El parecido físico no era importante, ya que Mauricio no es tan conocido como para que el público esperase una copia exacta. Estaba abierto a elegir un actor que aprendiera a tocar o un músico que aprendiera a actuar. Lo principal era que, en su energía o alma, me recordara a Mauricio. Hicimos muchísimas pruebas, y finalmente apareció Pepe Lorente. En una prueba muy espiritual, le pedí que hablara solo si sentía que era Mauricio quien hablaba, y lo que dijo me convenció. Desde ese momento supe que era la elección correcta, y creo que la película lo refleja claramente.

—¿Qué sucede actualmente con la música de Mauricio? ¿Está siendo reivindicada?

—Sin duda, su música está siendo reivindicada. La parte de rock and roll ha ganado popularidad en Internet, y sus reproducciones en Spotify se han triplicado. Enrique Bunbury, que versionó “Apuesta por el rock and roll”, una de sus canciones más conocidas y la incluyó nuevamente en su última gira, ha revitalizado su repertorio. En cuanto a su música argentina, grupos como Alma Gato en Zaragoza y músicos santiagueños como Pablo Carabajal están tocando sus chacareras, lo que ha ayudado a difundir su obra. He visto a Pablo cantar una chacarera de Mauricio, “Para que no baile solita”, ante 15 mil personas.

Fuente: Infobae

11/9/24

Lo que pensaba Sarmiento sobre Santiago del Estero

 


El polémico Domingo Faustino Sarmiento es analizado con una interesante mirada inter-disciplinaria en "Sarmiento. Interrogantes y respuestas sobre nuestra República" (Dunken, Bs. As.2012).

A su desprecio por caudillos, gauchos e indios tal vez lo canalizó a través de su apuesta por la educación como herramienta realizadora del sujeto, para rescatarlo de la "barbarie": tras su presidencia había 100.000 alumnos (70.000 más que al asumir). Luego, como director de escuelas de Bs. As. creó 70 establecimientos. Introdujo la arquitectura escolar con el modelo de EEUU, país al que admiraba aún más que a Francia. También impulsó la educación de la mujer.

Por otro lado, se señala que durante su refugio en Chile (perseguido por Juan Manuel de Rosas) arengó desde la prensa de ese país a tomar posesión y crear un sistema de transporte en el Estrecho de Magallanes, como ruta alternativa al Cabo de Hornos. Su prédica dio lugar al asentamiento militar y al deseo expansionista de los chilenos de ocupar la Patagonia, que él mismo debió enfrentar como presidente.

También se menciona su deseo en "Argirópolis" de instalar en la isla Martín García la capital de una utópica confederacion con Uruguay y Paraguay: Estados Unidos del Río de La Plata. En esos tiempos ya se discutía el traslado de la capital a Rosario o Villa María (Córdoba).

En 1854 se inicia en la masonería en Valparaíso, Chile, y en Argentina recibiría el grado 33, el máximo de la logia. La ceremonia fue el 21 de julio de 1860, en el antiguo Teatro Colón, con la presencia de Santiago Derqui, Justo José de Urquiza y Bartolomé Mitre. En ese sentido, se recuerda que apenas asumió la presidencia fue agasajado en un banquete por los masones, en 1868, aunque debió renegar de su pertenencia formalmente para evitar ataques. Así protagonizó un conflicto con la Iglesia al sostener, como liberal, la laicidad del Estado.

En otro punto, se recuerda que también se discutía en el siglo XIX "las provincias inviables". Sarmiento se preguntaba si "¿no valdría más pensar en agruparse provincias según su colocación y necesidades, y en vez de constituir quince nulidades incoherentes y casi imposibles, tan incapaces de bastarse a sí mismas, como impotentes para defender a la Nación, (no sería mejor) formar cinco o seis Estados relativamente fuertes, unidos por una administración de justicia común?" (pág. 97).

Fue impulsor del municipalismo como fuente de progreso, recatando a Bs. As. como la más "civilizada", en contraste con el interior: "A otras ciudades -a su vez- las percibe inundadas por la barbarie como Santa Fe, Santiago del Estero, San Luis y La Rioja, ya que han recibido poco -según dice- de las ideas políticas francesas, de las filosofías de la Ilustración y del liberalismo económico en que se inspiró la revolución, se han beneficiado en forma limitada de la ciencia moderna y del comercio exterior, encerradas en las ideas tradicionales, sabían muy poco de la organización democrática constitucional de gobierno y conservaban las actitudes de la época colonial que ni habían podido resistir el empuje de las fuerzas pastoras de las campañas: las montoneras" (pág. 120).

Fuente: Leído en alguna parte:


5/9/24

La tragedia del cabo castigado y del oficial arrogante

 


En el verano de 1935, causó conmoción en Santiago del Estero el fusilamiento del cabo Luis Leonidas Paz. Había ultimado a balazos al mayor Carlos Sabella, y el Consejo de Guerra lo condenó a muerte, suscitando una descomunal protesta popular en las calles.

Todo empezó con un hecho insignificante, en Tartagal. Acababan de terminar allí las maniobras del regimiento 18 de Infantería, con asiento en Santiago del Estero. El jefe se hartó de las repetidas faltas del cocinero Julio Sierra: le dijo que quedaba despedido y que se volviera a Santiago con la tropa que regresaba.

Sierra se subió a una de las chatas en que viajaban los soldados: le tocó la que era responsabilidad del cabo Luis Leonidas Paz. Llegados a Santiago, salía del cuartel rumbo a su casa, cuando lo interpeló el mayor Carlos Elvidio Sabella, oficial de 42 años, jefe de uno de los batallones. "¿Quién lo autorizó a viajar con el regimiento?", preguntó con aspereza. Sierra contestó que tenía permiso del jefe, dado en Tartagal, pero Sabella no se conformó. Hizo detener a Sierra y lo interrogó al día siguiente. El ex cocinero precisó entonces que había viajado en la chata que mandaba el cabo Paz.

Entonces, Sabella lo dejó ir, a la vez que ordenaba aplicar 15 días de arresto al cabo. Era una de esas típicas sanciones que los oficiales ordenancistas solían disponer al compás de sus caprichos. Tal vez estaba cansado por el viaje y por el calor. Pero no sospechaba que así había empezado a diseñar los elementos que culminarían en tragedia. Era el martes 1º de enero de 1935.

Tiros en el comedor

El cabo Paz tenía 28 años. Era santiagueño y muy popular entre la gente, por su actuación como jugador de fútbol en el Atlético Santiago. El arresto que le imponía Sabella dañaba su carrera. Lo iba a postergar en el ascenso, y justo cuando tenía pensado casarse con su novia Zoila Ledesma, que era oriunda de La Banda.

Entonces, resolvió pedir que la sanción se reconsiderase. Trató dos veces de entrevistar al mayor, pero Sabella se negó a recibirlo. Ya bastante fastidiado, inició un tercer intento. A la hora del almuerzo, el miércoles 2, caminó hasta el Casino de Oficiales y se hizo anunciar por un conscripto. Con voz tan fuerte que el cabo la oyó desde afuera, Sabella, de mal humor, ordenó al teniente Damundio que hiciera retirar al cabo y que lo arrestara.

Entonces, ocurrió lo que nadie hubiera imaginado. El cabo Paz irrumpió en el comedor, de un salto llegó hasta la mesa, extrajo un revólver y acertó seis tiros en el cuerpo del mayor Sabella. Mientras el oficial se desplomaba muerto, Paz salió corriendo, perseguido por Damundio y el subteniente Vera. Lo alcanzaron a las dos cuadras y lo arrastraron hasta el calabozo.

El Consejo de Guerra

Superada la estupefacción del momento -y mientras se tomaban medidas para velar el cadáver de Sabella-, empezó a moverse a toda velocidad el mecanismo del Código de Justicia Militar. Se constituyó un Consejo de Guerra Especial, presidido por el jefe de la V División de Ejército, coronel Eduardo López. El capitán Guillermo Amestegui levantó el sumario, con testimonios de todos los presentes en el comedor.

El tribunal deliberó varias horas, el 3 y el 4 de enero. En las dos declaraciones que prestó ante sus miembros, el cabo Paz narró con calma el incidente. Dijo que la negativa de Sabella a recibirlo "me puso fuera de mí: extraje un revólver que llevaba en el bolsillo y de dos saltos penetré en el comedor, disparando el arma". En ese momento, apuntó, "no tuve la impresión de haberle ocasionado la muerte. Después, tiré el revólver y corrí, hasta que fui detenido".

Pena de muerte

El capitán Máximo Garro, nombrado defensor de Paz, se empleó a fondo. Pintó al cabo como hombre temperamental, pero buen soldado y buen compañero. Alegó que había obrado bajo una gran presión, que estaba enfermo de sífilis y que, después de todo, cargaba los antecedentes de un padre alcohólico. En ese momento, Paz lo interrumpió. "No es verdad", dijo. Garro quedó descolocado y pidió un receso para hablar con su defendido. "No hay nada que aclarar. Mi padre era un hombre completamente normal y decente", reiteró el acusado.

Oídas todas las exposiciones, el Consejo de Guerra pasó a deliberar. Su fallo fue condenar a Paz a la pena de muerte, de acuerdo a lo dispuesto por el Código de Justicia Militar. El defensor Garro apeló entonces a Buenos Aires, ante el Consejo Supremo de Guerra y Marina. El máximo organismo, presidido por el general Emilio Sartori, confirmó la sentencia el día 6.

Santiago en convulsión

Pero, a esa altura, el suceso ya superaba la condición inicial de hecho de sangre en un cuartel. Había conmocionado íntegramente a Santiago del Estero, en todas sus franjas sociales. Así lo reflejaba la prensa.

LA GACETA destinó al episodio una amplísima cobertura, con grandes titulares en la primera página y abundancia tanto de información como de reportajes y notas "de color".

Desde Buenos Aires, el diario Crítica destacó un enviado especial, Roberto Cejas Arias. Muchos años después, en Todo es historia, Fernando Quesada narraría todo en su artículo 1935: fusilamiento en Santiago del Estero.

El pueblo se solidarizaba sin vacilar con el cabo Paz. Les despertaba simpatía por santiagueño, por deportista y por buena persona: se decía que, cuando administraba el rancho de la tropa, se las arreglaba para repartir el sobrante de comida entre la gente pobre que se acercaba al cuartel.

El juicio de la gente se alimentaba también de rumores. Decían que Sabella se obstinaba en perseguir a Paz, a quien había aplicado arrestos por nimiedades, en ocasiones anteriores. Y hasta se susurraba la existencia de otros motivos personales, vinculados con mujeres, como trasfondo de esa antipatía del mayor. Además, ¿cómo era posible que se aplicaran penas de muerte todavía?

El "cúmplase" de Justo

Empezaron a organizarse manifestaciones, cada vez más nutridas, a las puertas del cuartel del regimiento. Mujeres con niños en brazos se agolparon frente a la Casa de Gobierno: el gobernador, Juan Bautista "El gaucho" Castro, debió salir al balcón y prometer que enviaría un pedido de clemencia por telegrama.

Además, la Cámara de Diputados, el Concejo Deliberante, el Colegio de Abogados y cantidad de agrupaciones gremiales y culturales remitían notas a Buenos Aires con idéntico requerimiento. Un franco clima de agitación imperaba y crecía en la ciudad.

Obviamente, el hecho de que un suboficial matara a balazos a un oficial, resultaba intolerable para el Ejército: no sancionarlo con la máxima pena, trastornaba de raíz su sistema ancestral de jerarquías. Así, era previsible que el presidente de la República, general Agustín P. Justo, no titubeara en poner el "cúmplase" al pie de la sentencia de muerte, cosa que hizo el 8 de enero.

El fusilamiento

El cabo Paz se había negado a solicitar clemencia. Recibió la noticia fatal con tranquilidad. Escribió cartas, se despidió de la novia y de los familiares, presenció el bautismo de un sobrino en su celda. Fueron escenas cuyo patetismo los periodistas cuidaron de reflejar hasta los extremos. El día fijado para la ejecución, el comercio cerró sus puertas. Toda la actividad de Santiago se centraba en los grupos compactos que vociferaban, blandían letreros o rezaban en las inmediaciones del cuartel. Soldados con fusiles se habían distribuido en posiciones estratégicas.

A las dos y cinco minutos de la tarde del 9 de enero de 1935, el cabo Luis Leonidas Paz fue fusilado por un pelotón de ocho soldados en el patio de maniobras del regimiento. Correspondió al sargento Medina dispararle en la cabeza el tiro de gracia.

Impresionante protesta

El estampido de las descargas fue una señal que desencadenó la impresionante protesta popular.

La multitud recorrió enfurecida las calles, destrozó vidrieras de los comercios, apedreó el local del diario El Liberal, del Obispado, de la Casa Radical, entre otros desmanes que la Policía logró controlar no sin gran esfuerzo. Fueron detenidos los abogados Manuel Fernández y Ruperto Peralta Figueroa, como cabecillas de la protesta. Pero otra inmensa manifestación popular, que prácticamente sitió la Casa de Gobierno el día 12, obligó a liberarlos.

LA GACETA publicó, en facsímil y en primera página, la última carta de Paz. "Muero sin rencor para nadie", decía, y daba gracias a Dios por el auxilio espiritual de los capellanes. "Doy gracias también a todos cuantos se han interesado por mí y que no pude darles el último adiós en vivo, y pido a Dios por mi queridísima hermana y familia, a quien Dios bendiga. ¡Viva la Patria¡ ¡Viva el Ejército!", terminaba.

Fuente: La Gaceta


2/9/24

2 de septiembre. Primera exportación, primer contrabando

Desde 1941 se celebra en Argentina el 2 de septiembre como el día de la industria en homenaje a la primera “exportación del país.

Las crónicas cuentan que un 2 de septiembre de 1587 cuando zarpó del fondeadero del Riachuelo, que hacía las veces de puerto de Buenos Aires, la carabela San Antonio al mando de un tal Antonio Pereyra con rumbo al Brasil. La San Antonio llevaba un cargamento proveniente, fletado por el obispo del Tucumán Fray Francisco de Vitoria. Se trataba de tejidos y bolsas de harina producidos en la por entonces nuestra próspera Santiago del Estero.

La siguiente carta es para ubicarnos en el contexto histórico de la época:

"Y si todos los españoles que en estas partes están y a ellas vienen fuesen frailes, o su principal intención fuese la conversión de estas gentes, bien creo yo que su conversación con ellas sería muy provechosa; más como esto es al revés, al revés ha de ser el efecto que obrare; porque es notorio que la más de la gente española que acá pasa son de baja manera, fuertes y viciosos de diversos vicios y pecados. Y si a estos tales les diese libre licencia de se andar por los pueblos de indios, antes por nuestros pecados se convertirían a sus vicios que los atraerían a virtud."

Carta de Hernán Cortés a Carlos V

Y para completar nos traslademos imaginariamente hacia aquellos años:

El obispo, que tenía más de 20.000 indios en encomienda. En 1586, fue nombrado Juan Ramírez de Velasco gobernador de Tucumán. Sus primeras medidas fueron condenar el concubinato ("amancebamiento"), la sodomía y el estupro. Ramírez de Velasco, ya que no podía con el Obispo, empezó a hacer justicia con sus amigos. A un tal García de Jara que había matado unos 11 indios y realizado unos "nueve estupros con fuerza en indias pequeñas, que por serlo mucho murieron seis y realizado muchas difamaciones por ser uno de esos que lavan su lengua en honras de mujeres honestas", mandó que le cortasen la lengua y la clavaran en un madero y lo que quedaba de él, que lo colgaran "hasta que muriera de muerte natural".

Al parecer esta “exportación” no fue tan así, solo leamos la carta que le enviara Ramírez de Velasco gobernador del Tucumán al Rey Felipe II:

El obispo Vitoria tiene amedrentados a vuestros vasallos con sus continuas excomuniones y su vida y ejemplo no es de prelado sino de mercader (...) No he visto que haya acudido a las cosas de su cargo ni le he visto en la iglesia ni entiende en la conversión destos pobres naturales (...) y en el entretanto que andaban las procesiones estaba él por sus manos haciendo fardo para llevar al Brasil (...) y llegaron sesenta negros que le dejaron los ingleses (...) vino a esta ciudad con ellos (...) deja de acudir al oficio de pastor para acudir al de mercader sin acordarse destas pobres ovejas (...) y en sabiendo un pecado o liviandad de alguno le hace proceso, y el tal culpado, por no venir a sus manos le da cuanto tiene (...) lo que se ha podido averiguar del oro y la plata que el obispo envió al Brasil son los mil y quince marcos de plata blanca y treintinueve marcos de oro de ocho onzas más trescientos setenta pesos de oro de 22 quilates y dos cadenas que pesaron ciento y noventa y cinco pesos y quince marcos de plata labrada que envió el dicho en el dicho navío a Manuel Tellez Barreto, gobernador de Bahía”.

Un 2 de septiembre se realizo la 1ª exportación de materias primas salidas de estas saqueadas tierras, y con ella en primer acto de contrabando. 

23/8/24

Tucho Ruffa y la Calle

Tucho Ruffa, voz y bombo de esta banda folclórica santiagueña, nos cuenta sobre la historia de esta propuesta musical que arranco en la década del 90.


La aventura de fusionar géneros musicales significa siempre asumir un riesgo. A veces sucede que lejos de lograrse mixturas que fluyen como una nueva unidad, aparecen injertos que suenan juntos pero que no reverdecen como parte del mismo árbol. No es el caso de "Tucho Ruffa y la Calle" banda que propone conversaciones del folclore con el free jazz, rock, blues, heavy metal, obteniendo así una fina integración de géneros.

El repertorio se compone con obras del cancionero popular, a partir del cual desarrollan un trabajo de recreación de cada chacarera, cada zamba, cada gato, logrando con cada obra interpretada una pieza única.

En el virtuosismo del guitarrista Ángel Aragonés puede disfrutarse arreglos que van directo a dislocar el oído. La voz de Tucho es una lanza que condensa la banda, un torrente disonante que por momentos larga sus saltos y cuando parece que se va ir, regresa airoso al cauce de la melodía.

En ese abismo deambula esta histórica banda actualmente integrada por Tucho Ruffa en voz y bombo, Ángel Aragonés guitarra eléctrica, Marcelo Di Pietro guitarra eléctrica, Marcelo Tiberti en teclados, batería y percusión Diego Gomez y bajo Alejandro Coronel.

 ¿Cómo surge la idea de formar "Tucho Ruffa y la calle"?

 La idea me explota en la cabeza en Tucumán, yo estaba con el grupo vocal Kausay y volvíamos de Monteros Festival de Limón con Elpidio Herrera, por entonces formaba parte de una embajada santiagueña a la que Jacinto me había invitado, como siempre el que abría el juego y participaba al resto era él. Cuando volvíamos de aquel festival sube al auto el pianista tucumano “Topo” Encinar, conversando en aquel viaje de regreso a Santiago,  como un rayo se me vinieron los sonidos y la idea de hacer los temas. Comenzaba a gestarse en mí un nuevo sentir de nuestro cancionero popular dentro de la música, estaba con ganas de dar un paso más delante.

 ¿Por qué crees que aflora esa búsqueda musical?

Ya había participado en grupos vocales con maestros geniales como Chuni Cardozo, el Negro Marrodan y bueno venía dando vueltas en mí un nuevo sonido, pensaba, cuanta música nos habían mandado Europa, Norteamérica a nuestro país y como fuimos adoptando a lo largo del tiempo modos y estilos, entonces yo me preguntaba ¿por qué no enviar al mundo desde nuestro repertorio algo de lo que hacemos nosotros? Heavy metal, rock an roll, todo cuidadosamente pensado, no por decir que éramos modernos poner una guitarra eléctrica haciendo un punteo sencillo.

¿Cómo fue el primer encuentro con Ángel Aragones?

Un día pasó por el frente del trust pastelero y estaba un músico sentado adentro, solo en una mesa,  me presento y le comento del proyecto, era Ángel Aragonés ... el gallego como es medio difícil -risas- me dijo que lo iba a pensar y que todo iba a ser paso a paso. Esa fue la primera charla, luego comencé a buscar los músicos... en la bata y percusión se sumó Tachi Comez, en los teclados Topo Encinar. El primer bajista fue German Abascar (hoy maestro Shaolin) después Ángel convoco a Alejandro Coronel quien llego en bicicleta con el bajo, allí comenzó este viaje y hasta el día de hoy estamos juntos. El otro violero fue Marcelo Di pietro, en otro momento fue Cosaco Paz Venturini.

 ¿Cómo eligieron el repertorio?

El primer tema que trabajamos fue “Grito santiagueño”, lo trajo Topo (Encinar) luego le propuse a Ángel la distorsión inicial, después cada uno fue poniendo un poco de su corazón para ir recreando los temas. A veces era Ángel quien traía y repartía los arreglos, otras surgían del encuentro y el intercambio, así fue que los arreglos después se volvieron maravillosos.

Tuvieron varias presentaciones junto con "El cardenal", ¿Cómo fue la relación de la banda con Jacinto Piedra?

Para que te des una idea el primer artista que se sentó a escuchar nuestro recital en el paraninfo fue Jacinto Piedra, estaba muy emocionado. Un día llego del laburo a ensayar y estaba Ángel haciendo unos acordes y le digo: ritmo de vidala. Ese día hicimos una improvisación maravillosa de “Lo que canto en la mañana” felizmente Jacinto pudo escuchar aquella versión.

 ¿Cómo fueron las giras por Buenos Aires?

Hemos tenido muchos momentos inolvidables uno de ellos fue cuando llegamos a Buenos Aires al teatro “El callejón de los deseos” nos fueron a ver muchos artistas Liliana Herrero, Gil Sola. Raúl Carnota escucho la versión de “Grito Santiagueño”, catalogándola él como la mejor versión que escucho de su zamba, eso está escrito en el diario clarín. En Buenos Aires nos dieron la alegría, la caricia de catalogarnos como la mejor banda underground de capital, dicho por Gil Sola.

Una gran mano nos dio Cuti Carabajal quien  nos invitó al teatro San Martin a participar con Horacio Banegas y otros músicos de trayectoria, aquel show término con el ballet canadiense que estaba haciendo una gira internacional revoleando sacos en la platea. Esa noche había italianos, españoles y brasileros que se emocionaron con lo que hacíamos.

¿Cuáles son las experiencias que te marcaron de aquella época?

Para mí lo más fuerte fue en el cine teatro en olivos donde se hacía un homenaje a Roberto Firpo, su hijo que ya era un hombre grande tocaba como artista principal con su orquesta de tango, allí fuimos contratados por la municipalidad de olivos. En la previa mientras organizábamos todo en la prueba de sonido, vemos un señor “con un cajón de lustrar” y unos microfonitos que los ponía en el tambor de la batería ya por entonces tocaba con nosotros Ramón Antuz cuando hicimos la prueba del sonido fue magistral, imagínate que el sonidista era Kraimer, sonidista de Seru Giran, él fue el primero que salto cuando hicimos los primeros acordes. Al terminar tuvimos una gran ovación, el público era promedio de 60 años, fue una noche fantástica, no he pude dormir todo un día de la emoción.

 ¿Dónde se grabó el disco?

Grabamos en la casa de Juan Antuz en un casette, recuerdo que una vez estuvimos cerca de ser los teloneros de Divididos, cuando escucharon nuestro material dijeron “esa banda tocan mejor que nosotros”-risas- eso me supo decir el papa de Mario Arnedo, era una humorada, la tocada no pudo concretarse por cuestiones de producción. Nuestra banda tuvo distintas etapas se fueron dando por razones de madurez de cada uno de nosotros y lo laboral, participaron muchos músicos como Ramón Antuz, Martín Sosa, Facundo Favaloro, Andres Vinal, El Nene Brandan.

El único disco grabado por esta banda se inicia con una versión única de “Doña ubenza” de Chacho Echenique, esa es la puerta de entrada al vuelo musical de “Tucho Ruffa y la Calle”. Desde el comienzo, el disco abre todas las pistas para lo que está por venir. Acordes invertidos con el toque preciso en la intro, luego irrumpen los solos con toques jazzeros y bluseros, al final la distorsión que explota con alusiones a Steve Vai, Satrianai, Van Halen.

El disco tiene 8 temas a donde la fusión musical sucede naturalmente.

Está disponible también un registro audiovisual grabado en el Teatro 25 de mayo 1997 en youtube.

Ángel Aragonés me dijo alguna vez la música popular siempre es un crisol de estilos, “Tucho Ruffa y La calle” es un crisol, una banda embebida e impactada por otras músicas populares del mundo. Diferentes caminos para llegar a la música.

Fuente: mundar.com.ar

16/8/24

Antu Puncu, el bailarín que pactó con el diablo




La mandinga de las sierras
quitilipi con su flauta
Y esta bruja chacarera
Bailando en la Salamanca.

Allá lejos y hace tiempo...como en el libro de Hudson, en Santiago del Estero, hasta hoy, se recuerda al legendario Antonio Salvatierra (el Viejo Antu Punco), extraordinario bailarín santiagueño que en 1911 integraba la primera compañía de danzas nativas de don Andrés Chazarreta. El viejo, que asombraba por su destreza para el zapateo, cada vez que se “machaba” solía contar que se había graduado tras pactar con Satanás en la cueva de Loreto...

Una noticia proveniente de la ciudad santiagueña de Loreto, hace unos años, aparece La Salamanca como hallazgo de un insólito cazador. Se habla de un pozo musiquero y cantos lastimeros en un árbol. El relato señalaba que un vecino de esa ciudad. “hombre cuerdo y de probado coraje”, procuraba cazar perdices a unos cinco km del lugar, cuando de pronto: “El aire se pobló de una extraña música que provenía de las entrañas de la tierra...la rara melodía brotaba de un pozo de unos metros de diámetro.

Y el relato seguía: el cazador logró ver animales apiñados que daban la impresión de medir fuerzas entre sí. Había enormes víboras, lampalaguas de larga cabellera, arañas de patas peludas de más de medio metro de altura, sapos que tocaban la guitarra y una rana cantando melodías festivas. El sucedido, localizado en el paraje “La portada de Gallo”, en los alrededores de Loreto, fue vinculado con el percance que poco tiempo antes sufriera otro cazador. Publicado en FBK por Patio santiagueño

LA MANDINGA
Letra y música: Chango Rodríguez

Quien ha visto un diablo negro
En una mula lunanca
Dijo un viejo musiquero
Que anduvo en la Salamanca.

Al compás de una guitarra
Y haciendo sonar la prima
Se acordaba de unas farras
De Loreto y Salavina.

De su tropillita vieja
De su caballito oscuro
Del rumor de unas represas
Y el canto de los coyuyos.
La mandinga de las sierras
quitilipi con su flauta
Y esta bruja chacarera
Bailando en la Salamanca.

Me preguntan de ande vengo
En mi caballito oscuro
Habla corazón ladino
A que te has quedado mudo.

Dijo el viejo no me asusta
Yo soy como el hombre manso
Pero si por ai' me buscan
Espino como el quebracho.

Igualito a la algarroba
Maduro fruto en mis ramas
Cuando me canta el coyuyo
Que llevo dentro del alma.
La mandinga de las sierras
quitilipi con su flauta
Y esta bruja chacarera
Bailando en la Salamanca.