“La estrella azul”, ópera prima de Javier Macipe, revive la
historia del músico zaragozano Mauricio Aznar, su viaje a Santiago del Estero y
una intensa amistad con la familia Carabajal
El encuentro entre el músico español Mauricio Aznar y Carlos
Carabajal, el “padre de la chacarera” santiagueña, se convierte en el corazón
palpitante de La estrella azul, una película que cuenta una historia universal
sobre la búsqueda de identidad a través de la música. En un viaje lleno de
giros inesperados, Mauricio Aznar, interpretado por Pepe Lorente, se encuentra
en medio de una crisis personal y decide viajar hacia Argentina, en busca de
inspiración y redención.
La trama, situada en la década de los 90, muestra a Mauricio
dejando atrás su vida de éxitos efímeros y adicciones, dirigiéndose primero a
la casa de Atahualpa Yupanqui en Cerro Colorado, provincia de Córdoba. Sin
embargo, el destino lo lleva a Santiago del Estero, donde Carlos Carabajal se convierte
en su mentor. Esta relación maestro-aprendiz es el núcleo de la película.
Carlos acoge con generosidad al extraño visitante haciendo las veces de
maestro. De su encuentro nace lo que alguien denominó ‘un extravagante dúo
quijotesco’.
La película no es un simple biopic, sino una profunda
reflexión sobre la pasión artística y la búsqueda de libertad creativa. Javier
Macipe, el director, subraya que es “una historia universal que merece ser
contada al mundo entero”. Esta aventura cinematográfica comenzó hace más de una
década, con Macipe cruzando el océano catorce veces y recorriendo diversas
regiones de Argentina para captar la esencia de la historia.
La participación de la familia Carabajal añade una
autenticidad única. Cuti Carabajal, hermano de Carlos, lo interpreta en la
película, mientras que Peteco Carabajal, el hijo de Carlos y tal vez el más
famoso músico de la familia, compone el tema principal de la banda sonora y se
interpreta a sí mismo. La participación de los miembros de la familia Carabajal
aporta un toque de autenticidad a la película.
El propio Macipe siente una conexión profunda con Mauricio
Aznar, a quien considera un héroe local en Zaragoza. “Era muy conocido en
nuestra ciudad, es una especie de héroe local, incluso tenemos una estatua”,
explicó Macipe en una entrevista. La idea de realizar el film surgió de un
pedido de la madre de Mauricio, quien vio potencial en Macipe después de ver
uno de sus primeros cortometrajes.
El reparto, compuesto por actores españoles y argentinos,
incluye a Bruna Cusí, Marc Rodríguez y Catalina Sopelana, quienes enriquecen la
trama con sus personajes diversos y complejos. La puesta en escena y la
dirección de actores muestran la madurez de Macipe como director, a pesar de
ser su ópera prima. La estrella azul es una de las tres películas
preseleccionadas para representar a España en los próximos premios Oscar y
obtuvo en los festivales de San Sebastián, Mérida y Montevideo.
En diálogo con Infobae Cultura, el director Javier Macipe
habla de Mauricio Aznar -un rockero de culto en su Zaragoza natal, ahora
reivindicado por el famoso Enrique Bunbury-, destaca el recuerdo que dejó en
Santiago del Estero y define el sentido de su película: “Hacer algo positivo
con una historia trágica”.
—¿Cómo conociste la
historia de Mauricio Aznar y por qué decidiste filmarla?
—Siempre fui fan de Mauricio Aznar, el rockero que inspira la
película. Desde niño escuchaba sus canciones. Cuando comencé a estudiar cine, a
los 18 años, pedí permiso a su madre para usar una de sus canciones en un
cortometraje. Ella vio el corto, me invitó a su casa y me contó que Carlos
Saura había propuesto hacer una película sobre su historia, pero el proyecto no
prosperó. A partir de ahí, mantuvimos contacto, y en 2014, tras sentirme
preparado, viajé a Argentina para comenzar a trabajar en la película.
—¿Desde el principio
pensaste que sería una ficción?
—Fue un proceso gradual. Comencé entrevistando a amigos de
Mauricio sin saber si haría una ficción o documental. Al oír sobre un viaje
importante que hizo por Argentina, decidí ir allí, pero aún no tenía claro el
enfoque. Poco a poco, me incliné por la ficción, ya que suele llegar a más
público, y esta película lo ha demostrado. Sin embargo, el límite entre ficción
y documental es a veces arbitrario. No tenía sentido usar actores para
personajes que aún viven, como algunos de los mejores músicos de Argentina, con
quienes me fui haciendo amigo. Les propuse participar y, tras hacer pruebas,
vimos que tenían naturalidad frente a la cámara, acostumbrados a entrevistas y
escenarios. Lo más difícil fue que el actor español no destacara junto a los
músicos santiagueños que se interpretaban a sí mismos, como los Carabajal.
—¿Cómo los convenciste
de interpretar a los personajes?
—No fue necesario convencerlos mucho, ellos estaban
dispuestos desde el principio. La única duda era que no eran actores. Por
ejemplo, Cuti me decía: “Si crees que puedo hacerlo, lo hacemos”, y lo mismo
ocurrió con Mariela Carabajal, que tenía un papel importante. Les di confianza
explicándoles que ya había trabajado con no actores antes, y que, si algo no
salía bien, la responsabilidad era mía. Gracias a la confianza y amistad que
teníamos, se animaron, y para mí lo hicieron increíblemente bien.
—¿Cómo fueron las
jornadas de rodaje?
—El rodaje fue muy intenso, pero no solo durante las
filmaciones, sino también en las semanas previas. Quería que todo fluyera de
manera natural para los no actores, por lo que hicimos ensayos con cámara antes
de empezar. El equipo, sobre todo el español, ya había convivido, y al final
quedamos solo unos pocos, formando casi una familia. A veces, rodar se sentía
como estar en un campamento con amigos, como en la escena del río, que todos
recuerdan con cariño. Sin embargo, también hubo momentos de mucho estrés,
especialmente con escenas grandes, música en vivo y extras. Como era mi primera
película, dirigir en esas circunstancias fue difícil, pero afortunadamente, esa
tensión no se nota en la película.
—¿Qué recuerdos tenían
Los Carabajal de la visita de Mauricio a Argentina?
—Todos lo recordaban, aunque algunos más que otros,
dependiendo del tiempo que compartieron con él. Lo recordaban por su
generosidad, como cuando le pagó a Carlos y a su esposa un viaje a España, algo
que no era común. Además, tenía una presencia especial. Lo que más destacaban
de él no eran sus palabras, sino cómo escuchaba. Siempre prestaba mucha
atención, especialmente a quienes tocaban chacareras, y eso sorprendía, ya que
era un español con profundo respeto por la música local. A pesar de ser un gran
guitarrista, se presentó como aprendiz, dejando de lado su ego, lo que le
permitió aprender con humildad.
—La película es
luminosa, pero también tiene momentos trágicos. ¿Cómo lograste equilibrar esas
historias en el guion?
—Fue un proceso largo, como pintar un cuadro con muchas capas
hasta que aparece algo inesperado. Desde el principio sabía que quería hacer
algo positivo con una historia trágica, que sirviera como catarsis para la
familia que sufrió tanto. Lo difícil fue encontrar los mecanismos para lograr
esa luz. La inspiración la encontré en Argentina, donde vi cómo transforman la
tragedia en algo luminoso. Un ejemplo es la historia de “La Teresita”, una niña
que murió trágicamente, pero a quien ahora celebran con fiestas en su honor.
Esa visión de la muerte, más conectada con el pensamiento indígena, me ayudó a
dar forma a la película, que busca que Mauricio, como en una de sus canciones,
“se haga llamarada en todos los corazones”.
—¿Cómo fue el proceso
para encontrar al protagonista? ¿Qué buscabas en él para transmitir la esencia
de Mauricio?
—El parecido físico no era importante, ya que Mauricio no es
tan conocido como para que el público esperase una copia exacta. Estaba abierto
a elegir un actor que aprendiera a tocar o un músico que aprendiera a actuar.
Lo principal era que, en su energía o alma, me recordara a Mauricio. Hicimos
muchísimas pruebas, y finalmente apareció Pepe Lorente. En una prueba muy
espiritual, le pedí que hablara solo si sentía que era Mauricio quien hablaba,
y lo que dijo me convenció. Desde ese momento supe que era la elección
correcta, y creo que la película lo refleja claramente.
—¿Qué sucede
actualmente con la música de Mauricio? ¿Está siendo reivindicada?
—Sin duda, su música está siendo reivindicada. La parte de
rock and roll ha ganado popularidad en Internet, y sus reproducciones en
Spotify se han triplicado. Enrique Bunbury, que versionó “Apuesta por el rock
and roll”, una de sus canciones más conocidas y la incluyó nuevamente en su última
gira, ha revitalizado su repertorio. En cuanto a su música argentina, grupos
como Alma Gato en Zaragoza y músicos santiagueños como Pablo Carabajal están
tocando sus chacareras, lo que ha ayudado a difundir su obra. He visto a Pablo
cantar una chacarera de Mauricio, “Para que no baile solita”, ante 15 mil
personas.
Fuente: Infobae