El Clima en Santiago del Estero

13/1/23

LA CIUDAD CON LOS TABOADA

 Por Arq. Roberto R. Delgado


Desplazados los breves gobiernos de Mauro Carranza y de Carlos Achával, herederos de Ibarra, por los hermanos. Manuel y Antonino Taboada, la sociedad cambió, la ciudad. también. Se acabó la guerra civil gaucha, las reemplazó las revoluciones organizadas con motines de cuartel. La civilización cede paso al progreso.

Los Taboada se dividieron el trabajo: Manuel se dedicó a gobernar y mejorar la ciudad, Antonino, a quien el criollo reconoce como su nuevo caudillo, seguirá guerreando, ya con el indio hostil del Chaco formando una línea de fortines como: Doña Lorenza, Abipones, Islas del Toro, etc., ya contra el invasor a la Provincia. Será el héroe de Pozo de Vargas.

Santiago del Estero otra vez primero en el concierto nacional. Esta vez en su organización política jurídica sancionando la Constitución Provincial en julio de 1856. La ciudad pretendiendo ser más y olvidar definitivamente su situación. de ser paso, ampliará sus calles públicas. A las calles principales (hoy Urquiza y 24 de Setiembre) las acompañarán las trazas de sus inmediatas paralelas. Se enfatizará la plaza, una columna con remate piramidal construida en su centro, simbolizará la Libertad (1865).

Las ruinosas mamposterías de la Catedral serán reemplazadas por una nueva en el mismo lugar inaugurándose el 14 de julio de 1876. Se construye la Casa de Gobierno (hoy Jefatura de Policía). Frente a una de las esquinas de la plaza principal, junto a la Catedral (hoy Libertad y 24 de Setiembre), en una casa de estilo con reminiscencias colonial y algunas molduras románicas, vivió don Manuel Taboada, el Gobernador. Solar que pasó a ser Hotel Paris después de su muerte en 1870.

Gaspar Taboada, otro hermano del Gobernador, construyó en 1860 la casa N° 46, este número surge porque tenía 46 habitaciones, única numerada en la ciudad cita, en calle Buenos Aires. Se la reconocerá hasta en la actualidad como "Casa de los Taboadas", hoy Monumento Histórico. Aproximadamente en 1857 comenzó a funcionar la primera escuela provincial en un "edificio público" llamada "9 de Julio", luego "Manuel Taboada", después "Colegio Bel- grano". En 1868 Taboada la ofrece a las autoridades nacionales para que funcione la escuela Normal, hecho que se concreta en 1880. Hasta ese momento dictaban clases regular- mente dos escuelas religiosas: la Casa de Belén y la Escuela del Convento de Santo Domingo dirigida por el fray Juan Grande.

El 3 de octubre de 1869 se fundó el primer establecimiento de enseñanza secundaria: el Colegio Nacional que funcionó en la antigua sede de Casa de Gobierno (hoy ubicación del Teatro 25 de Mayo), más una biblioteca pública en el mismo edificio.

Después de largo tiempo la ciudad creció ediliciamente. Llegaron inmigrantes italianos y españoles que radicaron comercios, chacras, fincas y establecimientos agricola-ganaderos. Nuevos oficios mostrarán una colorida vestimenta en sus ejecutores. Plantas frutales traídas de otros lares reemplazaron los perfumes pasados. La primavera mostró otro paisaje. Un periodo de sequía (1860) agotó una represa natural ubicada junto al cementerio, primer enterratorio secular de la ciudad a partir de 1859 (hoy predio comprendido entre las calles Santa Fe, Granadero Saavedra, Sarmiento y San Martin).

El trabajo de particulares prolongó la acequia (hoy Colón) hasta la carbonera, parada de carretas y arreos (hoy terrenos del club Central Córdoba y estación de Terminal de Omnibus), uniendo la Acequia Real con otra, a cuyos costa- dos inmigrantes que todavía no habían hecho familia, sembraban ajos, zanahorias y plantas aromáticas en pequeña escala. Esta acequia era la desaparecida Pedro León Gallo. Las prolongaciones eran para llenar la represa donde tabiqueros extraían agua para el barro de sus fábricas.

El cementerio ocupaba la manzana de la actual plaza (Absalón Rojas) frente al club Central Córdoba.

Este periodo feliz y de progreso en la ciudad fue corto, espíritu pujante de estas gentes se vio frenado por una epidemia de cólera en 1868. La tragedia despobló la ciudad ya por migraciones o mortalidad. No hubo familia que no lamentara su pérdida. Los enfermos, de a cientos, eran trasladados en carro a los conventos en búsqueda de curación. Todo era ineficaz, a pesar que el gobierno tomó medidas profilácticas, todos los hogares se transformaron en lazaretos. El bravo Río Dulce "colaboró" en el desastre. La ciudad estaba herida e impotente esta vez. El agua socavó los cimientos del convento San Francisco y arrastró los caseríos del sur posterior al límite de la ciudad (hoy calle Alsina). Vanos resultaron los estudios y precauciones de los comisionados de gobierno nacional para el estudio de las defensas del río, ingenieros Hidebraudo (1863-1869) y Dahequist (1872). Como si todo esto fuera poco, la provincia fue intervenida militarmente en 1875 por el coronel Olascoaga. El general Antonino Taboada es desterrado a Tucumán, donde muere como todos nuestros patriotas, humillado y en el olvido. Es el año 1883.

Por estos últimos hechos la ciudad se convirtió en un villorio triste y asustado. Triste por la desesperanza causada por burdos gobiernos, 8 gobernadores en 10 años (1876- 1886). Asustada por el acecho de las montoneras taboadistas que saqueaban y asesinaban a los "amigos" del gobierno, a todos aquellos que el criollo recordaba cuando profanaron la tumba y esparcieron los restos de su idolatrado caudillo brigadier Juan Felipe Ibarra.

Solo un día, el 12 de octubre de 1884, la ciudad salió de su apatía y con sus mejores galas e ignorando el pasado concurrió a la plaza principal. El "progreso" había llegado. La máquina ferroviaria se detuvo frente a la Casa de Gobierno. Humo de vapores, cintas de colores, pitos y cornetas, orna- mentaron la visita del "extraño": el ferrocarril Central Córdoba.

Su estación se ubicó en un barrio de criollos donde pre- paraban el ladrillo para construir la ciudad. Criollos que serán reclutados por el propio Gobernador y enviados en carros, a caballo y a pie, a Buenos Aires en defensa del Gobierno Nacional en la Revolución de Tejedor (año 1880). El gobernador era don Pedro Gallo.

Las tabiqueras quedaron por un tiempo abandonadas. Serán sus guardias el croar de miles de ranas. El barrio Cantarranas había nacido.

Los constructores del ferrocarril, fundamentalmente de origen inglés, introdujeron nuevos modelos arquitectónicos, algunos de estilo neoclásico como las estaciones; estilos anglo-normandos en viviendas de funcionarios principales y estilos surgidos de la revolución industrial europea, en las viviendas y talleres de trabajadores. Una fuerte incorporación del hierro en el sistema constructivo reemplazó el forjado por el remachado y abulonado en unión de partes. Piezas de hierro moldeado o hierro fundido se usaban en cañerías y mesadas de cocina. También elementos enlozados (distintos tipos de cerámica y vitrificados) y decorativos en zinc estampado, enriquecieron las posibilidades estéticas.

La ciudad imitó estas novedades. Casas de imagen sólida perfilarán las calles. Los inmigrantes españoles e italianos, aparte de sus costumbres, también trajeron la novedad en los muebles de tapicería. Otra, las palomas y palomares pasarán a ser miembros de la ciudad.

Al sur de la ciudad, a unos cinco kilómetros de la plaza principal, en una propiedad que había sido otorgada en el Siglo XVII al capitán Alonso Contreras, se inaugura públicamente el ingenio Contreras de Don Pedro Saint Germes, el 31 de julio de 1879. Instalación modelo y moderna con maquinarias inéditas para la República.

Más de 450 hectáreas con sembrado de caña de azúcar lo hacían parecer un oasis.

Poseía electrificación y riego propio, con un sistema sofisticado en base a máquinas de vapor. Las construcciones de estas instalaciones también llamaron la atención de los inquietos pobladores que copiando formas de terminaciones generaron otro aporte a la arquitectura. Son de una mezcla de estilos del tradicional inglés, folclore de los países bajos europeos y partes prefabricadas de la revolución industrial. Este pionero industrial, el 17 de febrero de 1887, obtuvo un préstamo del Banco Hipotecario Nacional, operación que posibilitó la radicación de una sucursal bancaria en esta ciudad. Acosado por las deudas y la escasa ayuda en el fomento, don Pedro Saint Germes se suicidó en 1893. Otra víctima de la incomprensión ciudadana. En 1886 por gestión de los hermanos Ruperto y Juan Figueroa se instaló la primera central telefónica en la casa N° 46 que ellos alquilaban. En 1884 con el ferrocarril ya estaba el telégrafo como vínculo de comunicación. La primera oficina de correos funcionó en una habitación de la casa de los Díaz Gallo (hoy Museo Histórico) en el año 1865. Un año después don Abelardo Gallo la trasladó a la casa N° 46. El servicio era irregular y ello motivó que en años posteriores el ferrocarril, con su instalación de comunicación por telégrafo, supliera la falencia.

La ciudad se venía formando sin ningún reglamento o patrón que la guiara. Sólo los rústicos conocimientos de trazas y formas urbanísticas de los pioneros extranjeros ordenaban algunos espacios. Los limites y referencias por la que se guiaban eran las acequias, los templos y el río. El resto era todo intuición.

Nota relacionada: LA CIUDAD CON ABSALON ROJAS

Fuente: Santiago del Estero. Recorrido por una ciudad Histórica


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