El Clima en Santiago del Estero

16/1/23

INTERÉS POR LA CIUDAD

 Por Arq. Roberto R. Delgado



La Ciudad salió de su pereza con la entrada del coronel Juan Francisco Borges y sus soldados: Los Patricios Santiagueños. Otra vez Santiago primero con la proclama del 6 de Setiembre de 1810. Borges asumió el espíritu del 25 de Mayo apoyando la Libertad del yugo español insinuando la Autonomía de la Provincia de Santiago del Estero.

La "Sociedad Urbana" interesada en su pequeño y cómo do mundo no lo comprendió.

Llegada la noticia al interior provocó un interés a "Señoritos y Caballeros" que comenzaron a instalarse en la ciudad. Los atrajo la idea de algún beneficio político y los posibles "negocios". Sus residencias eran importantes, pretendiendo reflejar las aspiraciones de sus habitantes. La de don Pedro Díaz Gallo fue una de ellas (hoy Museo Histórico de la Provincia).

Nuevas calles se sumaron a la traza urbana, tomando como centro la plaza principal (hoy Plaza Libertad); sus arterias perimetrales se prolongaron la del norte (hoy Libertad) hasta las barracas de terminal del camino a Remes (hoy zona de encuentro entre calles Sáenz Peña y avenida Colón). La del este (hoy calle Independencia) hasta el abrevadero sur (plaza Independencia) y vinculado con el camino del medio. Estas calles fueron los principales accesos al centro urbano.

En 1816, por pedido popular, el coronel Juan Francisco Borges fue nombrado Gobernador, Fiesta en la campaña santiagueña, existió un motivo para "acercarse" a la ciudad.

La "Sociedad Urbana", molesta, no tarda en entretejer intrigas, las que llegadas a oídos del general Manuel Belgrano, encargado de los ejércitos del Norte, víctima de engaños, ordenó en acuerdo a lo dispuesto a cualquier sublevación, fusilar al patriota santiagueño, hecho que se concreta el 1° de enero de 1817.

Ese verano fue trágico para la ciudad, que no sólo lloró su muerte, sino que fue azotada por huracanes y un terremoto extraño acabará destruyéndola en gran parte. Otra vez desolación e incertidumbre. Los traidores esbozaron una sonrisa.

Santiago del Estero tenía suficiente reservas espirituales y físicas y conocerá por mucho tiempo el sufrimiento. El criollo estaba preparado, se había formado en las Estancias y Salas donde siempre había un altar armado por las matronas, listo para el rezo o la confianza de amigo dada por su patrón y protector.

Quizás éste sea el origen o el acrecentamiento de la religiosidad popular santiagueña que se ve- nía dando por acción de los clérigos y de la herencia española. La costumbre de tener un santo protector en cada Estancia o paraje, cotidianamente invocado, no sólo a mejoras materiales, sino para el robustecimiento del temple, iluminación para los actos desconocidos y las gracias por "un día más". El santo tenía un "dueño", este hecho hacía, a la persona poseedora, consejera y depositaria de los bienes cuando se entraba en "campaña" o por el desarraigo constante que las tareas requerían.

Nota relacionada: LA CIUDAD EN ÉPOCA DE IBARRA

Fuente: Santiago del Estero. Recorrido por una ciudad Histórica


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