Por Arq. Roberto R. Delgado
A partir de 1945 y durante una década la ciudad se proyectará con sentido organizado, no quedó nada sin resolverse. No sólo habrá un plan para la ciudad, sino también para la Provincia, para la Nación toda. Salud, Educación, Vivienda, Trabajo, se expandieron a todos los rincones.
Al comienzo el arbolado de
las calles fue prioridad, luego consolidación, ampliación, creación y
mejoramientos de todos los servicios.
La construcción de barrios
en la periferia (Belgrano, Libertad, Casas Baratas, etc) emergieron como
centros de atracción y dignificación de personas carenciadas.
Los criollos olvidados por
tanto tiempo, marginados de la ciudad sin poder acceder a los servicios con que
ella contaba, sólo "metiéndose" en ella como forasteros o por el pago
de las "changas" diarias, a partir de ahora, serían ciudadanos como
cualquiera, hasta tendrán documentos.
Fue una década de
dignificación de los hombres de trabajo, así lo sintieron los hijos de los
guerreros santiagueños, nuevamente guerreros, pero con otras armas, las
herramientas que construían una nueva provincia. Las ideas de una Justicia
Social aplacaron las diferencias entre centro y periferia. El servicio de
transporte comunicará las distintas barriadas abriendo la trama de las calles.
El Hogar Escuela, Hospital
Regional, Terminal de Omnibus, Palacio de Tribunales, Centro de Asistencia
Pública (hoy Hospital de Niños), Escuela Normal, ENET N° 2, Casa de Gobierno, etc.
fueron algunos de los tantos edificios que se incorporaron a la vida activa de
la Ciudad.
Se construyó en cantidad y
calidad, "lo mejor" era la consigna.
Un intento de rescatar el
estilo Colonial en la arquitectura como símbolo de un pasado muy nuestro y como
base para una gloriosa nación, se acusó en las formas de las obras: techos de
tejas, arcos de medio punto, hierro forjado en detalles de carpinterías, etc.
Numerosas capillas se
integraron a los barrios, fue momento de prédica de "Amaos los unos a los
otros", el compartir, el "Compañero". No habrá barrio sin párroco
ni lugar sin oratorio, también característica del pasado colonial.
Se fomentó la vida
comunitaria, no como una suma de individuos, sino de voluntades al servicio de
causas comunes que se ejercitaba en Centros Vecinales de Fomento y Centros
Culturales y Deportivos.
Precisamente, en estos
centros de gran actividad social que superaron el centenar hasta 1954, se pudo
palpar la vida y ambiciones de la ciudad. Fueron "esquinas" de
encuentro de generaciones: abuelos, padres e hijos; de variadas actividades:
deportivas, comerciales (ferias de comidas y ropas), bailes y espectáculos,
educativas y culturales, etc. No necesitaban de grandes construcciones, apenas
una pieza como oficina, vestuario y depósito, baños. Indefectiblemente había
siempre una cancha de básquet que fue un deporte de arraigo en la ciudad y por
mucho tiempo animador de contiendas interprovinciales. Un relevamiento de la
ciudad, del año 1967, resume la cantidad de 72 canchas esparcidas por los
barrios, algunos tenían hasta 6.
La
arquitectura de obras públicas de este período, imbuida de principios
ideológicos basados en el Justicialismo de Juan Domingo Perón,
independientemente del estilo o forma constructiva, planteaba en sus soluciones
funcionales un gran respeto a la naturaleza y a sus usuarios. Por ejemplo, en
viviendas, la incorporación de galerías que además de ser protectoras
climáticas eran locales que con- templaban pautas culturales regionales;
abundante terreno perimetral que permitía ampliaciones en tres direcciones como
mínimo (frente, contrafrente y lateral); áreas de micro climas ideales para los
ambientes interiores; muros bajos o cercos vivos perimetrales como manera de
integración y relación espacial al conjunto vecino. Las mismas lecturas para
los edificios educacionales, de salud y administrativos.
Es
destacable la calidad de las obras realizadas en este período tanto en su diseño
como por los materiales usa dos.
A comienzos de 1951 se
iniciaron los trabajos para instalación de la red de gas natural en el casco
céntrico de la ciudad, nuevo adelanto que incidió en las necesidades y diseño
arquitectónico. El calefón y artefacto de cocina en metal enlosado donados por
la empresa de Gas del Estado a los primeros usuarios, unirá a familias y
vecinos en comentarios sobre las virtudes de los mismos. Hasta se atrevían a
pedir "prestado" el baño para gozar de una ducha reparadora.
Dos arquitectos hasta esos
días, habían contribuido al embellecimiento de la ciudad, tanto en obras
privadas como públicas, el maestro arquitecto Aníbal Oberlander y el arquitecto
Victor Cordero. El primero diseñando en depurados estilos neoclásicos con base
española o florentina (Casa de Gobierno, edificio de la Cruz Roja, Capilla del
Colegio de Belén, etc). Colonial, en la reforma de la capilla Montonera, y en
variados estilos bien definidos en más de 52 casas.
El segundo, en sus diseños,
incorporó las teorías modernas y la moda surgida en la postguerra: el estilo
"californiano", que le permitió mantener y acentuar elementos que recuerdan
lo español; patios andaluces, balcones, algo del morisco en el trazado de arcos
y remates de antepechos. Este arquitecto fue pionero en el uso de nuestras
maderas (quebracho colorado) en la arquitectura, como parte decorativa y resistentes,
a la vista y tallados.
Si bien ya trabajaban otros
arquitectos como don Antonio Contato (diseño de Terminal de Omnibus, edificio
de Caja de Jubilaciones, Palacio de Tribunales, etc), los dos mencionados, se
destacaron no sólo por sus obras sino por hacer escuela en los profesionales de
nuestra comunidad.
LA
CIUDAD SE DESPERSONALIZA
La década del 60 encontró a
una verdadera ciudad con todos sus servicios en auge. Ya no sería más una
aldea, pero a partir de aquí se hace evidente un proceso de despersonalización.
La ciudad que había transitado por una historia y se reflejaba como tal con sus
errores y aciertos, única y auténtica, se vería sorprendida por un deseo de
olvido, de modernización, de cambiar.
Otra vez el centro urbano
cobró interés, la periferia creció marginada: espontáneamente aparecerían
grupos de viviendas precarias usando servicios clandestinamente. Mientras la
penumbra se repartía por estos sectores, el centro se ilumina "a
giorno" con columnas de alumbrado que desplazaron a los árboles.
Fue una época de grandes
proyectos, la moda del planeamiento y planificación, de las ciencias sociales,
sólo fueron eso, proyectos.
Las improvisaciones irán
desarticularon la ciudad. Se manejaron las obras públicas arbitrariamente. El
Intendente era como un "patrón" que pretendía satisfacer sus
caprichos con idea de perpetuidad, sin tener en cuenta las verdaderas
prioridades.
El ciudadano se contagió y
quiso trascender por las cosas materiales, el consumo de lo burdo apareció como
renovación.
En frentes de viviendas
nuevas novedades: la competencia del modelo o tamaño del auto, revestimientos
absurdos a manera de maquillaje.
El hall, galería, porche o
jardín, antes símbolos de costumbres, son reemplazados por cocheras. Vivir en
departamentos colectivos propiciaron un nuevo "status" social, fomentando,
la construcción en altura. La fiesta familiar, "el asalto", los
bailes de club, los sustituirán las boites y whiskerías.
Los movimientos sociales y
culturales decayeron, la televisión constituyó un nuevo interés. Nuevos
hábitos, nuevas indumentarias: el vaquero hace olvidar el pantalón, el mocasín a
la alpargata.
Un nuevo código de
construcciones y ordenamiento urbano entró en vigencia, esfuerzo insuficiente
para contener la improvisación. El funcionario "amigo" daría siempre
una "manito" y el perjuicio recayó sobre la ciudad, (subdivisiones de
loteos antirreglamentarios, carteles y toldos fuera de normas, balcones y
voladizos sin alturas establecidas, etc.).
La arquitectura se
transformó en un espectáculo, no de innovaciones, sino de invenciones surgidas
del manierismo de las escuelas de diseño; ya sea, cordobesa, tucumana o la que
se accede a través de la revista especializada.
El arquitecto sería
constructor del capricho del cliente, no su consejero y artista de la estética.
Paulatinamente su profesionalismo y experiencia quedarían al margen. La semilla
sembrada en la década del 60 germinó con más fuerza en la década posterior manteniéndose
hasta nuestros días. Desorden total, la ciudad explotó por medios de planes de
viviendas focalizándose donde se podía, no donde se debía o correspondería
orgánicamente.
Si en años anteriores la
calidad fue consigna, en estas construcciones se constató lo opuesto.
El demoler y talar arboledas
centenarias, sin ningún criterio o equivocado, fue un nuevo síndrome que afectó
a la ciudad.
El ciudadano perdió su
arraigo, la ciudad su habitante. "No se puede amar lo que no se
conoce".
Es propósito de manera
sintética contar la Historia, la de la ciudad de Santiago del Estero,
interpretando su pasado, observando su presente, para mejorar entre todos los
ciudadanos el porvenir. Que lo trágico sea una anécdota y "Sociedad
Urbana" vele por los intereses comunes buscando la calidad de vida que nos
merecemos.
Que así sea...
Nota relacionada: Olores, pregones y colores
Fuente: Santiago del Estero. Recorrido por una ciudad Histórica
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