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2/12/22

La emoción incomparable de picar en el Petit

 La memoria es un murciélago que golpea contra un vidrio, lo golpea y lo hace pedazos.

Cine Petit Palais, fachada original. Captura de facebook


La memoria es un murciélago del cine Petit. "Picar" de dos o de tres, hacer en la vereda del Ollantay la vaquita para sobornar al portero, entonces, era todo lo que me pasaba. Changos... vam picar, el gordito nos recibe la guita y no nos dábamos cuenta de que así estábamos jugando con uno de los principales soportes en que se apoya el fracaso del sistema económico liberal capitalista: el Homo sapiens. Para picar era poco importante saber qué película daban, lo importante era el hecho mismo de picar, de burlar, de darse el gusto, por joder nomás (además de no tener suficiente mosca en el bolsillo). Cómo no voy a recordar en esta noche a ese señor que se llamaba Tucho Méndez, que en el Petit era quien muchas veces nos recibía la platita (como una boletería paralela en la vereda), que luego iba a parar a las manos del portero a cambio de una comisión y un hacer la vista gorda para dos o tres de nosotros. El famoso portero que cortaba los boletos, que miraba para otro lado, el famoso Mariano que supo decir: "Bueno, muchachos, esta no- che va a estar medio jodida la cosa, estoy vigilado por el administrador y la boletera, así que entren reculando así creen que están saliendo...".

Pero Tucho Méndez era el que obraba de intermediario entre la aventura y el fin de la aventura, entre la luz y la oscuridad. Me cuenta mi hermano Carlos Manuel Fernández Loza, que una matiné le entregó algo de guita a Tucho, pero poco, entonces Tucho le había dicho... "Vamos varón, sete un poco más negligente", esta anécdota aún me hace reír y mucho. Digamos que el cine Petit Palais vino del cielo y cavó sus cimientos frente a la plaza Libertad, cuando la plaza Libertad era un laberinto de ripio y sortilegio, y había una fuente que era una sombra a cuyo alrededor se sentaban las muchachas en flor. El techo del cine parecía una enorme tableta de chocolate Marroc, qué rico era el techo, qué placer sentarse en el piso de arriba y abrir una de las ventanitas de lata para ver las luces de las calles, lejos del mundo, lejos de la casa, lejos de la orfandad. El telón con los carteles de propaganda, en silencio, hablando despacito antes de que se apaguen las luces.... ¿Dónde dice 24 de Septiembre? ¿Dónde dice ropa de calidad?, en voz muy baja, jugando despacito por razones de urbanidad. ¿Dónde dice Calzados Ideal? ¿Dónde dice Casa América? ¿Dónde dice Casa Venier? Ya levantado el telón, en la oscuridad nos quedábamos sin rostro y comenzaba la otra emoción, la de los besos, los primeros cigarrillos, el inolvidable olor a talco Palmolive en su piel, la maravilla sin igual de aquellos encuentros, el gran comienzo del amor.

Algunos amigos de aquel tiempo mantuvieron hasta ya grandecitos la costumbre de "picar", creo que ya convertida en vicio; el negro Wayenberg, por ejemplo, compró su primera entrada pagando su justo precio en boletería cuando ya tenía cerca de treinta años. Por entonces en el diario La Hora, en la parte de los cines, había aparecido: "Cine Petit Palais, mayores seis pesos, menores cuatro, Mariano dos".

"Picar" no deberá confundirse con "filtrar", picando se algo, tal vez lo mínimo, filtrarse era como convertirse en fantasma, invisible para el portero y el boletero, invisible para Dios, y así entrar al cine en la total clandestinidad. Digo que la película que daban importaba poco, solo el sin saber del porqué de la aventura, el caballo blanco parado en dos patas de las Noticias Argentinas, el maní japonés eran sí elementos sustanciales de aquella felicidad.

Hubo un tiempo en que pensaba que, en un intervalo del Petit, fumando un cigarrillo, un día me encontraría la muerte; cuando hace unos años lo cerraron por refacciones dejé en suspenso lo fantástico de mi perniciosa imaginación.

Desde que hace poco lo clausuraron para siempre, me he convertido entre mis contemporáneos en un sospechoso de eternidad.

Fuente: Jorge Rosenberg - El Zoco de la Buri Buri

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