El Clima en Santiago del Estero

26/11/22

Funcionamiento del obraje de paños (en Santiago del Estero)

 Por María Cecilia Rossi, Historiadora


El algodón fue, para el Tucumán y especialmente para Santiago del Estero, lo que el oro y la plata para el Perú. En función de ello, prontamente se instalaron "lugares de explotación" llamados "obrajes" (Di Lullo, 1937) "repartimiento de indios dedicados al tejido, hilado y teñido de los paños de algodón... lugares sombríos, techados de ramas, cercados de muros de adobes..." en los que la mano de obra era básica y principalmente femenina, a pesar de que allí vivieran hombres, mujeres y niños. La producción diaria-promedio- de una india era de una onza de hilado, o 60 varas de lienzo al año que costaban treinta pesos. Eran verdaderas fábricas de tejidos de la producción precapitalista (A. Lascano, 1992)

Una carta que enviara el licenciado Padilla al rey Felipe IV nos permite acercarnos a la comprensión de lo que ingresar a trabajar en un obraje de paño significaba para los nativos y como las políticas de seducción pasaban por adelantarles ropa, dinero y un poco de vino. De todos modos, Di Lullo (1937) sospecha que el trabajo debía ser demasiado y pocas las ganancias, lo que explicaría que recurrentemente, los nativos procuraran huir de los obrajes. Para esos casos, estaban montado verdaderos operativos de caza de los prófugos a cargo de los "guatacos", personajes especializados en esta tarea que, si no volvían con los escapados en calidad de prisioneros, tomaban a cualquier familiar que encontraran y lo llevaban al obraje. La "Memorias Secretas" de Julián Ulloa, relatan los sufrimientos de los que los indígenas no podían escapar y como se veían obligados a aceptar cualquier cosa que el encomendero le quisiera dar. Por ejemplo, la comida con que los alimentaban, generalmente formaban parte de lo que para el encomendero eran desechos (reses que se mueren infestada, maíz o cebada que se les ha dañado...)" (Di Lulo, 1937)

Los Cabildos enviaban visitadores a los obrajes para tratar de controlar los abusos y en 1622, el Consejo de Indias recomendaba no dejar las visitas en el puro formalismo ni ejecutar alianzas con los obrajeros, lo que nos lleva a suponer que las recomendaciones del Consejo no solo no eran cumplidas sino que los dueños de los obrajes compensaban satisfactoriamente a los inspectores. Por lo que se hace necesario sancionar la ordenanza de obrajes en julio de 1664, reglamentando jornales horarios de trabajo, tiempo libre para atender sus animales, salarios en dinero, etc.

 




No hay comentarios: