Por la Chacarerata pasaron cantores populares como Shalo
Leguizamón, Motta Luna, Claudia Romero, Coco Banegas, Quique Ponce, Rodolfo
Maldonado (actualmente en La Clave Santiagueña) y el lema antes de cada
concierto era "Si Bariloche tiene la Camerata, Santiago tiene a la Chacarerata".
Actualmente y hasta que la enfermedad lo dejó sin subir a
los escenarios, la agrupación se integró con Sergio Pérez en guitarra y voz,
Germán Gómez en violín y Mario Palavecino en bandoneón y el colorido de su
hermano el recordado, Aurelio "el Shalako" Gramajo, el "bailarín
de los montes". "La Chacarerata, te lleva por delante, a cielazos e
infiernazos, como decía el poeta de Santiago de Chuco. Son ritmos que juntan,
si, al cielo y al infierno, las estrellas y la Salamanca", comentó Marcelo
Simón sobre Gramajo.
Valses, chacareras, zambas y gatos del estilo de "A mi
madre", "A mi canasto de mimbre", "Zamba de un
sentir", "Chacarera del Cachilo", "La Ceferina",
"Fiesta en Mailin", "A mis paisanos santiagueños" y
"Que lindo es ver a mi mama", son clásicos en la versión de la
Chacarerata. Permanentes fueron protagonistas de los festivales del interior
del pais como Cosquín (consagración 1987), La Chacarera de Santiago, Jesús
María, La Salamanca, Baradero y tantos otros, que los vieron trasladar el reconocido
"patio e` tierra" santiagueño a esos escenarios. "La Chacarerata
me hace pensar que, a veces, lo más moderno es lo tradicional", finalizó
Simón.
RECORDEMOS ESTA ENTREVISTA
Un trajín de 50 años en nuestro folklore como bailarín,
bombisto, recitador hacen de Juan Carlos Gramajo un referente indiscutible de
nuestra música. Debutó niño aún con don Andrés Chazarreta, fue percusionista de
Ariel Ramírez. Profundo conocedor del bombo y sus secretos, proviene de una
familia fabricante de bombos legüeros. Fundador de la orquesta nativa “La
chacarerata santiagueña”con la que ya ha cumplido 22 años, recorriendo los
escenarios del país obteniendo el respeto y el aplauso del público. Distinguido
por numerosos e importantes premios como Consagración ’87 Cosquín, ACE ’96,
Trimarg’2000 otorgado por la UNESCO. Un conjunto caracterizado por ejecutar
temas tradicionales junto a las nuevas producciones siempre bailables, con una
dedicación especial de guardar el estilo y la cadencia de los ritmos
folklóricos. Su repertorio está conformado por autores de la talla de Yupanqui,
los Hermanos Simón, Raúl Trullenque, Los hermanos Ríos, Peteco Carabajal entre
otros, junto a la autoría de sus integrantes.
-¿Cómo se formó la Chacarerata santiagueña?
- Después de permanecer ocho años como percusionista de
Ariel Ramírez en Buenos Aires y el mundo, busqué como todo hombre la
independencia. De esa manera formé un grupo folklórico que tocaba en diversos
lugares pero carecía de nombre. Hasta que los hermanos Abalos nos bautizan con
el nombre que nos hace conocidos.
-¿Quiénes fueron sus primeros integrantes del grupo?
-Como todo grupo humano sufrió varias fisuras a lo largo de
estos veintidós años. Por la Chacarerata han pasado componentes como Quique
Ponce, Aurelio Gramajo e invitados como Shalo Leguizamón, Coco Banegas, Claudia
Romero, Motta Luna pero desde hace un tiempo seguimos fijos los cuatro
componentes actuales que son: Sergio Pérez en canto y guitarra, German Gómez en
violín y guitarra, Mario Palavecino en bandoneón y un servidor en percusión,
recitado y voz de mando.
-¿Qué o quién impulsó su carrera musical?
-Sin dudas mis padres. En casa de los Gramajo siempre había
lugar para las fiestas, peñas o trincheras donde se autoconvocaban tíos,
primos, hermanos...todos hacedores y tocadores de bombos. Y yo soy producto de
esto. No estudié percusión ni música.
-¿Cuántos años tenía cuando actuaba con Chazarreta?
En el año ’56 tenía unos trece años cuando ya pertenecía a
la Compañía de arte nativo perteneciente a Don Andrés Chazarreta. Soy de la
camada de Agustín Carabajal, Antonio Ramírez, Los cantores de Salavina, Eduardo
Avila. Éramos veintiuno en total. Actuamos en el teatro casino de la calle
Maipú con un espectáculo que se llamaba “El alma del quebrachal”donde
presentábamos leyendas y costumbres de nuestra provincia Santiago del Estero.
Esa gira duró tres meses, culminando en el Parque Independencia de la capital
de Tucumán.
Don Andrés Chazarreta fallece en el año 1960 y yo seguí
creciendo, hasta que el destino me llevó a Bolivia, Perú, México...
-Pueblo que lo atrapó
- Imposible no querer ese pueblo tan romántico y colorido,
con una ubicación geográfica excepcional para hacer giras a Estados Unidos.
Bailaba muchísimo en el área de California o Nueva York. Todavía vivía mi
madre, así que cada tanto regresaba al país a visitarla y a tocar en diversas
peñas. En uno de esos viajes estaba tocando en la peña “El palo borracho”, me
ve Ariel Ramírez y me requiere para su espectáculo “Cantemos” que hacía con
Lolita Torres. Y me quedé ocho años con él.
-Después vino la Misa criolla.
- Sí, una hermosa experiencia con la que recorrimos Israel,
Suiza, Alemania, España, Portugal, Costa Rica, Colombia, México llevando
nuestra música. Y todas esas andanzas de Juan Carlos Gramajo culminan en
Argentina con la Chacarerata santiagueña.
-Su vida artística queda marcada por...
-Primero don Andrés Chazarreta, después Ariel Ramírez y por
supuesto la Chacarerata Santiagueña.
-¿Cuál de las capitales lo deslumbró más?
.Sin dudas Buenos Aires en el año 1956. El sueño de estar
con don Andrés y su hijo Agustín, siendo apenas un chango que venía de una
provincia querendona pero muy árida. Me encontré con esta ciudad llena de
plazas con árboles y flores y aunque después la vida me dio la posibilidad de
conocer muchas capitales europeas muy importante, no fue el mismo
deslumbramiento.
-¿Qué diferencia encuentra entre el folklore de los años ’60
y el actual?
-La diferencia fundamental es la participación de la
juventud, el entusiasmo que tienen para hacer palmas, bailan estupendo, saben
escuchar nuestros cantores. De la unión de los jóvenes y nosotros nacerá una
esa identidad que tanta falta nos está haciendo a los argentinos.
-¿Cuál es la unión del pueblo santiagueño con la música?
-Santiago del Estero tiene en su pueblo a una gran familia
musical donde siempre están a flor de labios las canciones. Es que la chacarera
es una música muy rítmica y siendo una de las provincias más antiguas y
bilingüe su pueblo ama su terruño, sus costumbres. Vive cantando y bailando sus
ritmos, eso le da una identidad propia.
-¿Modificaría algo si comenzara de nuevo?
-No. Yo creo que puse toda la pasión que tiene el músico
santiagueño por sus cosas. Cuando joven tenía la fuerzas y la frescura, ahora
ya mayor conservo la experiencia.
-¿Qué cambios nota fuera del plano musical en los
escenarios?
- Muchísimos, las épocas cambian. Cuando nuestros abuelos o
padres nos hacían tomar una foto de vez en cuando, no nos podíamos ni reír ni
comer.-“Ya te estás haciendo el mono”- nos retaban. Y en la música se debía
tocar bien y serio, aunque se puede tocar bien y sonreír no eran los códigos en
esos tiempos. No olvidemos que la gente exige más participación, como si
aplaudiera con los ojos, le gusta el movimiento. Y hoy algunos cantores de
folklore parecen rockeros, porque entre las luces, el humo y un destape en el
vestir en donde la televisión tiene mucho que ver. En eso los mayores podemos
disentir pero es indiscutible que también hay muchos que tocan muy bien. En cambio
nosotros debíamos vestir el traje azul tradicional, camisa blanca, corbata
bordó para estar “ubicados”. Todos los extremos son exagerados, falta el punto
de equilibrio.
-¿Suena mejor un instrumento enchufado?
-Yo no sé si suena mejor, pero suena más fuerte. (Risas). La
diferencia es el toque por ejemplo el que tiene una guitarra enchufada debe
tener un toque más suave, distinguido y de primera sino el instrumento
distorsiona mucho.
-¿Está de acuerdo con la introducción de instrumentos no
tradicionales?
-Todo y nada es nuestro. Cuando apareció Adolfo Abalos en el
piano las críticas no se hicieron esperar, sin embargo todo es válido si se
pueden combinar bien los sonidos. No nos olvidemos que en el año 1921, don
Andrés Chazarreta cuando graba en RCA Víctor, ya lo hacía con una flauta
traversa incorporada y José María de Hoyo con su Banda criolla ponía saxo
tenor, flauta traversa, saxo barítono y todos los instrumentos metálicos. Ahora
la moda regresó y es válida siempre que haya una buena combinación.
La música de La chacarerata santiagueña nos deja el olor a
pan casero y a patio regado de la provincia donde las chacareras y las vidalas
entrelazan sus sonidos junto a las alegrías y tristezas de sus pobladores.
Fuente: SENDA FOLCLÓRICA / Patio Santiagueño
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