El Clima en Santiago del Estero

6/12/14

Las Primeras Huelgas Femeninas En Santiago Del Estero

Por María Mercedes Tenti de Laitán



Las primeras huelgas organizadas por mujeres en Santiago del Estero, las encontramos en el año 1.908. El numeroso gremio de mujeres comerciantes del mercado, especialmente las verduleras y vendedoras del campo que concurrían diariamente con pequeños bultos de comestibles, “andaba nervioso y excitado”, según decía “El Liberal”, por habérseles aumentado el derecho de sisa, que percibía como rentas el municipio. El nuevo cobrador municipal, de apellido Rizo Patrón, les exigía pagar 10 o 20 centavos por cada canasto o bulto que introducían, cuando antes de la reforma pagaban 5 o 10 centavos, respectivamente. Las más afectadas eran las verduleras que iban al mercado todos los días en sus carritos, llenos de canastos y atados, para surtir sus puestos. El nuevo cobro les significaba entre 70 centavos y un peso diario, e importaba triplicar las gabelas municipales. También debían pagar el impuesto al agua, cuando a veces no tenían ni una gota del líquido vital. El cobro era excesivo, en especial si consideramos que había pobres mujeres que venían diariamente a la ciudad, desde una o dos leguas de distancia, trayendo mercadería cuyo valor a veces no pasaba de 50 centavos. El 7 de octubre de 1.908 todas las verduleras se declararon en huelga, a excepción de una o dos, a las cuales enrostraron las huelguistas su falta de solidaridad y compañerismo. Esto determinó la intervención del comisario y la prisión de tres o cuatro de las reclamantes entre las que figuraba una en estado avanzado de embarazo que sufrió, como consecuencia, una leve descompostura. La medida irritó a todas, resolviendo acompañar a las presas a la policía. Así lo hicieron y permanecieron frente al local policial hasta que luego de dos horas de espera fueron puestas en libertad. En repudio a la actitud de la fuerza pública, y oponiéndose a los nuevos impuestos, marcharon en manifestación a la municipalidad con el objeto de pedir al intendente que dejase sin efecto el aumento considerado injusto a la vez que imposible de pagar. A pesar de la insistencia de las mujeres, el intendente de la capital, Genaro Martínez Pita, no las quiso recibir haciéndoles decir con el secretario, que presentaran la petición por escrito. En vista del cariz que iban tomando los acontecimientos, los gremios de matanceros y puesteros de carne hicieron causa común con las verduleras y amenazaron con la huelga. Al día siguiente, las huelguistas decidieron recurrir ante las autoridades provinciales en busca de una solución al conflicto. El gremio de las verduleras concurrió a la casa del ministro Gorostiaga, ex secretario del partido republicano. Éste, al decir de  “El Liberal”, se mostró con las pobres mujeres más democrático que el ex cívico del 90, Martinez Pita, y las recibió, en su escritorio. Luego de escucharlas y encontrarles la razón, les prometió influir para ayudarlas. Por la mañana del día 9 de octubre, el gremio de mujeres concurrió nuevamente a la municipalidad para entrevistarse con el intendente. El jefe comunal pidió que avanzase una sola en representación de las demás.

Se adelantó, la “más letrada”, doña Teresa Morales, que era “capaz de decirle cuatro verdades al padre eterno

(El Liberal, 10 de octubre de 1.908). Después de diez minutos de cálido y contundente alegato don Genaro se rindió y decidió anular el aumento que había provocado la reacción de las verduleras. Había triunfado el gremio de las mujeres luego de los  “buenos oficios” del ministerio. Esa mañana, “las buenas señoras, satisfechas y rozagantes, hicieron su entrada  triunfal al mercado cargadas de lechugas, coliflores y repollos, sin restricción  alguna”  (Ibídem)

La huelga había concluido exitosamente. Sin embargo, a los pocos días el conflicto de mujeres se trasladó al otro lado del río Dulce. El 13 de octubre, y a raíz del mal tiempo imperante, las vendedoras del mercado de La Banda se negaron a pagar los impuestos municipales por tratarse de un predio a cielo abierto, convertido en un lodazal. El cobrador acudió de inmediato ante el comisario Cordero, y a los pocos minutos el gremio de vendedoras integrado, en número de 40, fue a parar a la comisaría. Al día siguiente, y como repercusión de la prisión de las mujeres, fue puesto preso también el joven Pedro Bravo, uno de los propietarios del periódico “El Pueblo”, de La Banda, que había censurado la medida. Como respuesta, las vendedoras del mercado decidieron realizar una manifestación de escobas el día 28, en contra del intendente comisario. Ante el giro que iban tomando los acontecimientos, el juez Pavesi liberó el 17 de octubre al periodista, hecho que fue recibido con muestras de júbilo por toda la población. Inmediatamente se realizó una entusiasta manifestación popular en apoyo a Pedro Bravo. Entre los manifestantes figuraba u buen número de mujeres del gremio de vendedoras del mercado. Como el comisario negó permiso para que la columna desfilase por el lugar, la manifestación se hizo en la imprenta de “El Pueblo” que se llenó de gente de ambos sexos. Habló en representación de las mujeres la Srta. Paz para “aplaudir el movimiento de opinión y la solidaridad del vecindario de La Banda en defensa de las vendedoras expoliadas”.

(El Liberal). El movimiento continuó en resistencia al pago del impuesto municipal de sisa, y hasta tanto no les ofreciesen a las mujeres vendedoras una sombra o un reparo que las protegiese de las inclemencias del sol y del tiempo. Del sitio llamado “mercado”, las mujeres se trasladaron al centro socialista en manifestación, acompañadas de numerosos adherentes, que se sumaban continuamente a su paso. Al regreso ya era un gran gentío y Cordero, cohibido ante la unanimidad y la decisión del vecindario, no osó repetir la prohibición a la columna que, después de desfilar, se detuvo a aplaudir una media docena de discursos “con ají y pimienta contralos pulpos que chupan el sudor del trabajo ajeno y no quieren ni siquiera ofrecer una sombra para las mujeres que tienen que trabajar para sí y para los burócratas que las esquilman

(El Liberal, 19 de octubre de 1.908). La tensión aumentaba y las vendedoras se negaban a pagar el tributo de sisa. Cordero, juez y parte (intendente municipal que aplicaba el impuesto a cobrar y comisario de policía que conminaba el pago del mismo), ordenó al Sr. Paz Pinto (ayudante) que si no pagaban en el acto, llevase presas a todas las vendedoras. Éste se negó a cumplir, por falta de orden escrita. En respuesta, comenzó a organizarse de inmediato una gran manifestación silenciosa con escobas, para pedir el cambio de autoridades de La Banda. La presencia en la ciudad del Dr. Manuel Alonso, el 20 de octubre, dio margen a una nueva concentración. El viaje de Alonso respondía a un llamado del gremio de vendedoras para que las representase en las gestiones tendientes a la eximición del pago del impuesto. La columna de manifestantes, encabezada por las mujeres en conflicto, se trasladó a “El Pueblo”, en donde habla ron varios oradores. A las autoridades municipales se las acusó de no preocuparse por el bienestar de la población y de que todas las entradas invertían solamente para pagar $80 mensuales a un comisario cobrador de impuestos, $50 al secretario “sin labor de ninguna clase” y $60 o $70 al carrero que hacía mal el servicio de limpieza. Alonso se entrevistó con Cordero y el secretario Irurzun para discutir el tema que los convocaba, es decir la rebaja en los impuestos municipales: de 10 centavos para los patrones y 25 para los vendedores ambulantes en carritos, a 5 y 10 centavos, respectivamente. Finalmente se arribó a un acuerdo para que se cobrase de la segunda forma, lo que importaba un triunfo para las mujeres vendedoras, ya que el tributo de sisa quedaba reducido más del doble. El 28 de octubre de 1.908 asumió por segunda vez la gobernación de la provincia el Dr. Dámaso Palacio. Ese mismo día se anunció oficialmente la construcción del mercado de La Banda. Las primeras huelgas de mujeres, verduleras y puesteras de Santiago del Estero y La Banda, habían concluido con un rotundo triunfo.
Fuente:  www.academia.edu - Fundación Cultural Santiago del Estero

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