El reconocido antropólogo nos relata sus
vivencias sobre las investigaciones en el fuerte de Esteco, el mejor conservado
de la época colonial. Una reliquia que tiene todo por contar.
Tiene 75 años y es licenciado en Ciencias Antropológicas.
Estudio en la Universidad de Buenos Aires; en 1974 ingresó al Conicet. Es un
apasionado de la etnografía y autor de varios libros. Entre sus trabajos se
destacan entre 1962 y 1995 los que efectuó con grupos indígenas de Argentina,
Bolivia y Paraguay. Desde hace 14 años investiga el pasado colonial salteño en
las ruinas de la primera Esteco, en Anta y su sucesora denominada Esteco
"El Nuevo" en Río Piedras, donde actualmente realiza la trascendental
excavación de un fuerte.
¿Cuál es el avance de
la investigación de las ruinas de Esteco?
El elemento más significativo, que cambió todo fue el
hallazgo del fuerte de San Carlos. Su importancia radica en que la estructura
fue edificada en el centro de la ciudad, donde estaba situada una plaza. Esta
hecho completamente de adobe. Esto marcó un antes y un después. El fuerte fue
identificado en 2011, cuando observamos cuatro montículos que forman un
cuadrado, que estaban unidos entre sí por bordos o terraplenes. Es una
construcción magnífica, que demandó cuatro años de trabajo, se inició en 1666 y
se concluyó en 1670. Los muros alcanzan 1,60 metros de espesor. El elemento
principal para la conservación de los restos fue la intensa sedimentación que
cubrió los torreones y actuó de protección. Las excavaciones permitieron
establecer que se trata de paredes de adobe de 3,10 de altura en los torreones.
No hay paredes de adobe en Sudamérica de esa altura, tan bien conservadas de la
época colonial.
¿Quienes los
acompañan y colabo ran en la investigación?
Me acompaña una arqueóloga de mucha experiencia, Damiana
Curzio, las licenciadas en Antropología de la Universidad de La Plata, Ana
Paula Porterie y Julia Simioli y la metanense, Alicia Palacio. También
participan estudiantes de antropología de La Plata y de Salta. La denominada
oficialmente Nuestra Señora de Talavera de Madrid había sido construida en 1609
y fue destruida por un terremoto, ocurrido el 13 de septiembre de 1692, suceso
que dio origen al culto del Señor y la Virgen del Milagro. La legendaria urbe
constituye uno de los grandes misterios del pasado colonial salteño. Estaba
compuesta por 49 manzanas y fue fundada por el gobernador Alonso De Ribera.
¿Cuál es la
importancia del hallazgo y de la investigación?
Esa ciudad estaba en los orígenes de la historia salteña.
Fue creada para defensa del camino que unía el alto Perú con los territorios
situados al sur. Cuando se fundó la segunda Esteco, en 1609, los indios del
Chaco ya habían adoptado el caballo y lo utilizaron con eficacia, cada vez más
creciente, en sus excursiones depredadoras contra las poblaciones fundadas por
españoles. Esa situación, sumado al mal clima y las enfermedades, entre otros
factores, hicieron que la ciudad fuera decayendo y empobreciéndose. Terminó con
casi ninguna importancia para la economía regional y se la mantuvo sobre todo
como su función de ciudad fortaleza, una especie de vanguardia que protegía a
Salta y a Jujuy, porque el oeste andino ya había sido conquistado.
¿Qué opina de las
leyendas populares sobre una ciudad rica que fue destruida por un castigo
divino?
Esa es una leyenda explicativa que se origina del pavoroso
espectáculo de una ciudad destruida por un terremoto. En rigor, es una versión
americana del episodio bíblico que está en el génesis de la destrucción de
Sodoma y Gomorra. Esa creencia está muy difundida regionalmente. Pero en
realidad ésta era una ciudad en decadencia. En el momento del terremoto
quedaban 15 o 20 vecinos, más unos 20 soldados que formaban la guarnición del
fuerte. Según los documentos de la época, el fuerte resistió el fenómeno natural
y los soldados permanecieron ahí. Los vecinos se fueron a localidades vecinas.
¿Esas ruinas
sufrieron saqueos a lo largo de los años?
Mucha gente de la zona tiene objetos que provienen de
Esteco, como tijeras, candeleros, botones, y fragmentos de cerámica, entre
otros. Era una ciudad pobre, circulaba como moneda la tela de algodón y por
ejemplo, con eso se pagaba el sueldo del gobernador. Pueden haber encontrado
algo de oro en el lugar, pero no hay un tesoro escondido.
¿Cuáles son las
expectativas de la investigación?
Este es un sitio arqueológico muy grande y
complejo. Con estructuras más o menos bien conservadas. La ciudad llegó a tener
49 manzanas según el plano. Nosotros hemos puesto al descubierto parte de uno
de los muros del fuerte, uno de sus torreones, una edificación que podría ser
una vivienda y ahora estamos excavando una construcción con paredes de adobe de
hasta 1,80 metros de alto que parece corresponder a lo que era la iglesia
parroquial. Avanzamos con mucho cuidado para no dañar las estructuras. Después
de cada campaña se cubre con estructuras de palo de quebracho y bobo, como si
fuera un rancho, eso se recubre con silo bolsa para proteger a los hallazgos de
la lluvia y evitar que se degraden. Es algo muy simple y eficaz. La idea es que
en el lugar en el futuro se construya un parque arqueológico, que incluya un
museo de sitio. El horizonte de nuestro grupo es limitado porque es muy grande
y las posibilidades de proteger un número mayor de estructuras no está a
nuestro alcance en la actualidad. Si alguna institución nacional o provincial
se interesa por esto, serán más extensos y profundos. Nuestros recursos no son
suficientes. Fuente: www.eltribuno.info
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