Una gran cantidad de mitos rodeaban la
existencia de esta ciudad colonial que desapareció luego de un terremoto a
fines del siglo XVII. Historiadores aseguran que una de las ciudades más
prósperas del norte argentino, aunque algunos había llegó a asegurar que nunca
había existido. Ahora, un equipo de arqueólogos de la Universidad Nacional de
La Plata realizó encontró estructuras que permiten identificar la localización
exacta del poblado. Aseguran que es uno de los hallazgos arqueológicos más
importantes de los últimos 200 años.
Los estudios preliminares y las excavaciones fueron
realizados por el equipo de expertos del etnólogo e investigador principal del
CENEXA y del CONICET-UNLP, Alfredo Tomasini, en estrecha vinculación con la
Dirección de Patrimonio Cultural de Santiago del Estero.
La historia de esta Esteco comienza en 1566, cuando el
gobernador de Tucumán, Francisco de Aguirre, partió con un grupo de soldados
para fundar Córdoba. Pero, en el camino, las tropas se sublevaron. Mandaron a
Aguirre enjaulado a Charcas, en la actual Bolivia, y fundaron un poblado,
aunque sin respetar las leyes de la época. Lo llamaron Cáceres, que era la
procedencia de uno de los cabecillas de la revuelta.
“Al año siguiente, la
Audiencia de Charcas, mandó a refundar la ciudad, pero con todas las de la ley”,
explicó tiempo atrás Tomasini que desde hace años está buscando las ruinas de
la ciudad enterrada y agregó: “Le
pusieron Nuestra Señora de Talavera, aunque siempre se la conoció como Esteco”.
Lo que comenzó como un caserío no tardó en crecer y se hizo
ciudad. Pocos años después, Esteco tenía un hospital y tres iglesias. Incluso,
el único cirujano de la gobernación de Tucumán vivía allí y también el que
quizás haya sido el primer artista pintor que habitó nuestro país, llamado
Rodrigo Sas.
Gran parte del progreso de Esteco se debió a su ubicación, a
orillas del Salado. La Ciudad era paso obligado para todos los que iban desde
el Norte hacia el Sur. Mientras, en sus tierras crecía maíz, trigo, cebada y
legumbres. También había viñedos y algodonales. La principal fuerza de trabajo
eran los indios encomendados a los españoles para ser convertidos a la fe
cristiana, que en realidad eran tratados como esclavos.
Pero la naturaleza condenaría a la floreciente Esteco. El
río Salado comenzó a retirarse y hubo que hacer una acequia, un canal por donde
se conducen las aguas. Además, el suelo extremadamente salitroso dificultaba el
mantenimiento de las paredes de las casas, que eran de adobe y se desmoronaban
una y otra vez. Nuevamente eran los indios los que cargaban con la peor parte
del trabajo. “La mortalidad de indígenas
fue tan grande que desde España se emitió una cédula real, pidiendo
explicaciones por el maltrato”, recordó el etnógrafo de la UNLP.
No se sabe con exactitud la razón, pero a fines del siglo
XVI se decidió el traslado de Esteco a otro sitio. La nueva ciudad fue
construida en 1609 y recibió la misma denominación. Como si se tratase de un
maleficio, la nueva Esteco fue destruida por un terremoto ocurrido el 13 de
septiembre de 1692 y enterrada para siempre.
El suceso que dio origen al culto del Señor y la Virgen del
Milagro y se generó diversas leyendas entre los pobladores. Al tiempo los
emplazamientos de estas ciudades se volvieron un misterio para los
historiadores.
“Podemos decir que
encontramos esas ciudades, Esteco uno y Esteco dos, situadas en los
departamentos salteños de Anta y Metán, a una diferencia de 80 kilómetros una
de otra, y sobre una misma línea”, aseguró el director de Patrimonio
Cultural de Santiago del Estero, Marcelo Ahumada, quien calificó el hecho como
“el descubrimiento arqueológico colonial
más importante de los últimos doscientos años”.
“Se ha descubierto un
fortín que tiene una pared de 3,10 metros de alto, de adobe, por 1,20, que es
la pared oeste. Esto es muy importante porque hasta el momento todos los
descubrimientos arqueológicos que se hicieron eran elementos; no estructuras
arqueológicas. Lo que se ha descubierto son estructuras coloniales”,
expresó Tomasini.
“El gran misterio
hablaba de que la maldad y la vileza de los habitantes que vivían en Esteco
hacían que se profetice su destrucción. Y ocurre el terremoto el 13 de
septiembre de 1692 que hace desaparecer Esteco. Y hasta ahora esa ciudad no
existía, estaba desaparecida, tanto que hasta han llegado a negarla”,
aseguró Ahumada.
“Pese a que en las
ruinas no queda un solo ladrillo en pie, quienes viven en la zona afirman que
aún suenan las campanas de las iglesias y que, en ocasiones, todavía se escucha
el canto de los gallos al amanecer”, aseguró Tomasini y agregó: “Todos coinciden en señalar que cuando se
recorren las ruinas se oyen los ruidos de un perro que ladra y jadea, pero
jamás se deja ver.”
Fuente: infoblancosobrenegro.com
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