En una época en la que el folklore vive los comienzos de su difusión masiva, de la mano de grandes cultores y estudiosos como fueron don Andrés Chazarreta, o grandes intérpretes como don Sixto Palavecino, el nacimiento de grupos dedicados a la interpretación de música folklórica norteña. . tuvo una explosión demográfica, por decirlo de alguna manera.
Cabe recordar que, de esos años, finales de los cincuenta y principios de los sesenta, datan grandes conjuntos como Los Fronterizos, Los Chalchaleros, Los Cantores del Alba, Los Tucu-Tucu, Mercedes Sosa o Los hermanos Abalos, entre otros, que supieron. perdurar en el tiempo y en el gusto popular.
La constante, la formación básica, solían ser dos o tres guitarras y un bombo. En algunos casos se sumaba el acordeón, en otros el violín y raramente un piano, como en el caso de Los Hermanos Ábalos, y las canciones giraban en torno a lo costumbrista ya las vivencias de los hombres de campo. De ahí que la mayoría de los grupos y solistas optaran por las vestimentas gauchas en diferentes y distintivas combinaciones, lo que dicho sea de paso sirvió para que el hombre de campo se sintiera plenamente identificado con esa corriente musical y terminara adoptándola como propia.
Santiago del Estero, una de las provincias argentinas más ricas en tradición folklórica, ha dado y sigue dando muchos nombres grandes a nuestro patrimonio cultural. Ubicada en la región noroeste, con un clima mayormente seco y un desarrollo industrial relativamente bajo, tiene como característica la poca concentración urbana. Las gentes se distribuyen a lo largo ya lo ancho de la provincia en pequeños pueblos y ciudades, con economía de subsistencia la mayor parte, lo que da lugar a la proliferación de cantores y músicos.
Quizas, como alguien dijo, la riqueza musical de Santiago sea la expresión de una multitud de soledades. Lo cierto es que recorrer sus caminos es andar siempre con un son de bombos y guitarras a las espaldas. En cada pueblo, en cada sembrado, en cada boliche, hay siempre alguien templando seis, cinco o cuatro cuerdas. En cada campamento hay un Shunko persiguiendo una esperanza, una renovada promesa nunca cumplida pero que algún día ha de llegar.
Dentro de esa corriente, en Santiago del Estero allá por el año '59, el 'Negro' Onofre Paz y Leocadio Torres se juntan para hacer música. De esa unión nace el dúo que sería la raíz de Los Manseros Santiagueños, uno de los grupos más prolíficos del folklore nacional y que aún hoy, cincuenta años después, siguen cantando y publicando material nuevo dentro de la misma rama musical en la que nació, aún después de haber recorrido medio mundo y de haber visto que el folklore también puede incorporar un saxo, por ejemplo, como ha ocurrido a partir de la década pasada, cuando los jóvenes valores terminaron de tomar la posta de sus mayores.
Los Manseros Santiagueños llevan 53 años sobre el escenario. Y la popularidad crece con el paso de los días. El viernes 13 de marzo, compartirán escenario con Abel Pintos, en el festival de la finca La Dolfina. El trabajo no se frena. Los espera Ojo de Agua, y vienen de cumplir una apretada grilla de presentaciones.
¿Se podría decir que este conjunto que nació con Onofre Paz y Leocadio Torres, está en su mejor momento?
-"Estamos pasando un muy buen momento. Parece que los festivales grandes como el de Cosquín y el de Jesús María recién están tomando conciencia de lo que significan Los Manseros. Antes cuando estaba Julio Marbiz nos presentaba como "el conjuntito folclórico", así nomás , como sin darnos mucha importancia Nosotros íbamos preparados para cantar media hora, y al final hacíamos dos o tres temas, y abajo. Igual que Falú, aunque hago mal en hablar de los muertos, pero nos saludaba diciéndonos "qué tal, cómo anda". changuito", como haciéndonos a menos. Pero los changuitos se han hecho hombrecitos..."
Onofre Paz, con el orgullo de mirar el camino recorrido, ese que los llevó a convertirse en uno de los conjuntos folclóricos más aplaudidos por el público, y respetado por sus colegas, comenta.
-"A la larga ha triunfado la raíz folclórica. El folclore que hacemos es con buenas letras y buena música. Y eso le gusta a la juventud ya la gente de la tercera edad, porque tenemos un público amplio que nos sigue".
Y hace el listado de todos los escenarios por los que anduvieron en lo que va del año.
-"Venimos de Tafí del Valle, del Festival del Queso; estuvimos en el del Cabrito, en Catamarca; en el de la Chaya, a La Rioja; en Córdoba, Loreto... Ahora estaremos en La Dolfina, después en Ojo de Agua , y seguimos".
Onofre Paz no oculta la felicidad de este tiempo de cosecha.
-"El sueño de Los Manseros nació cuando tenía 16 años. Me había presentado en un concurso folclórico organizado por una revista en Radio Belgrano y resulté ganador en la provincia. Elegían a un cantante de folclore ya otro de tango. Luego tenía que ir a competir a Buenos Aires, y Leocadio Torres (el otro fundador del conjunto) me había dicho: "Negro, si ganas, te acompaña a Buenos Aires, porque yo no había ido nunca y él sí. Y así fue. No se me despegó más. Y cuando perdí la instancia final, me propuso que creáramos Los Manseros. Anduvimos más de 30 años juntos hasta que por razones de salud dejó el conjunto y quedó como único dueño".
El recuerdo de esos primeros pasos con la guitarra en mano lo hacen caer en cuenta de las inevitables huellas que deja el paso del tiempo.
-"Leocadio se fue también de Los Manseros porque ya estaba un poco mayor. Los años no perdonan a nadie. Cuando empecé no me quedó afónico nunca. Cantaba día y noche. Ahora me tengo que cuidar de las cosas heladas. El helado no pruebo nunca, vino no tomo. Trato de cuidar la garganta que es mi herramienta de trabajo".
¿Los Manseros le han permitido disfrutar de la estabilidad económica?
-"En los últimos años sí, porque antes éramos conocidos, pero no había diferencia. En esta última época me pude comprar la casa, otro departamento, cambiar el auto, tener un cero kilómetro. Todo esto después de más de 40 años. Se lo agradezco a Dios, porque a la larga se dio. Ahora tenemos el gusto de decir cuánto queremos cobrar. Pero dicen que no somos careros, por eso quizás tenemos mucho trabajo. Los años no sólo le han acercado un buen pasar, sino la fidelidad. del público... A veces, me quedo pensando en lo que pasó, en el éxito o en el no tan éxito En el recibimiento del público, en el cariño que nos brinda... Ahora, mientras uno se está secando la transpiración. Cuando termina la actuación, viene la gente pidiendo la foto. Desde el escenario yo veo como tucu, tucus las luces de los flashes.
¿Qué consejo les daría a las nuevas generaciones?
-"En primer lugar hay que crear un estilo. Si es solista, dúo o un conjunto. Los instrumentos son secundarios, porque nosotros podemos poner una orquesta, pero el canto es el que marca el estilo. Y no hay que desanimarse. Hay que Sal de Santiago, porque si vos aquí nomás te van a conocer los de tu provincia, pero no en el resto del país. Es cierto que estás de que Dios está en todos lados, pero tiene la oficina en Buenos Aires. No hay que quedarse, porque a la larga esto da sus frutos. Ahí tiene el caso de Abel Pintos, con quien vamos a compartir escenario. Ese chico no imita a nadie, y es difícil triunfar con algo particular. embargo, él llegó. Yo me alegra mucho porque es argentino, y buena persona.
¿De los artistas nuevos a quién admira?
-" A Florencia Paz. Ella tiene mucho talento, no es porque sea mi hija. Pero yo trato de ayudarla en todo lo que puedo. A veces, nos toca actuar juntos, en el mismo lugar, y como ella va primero, a mí me gusta ir a escucharla Dice que no quiere ir tras de Los Manseros, y yo le digo no sos la única, hay muchos que no quieren ir detrás de nuestro".
Los Manseros Santiagueños no sólo tienen agenda con numerosas presentaciones por delante. También proyectos de un nuevo disco, que podrían llegar a grabar con Sony, según adelantó Onofre Paz. El origen internacional del sello discográfico lo invita a recordar la única gira que tuvo el conjunto fuera de la Argentina.
-"Fuimos a Estados Unidos gracias a Argentino Ledesma. Él cantaba tango y nosotros folclore. Nuestra primera presentación fue en Washington, con mucho miedo, hasta que salió uno del público y nos gritó: "Negro, canten la de Huaico Hondo". Eso nos hizo animar, agarrar confiancita. Hicimos varios escenarios, Philadelphia, Houston Y de ahí he quedado con ganas de volver, pero le tengo miedo al avión.
Fuente El Liberal
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