Por Ramon Carrillo
EL LIBERAL cumple ahora en 1948 cincuenta años de vida. El acontecimiento es un símbolo y un estímulo; un símbolo de ese periodismo, ab- negado y heroico de nuestros pueblos del interior y un estímulo para los hombres con alma de periodistas vocacionales que siguen luchando por engrandecer sus organizaciones y consolidar la noble función social y cultural de la prensa del interior. Quiero rendir el homenaje de mis recuerdos más caros a esa prensa, aun- que no se si EL LIBERAL figura actualmente entre la prensa grande o la chica, pero es indudable que es grande por su tradición y por los hombres que lo crearon y terminaron por transformarlo en una institución de Santiago. La prensa del interior se construye amontonando sacrificios con perseverancia y entusiasmo, en lucha cotidiana con las dificultades y la pobreza, batallando con los inconvenientes técnicos y también políticos. Por eso es la gran escuela en donde se han formado hombres que luego triunfaron en las actividades intelectuales más diversas, en la política, la función pública, el arte, la ciencia, la literatura o la cátedra universitaria; de esa escuela, egresaron los más grandes periodistas del país, y en cierta manera, de esa escuela de periodismo "hecho a pulmón" recluta sus mejores elementos la gran prensa de la Capital Federal.
*
Allá por el año 1921, siendo estudiantes de 2º año del
Colegio Nacional, resolvimos sacar un periódico, con carácter de semanario y el
que estas líneas escribe se designó a sí mismo di- rector de "El
Metido", que salió primero manuscrito y sin más lectores que los alumnos
del curso; pero luego, con la colaboración de Miguel Ángel Figueroa, (a)
"el loco Figueroa", muchacho talentoso y vivaz, la empresa resolvió
salir en letra de imprenta, y aumentar su tiraje, utilizando por supuesto que a
escondidas de don Juan Figueroa y de don Ruperto- los elementos de EL LIBERAL,
clandestina- mente puestos a nuestro servicio por el "loco Figueroa"
y, el cual, como hijo del dueño del diario, tenía entrada libre a los talleres
Allí nos pasamos muchas noches "componiendo" a mano nuestro diario.
Hacía la vista gorda el regente, cuyo nombre no re- cuerdo, pero que le respondía
fielmente al "loco Figueroa". El periódico salió hasta con un
folletín policial, de una novela complicada e interminable, a la cual el
suscripto no le encontraba desenlace adecuado.
Apenas "en la calle" el primer número, a raíz de
una serie de consideraciones un poco venenosas, fuimos clausurados,
violentamente por don Baltazar Olaechea y Alcorta, rector del colegio, uno de
los aludidos en el editorial. Don Juan Figueroa y mi padre tomaron la
intervención del caso y la edición fue secuestrada, pero como ocurre con los
"periodistas de fuste" como decía don Juan, intentamos salir de nuevo
subrepticiamente con "La Tijera", redactado a máquina y parte a mano,
cambiando de orientación al periódico y haciéndolo un poco más oficialista con
respecto a autoridades y profesores del colegio. Al final, la empresa fracasó
por falta de colaboración de los colegas de redacción que sin mayor vocación
periodística, advertidos de lo ocurrido, no pensaban seguir arriesgándose en
una tarea tan lírica y complicada, por añadidura.
¿Qué hombre verdadero periodista o de escritor no puede
relatar una anécdota semejante? Muy pocos, segura- mente, pues el sentido de la
letra de imprenta, es un verdadero instinto, que hasta debe tener un centro especial
en el cerebro, pues se manifiesta precozmente, como ciertas taras hereditarias.
Posteriormente nuestras actividades periodísticas encontraron
un cauce un poco más orgánico cuando mi padre, director de "El Siglo"
me permitió actuar como cronista, "micro- cronista" por supuesto,
pues mis pre- tensiones a los 14 años no podían ser más exageradas; sin
embargo, después de emprenderla con la crónica social llena de puntos
suspensivos, la policial y la deportiva, bajo la terrible supervisión
gramatical de mi padre -que en la materia ejercía una verdadera dictadura- pude
deslizar algún editorial con la complicidad cordial de los redactores
oficiales, principalmente Darío Patrizi, y de los malogrados Car- los Izaguirre
y Marcos Argañarás. Este último por razones de familia, me permitió también
algunas incursiones en su diario "La Mañana" creo que se llamaba así.
Estaba también "Masita" Reynoso, popular, jugador de fútbol y
cronista policial, con estilo "sui generis", que bien cultivado y en
otro ambiente hubiera tenido éxito, pues jugaba bruscamente como cronista igual
que al fútbol, Empalmo ahora con mi
verdadera iniciación pública en el periodismo, cuando en 1923, siendo alumno de
5º año del Colegio Nacional escribí para el número extraordinario de EL LIBERAL
un ensayo social y biográfico titulado "Glosa de los humildes", un
verdadero adelanto intuitivo de la doctrina peronista. Allí impregnado de
sueños literarios y del romanticismo propios de los diez y seis años, volqué mi
emoción en defensa de los hombres del pueblo, de los servidores humildes,
clamando por una ley de amparo a la vejez. Para documentar el drama de los
humildes, redacté una serie de biografías tomadas directamente de la realidad,
de la vida sacrificada y sufrida de hombres modestos y ejemplares. En esa
emergencia tuve de asesor a Enrique Almonacid actual director de este número extraordinario
de 1948 y director también de aquel número extraordinario de 1923, hecho que
prueba por lo menos la constancia de este gran amigo, con sus amigos y con las
cosas que ama, por más que a fuerza de ser poeta haya publicado su magnífico libro
"Palabras de Inconstancia". ¡En algunas cosas es constante el amigo
Almonacid, entre otras, con EL LIBERAL!
Decía en aquel entonces, palabras que hoy 25 años después-
volvería a firmar complacido, tales como las siguientes:
"Acabamos de ver como estos hombres tan meritorios y
sobre todo tan "viejos han trabajado honrada y fiel- "mente. Han
encanecido en el puesto, sin ascender en 50 años ganando apenas para no vivir
miserablemente. Ahora, están enfermos y agotados; sus fuerzas no dan para el
"trabajo más liviano Como no existe jubilación, tendrán que trabajar hasta
que el destino no disponga "otra cosa".
"Los países europeos más adelantados y de población
obrera muy densa han dictado leyes protectoras del hombre, leyes que no son
sino un "reflejo de las nuevas orientaciones "sociales. Entre
nosotros, una ley general de esta naturaleza no es tan "imperiosa porque
la población obrera es escasa a diferencia de Tucumán, Mendoza y San Juan,
donde "la industria azucarera y vitivinícola "concentra una enorme
población "asalariada".
"Habrá que cumplir un alto deber "de justicia dando
el primer paso en "el sentido de amparar institucional- "mente a la
invalidez y a la vejez. "Conquista que ya es una bella realidad en muchos
países extranjeros "y que otros empiezan a acariciar como el complemento
de su cultura y "de su civilización".
Hace 25 años que escribí esas líneas y el país evidentemente
ha cambiado totalmente, sobre todo con la política social del general Perón.
Pero falta mucho por hacer: hasta tanto no se implante el Seguro Social
Integral para toda la población argentina, no se habrá realizado aquel sueño de
mu- chacho del año 1923. He propiciado y escrito mucho como colaborador del
general Perón- sobre seguro social en especial en lo que éste se vincula con la
invalidez y la enfermedad. He estudiado y reflexionado largamente, buscando la
forma técnica y financiera para crear la seguridad social en nuestro país, en
el sentido de Beveridge e incluso he redactado un proyecto que lo considero
imperfecto sobre todo en los aspectos de su financiación.
Hasta aquí el autor de la "Glosa de los humildes",
de 1923, hoy en 1948 en plena edad madura, viviendo y pudiendo realizar algo
por aquel ideal juvenil.
Escribo estas líneas al correr de la pluma, y sin ninguna
pretensión literaria, como quien descansa de sus preocupaciones diarias
recostándose en ese mundo de recuerdos
de la infancia y de la adolescencia, que a todos los hombres nos hace felices ingenuamente
felices. He querido recordar mi primera aventura de ensayista, social y política,
social sobre todo, porque aquel tema de los humildes fué siempre algo que
tocaba mi corazón y la primera aventura jamás se olvida, por eso nunca olvido a
EL LIBERAL.
Después del paréntesis, de ese prolongado paréntesis,
afectivo e intelectual que supone la carrera universitaria y el tecnicismo
deshumanizado, nos volvimos a encontrar nosotros mismos, cuando el general
Perón lanzó a país sus ideas, El hombre de laboratorio, el investigador y el técnico,
que durante tantos años se había abstraído y alejado un poco del mundo, de
repente levantó la cabeza de sus abstracciones y se encontró con el muchacho de
diez y seis años, que allá en Santiago, había salido una vez con la lanza en
ristre en defensa de los humildes. Cuando por primera vez hablé con el coronel
Perón en 1943, no fue el profesor universitario el que se entusiasmó con las
ideas del gran hombre que tenía al frente: fué el adolescente y obscuro
colaborador de EL LIBERAL, de 1923, el autor de la "Glosa de los
humildes", que veinticinco años después retomo el hilo de aquel
pensamiento con el más decidido propósito de servir a los humildes, a sus
amigos de la infancia, a aquellos que durante tantos años fueron el pueblo
olvidado y desconocido Buenos Aires, 3 de noviembre de 1948.
Número del Cincuentenario * EL LIBERAL * 1898 - 3 de
Noviembre
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