La leyenda de la salamanca es general en toda la Provincia. No hay apenas lugar, donde la gente no crea ver o sospeche la existencia de una salamanca.
En el paraje de Tilingo, distante dos leguas de Atoj Pozo (Majadas), Dto. San Martín, escondida en el sitio más enmarañado del antiguo río Huaycondo se encuentra una salamanca, la cual, en ciertas noches, deja oír su música diabólica (CCXVI).
Los habitantes de Tacanitas Dto. Pellegrini afirman que existe una salamanca al Este del Puesto llamado Hoyo Pozo, distante de Tacanitas 566 leguas. Dicen que a altas horas de la noche se oye una música perfecta de violín y bombo, asegurándose, además, que un hijo del dueño de ese puesto, por su vida montaraz y costumbres, tiene compromiso con el diablo (CCXIX).
En el Dto. Guasayán hubo salamanca en los parajes: La Chilca, El Rodeo, Pampa Pozo y Guampacha (CCXVII). También existe una salamanca en Maquijata, Dto. Choya; en Manogasta, cerca de Tuama, en un "pozanco" que se llama Pozo Komer; en la Cañada Larga, a 3 kilómetros de Villa ojo de Agua; en la Cañada de la Costa, Dto. Río Hondo, bajo la barranca, donde hay un árbol y una vertiente; y en Sotelos, camino de La Zanja y sobre el río Salado, frente de Azogasta y cerca de Guaype.
Según la leyenda la salamanca es un lugar diabólico, donde el "supay" enseña sus artes, donde las brujas efectúan sus reuniones tres veces por semana y donde acuden los que se inician en la práctica del maleficio o los que van a aprender toda suerte de maña, destreza o habilidad.
A la salamanca concurre, según la imaginación popular el famoso cantor o guitarrero o bailarín del pago; la moza que enamora; la vieja bruja que prepara los "gualichos"; la curandera; el bravo domador o cazador; el que "piala" con destreza; el corredor de las carreras; y todo aquél que de un modo u otro se ha destacado en la pelea, en el amor o en su trabajo. Por lo general, la Salamanca es un lugar oculto entre los. breñales, de difícil acceso, cuya entrada conduce a una curva amplia y lóbrega. Allí se baila, se hace música, celebran aquelarres y orgías. Las viejas y viejos se transforman en jóvenes, los enfermos curan, la fealdad se cubre de hermosura.
Pero para entrar es preciso armarse de un gran valor. Completamente desnudo, el neófito, hombre o mujer, debe introducirse a la Salamanca con un iniciado. A la entrada de la caverna existe un Cristo "cabeza abajo" al que hay que pegar y escupir. Ya en el recinto subterráneo, se ven animales muy repugnantes y asquerosos: arañas peludas, sapos y escuerzos de gran tamaño, ampalaguas, víboras y umucutis, ante los cuales debe el iniciado permanecer impasible "aunque las víboras se le envuelvan en el cuerpo". Si ha podido vencer la repugnancia o el miedo que tales animales producen, es sometido a nuevas pruebas, y al final, si resulta vencedor, el neófito "puede pedir lo que quiera". En caso contrario, se vuelve loco al salir.
Como entretenimiento, durante la reunión, se hace música con bombo, violín, guitarra y arpa; se queman cohetes de estruendo; y se celebran bacanales que duran toda la noche.
Es creencia general que la música de la Salamanca sólo deja de sonar cuando alguien se arrima a la cueva y que los animales que pasan por cerca de ella se "espantan" y huyen des pavoridos (CLXI), (LXXVI), (VI), (LXXXIV).
Fuente: El Folklore de Santiago del Estero, Orestes Di Lullo
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