Por Roberto Vozza
La frase en cuestión le puso al encuentro interprovincial deportivo
un justo rótulo que habría de mantenerlo durante muchos años ante cada
convocatoria.
González, gran propulsor del baloncesto, lo calificó así por
“tener un carácter netamente nacional y ser un símbolo de argentinidad y
mancomunidad nacional”. Y no estuvo equivocado porque graficó virtualmente lo
que cada provincia aportaba en su presentación: autenticidad, esencia e
identificación.
Con el tiempo, ello quedó patentizando. Y Santiago mostró lo
suyo: el folklore. Según datos y testimonios que se han podido recoger, esa
simbiosis de basquetbol con chacareras y zambas identificando la santiagueñidad
tuvo estas expresiones preliminares.
En 1947 en Capital Federal. En el Luna Park donde se disputó
el torneo, sonaba un bombo santiagueño ejecutado por Gabino “Chichí” Montiel,
quien hasta se animó una noche a cruzar la cancha y lograr que el entonces
presidente Juan Domingo Perón allí presente estampe su firma en el instrumento.
Durante los partidos que jugó Santiago su hinchada entonaba
temas del cancionero folklórico argentino. Estaba de moda la zamba “Debajo de
la morera”. El público porteño pedía entonces a los santiagueños que canten
“Debajo de la parra” confundiendo el título original de la composición
Santiago fue eliminado en semifinales por Capital Federal.
Cuando terminó el partido Julio Argentino Jerez con un bombo cantó “Añoranzas”
al momento en que el plantel provinciano dejaba la cancha.
1949- La Rioja. En la perdidosa final contra Santa Fé, el
público riojano estaba en contra de Santiago. La parcialidad santiagueña
entonces alentó a su equipo entonando la Zamba de Vargas que irritó a los
riojanos, temiendose por incidentes.
Córdoba 1954- En el plantel santiagueño, uno de sus
integrantes, Dante “Zoco” Acosta fue ejecutante del bombo y cantor de temas del
acervo folklórico santiagueño.
El ingreso de Santiago al campo de juego se hacía con el
instrumento en manos del mismo jugador que está fotografiado así.
La madrugada de la despedida, sin clasificar para las rondas
decisivas, “Zoco” animó al plantel para mitigar la tristeza.
Jugadores cantores. A partir de 1957, Carlos Ríos, Gustavo
Chazarreta y Benjamín Arce, flamantes incorporaciones a la selección
provincial, hicieron gala de sus dotes interpretativas como cantores y
ejecutantes de guitarra y bombo. Ellos terminarían por marcar ese aspecto
distintivo en los combinados santiagueños cuando en los desfiles inaugurales de
los certámenes ingresaban con los instrumentos entonando zambas y chacareras.
“Anacananá”. Con este apelativo ganó popularidad en la
hinchada santiagueña quien fue un carismático ferviente seguidor del combinado
en los argentinos: “Joshela” Neder. El con su bombo animaba el juego de los
santiagueños en cada partido. El mote de “anacananá” provino justamente de los
compases de chacarera que le sacaba al instrumento a modo de graficación.
1968- Nace “La bandita”. A poco de disputarse en Santiago el
Campeonato Argentino, y en un marco de enorme expectativa local, un grupo de
integrantes de la Banda de Música de la Policía de la Provincia gestó la idea
de acompañar al representativo provincial en sus presentaciones.
La “mini banda” ingresaba a la cancha de Estudiantes Unidos
con un monograma de identificación y hacía sus interpretaciones a lo alto de la
enorme tribuna del estadio. Ello no solo le confirió un particular color a los
partidos preparatorios de nuestra selección, sino que animaba a los
espectadores. La integraban Rey Felipe Corbalán con bajo (fallecido); Ramón
Ciro García con trompeta (fallecido); Raúl Ignacio López con clarinete
(fallecido); Sebastián Storniolo con saxo; Raúl Felipe Corbalán (hijo de Rey)
con trompeta; Angelo Storniolo con trompeta; José Pallares con bombo
(fallecido); Angel Fulco con trompeta; Tomás Carabajal con trombón y el maestro
Natalio Leal Sequeira, segundo jefe de la Banda de Música, que ejecutaba el
bombo leguero, también fallecido.
Su repertorio se componía de tradicionales temas folklóricos
del acervo santiagueño, donde se destacaban con notoriedad la Zamba de Vargas,
la chacarera “Añoranzas” y el chamamé “El toro”.
En medio de esas ejecuciones adosó a modo de aliento y con
el acompañamiento en coro del público una marchita cuya letra decía…”suben las
papas, suben los limones… y de Santiago salen los campeones”…También acompañaba
el “ y ya lo ve, y ya lo ve… es Casimiro y su ballet”…
La “bandita” no solo que ponía tal original animación al
espectáculo deportivo sino que sus interpretaciones iban en consonancia con el
trámite del partido, siempre alentando a la divisa santiagueña.
En el estadio central donde se jugó el campeonato tuvo
ubicación a lo alto de la tribuna principal montada sobre tubulares, que daba
espaldas al Río Dulce.
Raúl Felipe Corbalán, ya retirado de su profesión de músico
aportó todos estos datos con una evocación por momentos muy emotiva. Apuntó que
su padre, Rey Corbalán, fue el promotor de la idea.
La fama de la agrupación y su significación su sumó al
acompañamiento a otras expresiones deportivas de representativos santiagueños.
Cuenta precisamente que acompañó al club Sarmiento de La
Banda en la disputa de un partido por el Regional de AFA en Catamarca que
terminó en incidentes teniéndolo como protagonista. “Nos dispersaron con los
bomberos”, recuerda.
Algo similar ocurrió con Central Córdoba en La Rioja.
“La bandita” fue durante su vigencia un mini emprendimiento
toda vez que para solventar los viajes vendía plazas a los aficionados o
simpatizantes, sea de basquetbol o futbol para viajar en el micro que
contrataba a la empresa Anelli.
Su vigencia se extendió a varios certámenes posteriores al de aquel 1968, con lo que dejó la impronta de un memorable aporte que hoy grata y emotivamente evocamos
Fuente: Patio Santiagueño
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