Por: José Luis Torres
Don Juan Simón y su esposa Florinda, ambos de origen palestino-sirio en 1921 atendían una confitería de su propiedad en la calle Absalón Rojas 145, ciudad de Santiago del Estero. Les costaba hablar fluídamente nuestro idioma castellano, eso los acompaño hasta el final de sus días.
Pero se entendían perfectamente con los parroquianos de su
negocio: allí se vendían bebidas y también comestibles, sitio frecuentado por
vecinos, paseantes, propietarios de caballos, payadores, cantores locales y de
otras provincias que además de pasarlo bien respetaban el horario de
permanencia.
Se abría tempranito: a las 7 de la mañana ya estaba Don Juan
abriendo sus puertas y doña Florinda cebando unos mates mientras ambos atendían
sus clientes hasta las 15 horas. Un pequeño alto para atender el hogar y sus
hijos, hasta que a las 7 de la tarde reabrían sus puertas que se cerraban a las
12 de la noche.
Algunos músicos y parroquianos, preferían dejar sus
instrumentos en el lugar hasta el día siguiente. Los hijos del matrimonio,
aprovechaban que sus padres descansaban para conocer esos instrumentos ajenos y
de a poco, animarse a travesear en ellos.
Tuvieron 5 hijos y por orden de llegada los mencionamos:
José (el mayor y letrista), Juan (más luego el bordonero del grupo), Juanita
(la voz cantora) y Ricardo el más chico. Juan tenía oído y facilidad para
aprender la guitarra, ya en 1932 se convirtió en centro de atención de los
parroquianos. Miguel se animaba a las teclas del bandoneón para desarrollar una
melodía y para 1933 ambos estaban encaminados, y con la audacia de su juventud
comienzan a poner música a las letras que desde 1928 venía escribiendo José, el
hermano mayor.
En 1934 se forma el
conjunto familiar con Juan en guitarra bordoneando, Miguel en bandoneón, José
letrista y guitarra base y Juanita Simón cantando, con el bombo a cargo del
pequeño Ricardito, y comienzan a actuar en la confitería paterna.
Muchos años después don Miguel recordaba el comienzo del
conjunto: “En ese momento queríamos comenzar a presentarnos en otros lugares,
le dijimos mi padre “Mire papá, queremos probar suerte y comenzar a actuar en
otros lugares, pero antes de eso queremos su aprobación, y la bendición”
No le disgustó la
idea, pero tenía una duda “Y como se va a llamar el conjunto” y mi hermano
mayor le responde “Bueno, si usted no se opone quisiéramos usar nuestro
apellido: Hermanos Simón” “Nó hijo, eso
no vá a funcionar con ese nombre, tienen que cambiarlo”. Nos miramos entre
nosotros y preguntamos “¿Y usted qué nos aconseja como nombre?” y muy
convencido nos dice “Sencillo pues: ¡Simón Hermanos!”, su criterio comercial
indicaba que esa era la fórmula para triunfar: como si fuera el título de una
tienda o almacén importante.
Finalmente aceptó nuestro pedido y en 1935 debutamos en el
cine Renzi junto a la compañía de música y danza de José Gómez Basualdo, con
quien hicimos giras hasta 1943 por Santiago y Tucumán”.
En 1936 don Juan y sus hijos inauguran un baile popular en
calle Independencia al 1400, con gran éxito y repercusión que en los carnavales
se convertiría como una de las famosas trincheras santiagueñas. En 1937
inauguran las primeras experiencias transmisoras de LV 11 y 4 años después ya
eran conocidos en toda la provincia.
Su trascendencia e
importancia logra que lleguen al disco en 1955 y el país comienza a cantar y
bailar con los Hermanos Simón. Grabaron varios LP., fueron entrevistados por la
Revista Folklore (la más importante y famosa del país) en varias ocasiones y
tienen registrado más de 120 obras propias o en colaboración con otros
compositores.
Seguía contando don Miguel y desgranando historias
desconocidas, hermosas para nuestros oídos. “Hace poco tiempo me escribió
Atahualpa Yupanqui desde París: me pedía que cuando fuera al cementerio le
pusiera una flor de uncle en la tumba de mi hermano José, en su nombre.
Yupanqui lo estimaba mucho, José tenía obras muy lindas que a don Ata le
gustaban mucho, además hubo una hermosa amistad con todos nosotros desde mucho
tiempo atrás cuando íbamos a actuar en Tucumán a “El rancho de Atahualpa”, un
lugar que llevaba su nombre pero él no se ocupaba de eso. Venía todas las
noches que actuábamos y se sentaba en nuestra mesa, nos contábamos
cosas".
Nosotros habíamos estrenado en 1953 actuando en Termas de
Río Hondo el recitado “Apología de la chacarera” escrita por Julio Argentino Jerez entre 1942 y 1945, y lo
seguimos haciendo durante muchos años en nuestras actuaciones. Una noche de 1964
actuando en Tucumán, Yupanqui nos decía que no había podido dormir pensando en
poesía que recitaba nuestro hermano José.
Llama a un mozo y le pide “Por favor ¿me puede alcanzar dos
hojas de papel y una lapicera?” y cuando se lo traen comienza a escribir lo
siguiente “Copia para el amigo José Simón, para que rece la copla cuando se
proporcione – y firma: Atahualpa Yupanqui 23 – IX – 65”. Esta poesía nosotros
la incorporamos a nuestras actuaciones, fue presentada luego por Santiago Ayala
“El chúcaro” en sus espectáculos y grabada por Leocadio Torres con Los manseros
santiagueños, dice así:
“Me está quemando en el pecho la copla de una vidala
y ando solo por el mundo no tengo bombo ni caja.
La vida es todo camino, todo recuerdo y distancia
y esta copla
consumiendo mi corazón en sus brasas.
Allá por sobre los montes la luna redonda pasa,
¡Ay si la luna pudiera, ay si la luna bajara!
Si la tuviera en mis
brazos tendría la mejor caja,
pa´ tinquiarla despacito mientras suelta la vidala.
Para cantarle a
Mailín, a Añatuya, a La Banda
Herrera, Suncho Corral, a Salavina y Barranca.
Y andar por todo
Santiago, con una luna por caja
después perderme en
el monte buscando la Salamanca.”
Alguien alcanza un mate que don Miguel sorbe despacito,
luego nos comenta “Nosotros comenzamos en 1935, 17 años antes que los Hermanos
Abalos, pero nos quedamos en Santiago”
Vuelve a inclinarse sobre su fuelle preludiando una zamba
que una parejita baila, otros de la rueda comparten chipaco al rescoldo, bajo
la sombra del viejo algarrobo del patio de don Miguel, el rugoso árbol
compañero silencioso testigo de tantas siestas de ensayar las melodías de sus
obras y componer bajo su sombra.
Hoy 5 de junio 2020, Miguelito nos manda fotos familiares y
del viejo algarrobo en el patio paterno, nos aclara “Tiempo atrás hubo una
tormenta con viento fuerte y lo ha inclinado, pero no ha caído”.
Miguelito conserva la poesía escrita original que don
Atahualpa Yupanqui regaló a los Hermanos Simón esa noche de 1964 en Tucumán.
Estos recuerdos y las fotos a se deben a la generosidad de Miguelito Simón a
quien he consultado periódicamente y aclarado todas mis dudas. Gracias
Miguelito.
Tuve la suerte de conocer el añoso y erguido algarrobo (hace 40 años) cuando cuando visitamos a don Miguel con el Oveja Montoya en 1980 y nos mostró orgullosamente su viejo compañero en el patio de la casa. Pero esa historia de 1980 y mi primer deslumbramiento con Santiago del Estero y su gente se las contaré en otro momento. José Luis Torres – Rosario, 5 de junio 2020
Fuente: Facebook
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