Foto: Retratando Silipica (facebook) |
A base de la abundante documentación que nos ofrecen las investigaciones etnológicas modernas, podemos aventurar algunos pasos en los secretos del alma olvidada de esta extraña fiesta.
Ante todo, es evidente su carácter agrícola, o mejor dicho, el sentido de la fiesta correspondiente a un primitivo culto del espíritu de la vegetación, que subyace en el fondo de su movido aparato actual.
Bastaría por de pronto tener en cuenta su precisa incidencia cronológica: a fines de diciembre, al entrar el verano. Es época de recolección de los más importantes frutos silvestres de la región y de la cosecha de algunas especies cultivadas.
Y ahí tenemos los "Arcos", la facticia avenida de árboles jóvenes de tallos desbastados, y apareados por las copas. ¿Cómo dudar de que nos encontramos en presencia de una representación del "bosque sagrado”, o del "árbol sagrado" o de los "arboles-mayos", que descubrimos en todos los cultos agrícolas del mundo?
Y del "arco" que forma cada pareja de árboles unidos por las copas, penden las "ichas", mágico fruto que rubrica simbólicamente la índole del emparejamiento y fertilidad de la conjunción. Pero tales "ichas" han sido fabricadas de más comestible y tienen a menudo, acaso siempre, forma de "rosca", o sea de corona; o de muñecos humanos o animales. El lugar donde aparecen colgadas, las formas que se les confieren y el destino final a que están sujetas, dicen claramente de su carácter de "panes consagrados", en los que esta corporizado el espíritu del árbol o de la vegetación.
Los "arcos " seria, pues, el símbolo o -representación- de las sagradas nupcias del dios y de la diosa, o el rey y la reina del bosque o de la naturaleza, y las "ichas" el fruto bendito de la mágica heterogamia.
La procesión de alféreces y promesantes por la alegórica avenida, que inicia la ceremonia, subraya sin duda el sentido de propiciación de la fertilidad que encierra esta primera parte.
Tras algunas ceremonia que consistían sin duda en danzas o carreras en torno al árbol, o en desfiles por debajo del arco, acaso acompañados de canciones u oraciones, uno de los indios o varios señalados para el efecto, o todos, se encaramaban al "árbol" o el "arco" para descolgar los frutos o panecillos pendientes en la parte más alta, los cuales eran luego compartidos por todos en una comida general.
Bernardo Canal Feijoo
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