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De César Cisneros de la Hoz.
Sgo del Estero, Argentina, 26 de octubre de 1991
Se fue un amigo, se fue un poeta,
por el camino que todos temen,
hoy le lloramos con chacareras
porque sus letras no hablan de muerte.
Fue un veinticinco del mes de octubre,
pocos minutos tenía el día,
cuando Jacinto, desde la cumbre,
de todo un pueblo, vio su alegría.
Tan empinada era la cima
que todo el pueblo lo vio en las nubes,
desde lo alto –voz peregrina-
eran sus versos plegaria y lumbre.
Era el milagro de verlo vivo,
con cuerpo y alma, antes del viaje,
en ese instante, con versos, dijo
que iba a otros rumbos para cantarles.
Su despedida estaba dicha,
nadie –siquiera- supo advertirlo,
quizás querías burlar la cita
y con nosotros hacer camino.
Era plegaria, toda sonrisa,
la gran propuesta de un mundo nuevo,
por eso, amante, nos ofrecías,
toda la magia de tu instrumento.
Era tu noche jamás soñada
pero esperada con mucha entrega,
por eso estaba muy bien templada
tu fiel guitarra, tu compañera.
Guitarra y hombre ya son un mito,
son la portada de una leyenda
y en el prefacio estás Jacinto
con cara india y melena negra.
Y fue amarilla la última tarde,
del mismo oro tu madrugada,
en el camino vos te entregaste,
cual tu costumbre, de cuerpo y alma.
Hoy tu guitarra no tiene el arte
del gran maestro que la pulsara
pero está alegre porque te sabe
“cantor de amigos y madrugadas”.
Todas sus cuerdas están intactas.
cuál es el duende que las afina,
siento la magia, Jacinto cantas
música nuestra, música viva.
Por vos sabemos que los amigos,
Si son amigos, jamás se mueren;
hoy te lloramos porque te has ido
pero en tus versos, a ratos, vuelves.
Jacinto Piedra, desde tus versos,
pides al hombre fuerza y coraje,
porque Santiago no muera lerdo,
triste y cansado, viejo y sin chance.
En una estrella estás regente
para alentarnos con tu guitarra,
vamos hermanos, Santiago tiene
en este mito puntas de lanza.
Alcemos todos brazos erguidos,
cual compromiso de gran templanza,
para ofrecerle al duendecillo
que hoy nos despierta, por fin, el alma.
Jacinto Piedras “sos” el ejemplo
que nos faltaba para animarnos,
en esa lucha de un tiempo nuevo
que pregonabas con letra y canto.
De madrugada, con oro y canto,
abriste puertas, divina magia,
en cada casa que has ingresado
se hizo el milagro de tu palabra.
“Santiago Piedra, Jacinto hermano”,
sea tu nombre feliz encuentro,
todos tenemos crespones blancos
en tu homenaje, Jacinto Pueblo.
Es que fue puro cada momento
que diste abrigo con limpias manos,
te diste entero para tu pueblo
faltando horas para dejarnos.
Por es creo que no son míos
estos pasajes con metro y rima,
son de tu pueblo, tu pueblo amigo,
yo soy apenas tu fiel escriba.
Jacinto Piedra recibe, entonces,
lo que santiago ya te debía
cuando esa noche te fuiste donde
muy claramente ya los sabías.
Y tu coraje te puso a prueba,
dejaste todo por compromiso,
fuiste al encuentro de tu gran cita,
pájaro errante de finos trinos.
En cielo y oro te recordamos
porque tus tardes, muy amarillas,
tienen la tinta de lo que has dado,
hoy es orgullo de tu familia.
Música y letra, guitarra y canto,
tienen ahora sabor distinto,
tu duende viene de rato en rato,
ya lo llamamos –también- Jacinto.
Nadie se anima a hablara de tiempo,
todos sabemos lo que ha pasado,
pero queremos, qué hermoso sueño,
que por tus letras perdure el canto.
Te fuiste donde más te gustaba,
hasta el caballo que, con Peteco,
en ancho cielo lo disfrutabas,
desde tu suelo allá en el tiempo.
Fuiste poeta de letra simple
y fantasías para imitarlas,
eso nos queda porque es la estirpe
que graba a fuego toda tu estampa.
Estás vigente, “sos” perdurable,
porque lograste comprometernos,
la lucha sigue en cada tarde,
con oro y cielo como tus sueños.
Y si aprendimos de tu palabra
que nuestro pueblo puede ser grande,
ya mucha gente porta las lanzas
de compromiso para apoyarte.
Todo tu pueblo está dolido,
hacen preguntas, buscan respuestas,
por ser tu escriba he comprendido
que este misterio ya está en tus letras.
Porque sabías tu corto viaje
en esta vida cruel y terrena,
vos entregaste todo el bagaje
de tu entusiasmo en chacareras.
Eres un sabio, a tu manera,
hoy comprendimos cuánto valías,
celeste y oro es la bandera
que identifica toda mi estima.
Celeste cielo por ser eterno,
solo te fuiste para otros pagos,
oro del “inti”, radiante sueño,
en cada siesta de tu Santiago.
Busco en la siesta, siento tu canto,
en tus lapachos veo guitarras,
ya no te escondas tras de sus tallos,
la chacarera, tus pasos marca.
Kakuy hermano, estás de fiesta,
porque jacinto se fue a cantarte;
yo sé que un día su alma viajera
podrá contarme que ya no hay hambre.
Hasta ese entonces, Jacinto Piedra,
to te prometo volver en versos,
porque vos sabes de canto y letras,
esa es la forma para el recuerdo.
Jacinto Piedra ven a mi mesa,
me quedan cosas para contarte,
puedes golpear las la hora que quieras,
tienes permiso para quedarte.
Mi casa es tuya, mi rima espera,
nada pretendo por ser tu escriba,
solo recojo las cosas nuevas
que te olvidaras en tu partida
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