Se sabe, Santiago vivió su tiempo legendario, en épocas no
tan lejanas. Apenas hay que dar vuelta para atrás unas páginas de la historia,
para encontrar algunas de las leyendas fundacionales de la provincia. Están a
la vuelta de la esquina. De las tres más importantes, el Linyerita de la
Belgrano y vías, el bulón de oro del puente Carretero y los túneles que salían
de la casa de Juan Felipe Ibarra, dos no han cumplido un siglo. Esto quiere
decir que están vivos algunos de quienes fueron testigos de esas leyendas. O
sus hijos, que si son ciertas las afirmaciones sobre las verdades de la
transmisión oral, vienen a ser testigos casi de primera mano.
El Parnaso santiagueño tiene sus dioses, semidioses, héroes,
mitos, próceres mayores y menores. Y sus antihéroes. Siempre, por supuesto, más
aquí de la Telesita, la Almamula y otros seres que poblaron estas tierras en la
prehistoria y que son justamente recordados por el folklore más antiguo. Y
algunos personajes anónimos que se colaron para siempre en la eternidad, con
algún gesto que hace que todavía hoy sigan presentes en el recuerdo popular.
Hubo un tiempo luminoso de la ciudad, recordado por vates de
la altura de Jorge Rosenberg o historiadores de vivencias, como Pedro Rojas
Cuozzo.
En la Urquiza y Belgrano había un puente y desde allí el
agua corría calle abajo hacia la Roca, recordando a todos que el pasado
campesino estaba a la vuelta de la esquina, apenas pasando el barrio de las
Catalinas. El estadio de Central Córdoba, en el que a veces las hinchadas
desean la muerte de los rivales, era el cementerio de la ciudad, barrio de
Cantarranas, según los memoriosos. Para el otro lado, en lo que hoy es pleno
centro todavía, Cachi Pampa no imaginaba las campanas de San Roque siempre
puntuales, llamando a misa.
Y en medio de ese Santiago que despertaba a
inventos modernos que al fin llegaban, un joven Vicente Gigli, tomaba
fotografías, inmortalizando para siempre una leyenda que, gracias a sus hijos y
sus nietos sigue vigente. Santiago sería mucho menos, si no se hubieran
levantado registros gráficos de lo que sucedía, porque la historia no es lo que
sucedió sino lo que se sabe que sucedió.
Fuente: revistaelpuntoylacoma.blogspot.com.ar/
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