“He visto con dolor,
sin salir de esta capital, una infinidad de hombres ociosos en quienes no se ve
otra cosa que la miseria y desnudez; una infinidad de familias que sólo deben
su subsistencia a la feracidad del país, que está por todas partes denotando la
riqueza que encierra, esto es, la abundancia; y apenas se encuentra alguna
familia que esté destinada a un oficio útil, que ejerza un arte o que se emplee
de modo que tenga alguna más comodidad en su vida. Esos miserables ranchos
donde ve uno la multitud de criaturas que llegan a la edad de pubertad sin
haber ejercido otra cosa que la ociosidad, deben ser atendidos hasta el último
punto”
“La lana, el algodón,
otras infinitas materias primeras que tenemos y podemos tener con nuestra
industria, pueden proporcionar mil medios de subsistencia a estas infelices
gentes que, acostumbradas a vivir en la ociosidad, como llevo expuesto, desde
niños, les es muy penoso el trabajo en la edad adulta, y son y resultan unos
salteadores o unos mendigos”.
“Se han elevado entre
los hombres dos clases muy distintas; la una dispone de los frutos de la
tierra, la otra es llamada solamente a ayudar por su trabajo la reproducción
anual de estos frutos y riquezas o a desplegar su industria para ofrecer a los
propietarios comodidades y objetos de lujo en cambio de lo que les sobra. (...)
Existe una lucha continua entre diversos contratantes: pero como ellos no son
de una fuerza igual, los unos se someten invariablemente a las leyes impuestas
por los otros. Los socorros que la clase de propietarios saca del trabajo de
los hombres sin propiedad, le parecen tan necesarios como el suelo mismo que
poseen; pero favorecida por la concurrencia, y por la urgencia de sus
necesidades, viene a hacerse el árbitro del precio de sus salarios, y mientras
que esta recompensa es proporcionada a las necesidades diarias de una vida
frugal, ninguna insurrección combinada viene a turbar el ejercicio de una
semejante autoridad. El imperio de la propiedad es el que reduce a la mayor
parte de los hombres a lo más estrechamente necesario”.
- Manuel Belgrano -
Imagen: Reproducción del retrato de Manuel Belgrano realizado en
Londres (1815) por el francés François Casimir Carbonnier
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