Su primer libro fue "La Victoria del Hombre", en 1903, aunque la consagración
habría de llegarle con "El País de
la Selva", de 1907, uno de los libros más representativos de la
cultura nacional; en 1909 publicó La restauración nacionalista, exhortando a
los argentinos a estudiar su pasado seriamente y a enseñarlo a toda la juventud
argentina; al año siguiente, Blasón del Plata apelaba místicamente al orgullo
nacional; luego, Argentinidad, que describía el proceso democrático del período
de la independencia y Eurindia, que enfatizaba la deuda cultural argentina a
sus herencias europeas e indígenas; es probable que su más importante
contribución haya sido su extensa Historia de la literatura argentina 4 v
(Buenos Aires, 1917-1922; 4ª edición, 9 vols. 1957); su biografía de José de
San Martín, El Santo de la Espada, apareció en 1933 y fue traducida poco
después al inglés; se lo considera el padre de la escuela literaria de los
nacionalistas; como liberal, también criticó "el egoísmo, la arrogancia y la indolencia, favorecidos por el exceso de
recursos nacionales" de la gente así como la corrupción moral general
y el soborno en el gobierno;
Doctor en Honoris Causa de varias universidades, decano de
la Facultad de Filosofía y Letras, rector de la Universidad Nacional de Buenos
Aires, es el nombre mayor que la intelectualidad santiagueña entregó al país.
Murió en Buenos Aires; en 1958, su viuda Julieta Quinteros donó su casa en
Buenos Aires (Charcas 2837) al gobierno; se la convirtió, con todo lo que había
dentro, en museo y biblioteca.
Poeta, historiador, ensayista, biógrafo, crítico literario y
profesor universitario argentino fallecido en Buenos Aires el 29 de julio de
1957. Humanista fecundo y polifacético, preocupado tanto por la historia de las
Letras como por la indagación acerca de la identidad nacional, dejó un valioso
legado crítico e histórico que le convierte en una de las figuras más
influyentes del panorama intelectual argentino de la primera mitad del siglo
XX.
Nacido en el seno de una familia provinciana perteneciente a
esa oligarquía arrinconada y empobrecida por su distanciamiento del floreciente
núcleo cosmopolita que comenzaba a ser Buenos Aires, el joven Ricardo Rojas
creció envuelto por una inquietud nacionalista que, en cierto modo, era fruto
de la necesidad de sentirse ligado -dentro de su forzada lejanía- a una
aventura histórica común. Estas circunstancias biográficas determinaron que,
tan pronto como sus innatas dotes intelectuales le hubieron inclinado hacia el
estudio de las humanidades, decidiera implicarse estrechamente en la corriente
ideológica que, hacia 1910, se extendió por toda la Argentina bajo el nombre de
"primer nacionalismo cultural".
Surgido al socaire de la celebración del primer centenario
de la independencia del país austral, este movimiento intentaba dar una
coherencia satisfactoria a una noción de nacionalidad que, en aquellos
momentos, tenía que incluir forzosamente a la población indígena y, sobre todo,
al populoso grupo humano de los inmigrantes y sus primeros descendientes
(nacidos ya en Argentina).
Dentro, pues, del ambicioso proyecto intelectual que se
propuso desarrollar Ricardo Rojas desde su faceta de pensador e historiador de
la literatura, la inserción de la población foránea que ya se sentía argentina
(y que compartía, con el resto de los habitantes de aquel territorio, un mismo
sentimiento de nacionalidad) constituyó una de sus principales preocupaciones,
a la postre resuelta por vía de la integración cultural. Así pues, en la obra
de Rojas la cultura (y, muy especialmente, una de sus más extendidas
manifestaciones: el fenómeno literario) se convierte en el elemento integrador
por excelencia, el que permite concebir la identidad nacional argentina como el
producto de un cruce de razas y procedencias muy diversas, y el que deja lugar
-bien es verdad que dentro de una escala jerárquica que recuerda su pertenencia
a la rancia oligarquía provinciana- a la inclusión, en un mismo concepto de
"nación", de indígenas y
emigrantes.
Lógicamente, este monumental proyecto del escritor de
Santiago del Estero no se desarrolló sólo por vía de la imprenta, ya que
Ricardo Rojas lo alentó y sostuvo en cuantos organismos e instituciones prestó
sus servicios. Fueron, en este sentido, ejemplares sus labores realizadas en
las universidades de La Plata y Buenos Aires -en donde ejerció la docencia en
calidad de profesor de Literatura y Filosofía-, y fomentó la creación de una
cátedra que habría de convertirse en un hito histórico dentro de la andadura
universitaria de la joven nación: la de Literatura Argentina. Además, impulsó
de forma decisiva la creación de un instituto de investigaciones que permitió
desarrollar numerosos aspectos de su propio proyecto y de otros objetivos
ajenos, y ofreció un vigoroso apoyo a la publicación de documentos históricos
relacionados con el pasado argentino, así como a la edición de obras literarias
de toda índole (aunque con especial atención a los clásicos universales y las
piezas emblemáticas del hasta entonces exiguo corpus libresco específicamente
argentino). Rojas fue, en efecto, uno de los responsables de la fijación del
Martín Fierro (1872), de José Hernández (1834-1886), como la piedra fundamental
de la identidad cultural argentina, dentro de una más amplia concepción del
género gauchesco como el elemento emblemático de una literatura específicamente
argentina, y opuesta -por esta misma especificidad- a lo que, ante el crisol
cosmopolita de las aportaciones de los distintos grupos de emigrantes, el
propio Rojas tildó de "babelización" del país. Cabe señalar, al
respecto, que todo su trabajo de reconstrucción histórica y análisis del
presente descansa en dos corrientes de pensamiento plenamente decimonónicas: el
romanticismo (patente en su apasionada búsqueda de las señas de identidad
nacional; en la valoración ética y estética de ciertos modelos
indiscutiblemente románticos -como el gaucho-; etc.) y el positivismo (que
confiere a su trabajo un acusado acento historicista, y una metodología basada
en la ordenación cronológica de los distintos períodos abarcados).
Sin duda alguna, la obra que mejor define todas las
características e intenciones del proyecto cultural de Ricardo Rojas es su
monumental Historia de la literatura argentina (Buenos Aires: La Facultad,
1917-1922), publicada en cuatro volúmenes y considerada la primera
reconstrucción histórica de las Letras australes propiamente dicha. A pesar de
su importancia como instrumento imprescindible para el estudio de la literatura
hispanoamericana, este valioso trabajo de Ricardo Rojas anuncia, ya desde su
explícito subtítulo (Ensayo filosófico sobre la cultura en el Plata), un
ambicioso objetivo que rebasa las meras preocupaciones del crítico literario
para adentrarse en profundas reflexiones acerca de la identidad cultural de la
nación.
El resto de su producción impresa se completa con otros
títulos tan notables como El alma española (Valencia: Sempere, 1907); La
restauración nacionalista (Buenos Aires: Ministerio de Justicia e Instrucción
pública, 1909); Blasón de Plata (Buenos Aires: La Nación, 1910); Los lises del
blasón (Buenos Aires: Martín García, 1911); La argentinidad (Buenos Aires: La
Facultad, 1916); Eurindia (Buenos Aires: La Facultad, 1924); La historia en las
escuelas (Buenos Aires: La Facultad, 1930); El radicalismo de mañana (Buenos
Aires: Rosso, 1932); El santo de la espada: Vida de San Martín (Buenos Aires:
Anaconda, 1933); Ollantay. Tragedia de los Andes (Buenos Aires: Losada, 1939);
Un profeta de la pampa. Vida de Sarmiento (Buenos Aires: Losada, 1945). Otras
obras suyas son El país de la selva y Archipiélago.
Además de estos títulos, Ricardo Rojas -cuya residencia
bonaerense se convirtió, después de su muerte, en biblioteca y museo- fue autor
del poemario juvenil Romance de ausencias, en el que son notables las
influencias del modernismo y el neo-romanticismo.
Fuente: Folclore del Norte
BibliografíaALTAMIRANO, Carlos: "La fundación de la
literatura argentina", en Ensayos argentinos, Buenos Aires: CEAL, 1983.
BECCO, Horacio Jorge: "Bibliografía de Ricardo
Rojas", en Revista Iberoamericana, Pittsburgh [U.S.A.], 23 (9158), pp.
335-350.
PAYÁ, Carlos-CÁRDENAS, Eduardo: El primer nacionalismo
argentino. Manuel Gálvez y Ricardo Rojas, Buenos Aires: Peña Lillo, 1978.
ZUBIETA, Ana María: "La historia de la literatura. Dos
historias diferentes", en Filología, Buenos Aires, XXII, 2, 1987.
Fuente: Publicado en facebook por Patio
Santiagueño
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