Por Pablo Gramajo
Era un mediodía de un día
cualquiera de primavera, las hojas flameaban en el pasar de la brisa, a la
mañana temprano, las gotas del rocío iluminadas por el sol, parecían lagrimas
en los pastizales, mientras el monte crecía sin que nos demos cuenta. Era un mediodía
cualquiera, la sombra del algarrobo flaca estaba, porque el sol iba lamiendo
con sus rayos, de aquí para allá nos corríamos con la silla, a lo lejos, el
fuego, mantenía el tizón prendido, o más bien el tizón mantenía al fuego
encendido, pero lo que era claro, la pava silbaba, para el mate amargo, el que
amortigua, el hambre cuando la comida no esta lista. Todo marchaba en su orden
o caos según sea.
Aunque parezca insólito la
historia que le contare, es casi verdadera, digo casi, porque es mágico este
lugar donde se vive.
Es una historia corta, rápida
como suceden algunas cosas, como cuando la muerte te viene a pechar,
irremediablemente, la vida se defiende para seguir siendo vida.
Los pollitos iban detrás de la
gallina, picoteando lo que encontraban en el suelo, el mate pasaba de mano en
mano, éramos muchos lo que teníamos hambre de pan, el de justicia siempre lo
tenemos, nadie había visto, al perro acercarse a los pollitos, salvo el gallo,
que se interpuso.
El perro miraba al gallo, el
gallo miraba al perro, mientras los pollitos con su madre se alejaban. Parecía
que todo iba a terminar ahí, pero el perro quiso mordisquear al gallo, en su
intento, le dio dos vuelta en el piso, parecía que todo iba a terminar ahí, el
gallo se puso de pie, días antes el mismo gallo, por una “feminista, sabrá de
dios de donde ha venido”, que viento la trajo a conocer la indiada, pero con
sus ojos occidentales, le insulto al gallo, -parece muy macho este gallo, no me
gusta.
Revolcado, lleno te tierra el
gallo, se pone de pie, mientras el perro fue a correr a las gallinas y a los
pollito y de nuevo se interpuso, sabrá el porque, por su condición natural, por
creerse macho, solo la naturaleza sabe de la naturaleza, empezó a patalear en
el aire, con unas de sus patas, lastimo el hocico del perro, y seguía
pataleando, hasta que retroceder lo hizo al perro.
La naturaleza sabe de la
naturaleza, y las personas de realidades, que le discursean las palabras y se
le interponen a la naturaleza, como el gallo al perro.
El macho será macho que en
naturaleza es otra cosa, lo que es en sí o lo que fue, es que el gallo
intervino para que no la coman a las gallinas y a sus pollitos y también a él.
La naturaleza sabe de la
naturaleza, la valentía de lo valiente. Que me disculpen si la naturaleza
ofende a las historias que afuera suceden. Pero esta es una historia, que como
historia queda en la memoria, es como la lucha necesaria cotidiana, aunque
sepas que morir puedes, al enfrentar algo mas grande, vale la valentía y el
testimonio.
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