En los primeros meses de 1911
Chazarreta insiste en la difusión por la imprenta y publica seis danzas
sueltas; la zamba de Vargas —nueva edición-Mañana de mañanita, chacarera; El
Gato (sin título particular); Flor del aire zamba; El Triunfo; El Escondido.
En esos primeros meses de 1911
Chazarreta se ha puesto a trabajar con ardor. Quiere presentar, como base del
espectáculo, un gran conjunto de instrumentistas. Las dificultades no son
mayores porque, desde algunos años atrás, Chazarreta está organizando y encabezando
reducidos conjuntos orquestales para bailes de sociedad
Chazarreta conocía ya casi todos
los músicos más aptos y, a base del arpista ciego Domingo Aguirre, y de
Baltasar Gallardo, también arpista y ciego, y con el concurso capital de
Eusebio More, cantor y violinista, y de Segundo Juárez, formó un conjunto de
diez o doce músicos que, por reemplazos o alternancia, llegaron a diez y siete,
en total, durante las actuaciones de ese primer año de 1911.
Había dos arpas, tres violines, un par de mandolines, tres guitarras,
un cajoneador...
Chazarreta ha sido consagrado de
antemano y la moral de sus artistas es muy elevada. El hermoso y flamante
Teatro 25 de Mayo abrirá sus puertas, y él imagina en el amplísimo escenario a
la humilde doña Narcisa, al humilde cieguito Aguirre, al humilde Nachi, a todos
los humildes del suburbio cantando y bailando chacareras y zambas. Pide por
nota el teatro al Poder Ejecutivo de la provincia y comprueba que los augurios
eran palabras y las facilidades pura ilusión, vano optimismo. El señor
Gobernador le negó el teatro porque la compañía santiagueña no era digna de su
ilustre sala. Para colmo —¡qué duro golpe, con todo hecho!— los diarios
publicaron la amarga negativa: "El Poder Ejecutivo de la Provincia no ha
hecho lugar a la solicitud"... "manifestando
que dicho coliseo está destinado para que actúen las compañías de primer orden
solamente" —reprodujo El Liberal.
Se presenta la Compañía de Danzas
El sábado 15 de julio de 1911 la
tensión llega hasta los extremos de la angustia en el teatro "Pasatiempo del Águila". Don Andrés
Chazarreta está resuelto a lanzar su compañía de bailes criollos contra el
desaire del señor Gobernador —que le negó el nuevo teatro— y desafiando los
sombríos pronósticos del fracaso y la silbatina. Un diario ha dicho —repetimos—
que "no hubo una sola opinión emitida con franqueza sobre su éxito".
Chazarreta le dijo al autor de estas líneas en 1935: "Algunos profesionales me aconsejaban que desistiera, porque el público
me iba a silbar."
Si concurrían pocos y los pocos
silbaban se produciría a un tiempo mismo el desastre artístico y el desastre
económico. El abono a las tres funciones había dado incierto resultado. Ahora,
sábado, la boletería estaba abierta desde la mañana. Chazarreta no pudo más y
fue al teatro. ¡Gran Dios! No cree lo que ven sus ojos ni lo que oyen sus
oídos. Palidece, se transfigura... Cada hora que pasa...
Dejemos que lo diga el diario El Siglo del día 17:
"El sábado a medio día ya se podía ver claro, teniéndose en cuenta las
numerosas localidades que hasta esa hora se habían vendido; pero aun los mismos
que estaban al tanto de la venta de localidades, han experimentado una
verdadera sorpresa a la hora de la función, viendo el teatro Totalmente lleno,
así como suena, con T mayúscula, desde el paraíso hasta el último rincón de la
platea, donde habían algunos espectadores parados por falta de asiento, que
querían presenciar el debut a toda costa."
Por fin —término de tantos
trabajos y de tantas desazones— a las 21.20 se levantó el telón del "Pasatiempo del Águila" y apareció
la compañía en cuadro vivo. Los diez y seis bailarines en traje de carácter,
formaban en parejas, algunas sentadas, en dos filas; atrás, de pie, la dilatada
hilera de músicos. Al fondo, la escenografía a base de un rancho, la "troja" y el quimilí santiagueño,
creación del pintor Luis Fraternalli.
Apenas el telón asciende lo
necesario para que se reconozca el cuadro se produce "una estruendosa manifestación de aplausos y vivas". El
entusiasmo había caldeado el ambiente a tal extremo, que se oyeron oleadas de
aplausos aun antes del comienzo. El público quiso ver de nuevo el cuadro, pero
ya se habían desorganizado adentro.
Parece que se altera el plan y la
velada se inicia con las películas que debían complementar los actos.
Después empiezan el esperado
programa. La orquesta toca la "Zamba
de Vargas" y ejecuta la coreografía una pareja no identificada. "En la primera vuelta de baile, la pareja se
notaba un tanto cohibida y dudosa del desempeño de su papel —dice el cronista
de El Siglo—; pero las salvas de aplausos y palabras de aprobación que le
tributó el público al terminar, hicieron que en la segunda vuelta "largara
el rollo"... "El público
aplaude y grita: ¡Bien! ¡bien! ¡repita! ¡que repita! y siguen los aplausos
hasta que otra pareja baila la misma zamba terminando cada vuelta en medio de
delirantes manifestaciones de júbilo."
Hacemos notar que en la ciudad de
Santiago del Estero, en 1911, la más elemental nomenclatura del baile criollo
era casi desconocida. El cronista cree que no puede decir simplemente "la primera", sino "La primera vuelta del baile"; y no
"la segunda", sino la
"segunda vuelta".
El número siguiente fue la
Firmeza. Entra el arpa, cantan y baila otra pareja "que arrancó también numerosos aplausos y palabras de aprobación. La
sala está enteramente conquistada. Sigue Mañana de mañanita "una chacarera
evocadora, ejecutada admirablemente por la orquesta, nos mostró dos parejas
notables en ese baile que parece una muda exteriorización de todos los sentimientos,
pensares y quereres del alma del paisano"... Y estas palabras
inauguran la emocionada literatura del segundo período del tradicionalismo.
Baldes de tinta correrán por esos cauces literarios.
Una cuarta pareja ejecuta el
Bailecito, "un número de baile verdaderamente
novedoso, pues no es aventurado decir que entre todo el público no había cinco
personas que lo conocieran" —dice el cronista—. Sí; ya lo hemos dicho:
en el ambiente europeizado de las ciudades provinciales los bailes criollos
—salvo tres o cuatro— son novedades.
Ahora sale don Andrés Chazarreta
a tocar el Miserere de II trovatore. Creemos que entre todas las cosas
inadecuadas que pudieran habérsele ocurrido a cualquiera en tales
circunstancias, ninguna tan disparatada como la elección de un trozo de ópera
italiana. Pero Chazarreta hacía su política artística. Quería demostrar,
primero, que era un hombre culto en música "clásica", y segundo, que era un concertista. Además, pretendía
agradar a una supuesta minoría de filarmónicos europeizantes y elevar el nivel
de su espectáculo. En nuestra opinión, no acertó en ninguno de los casos.
Los críticos de aquella noche lo
trataron con benevolencia. El de El Liberal dijo que "gustaron los números de guitarra del empresario acompañado por don
Alejandro Ledesma". En cambio el cronista de El Siglo parece haber
sido más sincero, si nos imaginamos una sala caldeada por el entusiasmo y por
la aglomeración indisciplinada y ruidosa. Dice: "El número de guitarra a cargo del señor Chazarreta, no ha producido el
efecto que se esparaba. El instrumento resultó malo y la ejecución deficiente,
amén de que el amplio local no se prestaba para audiciones de una sola guitarra".
Después de la segunda sección de
cinematógrafo, se ofrecieron El Sombrerito, La Media Caña y Los Aires, que
"también gustaron muchísimo, siendo
las parejas aplaudidas con entusiasmo delirante" (El Siglo). "El
baile que más gustó, fue la Media Caña, por su originalidad." (El
Porvenir.)
El "debut" se produjo el sábado 15 y la segunda función, el día
domingo 16. Debido al descanso, la crítica resumió el lunes sus notas sobre
ambas funciones, poco diferentes, por cierto. En esta función del lunes 16 se
ejecutaron casi todas las danzas de la primera y, además, la Zamba Alegre. Otra
vez el público llenó la sala y aplaudió con gran entusiasmo.
El Liberal del día 17 anotó:
"El suceso provocó dos llenos, dos
enormes llenos, como no se ha visto nunca en el Pasatiempo del Águila"...
Entre los diez y seis danzantes sobresalen "un criollo, ya maduro, de Atamisqui, que hace prodigios en el arte del
zapateo, y una mantorne sesentona de Clodomira"... "Todos los bailes ejecutados"...
"provocaron el encanto de la sala,
que estallaba en cada baile en aplausos ruidosos." El martes 18 se dio
el tercer y último recital y su plan fue el siguiente:
PROGRAMA(18 de julio de 1911)
PRIMERA PARTE
1. Biógrafo.
2. Zamba de Vargas.
3. Chacarera "La
Centenario", cantada.
4. El Cuando.
5. Escondido.
6. Gato en cuatro parejas.
SEGUNDA PARTE
7 . Orquesta.
8 . Marote.
9 . El Sombrerito.
10 .Malambo, mudanzas por el
célebre zapateador santiagueño Antonio Salvatierra.
11 .Chacarera por la orquesta.
12. El Palito
13. Media Caña.
El teatro "El Pasatiempo del Águila" fue de
nuevo concurrido y hubo algunas novedades: se bailó el Gato de cuatro parejas;
se decidió que la orquesta tocara primero la música sin que bailaran y que
repitiera para el baile; se anunció especialmente el célebre zapateador. Sobre
las consecuencias de este malambista volveremos más adelante.
El balance artístico. En su tiempo
y circunstancias el éxito artístico de la compañía de bailes criollos fue muy
grande. La música tradicional, sumamente agradable; el conjunto orquestal, bien
ajustado, rítmicamente exacto, gustó a todos por sí mismo. La coreografía
pareció elemental y primitiva a muchos —incluso se negó a la serie de danzas
valor suficiente para constituir un espectáculo— y entusiasmó a otros tantos, a
los menos exigentes y a los menos distanciados espiritualmente. Los factores no
estéticos —tradicionalismo, patriotismo, costumbrismo, añoranza— contribuyeron
más o menos en todos los casos. La pura crítica general se encuentra entre las
muchas líneas de la crónica y puede extractarse aquí.
El Siglo del día 17 dijo: ..
."A nadie se le oculta que la
inspiración del señor Chazarreta al organizar esta Compañía ha tenido un éxito
colosal, por lo que merece felicitaciones; pero debemos anotarle también
deficiencias en la organización. Por más que se haya querido representar
nuestras tradiciones, según las cuales es frecuente ver bailar en la campaña a
personas de edad avanzada, en el escenario produce mal efecto la presencia de
ancianos de verdad que puedan ser muy bien reemplazados por medio del arte. Las
Compañías Teatrales son tanto más interesantes cuanto mayor sea la juventud,
lozanía y belleza de sus componentes; y aquí tenemos elementos que reúnen todas
estas condiciones y no debe prescindirse de ellos en detrimento de la fama de
los santiagueños y del buen gusto artístico".
"El traje es otra cosa a la
que el público le otorga mucha importancia."
"Está bien que se quiera representar una tradición —continúa El Siglo—,
una costumbre que ya no existe. El personaje representativo lleva el traje
característico de la época, de la costumbre, de la tradición; pero presentado
con lucidez, con brillo, con lujo si se quiere, para no chocar con el adelanto
estético del día en que vivimos."
"Se dirá tal vez que este debut ha sido un ensayo, una tentativa, una
exploración. Perfectamente. Anotamos la excusa, haciendo constar que esta Compañía,
presentada en la forma del debut, podrá despertar simpatía por el aspecto
primitivo y sencillo de sus componentes; pero este será un sentimiento
fugitivo, porque en el fondo de él no hay otra cosa que una tendencia del
público a divertirse a costa del prójimo festejando la faz grotesca y ridícula
de la caricatura."
"Las parejas de baile deben ser designadas también con sus nombres
respectivos para que el público conozca a los artistas y sepa distinguirlos en
su actuación."
"Salvadas éstas y otras deficiencias de detalle —concluye El Siglo— en
la organización de la Compañía del señor Chazarreta, podemos augurarle éxitos
importantes aquí y en donde quiera que trabaje." Mucho más parco, El
Porvenir anotó lo siguiente:
"El amplio local del «Pasatiempo del Águila», estaba repleto."
"Aparecido en los carteles el anuncio del debut, despertó la curiosidad
pública, pues, si la danza criolla es conocida muy pocos la ejecutan
correctamente y con la habilidad característica de nuestros paisanos que en el
momento de la Mudanza, saben caligrafiar el suelo con admirable compás,
desgranando en los movimientos de su cuerpo, las sonrisas de una gracia
exquisita."
"La música criolla, llena de ternuras, ayes y languideces, tiene, pues,
en nuestros paisanos, una fiel interpretación."
"Los elementos de la Compañía, vistieron a la manera antigua, y se
desempeñaron debidamente."
El cronista añade que era
simpático ver a los de chiripá quebrarse en movimientos; dice que notó "la presencia de señores de avanzada edad,
quienes asistieron quizá, para evocar las remembranzas del pasado, de aquel
entonces, cuando desleían sus alegrías juveniles, ya en las suaves notas de una
Zamba, ya en los agitados pasajes de una Chacarera en cuarto, o cuando
festejaban el sí de la joven adorada bajo una salva de triunfos";
afirma que el "baile que más gustó,
fue la Media Caña, por su originalidad" y opina sobre los músicos:
"La orquesta estuvo feliz,
ejecutando con buen gusto las diferentes piezas."
El Liberal del día 17 comentó:
"Todos los bailes ejecutados"...
"provocaron el encanto de la sala,
que estallaba en cada baile en aplausos ruidosos." "Contribuía
a acentuar el colorido de los bailes la buena orquesta dirigida por Chazarreta,
de índole netamente criolla." El día 19 añadió: "Además, la orquesta del señor Chazarreta,
que es en su mayor parte de instrumentos de cuerdas, es un factor si se quiere
superior al espectáculo criollo que se ofrece en las tablas."
(Carlos Vega- Apuntes para la
historia del movimiento tradicionalista argentino”) Fbk Patio santiagueño
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