“Romance a la vuelta del santiagueño”. 1965
Por Dalmiro Coronel Lugones
Quiero sentirme brasero,
desesperarme en las sendas,
mis pasos tras las zafras,
mi alma añorando la vuelta.
Irme dejándole coplas
Al corazón de la espera
y, con las manos heridas,
¡Volver después a mi tierra…!
Él de andar por otros rumbos
con ilusiones viajeras,
Buscando en suelos extraños
lo que mi suelo me niega.
Destino de santiagueño:
vivir de sueños y ausencias,
partir y volver cantando
¡Sin una sola protesta…!
Me verán los horizontes
perderme en las polvaredas,
silbando bajo, a los aires,
Mis ilusiones y penas,
y en los altos del camino
—Fogón sereno y estrellas—
Con mi guitarra y mi copla
¡Recordando mi querencia…!
Allá, en los surcos ajenos,
me encontraran las cosechas,
curtido el rostro de estíos,
de inviernos y de tristeza,
las manos rudas, callosas,
sudorosas, jornaleras,
y mi destino hermanado
¡Al destino de la tierra…!
Allá estaré en el cansancio
de las jornadas braceras,
sufrió de sol y viento,
la sangre ardida en las venas.
Los ojos ebrios de frutos,
La Boca Amarga, Reseca
y vecina a mi nostalgia
¡Una copla santiagueña…!
Después… la paz del retorno,
la honda emoción de la vuelta,
Mis pies andando de nuevo
las distancias polvorientas,
cerca de mi rancho, mis bosques
de algarrobos y de breas,
y entre vidalas y alojas
¡un carnaval que me espera…!
Quiero sentir en mis manos
rústicas ansias labriegas,
con los éxodos braceros
marcharme hacia las cosechas
y al año —como el coyuyo—
volver cantando a mi tierra
sabiendo que ella, entre zambas,
¡Está guardando mi vuelta…!
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