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9/7/16

Obrajes: Los “beneficios sociales” y un poco de historia


De vales y almacenes ...

En 1913, el primer diputado socialista Alfredo L. Palacios realizó un viaje al norte de la República, especialmente el Chaco, y estudió las condiciones de trabajo de los obreros. A su regreso, planteó problemas que exigían soluciones inmediatas. 

Cuenta en u obra "La Justicia Social" que en los obrajes la mayoría de los trabajadores eran indios y correntinos que contribuían con su labor al desenvolvimiento de la actividad nacional. La tarea en la zafra era dura y penosa. Al obrero ignorante se le robaba sin reparo y sin piedad. El metro o la báscula debía tasar el esfuerzo de los hombres, condenados a vivir sin halagos de ninguna especie, vida de penuria, de dolor, de privaciones y de peligros permanentes; y el metro y la báscula, manejados casi siempre por contratistas hambrientos de usurarias y fáciles ganancias, mentían cada vez qe se les empleaba para medir o pesar el esfuerzo obrero.

El diputado también observó que toda protesta del obrero era inútil. Se trataba de empresas poderosas, fundadas sobre vastas extensiones que imponían su voluntad. El interés que debía redituar el capital empleado no satisfacía sus aspiraciones económicas y, entonces, recurría a la proveduría ladrona, a la odiosa sustracción del producto de su trabajo, a los jornales bajos y a la negación -aún más odiosa- de su libertad individual. De ahí el pago de jornales por medios de vales o letras de cambio, verdadera moneda ilegal en los obrajes; de ahí también la absoluta prohibición a los obreros de adquirir nada fuera de los almacenes de la empresa.

El pago con moneda ilegal...

En los obrajes no se pagaban los salarios en moneda nacional; se imprimía moneda ilegal. Con ella se pagaban los jornales y se imponían las provedurías, obligando a los trabajadores a gastar en ella el fruto de su trabajo ya mermado por el engaño de las pesas y medidas, y privándole del derecho de comprar donde le conviniera, ya que la moneda de la empresa emisora sólo tenía poder adquisitivo en las almacenes patronales.

El diputado socialista propuso que no sólo se prohibiera la circulación de esos billetes -debiéndose pagar los salarios en moneda nacional- sino que se castigara como delito la emisión.

Después de fracasar varios proyectos, el Parlamento en 1925, dictó la Ley 11.278 del pago de Salarios en Moneda Nacional. Se dispuso que los empresarios pagaran a sus obreros cada quince días, por lo menos, en moneda de curso legal y en día hábil, durante horas y en el sitio de trabajo. Les estaba prohibido hacer retenciones de salarios e imponer multas. Después de más de diez años de lucha constante, quedó así abolido el Truck system y triunfante un principio de justicia.

Casi un siglo después...

Viene al caso recordar esta vieja ley (primer antecedente argentino del régimen para el Pago de Salarios (Ley 18.596, 6/2/70) y de las contenidas en los artículos 124 y subsiguientes de la actual Ley de Contrato de Trabajo) y sus orígenes históricos, cuando se apela al distorsionado concepto de "beneficio social" en el cual se encuadran los llamados "vales alimentarios" o "canasta de alimentos", (art. 103 bis de la LCT y legislación reglamentaria).

Casi un siglo después desde el comienzo de la lucha por el respeto de este derecho, que no resulta sólo fruto del avance del concepto de justicia social, sino la plena vigencia del derecho constitucional de propiedad, el trabajador debería tener pleno dominio sobre el fruto de su trabajo, tan inviolable como el que posee cualquier habitante de nuestro país sobre sus bienes. Debe ganar su paga en dinero y hacer con él lo que le plazca.

Finalmente...

Han pasado muchos años desde que aquel joven diputado, precursor de tantas conquistas laborales, recorriera el norte argentino.

Pero, para su desazón, si hoy viviera, vería con estupor que el trabajador continúa sin ser dueño de todo su salario; por lo menos parte de éste, se ha convertido en dudosos "beneficios sociales" que, coartando su libertad individual, lo obligan a ciertos y determinados consumos.

Seguramente pensaría, con dolor, que después tanto tiempo, en esta Argentina los almacenes sólo han cambiado de dueño...

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