El Clima en Santiago del Estero

18/8/08

La leyenda del viento norte

Un joven indio, dotado con bondad por la naturaleza en su escultural cuerpo, vivía por los valles, usando de su habilidad como cazador para matar por gusto los animales de la zona.
Cuando se disponía distraerse de ese modo, subía a las cumbres y hacía sonar su cuerno de cazador, cuyo interminable eco se multiplicaba por los lejanos desfiladeros.

Se unían a él otros compañeros feroces que le seguían en sus correrías y entre los que tenía gran prestigio por su destreza, a tal punto, que le habían conferido la autoridad de cacique.
Las alpacas, vicuñas y llamas, como así las aves y animales, temibles huían en cuanto lo divisaban.
Su conducta empezó a disgustar a Llastay, protector de los seres irracionales.
Un día, después de exterminar una familia completa de guanacos, se acostó debajo de un algarrobo a dormir una siesta, entonces fue despertado por los reproches del dios.

Le anunció que Pacha-Mama, la madre tierra que todo lo creó, habría de castigarlo.
Al principio el indio, atemorizado se contuvo, pero al tiempo, volvió con más crueldad a la caza innecesaria de animales, sólo lo hacía por placer.

Fue entonces que Pacha-Mama desencadenó su castigo sobre el soberbio aborigen. Se levantaron nubarrones en polvo arenoso y cálido. Sus seguidores dominados por el espanto se dispersaron. Luego inútilmente lo llamaron, ya no podían verlo, sólo oían su voz, entre la polvareda arenosa. El silbido del viento reemplazó a su cuerno de caza.

Y en eso consistió el castigo, en que quedó arrebatado por el viento, clamando y pidiendo perdón por sus maldades.
Su música y su lamento se pierden hoy por las quebradas y llegan hasta las pircas, que rodean los ranchos, pero su recuerdo es tan ingrato, que la gente se encierra, para no sufrir la sofocante atmósfera que trae su proximidad.

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