Se cuenta que en los inmensos campos vivía un joven matrimonio formado por Chochue Crespín y su esposa Corí, quienes eran muy felices con las tareas rurales que realizaban en el lugar.
La mujer atendía los menesteres domésticos y el hombre salía en su caballo, junto a su fiel perro a trabajar en el campo.
Un día satanás con toda su carga de maldad, pasó por el sitio del dichoso matrimonio y observando que la mujer era de espíritu débil, usó sus malas artes para engañarla, ofreciéndole una gran casa con todas las comodidades, donde podría vivir sin obligaciones, disfrutando de riquezas, lujos y teniendo personas que estarían a su servicio permanentemente.
Al escuchar las promesas del diablo, la mujer sintió que su humilde rancho no era lugar para ella y decidió abandonarlo, siguiendo al acaudalado hombre durante muchos días.
Cuando satanás la alejó muchísimos kilómetros de sus deberes, creyó cumplido su propósito y la abandonó en medio del campo.
La mujer de mucho llorar, retomó su razón y quiso volver a su ranchito, donde siendo pobre era muy feliz con su esposo.
Más el dolor fue grande al comprobar que su buen marido, desesperado al sentirse que lo había abandonado, dejó el rancho y todo lo que poseían.
Angustiosamente quiso recuperar su felicidad, pero todo había cambiado el hombre que amaba y tanto amor le había dado, ya no estaba y trató de llamarlo:
¡Crespín!... ¡Crespín!...
Su desesperación y su voz lentamente se transformó en lamento que se internaba hiriendo los extensos campos, así siguió con su llamado, hasta que se transformó en pajarillo. Hoy en día continúa gritando para que retorne el ausente tan injustamente tratado.
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