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27/1/20

Diferencia entre doma y jineteada

Son palabras que se usan de modo indistinto y erróneo; el término folklore también debería revisarse


Las palabras doma y jineteada suelen muchas veces utilizarse indistinta y erróneamente. Más aun, el hecho de que la primera designación, doma, se emplea para referirse a una famosa competencia anual, a la que equivocadamente denominan "Festival de Doma y Folklore", que se lleva a cabo en Jesús María, me mueve a escribir estas líneas.

Es siempre conveniente y evita equívocos el utilizar las palabras que corresponden, especialmente en el vocabulario gaucho, tan rico y al mismo tiempo preciso. Comienzo pues por proponer la redenominación de ese acontecimiento, cuyo nombre debería ser: "Festival de Jineteada y Música Nativa". Veremos por qué.

Domar es hacer manso, "de rienda", como decimos en el campo, a un yeguarizo chúcaro, para los legos, digamos salvaje, que nunca ha sido agarrado por la mano del hombre.

Debe, por eso, comenzar por palenquearlo, acostumbrarlo a ser dócil para quedar atado por el cabestro, sin peligro de cortar la guasca "asentandosé", esto es tirando con todo su peso, procurando cortar el maniador. Sólo o con la ayuda de un compañero lo ensillará con recado completo.

Una vez suelto del palenque, o de la asidera como a veces se hace, el potro ganará el campo, mientras el compañero le hará de apadrinador. Generalmente, el potro arranca a corcovear, para después, si el jinete lo convida con el rebenque, largarse en toda la furia.

El domador suele dejarlo correr así hasta que se canse, para después, revoleando el rebenque adelante del ojo izquierdo o derecho, según desee, da vuelta y regresa hacia el lugar desde donde se lo soltó. Antes de seguir adelante, digamos dos palabras sobre el origen del término "reservado". La palabra viene de cuando en los primeros tiempos de las estancias, el domador le informaba al patrón de las malas condiciones para que el caballo saliera manso.

No era demasiado frecuente, pero en esos casos resolvían "reservarlo" para probar la habilidad de los forasteros que solían arrimarse a las yerras. Aquí debo agregar que para las jineteadas, no puede hablarse con propiedad de "tropilla de reservados", sino "caballada"; pues tropilla define a un número de entre 5 y hasta 15 yeguarizos, machos castrados, que los gauchos amadrinan; éstos se los acostumbran a seguir detrás del tañido del cencerro y también por el olfato, reconociendo así a su madrina. No está de más agregar que el otro término, el de "manada", se aplica a un conjunto de yeguas que la forman con su padrillo.

Sobre la jineteada digamos que su origen no es muy lejano, pues nacieron principalmente al influjo de los centros gauchos y tradicionalistas, que organizan frecuentemente demostraciones de la habilidad de los jinetes para mantenerse sobre el lomo de un reservado en un período de tiempo determinado. Ultimamente, esos tiempos, a mi gusto, se han acortado demasiado; dando al público la impresión de que los apadrinadores sacan al jinete del lomo del potro, como para rescatarlo antes que lo voltee.

EXPRESIONES DEL PUEBLO

Antes de terminar, dos palabras sobre el término folklore. Veamos: "folk" quiere decir pueblo, y " lore" expresiones de ese pueblo. Por eso es que preferimos utilizar el término "música nativa".

Así traemos la idea de que vienen del pasado y han ido transmitiéndose de generación en generación, la mayor parte de las veces en forma oral. Esto es así al extremo de que en la aplicación del verdadero sentido de la palabra folklore no podemos negarle al tango su condición de tal; pues es expresión (lore) del pueblo (folk); si bien deberíamos agregar que cuadraría en este caso mejor el de folklore ciudadano.

También, por más que a algunos no nos agrade su ritmo, ni sus melodías, ni sus letras, con el tiempo deberemos aceptar que el "rock nacional" es una expresión ( lore) del pueblo (folk).

Por eso preferimos llamar a la nuestra música nativa; lo que define mejor a esos aires que los americanos del Norte llaman música "country". Nacida aquí, antigua; adoptada por el pueblo como una continuidad.

Volvamos al principio en cuanto a la destreza para agarrar un yeguarizo y domarlo.

Una de las más felices descripciones la encontramos en la forma en que Darwin -sí, el famoso naturalista y explorador- lo hace en un escrito que debería ser más conocido: el gaucho arrea a campo abierto a un grupo de yeguarizos, procurando encerrarlos en un corral.

Piala, esto es, pone el lazo en las dos patas delanteras del animal, que llamamos manos, al que así puede voltear. Después, yéndose por sobre el lazo, logra engancharle una pata con un medio bozal. Volteado así el animal lo ensilla en el suelo y lo monta allí, soltándole en ese momento el lazo para que pueda levantarse. Después lo obliga a correr.

ARTE DE AMANSAR

Terminaré transcribiendo la parte correspondiente a cómo el indio amansaba sus caballos, según José Hernández. Lo hago a 168 años del nacimiento de quien a los 52 de edad murió en 1886.

Para perpetuar su memoria, hace 63 años que se instituyó como Día de la Tradición el 10 de noviembre, fecha del nacimiento de nuestro máximo poeta.

"Yo me le senté al del pampa;/ Era un oscuro tapao/ Cuando me hallo bien montao/ De mis casillas me salgo/ Y era un pingo como galgo/ Que sabía correr boliao.// Para correr en el campo/ No hallaba ningún tropiezo/ Los ejercitan en eso/ Y los ponen como luz,/ De dentrarle a un avestruz/ Y boliar bajo el pescuezo.

"El pampa educa al caballo/ Como para un entrevero/ Como rayo es de ligero/ En cuanto el Indio lo toca/ Y como trompo en la boca,/ Da güeltas sobre de un cuero.// Lo varea en la madrugada/Jamás falta a este deber/ Luego lo enseña a correr/ Entre fangos y guadales/ Ansina esos animales/ Es cuanto se puede ver.

"En el caballo de un pampa/ No hay peligro de rodar/ Jue´ pucha y pa´ disparar/ Es pingo que no se cansa/ Con prolijida´ lo amansa/ Sin dejarlo corcobiar.

"Pa´ quitarle las cosquillas/ Con cuidao lo manosea/ Horas enteras emplea,/ Y por fin solo lo deja/ Cuando agacha las orejas/ Y ya el potro ni cocea.// Jamás le sacude un golpe,/ Porque lo trata al bagual/ Con pacencia sin igual,/Al domarlo no le pega,/Hasta que al fin se le entrega/ Ya dócil al animal.

"Y aunque yo sobre los bastos/ Me sé sacudir el polvo/ A esa costumbre me amoldo/ Con paciencia lo manejan,/ Y al día siguiente lo dejan/ Rienda arriba junto al toldo.

"Ansí todo el que procure/ Tener un pingo modelo/ Lo ha de cuidar con desvelo,/ Y debe impedir también/ El que de golpes le den/ O tironeen en el suelo.

"Muchos quieren dominarlo/ Con el rigor y el azote,/ Y si ven al chafalote/ Que tiene trazas de malo,/ Lo embraman en algún palo/ Hasta que se descogote.// Todos se vuelven pretestos/ Y güeltas para ensillarlo/ Dicen que es por quebrantarlo,/ Mas compriende cualquier bobo,/ Que es de miedo del corcobo/ Y no quieren confesarlo.

"El animal yeguarizo,/ Perdonenmé esta alvertencia,/ Es de mucha concencia/ Y tiene mucho sentido/ Es animal consentido,/ Lo cautiva la pacencia.// Aventaja a los demás/ El que estas cosas entienda/ Es bueno que el hombre aprienda,/ Pues hay pocos domadores,/ Y muchos frangolladores/ Que andan de bozal y rienda." .

Por Juan José Güiraldes
Para LA NACION

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