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27/9/23

Tierra de poetas


Como cada 21 de marzo, desde que fuera instituido por la UNESCO con el objeto de impulsar la poesía como una de las manifestaciones fundamentales de la cultura, los poetas de todo el mundo celebraron con bombos y platillos este acontecimiento tan caro a sus sentimientos, celebración a la que no permaneció ajena Santiago del Estero. 

En Noviembre de 1999, cuando la UNESCO propició que se conmemorara este día, dio a luz un comunicado en el que sostiene que: “Es evidente que una acción mundial a favor de la poesía daría un reconocimiento y un impulso nuevo a los movimientos poéticos nacionales, regionales, e internacionales. Esta acción debería tener como objetivo principal sostener la diversidad de los idiomas a través de la expresión poética y dar a los que están amenazados la posibilidad de expresarse en sus comunidades respectivas.” 

Esta iniciativa surgió porque se consideraba que en esta sociedad, cada vez más materialista y consumista, se habían ido perdiendo los valores estéticos y espirituales. Según se expresa, la poesía en tanto y en cuanto cumpla con un rol social podía cubrir esa falencia. Se hacía necesario entonces instaurar una fecha capaz de demostrar a la opinión pública la inmensa trascendencia de la poesía y para que en dicha fecha se realizaran acciones específicas para sostener este género literario, incluyendo la valoración no solamente de los poetas como intérpretes de los sentimientos y el espíritu sino también la de aquéllos que, en contra de los dictados del mercado editorial, procuran fomentar la lectura y el conocimiento de la poesía. 

Alguien pronosticó la desaparición de la poesía (se dijo por ahí que los poetas son una “especie en extinción”). No obstante ayer, a lo largo y a lo ancho del orbe, los poetas pertrechados de poemas, prosa poética, versos y canciones, celebraron un nuevo Día Mundial de la Poesía. Desde actos académicos hasta tertulias y/o reuniones para leer, y cualquier otro tipo de manifestación, fueron aprovechados, tanto por los poetas que viven en las capitales más populosas e importantes del mundo, como aquéllos que habitan las más lejanas y extrañas geografías, para ensalzar esta especial forma de percepción de la vida. 

La humanidad atraviesa una monumental crisis financiera en la que poca o ninguna responsabilidad tienen aquellos sectores postergados eternamente pero que, a la postre, serán los más perjudicados. Esta crisis es la continuación o el paso posterior de una decadencia espiritual que ha venido creciendo durante muchos años. Entre las muchas estrategias generadas por los países centrales para imponer su política de dominación, está la intención de destruir las culturas de los pueblos más antiguos, los valores morales y por supuesto una de las formas expresivas más ricas del espíritu: La Poesía. A tanto ha llegado la desvalorización de la palabra poética que Horacio Armani afirma que “… en el mundo actual son ya escasos los editores que asumen el riesgo de solventar las ediciones de poesía” y Eugenio Montale asevera que muchas casas editoras “Distinguen entre el autor que se vende y el que no se vende, y desde luego, este último no vale nada, aunque muchas veces sea mejor que el que se vende”, y continúa “…lo que apena es que la nobilísima tarea creadora de los auténticos se vea pisoteada por el tropel de audaces que puja con brazos y piernas para poder lograr un asiento en el ómnibus de la fama, esa fama que hoy corre por los tristes caminos de la industria cultural”. 

La poesía, tal como expresara en un artículo anterior, es una forma literaria compleja, misteriosa e indefinible. A pesar de que a lo largo de la historia mundial se ha generado mucha polémica acerca de “qué es la poesía”, tengo la absoluta convicción de que cada autor tiene su propio lenguaje poético y expresa su poesía de una manera que lo identifica. Lo que gusta a unos puede no ser bueno para otros y, si bien es cierto la calidad de los poemas no es siempre la misma, el hecho de dedicar una parte de nuestras horas a escribir poesía ya constituye un hecho meritorio en este globalizado y deshumanizado tiempo moderno que, con sus dictados, mantiene alejado al género humano de toda manifestación espiritual. 

Cada poema tiene valor en sí mismo y está marcado por el estilo y las características de cada poeta. Puede representar una utopía, un sueño irrealizable, el amor, la felicidad o el dolor, la ausencia, la nostalgia, el primer hálito de vida, el fervor religioso, o una hermosa realidad que alegra nuestras vidas; en fin, todas aquellas cosas que se relacionan de manera estrecha con el alma humana. Su esencia son las emociones del hombre. En los días que corren, se habla demasiado acerca de si el lenguaje poético debe ser de cual o tal manera y muchos afirman que determinadas formas de poesía son vetustas o pasadas de moda. En este punto es necesario admitir que la poesía contiene en su médula una gama muy amplia y por qué no decirlo, borrosa, de la expresión humana. Desde mi humilde punto de vista, lo único que importa son dos cosas: Si la palabra tiene contenido y si produce placer estético en quien lee poesía. 

Santiago del Estero cuenta con una extraordinaria tradición poética. Con nombres como Clementina Rosa Quenel, Dalmiro Coronel Lugones, Homero Manzi, María Adela Agudo, Blanca Irurzun, Horacio Germinal Rava, Eliseo Fringes y Selva Yolanda Ramos, la poesía ha tenido siempre una presencia trascendente en la cultura de nuestra provincia. Nombrar a todos los poetas santiagueños generaría una larga lista e inevitablemente se pecará de omisión, voluntaria o involuntariamente. Solamente quiero mencionar que, en lo subterráneo, en lo profundo, la poesía ha comenzado a ser nuevamente objeto de culto por las nuevas generaciones y estoy seguro de que, cuando esta movida tan singular vea la luz, demostrará que nuestros jóvenes son dignos herederos y continuadores de aquéllos que han marcado el rumbo. 

Para cerrar estas reflexiones podría mencionar infinidad de conceptos sobre la poesía de escritores históricos como Aristóteles en su genial “Arte Poética” u Horacio en su “Epístola a los pisones” sin olvidar a genios de la literatura como Vicente Aleixandre, Giácomo Leopardi, Pedro Salinas, César Vallejo o Antonio Machado entre una infinidad de escritores que han dejado apotegmas imperdibles o sentencias bellísimas sobre la poesía. Transcribiré solamente una frase de Juan Ramón Jiménez quien, en su aforismo 2399, sostuvo que “La poesía, principio y fin de todo, es indefinible. Si se definiera, el definidor sería el dueño de su secreto, el dueño de ella, el verdadero, el único dios posible. Y el secreto de la poesía no lo ha sabido, no lo sabe, no lo sabrá nunca nadie, ni la poesía admite dios alguno, es diosa única de dios, por fortuna para Dios y para los poetas”.
*Antonio Cruz, Poeta y narrador santiagueño. Autor de numerosos libros de poesía y cuento.
Por Antonio Cruz. www.elliberal.com.ar

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena nota. Santiago cuna de poetas último reducto de cultura quechua en estas tierras