Parte I
<<Los canales navegables son caminos que andan». (Pascal)
Créditos El Liberal |
«...
La navegación del Salado, va a hacer fraternizar a estos pueblos, más que el
mejor arbitrio político; porque la conveniencia recíproca establece la unión y la armonía.
Nuestros campos hoy desiertos, serán mañana poblados por activos agricultores,
y donde sólo se ven rancherías miserables se levantarán ciudades que harán
poderosa la Nación y respetable nuestro nombre...» (Carta de B. Fresco,
vecino de Salta, a Rams en 1859).
LOS RÍOS DEL CHACO: PRIMEROS
ANTECEDENTES DE NAVEGACIÓN
Mucho antes de la aparición
de los buques de vapor y de los ferrocarriles, comerciantes y gobernantes
visionarios anhelaban extender la navegación de los ríos del Gran Chaco, a
pesar del desconocimiento casi total que se tenía de esta región del Virreinato
del Río de la Plata. La esperanza de lograr el desarrollo económico de esta
vasta extensión situada entre el Paraguay, la Argentina y Bolivia, se convirtió
en idea fija entre los que consideraban que el sueño de San Martín, Artigas y
Bolívar de constituir la patria grande americana podía ser perfectamente
cumplido.
Ya en el año 1808, el
Consulado de Buenos Aires, bajo la inspiración de don Manuel Belgrano, había considerado
un proyecto para traer los productos y mercaderías de las provincias andinas
por el río Bermejo. Las márgenes del río serían colonizadas para asegurar las
comunicaciones a lo largo de esta ruta. Los comerciantes, empero, se vieron
obligados a manifestar que... «<si
bien el proyecto será, a su debido tiempo de suma utilidad, para los hombres y
el comercio... sin embargo, todo esto deberá realizarse en tiempos más
tranquilos...>>¹.
Durante la guerra de la
independencia los proyectos y expectativas que habla sobre el comercio y la
colonización del Chaco quedaron en suspenso. Recién en el año 1824 se
constituyó en Salta la Sociedad del Río Bermejo que envió una expedición
exploratoria que llegó hasta el río Paraguay, y que a la par de cumplir amplios
reconocimientos y de probar la navegación del Bermejo, fue el anteceden te más
importante de navegación de los ríos interiores. Hubo otros intentos
posteriores, como los que llevaron a cabo después del gobierno de Rosas, dos
integrantes de esta sociedad que pretendían establecer un sistema de barcos a
vapor para navegar este río y que se aventuraron aguas abajo en un bote de
fondo plano para demostrar que la navegación a vapor era perfectamente posible.
El gobierno de Bolivia, como el de la provincia de Corrientes apoyaron estos
intentos?.
En el año 1853, el capitán
de la marina norteamericana, Thomas J. Page, había incursionado al comando del
vapor «Wather
Wich» (bruja de las aguas) por los ríos
Paraná, Uruguay, Pilcomayo y Bermejo, estudiando las posibilidades
naturales que los mismos tenían como medio de comunicación. En todos estos
ríos, el marino norteamericano desarrolló una acción vasta y de enorme
importancia científica, dejando perfectamente establecido que «en una u otra forma
eran navegables, de importancia, y dignos de ser tenidos en cuenta en el futuro
como las vías económicas que convenía a las regiones que atravesaban».
El gobierno argentino,
preocupado por el éxito de la colonización y navegación de los ríos del Chaco
envió también representantes a esa región para concertar planes de colonización
de largo alcance y obtener la paz con los indios y comunicaciones por los ríos
con otras regiones de la república. Con ese motivo experimentados exploradores
como Luis Jorge Fontana fueron estimulados en sus estudios sobre las
posibilidades del desenvolvimiento del Chaco.
También el río Pilcomayo fue
objeto de intentos de exploración. El gobierno de Bolivia, interesado en
establecer algún servicio de conexión con alguna línea argentina de vapores que
pudiera navegar por los ríos del Chaco realizó algunos intentos, sin muchos
resultados, con canoas y botes demasiados bajos para el mencionado río.
Pero fue el Río Salado el
que atrajo mayores expectativas y esperanzas, sobre todo en los que tenían la
arraigada convicción de que quedaban todavía grandes zonas de riqueza sin
explotar y que esperaban sólo la mano del hombre. A pesar de los fracasos en
realizar el viaje completo entre Córdoba y el Paraná, los empresarios de Santa
Fe, en especial, no perdieron su interés por la empresa, interés que de alguna
manera estaba asentado sobre razones bastante poderosas, como las que
enunciaremos: a) La región que este río atravesaba no era tan salvaje como la
del Bermejo y el Pilcomayo, zona de fronteras con los indios; b) Los programas
para la navegación del Salado podían cumplirse totalmente dentro de la
jurisdicción argentina, y bajo el control de nuestras leyes.
EXPEDICIÓN DE THOMAS J. PAGE
Si bien existen algunas
referencias a una expedición realizada en bote en el año 1755 entre Matara
(Santiago del Estero) a Santa Fe, de la que se propusieron algunos trabajos
artificiales para asegurar la navegación sobre el río Salado, podemos decir que
recién con el marino norteamericano Thomas J. Page, en el año 1855, se recorrió
casi en toda su extensión este río, probando su navegabilidad. Esta expedición
tuvo una importancia fundamental ya que fue el origen mismo de una serie de
grandes proyectos para convertir el río Salado en la gran arteria fluvial de
América. Describiremos algunos de sus aspectos y conclusiones fundamentales.
El día 13 de julio de 1855
una multitud se había dado cita en el puerto de Santa Fe para despedir al
marino norteamericano, que a bordo del vapor «Yerba», iniciaba la navegación por el
Salado. La expectativa era enorme, no sólo por las perspectivas que se habrían
para las provincias del norte y para Santa Fe al comprobar la navegación del
río, sino que, según los propios relatos de Page, la expedición iba
hacia lo desconocido; se le había dicho antes de partir:
"...por
aquellos que se tenían por los mejor informados que probablemente, podría subir
cuarenta y cinco millas; por algunos, que no había río; y por los otros, que
tomaba su origen en tina de las numerosas lagunas de aquella extensión de campo».
En la primera parte de la
expedición o acompañaron a Page el propio gobernador de Santa Fe, Cullen, y su
familia, en prueba del apoyo del gobierno de la Provincia. El vapor asciende
con suma facilidad el río hasta el lugar denominado como Monte Aguara, donde se
ven obligados el día 26 de julio, a seguir la exploración en botes por la gran
bajante de las aguas y lo peligroso que podía significar continuar la
navegación en el «Yerba». Page dice lo siguiente.
«Con
gran sentimiento deshago el camino, pero con haber ascendido y demostrado la
navegabilidad del río Salado hasta Monte Aguará, hemos obtenido algo. Su
carácter uniforme, curso firme y barrancas bien definidas; su creciente tal como lo indican marcas en los
árboles; la pampa firme a través de la cual todo corre, todo induce a creer que
es un río apropiado para la navegación hasta un punto superior al alcanzado. Su
explotación completa es de importancia no sólo para la Confedera ción
Argentina, sino para todo el mundo comercial».
Page regresa a Santa Fe y
decide dirigirse de inmediato hasta la provincia de Santiago del Estero para,
desde allí, remontar desde un punto cualquiera el Salado hasta Monte Aguará.
Gobernaba la provincia de
Santiago don Manuel Taboada, quien junto con sus hermanos desarrollaron en esa
época un vasto poder regional. Después de Caseros, los Taboada optaron por
seguir la suerte de la Confederación, cuya organización parecía en esa época
viable a todos, pese al derrotero segregacionista que había tomado la hermana
mayor Buenos Aires. Sólo después de Pavón los Taboada se aliaron con Mitre.
Los Taboada se interesaron
vivamente en la navegación del río Salado y por intermedio de Lavaysse se relacionaron
con Manuel Leiva, Ministro de Urquiza, en ocasión del acuerdo de San Nicolás, a
los fines de que apoye dicho proyecto. Manuel Leiva escribía lo siguiente a M.
Taboada, gobernador de la provincia: «Solicito informe de cuantos detalles
crea convenientes a este respecto, porque si es así, se podría
conseguir que el Director Provisorio prestase su cooperación con los fondos
nacionales, quizás en el todo de los gastos del presunto que Ud. me indica, pues
a no dudarse, el Salado vendría a ser un río navegable y proporcionaría inmensas
ventajas al comercio Ese era el pensamiento de los Taboada. Unir Santiago con
el litoral beneficiando de esa manera el comercio de cueros, lanas y otros
frutos del país. Los propios Taboada tenían estancias pobladas de vacunos e
importaban además mulas del litoral enviando las posteriormente a Bolivia y al
Perú.
Page, por lo tanto, es
recibido por Manuel Taboada, en Santiago del Estero, con enorme entusiasmo y le
presta toda clase de ayuda para el éxito de la expedición. En una canoa de
propiedad del propio gobernador, que se encontraba en el río Dulce, de
dieciocho pies por tres de largo, Page decide continuar su travesía. La canoa
es, transportada por el general Antonino Taboada y su tropa hasta el río
Salado, llegando a Matará el día 19 de septiembre de 1855.
En Matará comienza a
descender lentamente el río, buscando Monte Aguará. La navegación es en parte
penosa por los raigones y troncos atascados en su curso. Cuando las condiciones
no lo permiten, Page seguido por el infatigable Antonino Taboada, sigue el
curso del río por la costa. Las regiones que se abren ante los ojos de los
norteamericanos, asombran por su belleza y esplendor sin par:
«Cruzamos
una extensión ondulada cubierta de alfalfa hasta donde alcanzaba la vista, por el medio de la cual
serpenteaba el Salado en forma de un atrayente río bordeado de árboles... La
atmósfera era resplandecientemente clara y el aire balsámico e impregnado por
el perfume de la flor de la alfalfa a través de la cual pastaban los caballos y
vacunos enterrados hasta la barriga. Pensé que nunca había visto una región
pastoril más rica y hermosa».
Satisfecho por el
descubrimiento de que «un
vapor debidamente construido para la navegación del río podría remontar, la
mayor parte del año, de Santa Fe a Navicha», el incansable marino y su
tripulación se dirigen hacia Salta.
En esta ciudad el entusiasmo
era también notable. Los habitantes ya habían formado una sociedad para la
adquisición de vapores apropiados para navegar el Salado y para solicitar del
gobierno central que removiera los obstáculos que se oponían a la navegación y
desde Miraflores, muy cerca de la capital salteña el segundo de Page, el
teniente Murdaugh, remonta nuevamente el Salado en dirección de la estancia que
el general Taboada tenía en Sepulturas. Murdaugh, sin dificultad, realiza
travesía y señala en su informe que el trayecto desde San Miguel hasta
Sepulturas era perfectamente navegable.
Page redactó un
interesantísimo informe donde destacaba que el río Salado era navegable en una
extensión de ochocientas millas y señalaba la celeridad con que se podían
realizar estos viajes, «poniendo en comunicación con el
Atlántico a algunas
de las más ricas y populosas provincias, Santiago del Estero, Tucumán, Salta y
Jujuy, etc., cuyos productos hasta hoy han sido llevados al puerto de Rosario
por carretas de bueyes, empleando diez meses para ir y volver, y los que ahora
en botes, pueden llegar al mismo puerto en quince días y volver cargados de
mercaderías en veinticinco...». También aseguraba, en una carta
enviada al general Taboada, con fecha 26 de noviembre de 1853 que:
«No
habría dificultad para él en encontrar capitalistas en los Estados Unidos que
se embarquen en la
Empresa de Navegación de Salado
REPERCUSIÓN
EN LAS PROVINCIAS DE LA CONFEDERACIÓN
El éxito obtenido por la
expedición de Page despertó el cálido entusiasmo de las provincias recorridas
por el río. Hemos visto el apoyo brindado por Salta y Santiago del Estero. En
Tucumán, el recibimiento a Page fue apoteótico. Se brindaba en todos lados por
uno de los acontecimientos más importantes en la historia del país, a partir de
la independencia. Pero quizás, reflejen todo este sentimiento en su mayor
medida las apreciaciones de don Vicente G. Quesada, uno de nuestros más
ilustres hombres de letras, que escribía lo siguiente desde el periódico El
Comercio de Corrientes:
«A
primera vista parecería que Corrientes no está íntimamente interesada en la
prosperidad de las provincias del norte pero estudiando sus conveniencias comerciales
descubrimos cuánto ganaría siendo navegable el Bermejo y abriendo un camino por
el Chaco... Santiago del Estero, esa provincia situada casi puede decirse en el
centro de la nación, busca bajo la inteligente administración de nuestro amigo
el señor Taboada una salida al Paraná para exportar así la multitud de valiosos
productos que hoy se pierden por la carestía de los fletes y la inmensidad de
las distancias... De este modo, los frutos de Santiago, Catamarca y Tucumán
buscarían su salida al Paraná y el comercio de Goya utiliza y se desarrollaría
inmensamente».
Terminaba su artículo
señalando enfáticamente Quesada:
«Los
proyectos de la naturaleza del presente merecen ser apoyados por los verdaderos
patriotas: dar vida a poblaciones
que mueren civilizar multitudes salvajes, es altamente moral y profundamente
humano. Lo hemos dicho ocupándonos de la provincia de Santiago del Estero, que
su porvenir dependía de buscarse una salida por el Chaco al Paraná, esta
creencia que tenemos desde que conocimos las localidades hablamos con personas
competentes ha merecido siempre la atención preferente del señor Taboada, a
quien felicitamos muy especialmente".
Proféticas palabras las de
Vicente Quesada. Era de fundamental importancia para Santiago evitar el
aislamiento en que se encontraba. Pocos años después, fracasada la navegación
por el Salado, el ingreso del ferrocarril iniciaría la destrucción de la
provincia.
Fuente: Libro "Hacha y
Quebracho" de Raul E. Dargoltz
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