A fines del mes de enero de 1780, nacía Juana Asurdui (así
figura en su acta de bautismo). Hija de Juliana Llanos e Isidro Asurdui. Juana,
como muchas mujeres que acompañaron a sus compañeros, dejándolo todo por un
ideal, se puso al hombro la causa por la independencia de las Provincias Unidas
del Río de la Plata. Esa causa de ser libres del hostigamiento, del saqueo y
del sometimiento.
Cuenta la historia:
Aquí vale la pena aclarar que la historia de esta gran
mujer, como de tantos referentes, ha sido tejida por distintos historiadores,
escritores, periodistas, que como muchas veces sucede, al tener muy poca
documentación, van atando cabos y sacando conclusiones, con los relatos
contados por familiares o contemporáneos al prócer, otras por sentido común, y
otras veces para engrandecer y darle un tinte novelístico y “broncear” a la
leyenda. Lo cierto es que no existen documentos que afirmen cada detalle, pero
tampoco existe información que lo niegue.
En 1799 Juana se casó con Manuel Asencio Padilla, que era hijo
de unos vecinos de hacienda y amigo de sus padres. Fruto del matrimonio
nacieron cinco hijos. Padilla intentó hacer carrera en la burocracia colonial,
pero le resultaba muy difícil por su condición de americano. La vida de Azurduy
y Padilla cambió para siempre en mayo de 1810. Ellos apoyaron al Ejército
Auxiliar del Alto Perú enviado desde Buenos Aires. Chuquisaca volvía a ser una
ciudad rebelde, luego de un movimiento autonomista que tuvo lugar el año
anterior y que fue duramente reprimido. Después de la derrota de Huaqui en
1811, el ejército patriota debió retroceder hasta Tucumán. Mientras tanto,
surgieron en el Alto Perú grupos hostiles a los realistas que fueron combatidos
mediante la guerra de guerrillas. Uno de estos grupos fue liderado por Padilla
y secundado por su esposa. Ella luchó en la región del Alto Perú, desde el
norte de Chuquisaca, en el Altiplano, hasta las selvas del sur. Organizó un
batallón llamado “Los Leales” y un cuerpo de caballería conformado por 25
mujeres, conocido como “Las Amazonas”. Juana y Manuel perdieron en la lucha a
cuatro de sus hijos, pero siguieron luchando apoyando la nueva ofensiva del
ejército comandado por Manuel Belgrano. Y estuvieron junto a él en la derrota
de la batalla de Ayohuma. Azurduy comenzó a ser nombrada en los partes de
guerra y su figura a obtuvo brillo propio, pasando a ser conocida por sus
contemporáneos. Embarazada de su quinta hija, Juana siguió combatiendo e
incluso logró arrebatarle un estandarte español a un coronel enemigo. Acto por
el que fue reconocida por Manuel Belgrano, quien le obsequió su espada.
Belgrano, además, le escribió al director supremo Juan Martín de Pueyrredón
para que le concediera a Azurduy el grado de teniente coronel.
En septiembre de 1816 murió Padilla. Al poco tiempo Juana
decidió trasladarse a Salta y unirse a las fuerzas patriotas de Miguel Martín
de Güemes con quien luchó hasta 1821 cuando murió el líder salteño. La nueva
pérdida la alejó del escenario militar. Sumida en la pobreza –sus propiedades
habían sido expropiadas por los realistas– presentó una carta al gobierno
salteño pidiendo auxilio económico para volver a su tierra. Finalmente pudo
regresar en 1825, año en que se celebró la Independencia de la República de
Bolivia. Chuquisaca la recibió con honores y fue homenajeada por el propio
Simón Bolívar, quien la declaró “heroína”.
Fuente: Museo Histórico Nacional.
Datos oficiales
Aunque muchos afirman que murió en la pobreza, quizás para
otorgarle al relato un tinte más mártir/dramático, Juana pudo recuperar su hacienda
expropiada por el Imperio Español, en los años de la revolución, y vivir
dignamente. A pesar de ello, aunque parezca paradójico, Juana en su vejez
sufrió maltrato y violencia de sus familiares, comprobado por las denuncias
halladas por el historiador e Investigador Norberto Benjamín Torres.
Ochenta y un años tenía, cuando murió el 25 de Mayo 1862. Fue sepultada en una fosa común y sin identificar. No existe la certeza total que los restos que se homenajean en la Casa de la Independencia de Sucre, sean los de Juana.
Fuente: Libertadores de Pueblos
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