En 1870, bajo el curato de fray Leodegario María Neirot, desterrado a Sumamao por el general Antonino Taboada, estas ceremonias se realizaban con gran boato. Neirot excomulgaba por herejes a los indios que intervenían en el rito, pero nunca como entonces se realizaron mejores corridas. Contaban al respecto viejos moradores, que los promesantes, al entrar en la población se dirigían hacia el sitio donde se hallaba el cura Neirot, al cual encontraban por lo general en el baile o la cancha de taba, dándole gusto al hueso. Le besaban la mano y luego de recibir la bendición se presentaban ante la imagen del Santo.
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