Estudio crítico
Seguramente algún poeta ha pedido una palanca gigantesca y
un punto de apoyo en la última palabra para mover el idioma.
No hacía falta la palanca para mover al mundo. La tierra
cada 21 de diciembre se inclina levemente para que el sol madure el verano.
Los poetas todos los días sacuden el idioma y sobre sus
palomas viajan los mensajes y los días.
Un amanecer de 1924, seis jóvenes festejaban por un nuevo
libro, también recién amanecido. Uno de
ellos sugirió ir a visitar a don Manuel Gómez Carrillo, el maestro que vivía al
frente de donde estaban. No era hora de serenatas ni de visitas, pero los
jóvenes hacen de todas las horas un puente de alegría.
Allí don Manuel escuchó a los trasnochados y brindaron por
el libro Penúltimo poema del Fútbol; su autor era un joven abogado que parecía
el más serio de todos; los otros se apresuraban por leer poemas del libro, mientras afuera
amanecía.
Al despedirse, el maestro los invitó a volver. Estos jóvenes
querían saber su opinión ya que pensaban crear una institución de artes y
letras. Todavía bullía la acequia de agua de la vieja alameda en la avenida
Belgrano, la primera obra de irrigación en el país, desaparecida “en nombre del
progreso”.
Cinco abogados, un
médico y un músico
Pasaron los días de ese año 1924, que se vencía en el
almanaque y volvieron a la casa del maestro cinco abogados y un médico, todos
estos jóvenes ocuparon después altos cargos en el Gobierno de la Provincia de
Santiago del Estero.
Llegaron a la amplia
sala llena de instrumentos musicales, era una orquesta muda: un piano, un arpa,
varias guitarras, violines, cajas vidaleras, bombos y en el centro de la sala una alfombra roja, delante de la alegría del maestro de volver a verlos.
Algunos de los recién llegados, dicen, que fue Canal Feijóo,
quien expreso su admiración: -¡Parece una brasa!- dijo, refiriéndose a la alfombra.
Se miraron todos, buscaban un nombre para la nueva institución y dijeron a
coro: ¡La Brasa!
El maestro Gómez Carrillo se acercó al piano. Sonó una
chacarera. El Dr. Mariano “Nano” Paz
acompañó con el bombo, mientras en el centro de la alfombra se abrazaban y
sonaban las palmas acompasando el
hallazgo.
Los abogados, Bernardo Canal Feijóo, Emilio Christensen,
Oscar R. Juárez, Horacio Germinal Rava y
Mariano Paz, y un médico, Orestes Di Lullo, todos ellos, después estuvieron juntos en la Convención Constituyente
Provincial de 1939, con sus significativos aportes.
Gobernaba la Provincia de Santiago del Estero en esa época,
el Dr. Pío Montenegro que fue intervenido por el Presidente de la República
Roberto Ortiz.
Siempre conviene tener en cuenta el aspecto social y
político, que en definitiva es lo que más se recuerda. El análisis político se
comprende mejor con la historia de los pueblos y de los hombres. Una simple
anécdota nos aproxima a la realidad y perdura en nuestra memoria.
En provincias donde se ha vivido intervención tras intervención a los
gobiernos, conviene recordar las palabras de Baltasar Olaechea y Alcorta
escritas en 1905, hace más de cien años y reeditadas en 1907; repasa todos los
gobernadores de Santiago del Estero desde 1810 hasta 1905; Son noventa y cinco
años y termina la enumeración diciendo:
“...Es decir,
entonces, que en el transcurso de noventa y cinco años hemos tenido 50
aplicados a Ibarra y Taboada, y en los cuarenta y cinco restantes noventa y
cinco mandatarios sin contar los comisionados pacificadores...”
País republicano y federal, la provincia simple juguete del “devenir histórico”, por eso no ha sido extraño que el gobierno
central haya llamado al gobernador Montenegro y por esos años comenzaba a
surgir el nombre de la actriz Mecha Ortiz en el cine. Cuando vuelve a Santiago del Estero el Dr. Pío Montenegro
(gobernador en ese momento), los periodistas lo esperaban en la estación del
Ferrocarril y le preguntaron: Si seguía
siendo gobernador.
-“¡No! –respondió-
¡Mecha Ortiz!
Realmente quería decir que lo echaba Ortiz y todos rieron.
Una anécdota que pinta de cuerpo entero una realidad en la que viven las
provincias.
Era y es una triste costumbre; se recibía así, también
simplemente el destino de una Provincia. El único Gobernador que ha propuesto
como candidatos a los intelectuales para la reforma de la Constitución
Provincial, fue el Dr. Pío Montenegro.
Por eso, cuando se ve la vida provinciana y se piensa en los jóvenes de La Brasa se da
cuenta, que eran épocas difíciles.
Pero veamos el nombre de los disertantes que han invitado
los jóvenes a Santiago. Esto lo dice el profesor Emilio Carilla y lo recuerda en su libro La Brasa, Marta
Cartier de Hamann.
“Interés por temas de
cultura universal como lo prueban los actos realizados con la presencia de
invitados de diversa procedencia, que sobresalen en la plástica, las letras, la arqueología,
la historia, la música, el folklore, la ciencia.
En la nomina están los
nombres del Conde de Keyserling, Waldo Frank, Drieu La Rochele, Roger Caillois,
Eugenio Noé Jiménez de Azúa, Ramón Gómez de la Serna, Jorge Nicolai, Victoria
Ocampo, Alfonsina Storni, Arturo Capdevilla, García Sanchiz, Atilio Chiapori,
Jorge Romero Brest, Pedro Miguel Obligado, Enrique de Gandia, Sofía Knoll,
Julio Forgent, Juan Prieto, Juan Alfonso Carrizo, Carlos Ibarguren, Valiente de
Moctezuma, Juan Mantovani, Fryda Schultz de Mantovani, Nicolás Olivari, Ralph
Boggs, Luis Fernán Cisneros, Rafael Alberti, María Teresa León, Aviv
D’Estéfano, Raúl Orgaz, Pablo Pizzurno, Ilka Krupkin, Horacio Rega Molina,
Julio Barcos, González Carbalho, Rafael Jijena Sánchez, Miguel Lozano Muñoz,
Berta Singerman, Emilio Pettoruti, Oliverio Girondo, Artemio Zeno, Juan Carlos
Dávalos, Miguel Figueroa Román, Norah Lange, Sara Tornú de Rojas Paz, Pablo
Rojas Paz, Francisco Luis Bernardez, Leonilde Barrancos de Berman, Samuel
Eichelbaum, Alberto Pinetta, Ana Emilia Lahitte, Carlos Alberto Erro, Alejandro
Sirio, A. Cambours Ocampo, Xavier Bóveda, Margarita del Campo, Silverio Boj,
Ernesto Sábato, etc”.
No es una simple enumeración de nombres, se trata de un
movimiento único, casi como en Buenos Aires; adviértase que el profesor
Carilla, culminó la enumeración de nombres dejando abierta la nómina.
A las altas personalidades que visitaron Santiago y de paso
llegaron a otras provincias del Noroeste, se iban sumando muchas más y esto era
una ardua tarea de organización que por
cierto estaba en manos de escritores que también brillaron en su tierra.
La Brasa duró o se
proyectó prácticamente hasta 1950, a pesar de que se habla de su
disolución años antes, para algunos fue en 1948, fecha de la radicación de Canal
Feijóo en Buenos Aires.
En realidad, sus integrantes separados por la distancia,
continuaron produciendo hasta avanzado el siglo; algo más de treinta años
después de la disolución del grupo.
Tres mujeres
santiagueñas en La Brasa
Clementina Rosa Quenel, comparada por Roa Bastos “Como el Horacio Quiroga mujer”, primer
premio de la Comisión Nacional de Cultura – 1948 -por su novela El bosque
tumbado.
Blanca Irurzum, Inspectora General de Escuelas, Poeta,
Historiadora, Pintora y premiada por su libro Changos – cuentos y Emoción y
sentido de mis llanuras – ensayo- Primer Premio de la Comisión Nacional de
Cultura.
Irma Reinolds, fallecida a los 31 años, publicó en vida su
Poemario Dehiscencia. Después de su muerte sus amigos de La Brasa publicaron
sus poemas inéditos en un libro titulado Póstumas; su obra ha sido elogiada por
Canal Feijoo en su época y posteriormente por Carlos Alberto Artayer en
Cuadernos de Cultura Nº 11 de la
Municipalidad de Santiago del Estero (1977).
Si en un ensayo se puede aplicar un adjetivo diremos que
eran mujeres de una singular belleza, sus apellidos eran “gringos” como se dice por estos lugares. Blanca Irurzum, nacida en
1910, nos recordaba que en La Brasa, “jóvenes
formalistas” no la dejaron “firmar”
el manifiesto porque tenía 15 años.
El manifiesto de La
Brasa
“El grito de la Brasa”
como lo anuncian al final del manifiesto. Esto según parece se produce el 21 de
septiembre de 1925 :
“...se anticipa en la
magna sinfonía de la primavera, ‘La Brasa’ lanza al aire su grito cordial a
todos los hombres de espíritu...
etc.”.
Conviene transcribir del libro de Marta Cartier de Hamann ,
que incluye el texto integro del manifiesto. En pie de página de ese libro se aclara: “hoja impresa que se encuentra
(en forma de volante) en el Museo Histórico Provincial, Urquiza 354 –
Santiago del Estero”.
A continuación transcribimos una parte sustancial de ese
Manifiesto, por lo tanto incluimos
algunos fragmentos:
“...Es posible que la
respuesta para el núcleo de hombres de “La Brasa” comenzara a esbozarse en
septiembre de 1925 cuando lanzan el manifiesto que, con la firma de Bernardo
Canal Feijóo, Ciro Torres López, Manuel Gómez Carrillo, Emilio Wagner, Orestes
Di Lullo, Emilio A Christensen, Oscar Juárez, Carlos Abregú Virreira, Pedro
Cinquegrani, R. Ponce Ruiz, Santiago Dardo Herrera dice así:
‘La Brasa’ quiere ser
lo que hace falta: un centro de pura
actividad espiritual. Como aquí las cosas, las grandes iniciativas mueren, tal
vez, de un exceso de organización, ‘La Brasa’ ha tratado primero de descubrir
el modo de no acabar de constituirse. No es una sociedad de beneficencia, no es
una empresa comercial de corretajes artísticos. Es una inquietud, un problema
de porvenir planteado entre muchos. ‘La Brasa’ no se propone redimir a nadie,
no pretende hacer de un leño una antorcha, no ofrece dulces mentiras para curar
a nadie de su amarga verdad. ‘La Brasa’ quiere ser lo que hace falta por ahora
y nada más: un problema serio propuesto a todo aquel que sea capaz de
recogerlo.
‘La Brasa’ no tiene
estatuto, para mantenerse siempre mas fiel a su necesidad. No tiene comisión
directiva. Para evitar en su seno vanas emulaciones presidencialísticas. Pero
tampoco cobra cuota y, -condición
terriblemente restrictiva- no exige a sus miembros otra contribución que
la de su pequeña parte sana de espíritu.
Sesiona una vez por
semana, los sábados a la noche; libre de todo reglamento no podía haber
escapado al rigor del número siete, cuando menos...
...Así, y también al
principio, ‘La Brasa’ se propone organizar conferencias, conciertos,
exposiciones de arte, pruebas de estímulo artístico, y propiciar todo acto de
afirmación espiritual que pueda servir eficazmente al problema de cultura que
se ha planteado.
Más de tres meses
lleva ya vividos ‘La Brasa’ sin una sola traición a su programa de fondo,
habiendo traspuesto cabalmente con ellos la estación en que el tiempo no ayuda
a la conservación de las temperaturas interiores. Hoy, que ya está conseguida
la prueba decisiva, y toda voz de exaltación se anticipa en la magna sinfonía
de la Primavera, “La Brasa” lanza al aire su grito de llamada cordial a todos
los hombres de espíritu; a los que creen que la cultura es una justificación de
la vida, y el arte su más alta aspiración...”
Había algo de místico en los propósitos y en el trabajo
arduo de los primeros quince años. Si observamos el manifiesto, deja huellas
claras de circunstancias que no se habrían consignado sin una visión acabada de
su futura historia; por ejemplo, estamos escribiendo estas palabras ochenta
años después y nos dicen:
“...Transpuesta
cabalmente la Estación en que el tiempo no ayuda a las temperaturas interiores...”
Se refieren al invierno, nos hablan de tres meses. Fijar
propósitos, épocas, formas, para que el futuro no tenga inconvenientes de
saber aún, estos pormenores.
Canal Feijóo y La
Brasa
Bernardo Canal Feijóo no solo ha sido un gran poeta y
ensayista, tenía una gran virtud: descubrir a los hombres y guiarlos como
maestro.
Parece simple, pero si pensamos que el único y el último del
siglo XX que podía señalar y dar los sagrados óleos de poeta, fue Leopoldo
Lugones. Ser amigo de él, era ser reconocido. Lanzó a la fama a Enrique Banch,
Francisco Luis Bernárdez, Conrado Nalé Roxlo y
otros; a todos ellos los conoció
el país al otro día de la publicación de Lugones.
No es el caso de
Rubén Darío, que hizo el prólogo de Alberto Giraldo en Buenos Aires; se ha
publicado en los diarios y no ha tenido la misma repercusión.
Si nos retrotraemos al fenómeno La Brasa, el profesor Emilio
Carrilla, nos da sesenta nombres de los mas importantes intelectuales,
seguramente el único que conocía a estos escritores era Bernardo Canal Feijóo.
Desarrolló su actividad en Buenos Aires en la época de Boedo
y Florida, luego en el movimiento de Poesía Buenos Aires y además fue Presidente de la Academia
Argentina de Letras; todo esto nos
muestra que ha vivido entre la intelectualidad del siglo XX.
En ese entonces, seguramente, podía sindicar a sus
coterráneos y distinguió siempre a Horacio Germinal Rava y a Luis Manzione
entre los poetas de La Brasa, a los que
se agregaron posteriormente Blanca Irurzum, Clementina Rosa Quenel y Cristoforo
Juárez.
En cuanto a los integrantes de La Brasa que no fueron poetas
distinguió al músico don Manuel Gómez Carrillo, autor de la obra musical
La Rapsodia Santiagueña y al conocido
pintor Ramón Gómez Cornet .
El cuadro general de
La Brasa se extendió, como lo dijimos anteriormente, hasta la aparición del
libro “Shunko” de Jorge W. Abalos en 1948, este libro recibió el espaldarazo de
Miguel Ángel Asturias, quien también estuvo en Santiago del Estero y prologó el
libro que posteriormente fue llevado al cine.
Tanto Asturias, premio Nóbel de literatura, como Witold
Gombrowicz, quien escribió el libro Diario Argentino, fueron de los últimos
visitantes de una época, y en esta semblanza
recordamos que estuvieron en Santiago del Estero el poeta peruano Xavier
Abril y el español León Felipe, estos últimos en el año 1949.
Canal Feijóo, con su libro Penúltimo Poema del Fútbol,
inicia para el NOA la poesía de vanguardia. Mucho se ha hablado sobre este
libro en relación con el surrealismo, pero creemos que está más cerca del
creacionismo, aunque esto lo veremos en páginas siguientes.
El poeta que está más
cerca de la obra de Canal Feijóo, fue
Horacio G. Rava.
Ahora pasamos a un croquis evocativo por cuanto de esto no
se ha documentado casi nada.
Entre las figuras que también se destacaron en épocas de La
Brasa y que no perteneció al grupo, fue Marcos J. Figueroa, también abogado,
que seguramente no se integró por su
posición contraria a las innovaciones. Marcos J. Figueroa que representa a la “resistencia”, constituyó un grupo
coetáneo, con el lingüista y poeta Domingo A. Bravo y Héctor Domingo Argañarás
y, el hermano de éste último, Absalón Argañarás un artista plástico
santiagueño.
Entre los músicos estaba el conocido folclorista Andrés
Chazarreta, que venía precedido del resonante éxito que tuvo en el Teatro
Politeama, de Buenos Aires, en el año 1921.
Santiago del Estero se convirtió en un teatro de Batalla
Cultural. A La Brasa se sumaron los músicos “hermanos Díaz”, y usaban una antigua casona (que pertenece aún a descendientes de la familia Salazar) para las reuniones en la
calle La Plata 717. Allí, músicos y
poetas todavía se reúnen en recordación de esos momentos de La Brasa.
Por su parte el otro grupo, más “profesional”
actuaba en el desaparecido Teatro Ollantay.
Recordamos esto, porque también se repetía en distintas
provincias la división entre vanguardistas y tradicionalistas.
Rava Manzione y
Cristóforo Juárez
Horacio Germinal Rava, escribió Panorama de las letras
Santiagueñas, un valioso documento de la época de La Brasa. Es un minucioso
relevamiento de doscientos cincuenta escritores que se completa con una antología de los poetas santiagueños.
Con anterioridad Moisés Carol publicó en 1946 Letras
santiagueñas que incluye a veinticuatro escritores; la parte antológica
comprende narraciones breves y poemas.
Rava, también es el creador de la revisa Vertical que
alcanzó a publicar doce números, valioso material, hoy, difícil de encontrar.
Cabe destacar a algunos colaboradores de Vertical como Álvaro Yunque, Córdoba
Yturburu, Ángel Ossorio y Gallardo. Publicaron además todos los integrantes de
La Brasa.
A Luis Manzione, hermano mayor de Homero Manzi, sus hijos le
publicaron un libro póstumo de poemas, titulado Bracho. Luis Manzione como
poeta tradicionalista tuvo muchos seguidores en su tiempo, aún el mismo Homero,
su hermano, que aseguró alguna vez entre amigos:
–“En casa el único
poeta es Luis”-.
Homero, que nació en Añatuya, Santiago del Estero y Luis que
nació en Buenos Aires, pero poéticamente cambiaron su lugar de nacimiento:
Homero le cantó a Buenos Aires y Luis a Santiago del Estero. No escapa la
influencia de Luis, sobre su hermano, en algunas teorías sobre el realismo, que
afirmaba que en muchos casos surge de
los indicativos “este, ese, aquel”.
Se leerán en la parte antológica los poemas de Luis, pero
recordemos una obra de Homero, el tango “Ninguna”.
“Esta puerta se abrió
para tu paso,
este piano tembló con
tu canción,
esta mesa, este espejo
y estos cuadros
guardan eco del eco de
tu voz”
Esto parece un hecho mínimo, pero también tuvo gran
influencia por ejemplo el “retruécano”
que es una simple figura literaria y que se terminó por considerar que fue una
escuela, el “conceptismo quevediano”,
al igual que el futurismo de Marinetti que en definitiva eran los temas nuevos
de aquel momento.
Luis Manzione fue
profesor de literatura, historia y un
experto en problemas educacionales; ocupó altos cargos en la docencia y fue
Presidente del Consejo General de Educación de la Provincia de Santiago del
Estero, al igual que Cristóforo Juárez que ocupó esta función de presidente y
otros cargos en la docencia.
Cristóforo Juárez también perteneció a La Brasa, a pesar de
su poesía costumbrista. Estamos hablando de poesía costumbrista en un mundo que
se asomaba con una revolución literaria.
Transcribimos un párrafo del libro de Rava, Panorama de las
letras santiagueñas, para advertir que
teorías literarias se manejaban en 1930.
Rava dice, al referirse a Canal Feijóo:
“...Él pertenecía a
una generación renovadora, disconforme, que recogía los efectos de la primera
guerra mundial y que en el arte había visto nacer el futurismo, el cubismo, el
dadaísmo y el surrealismo; generación que había bebido ya en las aguas de
Baudelaire, de Rimbaud, de Lautréamont, de Apollinaire y que vivía la pasión de
Bretón, de Eluard, de Aragón. El gustó las nuevas expresiones y las hizo suyas
con acento personal. Así, en ‘Penúltimo Poema del Foot-Ball’ (1924), trajo a
Santiago del Estero el brillo deslumbrante de los poli ritmos y encendió los
primeros asombros; las audacias formales de ‘Dibujos en el Suelo’(1927)
poemario de mayor hondura conceptual y de ‘La rueda de la siesta’(1930)
ahondaron el desencuentro...”
Cristóforo Juárez nos dio libros de una autenticidad
asombrosa. Esta afirmación talvez genere interrogantes.
La respuesta pueden darnos Pablo Rojas Paz y María Adela
Agudo, cuando comentan sobre la aparición del libro Reflejos del Salitral de
Cristoforo Juárez.
De Pablo Rojas Paz:
“...Los que entendemos
su lenguaje telúrico llegamos hasta la esencia de su poesía de pueblo
castigado, de alma sedienta, de sol rajante, de ceniza caliente, de árbol con
las raíces del aire...”
De María Adela Agudo:
“...¿De dónde viene
esta tristeza grandiosa que traspone lo épico y lo trágico, puesto que ya no protesta ni
maldice, ni se desespera, ni renuncia, ni se queja, sino que canta y canta...?”
María Adela Agudo perteneció a La Brasa como una de las
últimas que llegó a los convivios seculares, pero se sentó primera en el otro
gran movimiento iniciado en Tucumán en 1944 que, como La Brasa, tuvo también su
símbolo.
Poetas llegados de Jujuy, Salta, Santiago del Estero, a la
Capital del Noroeste (Tucumán), conforman la nueva agrupación llamada La
Carpa. El pintor Luzuriaga pintó el logotipo de la nueva agrupación. El
parante central, es la aguja de la
brújula, y en lo alto una “N”
señalando el Norte. Una carpa a cielo abierto, a la intemperie en la tierra,
bajo las estrellas. La Carpa es otro
símbolo.
Tradición y
vanguardia
Toda revolución, principalmente cultural, en cualquier
tiempo o lugar supone un enfrentamiento o al menos una división, en cuanto los protagonistas asuman una dirección u
otra.
Ocurre lo mismo en diversas generaciones, a veces con
relación al pasado y al futuro, según aboguen por conservar tradiciones y
quienes pretendan sacudir supuestas formas arcaicas.
En literatura, hasta el siglo XX, no ha existido una
separación absoluta en estos enfrentamientos, llamémoslos teóricos.
No es el caso de las vanguardias, que nacen en forma
totalmente opuestas a la literatura tradicional.
Pensemos por ejemplo en Leopoldo Lugones, cuyo conocimiento
sobre poesía ha llegado a tal grado, que si tuviésemos que hablar solamente del
endecasílabo en el soneto, sus posibilidades en cuanto a acentos son infinitas.
Veamos algunos ejemplos de versos endecasílabos:
Acento en la 1°
sílaba:
“Árbol y fuego de mi propia vida”
Acento en la 2° sílaba:
“Detente sombra de mi bien esquivo”
Endecasílabo llano:
“Pobrecita la vaca que hoy
temprano”
Podemos distinguir los primeros acentos: si combinamos los
acentos en las demás sílabas, las posibilidades son infinitas y el poeta no
necesita contar sílabas ni escoger determinados acentos, es parte de su
conocimiento natural o estudiado y perfeccionado como el músico o el pintor.
Un ejemplo clásico de Sor Juana Inés de la Cruz, de su
famoso soneto, la combinación únicamente del primer acento, este acento está en
la segunda sílaba en el primer verso y en el segundo, en el tercer y en el
cuarto verso lo lleva a la primera sílaba.
“Detente sombra de mi
bien esquivo
imagen del hechizo que
más quiero
bella ilusión por
quien alegre muero
dulce ficción por
quien penosa vivo”
Tenemos fuera de los acentos, las cuatro rimas finales y dos
interiores, “ilusión – ficción” y “esquivo – hechizo – quiero” como rimas
asonantes, un retruécano: “muero - vivo”,
además de todos los acentos interiores y
del sentido totalizador de la vida y perfectamente destacados: la
admiración y el amor. Toda una sinfonía.
Multipliquemos el conocimiento de Lugones en todos estos
mundos y mecanismos a los cuales ha llegado la poesía hasta las
vanguardias y podemos multiplicar
también el asombro de los poetas ante la nueva poesía.
Posiblemente las vanguardias han introducido de alguna
manera, no la iluminación poética sino la libertad de descomponer estructuras
rígidas.
Volvamos a Lugones: ¿Qué pensaría de los dadaístas?, cuando
recortaban palabras sueltas de diarios y revistas las ponían dentro de un
sombrero, las mezclaban, las sacaban al azar y las colocaban formando versos.
Nosotros podemos inventar como si sacáramos palabras sueltas, por ejemplo:
mesa- de- ojos- en- el- pliegue- ciclón- sueño
volvamos a sacar palabras de la galera:
soñamos- mañana- águila- dentadura- ninguno
así podemos seguir creando este tipo de versificación que
tenía su razón de ser.
Esta fórmula se
llevaba a cabo entre los años 1917-1918, a fines de la primera guerra mundial. Los poetas
consideraban que la cultura vigente sólo lleva a la guerra y a la muerte.
Ciudades destruidas y millones de muertos. Admitieron y con mucha razón que la
cultura debía comenzar de cero; no aceptar nada del pasado. Debía empezar desde
el primer balbuceo, pensaron que cuando el niño comienza a hablar lo hace con “ma-ma” o “da-da” de allí lo de “dadaísmo”;
que después hicieron leyenda y hablaron de un Dios “Dada” y otras invenciones alrededor del término. También hicieron
concursos en los cuales ofrecían 50
francos a quienes supiesen o conociesen
lo que significaba “Dada”.
Lógicamente no había una obra de arte (la poesía es otra
cosa) y así lo entendieron los surrealistas y los creacionistas. Pero la puerta
ya estaba abierta.
Si observamos dos palabras de los versos anteriores, por
ejemplo:
“águila- dentadura”
Podemos demostrar que no está bien en poesía:
1. La imagen acústica que nos crea en la mente, ambas
palabras, se rechazan a sí mismas.
2. No dice nada, ni sugiere nada. Dos palabras que se juntan
amplifican la idea, no ocurre en este caso, no se unen, se repelen entre sí.
3. La metáfora es la multiplicación más grande a la que
pueda llegar la imaginación humana.
Rubén Darío decía en Los Raros, precisamente al hablar de
Lautréamont que:
“...Edgar Poe y
LautréamontT experimentaron la atracción de las matemáticas, que son, con la
teología y la poesía los tres lados por donde puede ascenderse a lo infinito...”
Darío nos ha dejado el enunciado, pero no lo ha resuelto.
Nosotros alguna vez leímos, que un periodista le preguntó a
Albert Einstein sobre Dios; el sabio podía haber dado por respuesta un número
físico o matemático, la energía a la enésima potencia. O podía haber contestado
un número religioso: el todopoderoso, el absoluto, el eterno. Sin embargo no lo
dijo; prefirió una metáfora, que es la multiplicación absoluta de la poesía, y
respondió:
“-La luz es la sombra de dios-”.
Y así, frente a nuestros ojos, descubrimos que la ecuación
de Darío quedó resuelta. Probablemente el sabio nunca supo que ha resuelto también una ecuación poética.
La lección de los
maestros
Bernardo Canal Feijóo tenía un gran conocimiento relacionado
con la poesía y esto se advierte en forma palmaria a través de sus poemas.
Carlos Alberto Artayer y quien escribe estas líneas,
hablamos con el maestro en su antigua casona de 9 de julio 333 de Santiago del
Estero. Canal Feijóo quería escuchar a los poetas jóvenes y esto ocurrió hace
más o menos cuarenta años. Estaba presente el Dr. Mariano Paz, amigo
inseparable del poeta. El Dr. “Canal”
como lo llamaron siempre los santiagueños cariñosamente, volvía todos los años
por varios días a su viejo Santiago.
En un momento de nuestra lectura (no recordamos quién leía
en ese instante el poema) dijo, interrumpiendo.
- Ese paréntesis no está bien-.
Alargamos triunfalmente el texto para mostrarle.
- Pero doctor, no tiene ningún paréntesis.-
Y allí aprendimos la lección.
En poesía toda explicación es un paréntesis. En efecto, la
mayoría de los versos explicaban, aclaraban, describían, narraban. Comprendimos
que el conocimiento científico es horizontal, porque necesita explicar,
demostrar. El otro conocimiento, el del arte, es vertical. Uno explica, el otro
ilumina. El mundo pragmático es frío, el
arte tiene sangre. Vive.
Huidobro sostenía: “El
poeta es vertical a Dios” “La poesía
es un atentado celeste”. “El poeta es
un pequeño dios”.
Sería, seguramente, por aquello de Homero en la Odisea:
cuando la diosa se enamora de Ulises y le pide que se quede en la isla y que
ella lo haría inmortal; Ulises no acepta: “mortal
obstinado” y le niega la “inmortalidad”.
Homero, pequeño dios, le otorga la inmortalidad a Ulises, a la diosa y a todos
los dioses del Olimpo.
Hablábamos del conocimiento horizontal y vertical de la
ciencia y el arte. Para la filosofía, la estética es un valor, la poesía es una
parte de la estética, lo que la convierte en una simple categoría axiológica.
La poesía no es un valor y sin embargo alcanza límites
superiores al valor mismo, por cuanto es gnoseología como conocimiento, y
además es un ser existente, real, por lo mismo, ontológico.
Todas estas disquisiciones no son en vano; estamos
desbrozando el camino para hablar de un momento importante de la poesía en el
noroeste.
En el grupo La
Carpa teorizaban sobre los movimientos
de vanguardia con profunda solvencia. Estos temas son incluso inherentes a los
creadores posteriores a La Carpa, principalmente los jóvenes próximos a los
fines del siglo XX; entonces, no es casual cuando enuncian los escritores de La
Carpa su teoría:
La poesía tiene tres
dimensiones:
“Belleza, afirmación y
vaticinio”.
Resolver el enunciado nos lleva a grandes sorpresas; podemos
inferir de la siguiente manera, al preguntarnos: -¿La rosa es una poesía?
1. Tiene belleza
según nuestros gustos humanos.
2. Tiene afirmación en el tiempo, porque precede
al fruto y este, a la semilla; así hasta completar el ciclo.
3. ¿Tiene Vaticinio? No lo tiene. Esta dimensión es la que
falta.
El vaticinio corresponde a los profetas, es propio del
hombre sensible al futuro y entre ellos se encuentran los poetas, los vates.
Por lo tanto, la rosa no es una poesía, es un tema de
poesía. El tema de la poesía es todo lo que existe y lo que no existe y lo que
no existe de lo que no existe, así hasta el infinito.
La poesía actual no
ha descubierto nada nuevo. Estilo, elocuencia, elegancia, profundidad,
indagación de lo insondable en el universo.
Muchos desdeñan la poesía tradicional, al igual que en su
momento, muchos conservadores blasfemaban en contra de las vanguardias. La
poesía tradicional se maneja con otra ecuación: podemos analizar este
enunciado. La poesía es:
Forma – Contenido –
Ritmo
Borges sostenía que toda poesía es “ritmo” y naturalmente toda poesía
tiene que tener “contenido”.
Los vanguardistas, creen haber terminado con la “forma”. Pensaban que el soneto, los
cuartetos o los tercetos limitaban la búsqueda precisamente de ese infinito
insondable.
Pero no existe contenido sin continente. Tampoco existiría
ritmo en la nada, toda “forma libre”
tiene forma. Tampoco los términos “verso libre” sirven como sinónimo para
designar a la poesía de vanguardia.
Ya escribían en verso libre Almafuerte (Pedro B. Palacio),
Evaristo Carriego y aún antes, en Colombia, José Asunción Silva.
La poesía de vanguardia, no ha matado la forma, lo
demuestran los poetas de La Carpa de Tucumán, que escribían sonetos, romances y
coplas con un lenguaje de vanguardia, al igual que Federico García Lorca y
otros grandes poetas, que no se apartaron del soneto.
Algunos sostienen que, quien no puede escribir un soneto no
tiene oído para la poesía, por lo tanto no tiene ritmo que es lo esencial, aún
en verso libre.
En poesía la libertad es su propia existencia y también su
búsqueda del “infinito”, por su
multiplicación absoluta.
Cuando Jaime Dávalos dice:
“soy el que canta
detrás de la copla”
¿Quién canta detrás de la copla si ella es la que canta?
Podemos multiplicar: detrás de la copla canta el pasado, la
tierra, el dolor, y todo lo que existe y lo que no existe hacia ese “todo” o hacia esa “nada”. Cantan detrás de la copla casi todo lo que nombra el
diccionario desde la A a la Z, desde el
Amor hasta un campo de Zarzas. Repetiremos hasta el
cansancio: la metáfora es la más alta multiplicación a la que puede llegar la
imaginación humana.
Y lo de Jaime Dávalos, es un verso, repetimos, un verso de
una baguala, la más antigua de nuestras canciones tradicionales junto con la
chaya y las vidalas.
Si preferimos la búsqueda del infinito, también en un solo
verso y esta vez de vanguardia, recordemos a María Adela Agudo:
“no oyes venir la
memoria”
¿Qué viene con la memoria? ...Todo. Repetimos:
La metáfora se multiplica al infinito y más aun
la poesía.
Llamamos metáfora a todas las figuras poéticas, que son más
de doscientas, con las que se confunde principalmente a los alumnos. La
metáfora las encierra prácticamente a todas: sinécdoque, alegoría, onomatopeya,
paromasia, metalepsis, silepsis, zeugma, oxímoron.
Decía Octavio Paz, refiriéndose a la confusión que crean
muchos profesores con un desconocimiento de los movimientos literarios.
“...El libro de Baciu
se propone poner fin a las habladurías. También al negocio. Al amparo de la confusión
reinante se han publicado muchas tesis doctórales, librotes y libracos sobre el
surrealismo español e hispanoamericano. Esta actividad se ha convertido en una
rama menor de esa industria que llamamos “crítica universitaria”. Una manera de
ganar becas, viajes y cátedras. En Italia apareció hace algunos años una
antología de la poesía surrealista española: ninguno de los poetas incluidos,
de Larrea a Prados, fue jamás surrealista...”
La poesía, la música, la danza, el teatro y hasta la plástica o la arquitectura son
emociones, estremecimiento.
El ideal es que a los poemas se los aprenda de memoria, con
este procedimiento se incorporará al espíritu, que es uno de los fines del
arte.
Luis Franco, nos da también su lección, en el libro “Constelación” bajo el título de “poesía y destino” dice entre otras
cosas:
“...La belleza es la
primera realidad del mundo, algo que denuncia, no que encubre, la profundidad
del ser, las nupcias de apariencia y existencia, o sea que la poesía es, ante
todo, revelación, conocimiento..”
La belleza es un concepto cultural que responde a la
estética o a los cánones estéticos de las épocas, de las geografías o de las
etnias a lo largo del tiempo.
Nadie pinta porque ve un paisaje ni escribe porque se
enamora. El arte es una suma a lo largo del tiempo; se intenta pintar o
escribir porque se tienen algunas condiciones para ello, pero más, porque se ha
visto que existe la pintura, el poema y la novela y que hay posibilidades
infinitas para la creación. Además se descubren formas y se elaboran teorías a
partir de concepciones, que conforman los distintos estilos.
En el arte vive un ideal de
belleza inserto o relativo a la forma, como la arquitectura de las ideas
y el manejo del lenguaje. Los temas del arte pueden tratar de la muerte, del
crimen, de las llagas; eso no priva que haya una concepción estética, según las
ideas de Baudelaire.
Las plazas de las ciudades son trazadas con un concepto de
belleza dentro del ideal humano.
La naturaleza tiene su principio; es caótica y
su conformación es el bosque, la
selva, la montaña, el mar. No tiene canteros prolijos, calles apropiadas y
árboles que formen filas como soldados en un desfile.
“La naturaleza da
vida, el clima la distribuye”, según un principio universal. El arte tiende
a ser natural como la vida y, por lo mismo,
caótico en busca de su libertad.
En cambio el idioma puede seguir guardando sus leyes para
seguir conservando y perfeccionando su vigencia. La poesía es la licencia del
idioma, la música de las palabras, la esencia de las ideas y la segunda
conciencia de los pueblos. Fuente: sgodelest.blogspot.com.ar
Artículo con la firma de Alfonso Nassif,
publicado en la revista El punto y la coma.
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