El caso de la nena Julieta Sandoval puede ser considerado como emblemático para demostrar los efectos fatales de la exposición a los agroquímicos. Dicen que sólo en esa provincia hay unas 400 personas afectadas por año.
Puede alguien creer que es posible poner esta carga de venenos en la superficie de la tierra sin convertirla en un lugar no apto para la vida? No debieran llamarse insecticidas, sino biocidas”, reflexiona la abogada ambientalista y militante antiglifosato Graciela Cristina Gómez, quien a fuerza de coraje y de medidas judiciales, logra frenar de a poco a los que –a fuerza de tóxicos y semillas transgénicas– acrecientan sus cuentas mientras siembran la devastación. Gómez debió escuchar más de una vez que el glifosato no afecta a las personas, que sólo mata a las malezas que amenazan la rentabilidad sojera. Hoy, esta abogada tiene una prueba que, probablemente, hubiese preferido no encontrar: Julieta Sandoval, una beba que nació en medio de las fumigaciones, padeció sus efectos desde el parto y finalmente, murió en el más inexplicable de los abandonos.
Un ambientalista de Santiago del Estero, Víctor Fabroni, la llevó a conocer a Julieta y a su familia. La misión era conseguirle una vivienda, mochilas de oxigeno, remedios.“La beba no podía respirar, tenía hecha una traqueotomía, nació con varias malformaciones, con hidrocefalia, parálisis facial, parálisis cerebral. Se trata del caso de un bebé que fue concebido en un ambiente impactado por agroquímicos. Un feto que a los 28 días de gestación ya recibía todos los efectos de los tóxicos, como siempre lo denunciamos”, relató la abogada.
Julieta Sandoval sin embargo nació en Santa Fe. Sus padres que son de Bandera, Santiago del Estero, habían ido a tenerla al hospital de Tostado por un paro que se realizaba en el momento del alumbramiento en su hospital regional. Luego, fue derivada al Hospital Alassia de Santa Fe, donde, según sospechan los denunciantes, se escondieron pruebas fílmicas que daban cuenta del estado grave en el que había llegado. “En Santa Fe hay muchísimos casos, pero no sólo en Santa Fe. En Santiago del Estero el mismo presidente del Colegio de Ingenieros Agrónomos denunció que hay 100 nacimientos de niños con malformaciones por año y unas 300 personas afectadas por el mal uso de los agroquímicos, esto no es ninguna novedad. Lo que pasa que el tema Julieta podría ser algo así como el caso líder –leading case– como diríamos nosotros en derecho y por eso se oculta”, explica la abogada, que acompañó a la familia desde que conoció la situación.
Julieta Florencia Sandoval, nació el 15 de abril de 2010, y murió el 13 de diciembre del mismo año, en Bandera, en el mismo lugar donde la fumigación, marcó su corta vida. Pese al dolor y al silencio, Gómez se esperanza: “Ella puede ser la prueba, la prueba que ellos dicen que no tenemos y que no hay estudios científicos serios, cuando hay muchas universidades extranjeras, de Francia y de los Estados Unidos que dicen lo contrario. Ellos quieren seguir con este genocidio, porque es un genocidio sistematizado, premeditado totalmente como lo denunciamos con Rodolfo Páramo (médico que investiga las malformaciones) y por eso recibimos tantas amenazas y ataques desde el sector agrícola”, relató Gómez a Tiempo Argentino.
En el Hospital Garrahan, donde recibía tratamiento, le dieron el alta. La abogada tramitaba su traslado sanitario. En la Casa de Santiago del Estero, pese a que la beba tenía una traqueotomía, solo le ofrecieron una ambulancia, “un viaje de 14 horas en ambulancia es inhumano al solo efecto de evitar ‘el gasto de la provincia’; se envió una ambulancia sin médico, por lo que debió regresar ante la negación de la madre de viajar en esas condiciones. Se logró que envíen el avión sanitario y este llegó sin oxígeno, por lo que debimos volver al Garrahan hasta que se compró de urgencia una válvula para el tubo que tenía el avión en desuso y así pudo regresar a su provincia”, recordó.
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