Hallan más santiagueños en condiciones infrahumanas.
En un nuevo procedimiento policial y judicial volvieron a descubrir santiagueños en total estado de abandono. El hecho sucedió en la zona de San Pedro, provincia de Buenos Aires, tal cual sucedió la semana pasada, en donde descubrieron cien santiagueños viviendo en condiciones infrahumanas en plena cosecha de maíz.
69 Santiagueños
“Estamos prácticamente abandonados, esto no es justo”, dijo con rabia uno de los 69 hombres que trabajaba a destajo en la estancia La Luisa, ubicada en el paraje Beladrich, en San Pedro. En este campo de 400 hectáreas residía en forma temporal un grupo de campesinos santiagueños, sometidos a condiciones de insalubridad, presumiblemente reducidos a servidumbre. El caso se enmarca en la investigación por hechos conexos con el delito de trata de personas en establecimientos rurales, que desde diciembre pasado encabeza el fiscal de la UFI 6 de San Nicolás, Rubén Darío Giagnorio. A partir de este trabajo fue descubierta la explotación de obreros rurales. En este caso, la empresa infractora es Southern Seeds Production SA (SSP), con sede en Arrecifes, Santa Fe. Uno de los dueños de la compañía, Alfredo Montealegre, quedó demorado, junto con cuatro capataces. Los cinco serán indagados en esta semana por el fiscal. Por su parte, el Ministerio de Trabajo bonaerense dejó clausurado el establecimiento.
Procedencia
Los trabajadores, que llegaron en dos tandas el 15 y el 29 de diciembre pasado, desfloraban maíz todos los días, durante 12 horas. A partir de un trabajo periodístico de un matutino porteño ( Página/12) se pudo saber que para dormir contaban con unas 30 camas cuchetas ubicadas dentro de una carpa de lona. Además, no tenían baños ni luz. Los alimentos perecederos eran conservados a la intemperie. El agua para bañarse la trasladaban en tachos de agrotóxicos. “Desde que están allí jamás vieron a un médico. Varios sufrieron diarrea y a uno lo afecta un tumor. Además, no sabían en qué lugar geográfico se encontraban”, dijo el fiscal a este diario. Todos habían sido traídos desde sus pueblos, en Santiago del Estero, con la promesa de buenas condiciones de trabajo, en comparación con las que los tienen acostumbrados. Los campesinos no podían salir de la estancia porque corrían riesgo de que todos perdieran el empleo. Si utilizaban más alimentos de los que tenían asignados, les decían los capataces, se les descontaba el excedente del sueldo, que era de 1100 pesos por hectárea.
FTE: pagina12
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