
Causas. Hoy se los escucha, pero no con la intensidad del pasado. La desaparición del algarrobo en la capital motivó que se alejaran estos insectos autóctonos.
Su nombre científico es Quesada Gigas, pero popularmente de los conoce como coyuyos, cigarras o chicharras, y su ruido ensordecedor fue protagonista de los veranos santiagueños, convirtiéndose en el sonido infaltable en cada rincón de la provincia.
Sin embargo, desde hace aproximadamente una década la extensión de la urbanización y la desaparición de los tradicionales algarrobos hicieron que estos insectos tan autóctonos se llevaran su sonido a las zonas montuosas.
Consultados sobre el porqué de su paulatino silencio, profesionales en Ciencias Forestales indicaron que la causa fundamental es la falta de algarrobos en la ciudad, que transformó el ecosistema y los alejó.
Al respecto, la doctora Liliana Diodato, responsable de Instituto de Control Biológico de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, señaló que uno de los factores es la urbanización, “antes había de estos árboles por todos lados, incluso en los patios de las casas, pero la ampliación de la ciudad hizo que el monte ahora esté cada vez más lejos”.
La profesional explicó que son insectos que se alimentan de los algarrobos y que en su estado juvenil se encuentran en las raíces de estos árboles, y recién en su última muda hacia la adultez se elevan hacia las copas de las plantas.
“Las costumbres han cambiado en Santiago del Estero, hoy las personas optan por otro tipo de especies arbóreas para sus hogares, quizás los lapachos, o los mal llamados pinos, se busca plantas que den flores vistosas y han erradicado el algarrobo de su hábitat”, manifestó.
Alerta
Por su parte la Dra. Ana María Giménez, catedrática de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, remarcó que detrás del silencio de los coyuyos existe un problema más profundo que es la pérdida de la biodiversidad.
En tal sentido, sostuvo que “tenemos la costumbre de pensar que todo lo que es de afuera es más lindo, y sin embargo lo que uno tiene en Santiago es muy valioso; en la actualidad hay otro gusto, pero es necesario volver a reconocer nuestras especies”.
Es notorio el canto entonado por los machos para atraer a las hembras, producido por un aparato situado en los costados del primer segmento abdominal. Aunque el sonido es emitido a cualquier hora del día, es más frecuente e intenso al anochecer y al amanecer.
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