HALLAZGO Taco Pozo, Quebrachos, a 319 kilómetros de Santiago, y a 8 de Córdoba.
Desafiando el paso del tiempo, -que todo lo relega al olvido- el esqueleto íntegro de un “aborigen sanavirón” fue rescatado en un paraje desértico del departamento Quebrachos.
El hallazgo corresponde a Isidro Matías Bustamante y Héctor Herrera, vecinos del paraje Taco Pozo, distante 78 kilómetros de Sumampa y 319 de la capital santiagueña.
Para dimensionar el valor del “tesoro”, es necesario mirar hacia el pasado. Los sanavirones o salavinones habitaron el centro de La Argentina; la etnia integraba el grupo pámpido, destacándose elementos genéticos y culturales amazónicos, allá por el siglo XV.
“No hay dudas. Era un indio sanavirón”, apuesta Bustamante. El hombre tiene a su cargo un campo ubicado en lo que décadas atrás fue un “brazo” del río Dulce, cuyas aguas hoy se sitúan a 27 kilómetros de Taco Pozo.
Será ahora el tiempo para que los expertos apelen a la tecnología; con ella buscarán establecer los años del aborigen y quizá luego lo remitan, como destino final, hacia un museo.
Allá por el mes de julio, Herrera y Bustamante advirtieron que algo brillaba en la superficie de la tierra, destacándose en una geografía agreste, solitaria, “habitada” apenas por algarrobos, quebrachos, quimiles, palo azul y otros sufridos arbustos.
Con un cuchillo, Herrera empezó a cavar. En minutos, tenía frente sí a un cráneo. Los pobladores reaccionaron azorados, al advertir que se trataba de un primigenio poblador.
Un poco más allá
Ocurre que hasta ayer, todos tenían el firme convencimiento de que los sanavirones habitaron a 50 kilómetros de Taco Pozo; al sector se lo conoce como El Fuerte.
La historia explica que en una zona vecina, llamada Cuchi Corral (Corral de Chanchos) se produjeron duros enfrentamientos -con obvias muertes- entre conquistadores y aborígenes.
Los mismos libros coinciden en que casi todos los esqueletos indígenas aparecieron en vasijas. Sin embargo, 15 días atrás Bustamante extrajo desde la tierra un esqueleto completo; la posición dejaba entrever en que la muerte sobrevino con el protagonista sentado en cuclillas.
Ello generó desconcierto, ya que altera los habituales hallazgos; cuando no los propios cementerios y enseñanzas dadas a conocer a los chicos en la escuela.
Casi todos los huesitos ya fueron rescatados. “Dieron vida” a lo que fue un hombre, de 1 metro y 85 u 86 centímetros de altura.
El inesperado hospedaje fue perfectamente armado. Su aparición ya atrajo el interés de varios particulares cordobeses, geografía distante apenas a 7 kilómetros, quienes se valieron de filmadoras para documentar la extracción desde más de un metro de la tierra.
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Taco Pozo suele ser noticia por frecuentes inundaciones que entre marzo y julio castigan a las 70 familias. En el lugar se destaca una escuelita, un puesto de Vialidad (que está mejorando caminos, alterando la parsimonia colectiva), una capilla y media docena de casitas muy humildes.
No hay energía eléctrica. Gran parte de la población se vale de pantallas solares para la iluminación nocturna. La señal de radio dominante es LV3, de Córdoba. En estos días, el sol “pegó” fuerte, bordeando los 40 grados.
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