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13/9/08

Un Grande Willy González


Sorprende al oyente en más de un sentido. Quien no lo conoce y se deja llevar por la imagen que emana de sus fotografías, por ejemplo, podría esperar encontrarse sobre el escenario a una especie de émulo de John Patitucci, particularmente teniendo en cuenta que Willy usa exclusivamente el mismo Yamaha de seis cuerdas que emplea el famoso bajista norteamericano. Pero Willy lo sorprenderá con un estilo que no le debe tanto a los próceres extranjeros del instrumento como a los músicos más viscerales de este rincón del mundo, y no necesariamente a los bajistas.
El oyente imprevisto también podría esperar encontrarse con una música rígidamente moldeada según los dictados de Berklee o un reflejo de las últimas tendencias compositivas de la música instrumental contemporánea extranjera. Pero Willy lo sorprenderá nuevamente cuando, armado con su Yamaha, encare chacareras, zambas, chamamés, festejos, marineras y otros ritmos típicos latinoamericanos con una autenticidad y una honestidad propias de alguien que sabe que se expresa en su lengua nativa y tiene una historia propia que contar.

Willy nos cuenta sobre sus influencias

¿Sos un músico formado en la escuela del jazz fusión, o eso es inexacto?
WG: Relativamente. Para mí, “formación” implica la música que escuchás de pibe. Y digamos que en la medida en que me fui haciendo músico fui tocando la música que se me fue presentando. La música que más me marcó de pibe fue la de Mercedes Sosa, (Astor) Piazzolla, los Beatles en menor medida, algunas cosas de Violeta Parra, en fin, la música popular latinoamericana, que era lo que escuchaban mis viejos. Y por otra parte una cosa muy fuerte para mí fue recorrer el país escuchando esa música. Vi mucho paisaje de pibe. Y cuando pintó la cosa de tocar, que fue una cosa casual dado que empecé a tocar por una propuesta de mi hermano, empecé a tocar la música de los discos que traían a casa los amigos de mi hermano, y eso era rock sinfónico: King Crimson, Yes, Gentle Giant, Premiata Fornería Marconi que era un grupo italiano, algunas cosa de Charly García, La Máquina de Hacer Pájaros, Crucis …como te decía, fui tocando lo que se me presentaba. Si hubiera tenido en mi familia o en mi círculo de amigos alguien que tocara folklore, seguramente hubiera empezado mucho antes, porque es una música que siempre me gustó. Lo que pasa es que en mi generación, y en Buenos Aires, eso no era para nada común. Eso con los años fue reapareciendo. Por ejemplo al escuchar el grupo de Dino Saluzzi con Matías González y Quique Sinesi, el trío de Jorge Cumbo, o al quinteto de Astor (Piazzolla). A esos músicos los vi en vivo y marcaron mucho mi formación. Formación que no fue muy acompañada por mis profesores, quienes fueron bastante raros en ese aspecto. Salvo Francisco Rivero, que me enseñó mucho y desinteresadamente, mis profesores fueron bastante mezquinos en eso. Lo que más aprendí fue aquello que vi arriba de un escenario. Y obviamente por haber estudiado; todo lo que veía en un concierto me enfermaba tratando de sacarlo, o de incorporar el concepto, al día siguiente. Eso, por suerte, lo pude acompañar con un correcto aprendizaje de lectoescritura musical, y un poco a los ponchazos fui supliendo la falta de una guía o de un maestro.
http://www.globalbass.com/archives/nov2000/wgonzalezspan.htm

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