El Clima en Santiago del Estero

5/6/14

El Pacto de Vinará

En noviembre de 1819 -tiempos de revueltas internas y enfrentamientos armados en la frontera Norte con las milicias realistas-, Bernabé Aráoz fue nombrado gobernador de Tucumán, y a los pocos días, a través de un congreso elegido especialmente, hizo promulgar la constitución de la República de Tucumán, sosteniendo que era la respuesta regional al problema del país anarquizado. Sin embargo, Salta y Santiago del Estero decidieron no sumarse a la nueva entidad político-territorial gestada por Aráoz (En ese entonces, el nombre de república no significaba más que “estado” en su sentido local o nacional). Desde los días de los levantamientos del coronel Juan Francisco Borges, en 1815 y 1816, Santiago del Estero tenía latentes aspiraciones autonomistas que se reavivaron durante el gobierno a Bernabé Aráoz.

La chispa revolucionaria se encendió cuando los cabildantes santiagueños -presionados por Aráoz para elegir representantes que le fueran adictos-, decidieron convocar al comandante del Fortín de Abipones, Juan Felipe Ibarra, para enfrentar a las tropas del capitán Echauri, enviadas por Aráoz para instigarlos. El 31 de marzo -en plena Semana Santa-, se produjo el combate que dio el triunfo a las huestes de Ibarra. 

Obtenida la Autonomía Provincial de Santiago del Estero en forma definitiva el 27 de abril de 1820, el gobernador de Tucumán, general Bernabé Aráoz, no se conformó con la secesión político-geográfica del territorio que, hasta entonces, había integrado la Gobernación-Intendencia (ahora República) que gobernaba. Intentos militares, escaramuzas limítrofes de partidas invasoras y continuas amenazas provenientes de Aráoz, llevaron al gobernador santiagueño, comandante Juan Felipe Ibarra, a organizar también sus tropas y estacionarlas cerca de Vinará, posta estratégica y población colindante con la provincia de Tucumán, en el departamento Río Hondo. Simultáneamente, solicitaba la mediación del gobernador de Córdoba, general Juan Bautista Bustos, que ya había reconocido la autonomía santiagueña e invitaba a todas las provincias a elegir diputados para reunirse en Córdoba y proceder a la organización constitucional del país, ya que habían caducado todas las autoridades nacionales después de la renuncia del último directos, general Rondeau y la disolución del Congreso Constituyente de 1816-1820. Ibarra se dirigió asimismo al gobernador de Salta, general Martín Miguel de Güemes, buscando ayuda, porque Güemes sufría idénticas hostilidades de parte de Aráoz, que le impedían organizar una división auxiliar para marchar sobre el Alto Perú, en ayuda combinada con el ejército del general José de San Martín que, en esos momentos, operaba sobre los realistas del Perú. Las hostilidades latentes durante todo el año veinte afloraron a comienzos del siguiente, cuando una partida armada en Tucumán (donde Aráoz acogía a los enemigos locales de Ibarra allí refugiados), bajo las órdenes del capitán Gregorio Iramaín y el coronel tucumano Pedro Roca, invadieron Santiago el 18 de enero de 1821.

Resurgió la guerra tucumano-santiagueña, y el 1 de febrero el gobernador Güemes se dirigió al Cabildo salteño haciendo conocer su decisión de ayudar a Santiago del Estero ante la invasión que sufría, y participar en la contienda junto al gobernador Ibarra. El 5 de febrero, en el combate de Los Palmares, Ibarra derrotó a las fuerzas de Iramaín-Roca, aprestándose a repeler nuevas invasiones, pues Aráoz organizaba su propio ejército con el fuerte armamento que había quedado de los restos del Ejército del Norte en Tucumán, puesto al mando de expertos veteranos de guerra. El coronel Abraham González y el coronel salteño Eduardo Arias, que defeccionó de la guerra gaucha y se exilió en Tucumán al servicio de Aráoz. Cabe señalar que el 13 de marzo de 1821, el gobernador salteño, Martín Miguel de Güemes, declaró la guerra a la República de Tucumán, argumentando que Bernabé Aráoz no había querido contribuir para el mantenimiento de la campaña del Alto Perú.

Güemes, por su parte, mandó un contingente para reforzar el ejército de Ibarra al mando del coronel Alejandro Heredia, de origen tucumano, enrolado con los salteños. Graves y fundadas sospechas se manifestaron acerca de la poca disposición de Heredia para enfrentar a sus comprovincianos, y de tentadoras propuestas de Aráoz a fin de arreglar una solución pactada. El hecho es que las tropas tucumanas se enfrentaron con las santiagueño-salteñas en el Rincón de Marlopa, el 3 de abril de 1821, en proximidades de la vecina capital, y los comandantes Gonzáles-Arias vencieron a Ibarra-Heredia en el enfrentamiento. Como consecuencia del mismo, los salteños se volvieron a su provincia, pues Güemes los precisaba para hacer frente a una conspiración interna, que estalló el 24 de mayo, con el fin de derrocar su gobierno, y los santiagueños retrocedieron hasta Vinará y allí acamparon para prevenir una nueva invasión a su provincia.

Uno de los pactos preexistentes a la Constitución

En esos momentos llegó a Santiago un mediador enviado por el gobernador Bustos, de Córdoba, quien quería evitar los conflictos internos, a fin de apresurar la reunión del Congreso Nacional en Córdoba, y organizar el país dentro de los principios federales. Era el doctor Andrés Pacheco de Melo quien, luego de conversar con Ibarra, se dirigió a Tucumán y comenzó a negociar el tratado de paz entre ambas provincias. Estas gestiones, comunicadas también a Güemes, tuvieron éxito al nombrarse los delegados para la redacción definitiva del tratado: el Presbítero Pedro León Gallo por Santiago del Estero y el Presbítero Pedro Miguel Aráoz (hermano de Bernabé), por Tucumán. El diputado cordobés sirvió de garante a sus cláusulas, y los negociadores lo firmaron en Vinará el 5 de junio de 1821, constituyéndose en uno de los Pactos Preexistentes que invoca la Constitución Nacional y en el primero del Norte. Cronológicamente, es el cuarto de los pactos fundadores, después del de Pilar -febrero de 1820-, de la Costa de Avalos en abril, inspirado por Artigas, y de Benegas, en noviembre de 1820. Así quedaba sellada la paz entre Tucumán y Santiago, con el compromiso de auxiliarse recíprocamente ante cualquier ataque o amenaza. Ambas provincias conservarían su independencia y cualquier problema territorial sería dirimido por el Congreso Nacional a reunirse en Córdoba, al cual debían concurrir Tucumán y Santiago; se obligaban a concurrir al Congreso e invitaban a Salta a adherir al pacto y a la invitación del gobernador Bustos. Ayudaría a Salta en su lucha contra los invasores realistas, y se devolverían prisioneros.

Dos días después de la firma del Pacto de Vinará, el 7 de junio por la noche, Güemes era emboscado en Salta por el militar español José María Valdéz. En la encerrona resultó herido y logró dirigirse a caballo hacia el río Arias, donde fue asistido y transportado en camilla para dirigirse hasta el Chamical, pero pese a los cuidados de su médico, el jefe gaucho murió en el trayecto el 17 de junio.

El 21 de agosto, era depuesto Aráoz del gobierno y reemplazado por el coronel Abraham González, su antiguo lugarteniente, quien ejerció el mando hasta el año siguiente. Separado Aráoz, la paz entre Tucumán y Santiago quedó afirmada.

Aunque las guerras civiles no terminarían, a partir del Pacto de Vinará, Santiago del Estero sentaba el primer  precedente en el Norte de crear las condiciones fundamentales de paz interior y entendimiento entre estados para la firma del Pacto Federal de 1831 y sus posteriores adhesiones, el cual funcionó en los hechos como una Constitución de la Argentina que se organizaba como Nación, hasta la sanción de la Carta Magna de 1853. De ese modo, el ideal autonomista y federal de Santiago del Estero, que era una consecuencia de la Revolución de Mayo, se afianzaba en los hechos con su institucionalización en marcha, despejando injerencias y amenazas extrañas en la determinación de su destino.

Resúmen

El Pacto de Vinará, firmado el 5 de junio de 1821, puso fin a la guerra que mantenían

Santiago del Estero y Tucumán en los tiempos iniciales de nuestra Nación, constituyéndose en uno de los Pactos Preexistentes que invoca la Constitución Nacional. Cronológicamente es el cuarto, después del de Pilar (febrero de 1820), de la Costa de Avalos en abril, inspirado por Artigas, y de Benegas (24 de noviembre de 1820). De ese modo quedaba sellada la paz entre Santiago y Tucumán, con el compromiso de auxiliarse recíprocamente ante cualquier ataque o amenaza.
Fuente: nuevodiarioweb.com.ar

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