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1/11/15

Para qué sirven los gentilicios

Por la Dra. Hebe Luz Ávila



He descubierto que la palabra GENTILICIO no es muy conocida. Mucha gente aun la culta- me mira un poco confundida cuando la nombro. Algunos no se animan a preguntar qué significa, por lo que muy temprano aprendí a decir: "Los gentilicios, es decir los que indican lugar de origen, como bandeño, loretano, friense, mailinero" (Mostrando los diferentes sufijos).

E inmediatamente, amplío: "Derivan de los topónimos, o sea de los nombres de lugares". No es obligación conocer un término tan poco usado. Hace unos días, el hermano de Mirtha Legrand, en el almuerzo dominguero para la tv, contó que alguien le preguntó por el "patronímico" de Villa Cañás. Confundió gentilicio por patronímico, que es el apellido derivado del nombre del padre, algo que surge en la Edad Media española, cuando al hijo de Laín Calvo (quien posiblemente fuera un señor pelado), se lo nomina Diego Laínez, agregando -ez al nombre del padre. Luego pasará lo mismo con el hijo de Diego Laínez, quien va a ser Rodrigo Díaz (esta vez el patronímíco se forma con el sufijo az), el que fuera el gran Cid Campeador. Las hijas de éste, Elvira y Sol, llevarán por lo tanto el apellido Rodríguez (Rodrigo + ez). Y así, hasta que los apellidos se van fijando. Pero ésa es otra cuestión aunque siempre relacionada con la identidad. Quienes deciden la forma del gentilicio Cuando el hermano de Mirtha Legrand descubrió que Villa Cañás no tenía gentilicio y le explicaron que podía ser CAÑASINO, CAÑASENSE, o CAÑASEÑO, él eligió este último, porque llevaba dos eñes, y esa letra a él le gusta especialmente. No sabemos si el término fue aceptado y si los pobladores del lugar hoy se reconocen CAÑASEÑOS. Pero ¿quién debe determinar qué gentilicio corresponde a cada lugar? La respuesta es "el pueblo, la gente del lugar, sus pobladores".

Pero para ello, generalmente suele haber un dirigente, gobernante, docente, o reconocida personalidad de la cultura que lo sugiera o lo comience a usar. Cuando quise corroborar que QUIMILENSE era el gentilicio usado por la gente de Quimilí, un amigo virtual me comentó que en realidad él nunca lo había oído antes, pero que hace unos años hubo una reunión amplia de docentes y escritores de esta ciudad, y que la señora que lo organizaba, directora de escuela, le había puesto como nombre ENCUENTRO DE ESCRITORES QUIMILENSES. Y no sabía si fue ella la que había inventado el gentilicio. "E impuesto desde ese momento", podemos agregar.

Como dato ilustrativo, señalemos que cuando conversé con gente de Nueva Francia y ellos mismos advirtieron que no tienen gentilicio, se preocuparon. Posiblemente se sintieron disminuidos por la carencia recién descubierta, y me consultaron cómo podía ser, ante la notoria dificultad de derivar el topónimo Nueva Francia. Conversamos con ellos y me recordaron que el fundador del pueblo, un francés de apellido Vignaux, tuvo el sueño de crear una Francia nueva en el lugar.

Les dije entonces que el gentilicio debería ser, entonces, NEOFRANCÉS, pero inmediatamente me di cuenta de que no suena a una creación popular, y que quizás los actuales pobladores no se sientan identificados con aquella primera visión del fundador. Ya encontrarán, posiblemente, la forma adecuada. La necesidad del gentilicio surge cuando hace falta diferenciar a los de una localidad de los de otra. Merce Acosta, una amiga del Dpto. Mitre, y que trabaja en un tambo, me cuenta: "En Fuerte Esperanza nací y me crié yo, ése es el campo que fue de mi abuelo". Cuando le pregunto por el gentilicio de su pago, responde que no tiene. "A mi abuelo le decían el señor del fuerte nomas". Y luego, en la extensa conversación en la que la voy guiando a que aporte gentilicios, señala: "De la Media Luna son MEDIALUNEROS, y de La Estelita, los ESTELEROS. Eso decía la gente cuando había fiesta: "ya están llegando los ESTELEROS y los MEDIALUNEROS".

Una forma de diferenciarlos, de identificarlos. Y suele ser cualquier vecino advertido, y ocurrente, el que en algún momento crea el gentilicio de manera natural, a veces sin proponérselo, solo respondiendo a una necesidad. Otras veces son los que viven en los otros pueblos “y tienen su gentilicio propio” los que, ante la ocasión de distinguir a la gente de un lugar, derivan el gentilicio del mismo. Luego, si los pobladores de ese lugar lo usan para identificarse, ya queda impuesto el gentilicio. Por eso siempre explico: "No hay reglas de buen uso en el gentilicio. Lo correcto es lo que dice la gente, la dueña del gentilicio. Y ellos se vigorizan como comunidad, aferrados a ese gentilicio como si fuera una bandera de identidad." Justamente, en esta tarea de registrar gentilicios por todo el territorio provincial, observé que numerosas localidades no solo tienen gentilicio, sino también bandera propia, como es el caso de Pinto (que también tiene escudo), La Banda, Frías, Los Telares, Sumampa, y hace poco alguien mostró en Facebook el proyecto de bandera para Termas de Río Hondo. Igualmente, Tintina tiene un hermoso y significativo escudo.

A partir de estos importantes descubrimientos, diseñé un álbum en mi muro con estos símbolos localistas y el comentario: "El gentilicio es una bandera sin la tela. Y se la lleva adentro, para nombrar con orgullo". También el gentilicio equivale a una camiseta de fútbol, sobre todo en estos últimos tiempos, en que innumerables personas se definen "hinchas de" como un rasgo central de lo que son, al punto de colocar en su muro, al lado de su nombre, los colores del cuadro futbolero al que se adscriben apasionadamente. Y que, como señalamos en nota anterior, casi todas las localidades y parajes tienen su equipo de fútbol, que muchas veces no cuentan con camiseta ni colores propios, sino que se identifican por el gentilicio. Hay parajes muy pequeños, con pocos habitantes, que no alcanzan a crear identidad. A propósito de esto, un amigo que trataba de aportar datos para este proyecto, apuntó: "Hay un lugar precioso, entre la Isla Mota y La Guanaca; es La Felicidad, son poquitos habitantes, no tienen gentilicio, porque tampoco tienen equipo de fútbol". Todos estos signos o símbolos refuerzan las identidades locales, les dan mayor relieve, mayor orgullo de pertenecer y, por lo tanto, mayor compromiso e identificación de los pobladores con su localidad. Más de 600 gentilicios santiagueños hemos recogido hasta la fecha, con lo que nuestro Diccionario de Gentilicios Santiagueños más que duplica a los Diccionario publicados en otras provincias. Sin embargo, la búsqueda continúa casi con obstinación, para que ningún lugar - por más parajecito perdido que sea- quede sin figurar, siempre que tenga gente enamorada de él, atada a sus raíces, identificada con su gentilicio a modo de bandera. Fuente: El Liberal

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