Alumnos de 3º año “A” de la Escuela 103
“Hipólito Yrigoyen” de Frías son los autores de esta leyenda.
Aquel acto de clausura del años 2008, fue el día que los
alumnos de 3º A de la Escuela 103 “Hipólito Yrigoyen” de la ciudad
santiagueña de Frías narraron "La leyenda del Mistol". Un texto creado por ellos, sin alterar el
estilo que utilizaba los pueblos originarios para interpretar las cosas
hermosas que tiene la vida.
Es bueno ver como un
grupo de alumnos prepara un texto, de manera colectiva, aportando mucho a
nuestra cultura y en especial a la identidad del pueblo santiagueño y a su
lengua madre, el quichua.
Los chicos prepararon esta historia para contarla al final
del ciclo lectivo.
Había una vez un
hombre llamado “Mistol” que pertenecía a una tribu santiagueña.
Cuando concurría a una
fiesta y como le gustaba bailar mucho, se vestía con colores verdes y pintaba
su cuerpo con círculos de colores marrón rojizo. Tenía muchos hijos, ellos se
alimentaban de los frutos y de los animales del campo. Vivían muy contentos. Un
día llegó un ventarrón muy, pero muy fuerte, tiró todos los árboles al suelo, los
chicos quedaron muy tristes, comenzaron a enfermarse porque quedaron sin
comida.
Papá Mistol comenzó a
desesperarse, estaba muy preocupado porque sus hijos tenían mucho hambre,
entonces decidió irse a un cerro a pedirle ayuda a su Dios, le imploraba que le
devolviera los árboles que les había robado el viento.
De rodillas, lloraba y
rezaba. Sus hijos lo buscaban por todas partes, caminaron y caminaron, de
repente se sintió un trueno muy fuerte y un rayo rojizo lo transformó en un
hermoso árbol cargado de pequeños y ricos frutos marrón rojizo, de donde
comieron mucho y se sintieron muy contentos.
Allí se les ocurrió
que ese árbol era su padre porque así se vestía él, cuando iba a bailar, además
cuando cortaban sus frutos las pequeñas espinas no los pinchaban.
Así
nació el mistol para dar de comer a sus hijos y a los animales del campo. Fuente: Nuevo Diario
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