La Pachamama, o Madre Tierra, es la diosa femenina de la
tierra y la fertilidad, una divinidad agrícola benigna concebida como la madre
que nutre, protege y sustenta a los seres humanos. En la tradición incaica es
la deidad de la agricultura comunal, fundamento de toda civilización y el
Estado Andino. Es la más popular de las creencias mitológicas del ámbito
incaico que aún sobrevive con fuerza en las provincias del noroeste argentino.
No es una divinidad creadora sino protectora y proveedora;
cobija a los hombres, posibilita la vida y favorece la fecundidad y la
fertilidad. A cambio de esta ayuda y protección, el pastor de la Puna
Meridional está obligado a ofrendar a la Pacha parte de lo que recibe, no sólo
en los momentos y sitios predeterminados para el ritual sino, particularmente,
en todos los acontecimientos culturalmente significativos, configurándose así
una suerte de reciprocidad. Sin embargo se la considera asimismo con una faz
negativa: la Pachamama tiene hambre frecuente y si no se la nutre con las
ofrendas o si casualmente se la ofende, ella provoca enfermedades.
El 1° de agosto es cuando se alimenta a la Pachamama, para
lo cual se entierra una olla de barro con comida cocida, junto a hojas de coca,
alcohol, vino, cigarros y chicha, entre otras cosas. También es costumbre que
los festejantes usen cordones blancos y negros –atados en los tobillos, muñecas
y cuello- confeccionados con lana de llama hilada hacia la izquierda.
La divinidad Pachamama representa a la Tierra, pero no solo
el suelo o la tierra geológica, así como tampoco solo la naturaleza; es todo
ello en su conjunto. No está localizada en un lugar específico, pero se
concentra en ciertos lugares como manantiales, vertientes, o apacheta. Pero es
una deidad inmediata y cotidiana, que actúa directamente y por presencia, y con
la cual se dialoga permanentemente, ya sea pidiéndosele sustento o
disculpándose por alguna falta cometida en contra de la tierra y todo lo que
nos provee.
El ritual central a la Pachamama es la challa o
pago (tributo). Se la realiza el primer día del mes de agosto, durante todo el
mes, y en muchos lugares también el primer viernes de cada mes. También se
realizan ceremonias a la Pachamama en ocasiones especiales, como al partir de
viaje o al pasar por una apacheta. Según Mario Rabey y Rodolfo Merlino,
antropólogos argentinos que han estudiado la cultura andina desde la décadas de
1970 a la de 1990, "el ritual más
importante es el challaco". Challaco es una deformación de los
vocablos quechua "ch"allay" y "ch"allakuy", que
se refieren a la acción de rociar insistentemente; en el lenguaje corriente de
los campesinos del sur de los Andes Centrales, la palabra "challar"
se usa como sinónimo de "dar de
comer y beber a la tierra". El challaco, tal como se practica en la
zona, abarca una compleja serie de pasos rituales que comienzan en las
viviendas familiares la noche de la víspera, durante la cual se cocina una
comida especial, la tijtincha, y que culminan en un ojo de agua o la toma de
una acequia donde se realiza el ritual principal a la Pachamama, con una serie
de ofrendas que incluyen comida, bebida, hojas de coca y cigarros". Fuente: FBK
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