Bien reservadas y sólo con
difusión a través de sms, habitualmente habría familias que organizan
encarnizadas peleas de perros Pitbull, Dogo y Rotweiller. Así lo señaló un
especialista, situando las “competencias” en cercanías de calles 222 y Gancedo
del Barrio 8 de abril; también en la cancha Las Heras y hasta en la arena del
río Dulce, los fines de semana y a la siesta.
Los viernes serían los días en
que preferentemente los amantes de los perros marchan hacia el río. Sostienen,
los testigos, que eligen el río para evitar las miradas curiosas y porque la
arena posibilitaría mayor agilidad del animal.
Trascendió que los anfitriones
tendrían estrecha viculación con las riñas de gallo. Por ende, tendrían
contactos con propietarios de perros, quienes suelen concentrarse en el barrio
en costosas 4 x 4.
Apuestas
De acuerdo con la investigación,
las misteriosas peleas serían hasta morir. No habría término medio. Lo más
importante para los organizadores y participantes es que las apuestas serían
más que jugosas. No tendrían techo. Un testigo confió que las más “atractivas”
se montarían en la cancha de Las Heras, donde arribarían grandes ejemplares
criados y alimentados justamente para la pelea.
Características predominantes de
los perros: cero contacto con la gente y hasta deliberadamente “hambreados”
para potenciar en ellos la furia. A sabiendas de que se trata de una actividad
gestada a contrapelo de la ley, se sabe que un requisito vital es la reserva.
Sin curiosos
Ni anfitriones, ni participantes
pretenderían la exposición y lo que ocurre en la “pista” queda y muere en ella.
Es más. Algunos descontentos y hasta objeciones ante el resultado final habrían
provocado incidentes, pero sin que jamás nadie haya atinado acudir a la
policía.
Muy por debajo, las grandes
apuestas se inclinan por uno u otro ejemplar. Y éstas, generalmente acabarían
con alguien festejando, en desmedro de otro propietario, sin dinero y su
ejemplar muerto.
Fuente: www.elliberal.com.ar/
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