
Al final de la intervención federal, Qimilí y Tintina soportaron una grave crisis, herencia pesada del juarismo y de la ineptitud de Recursos Hídricos que demoró las licitaciones para el deslame de los canales, ordenadas en julio del 2004.
Los canales de Dios y de la Patria, construidos por la gestión del general César Fermín Ochoa, requieren un trabajo anual de mantenimiento, consistente en la limpieza del cauce de las acumulaciones de material de arrastre de las aguas, residuos, malezas, ramas, etc. Esos trabajos no se hicieron cuando Carlos Arturo Juárez retornó al gobierno de la provincia en 1995. El resultado fue el colapso del sistema en el 2004, advertido por el secretario de Obras Públicas de la intervención federal, el ingeniero Raúl Rodríguez. Sin embargo en la repartición Recurso Hídricos, reconocida por su ineficacia y corrupción, en todos los gobiernos el proceso licitatorio se prolongó.
Ante la gravedad de la situación se traspasó al Ministerio de Gobierno la responsabilidad de afrontar la crisis junto a los intendentes de las ciudades afectadas. El ministro Roberto Azaretto mandó de inmediato fondos para contratar mano de obra local para el deslame de los canales y de las máquinas necesarias. Obtuvo del Ejército el envío desde Buenos Aires de una planta potabilizadora de agua portátil que se instaló en Tintina y aseguró fondos para que los municipios contrataran camiones con capacidad para transportar 40 mil litros de agua cada uno.
Qimilí tuvo cinco equipos que llevaban 200 mil litros de agua por viaje. También se utilizaron los equipos existentes pues se acababa de incorporar a los municipios 38 camiones nuevos de ocho mil litros cada uno, que solidariamente los intendentes cedieron durante una semana cuando se supero totalmente el problema.
Ahora se afectaron cinco equipos de ocho mil litros cada uno, es decir 40 mil litros por viaje, constatándose el mal estado de los camiones.
En ese momento el actual ministro de la producción, ingeniero Luis Gelid y el actual intendente, su hermano José, estaban al frente de la protesta de los vecinos de Quimilí y pudieron comprobar la respuesta rápida del gobierno.
La pregunta ahora es por qué con tanta plata que ingresó en la provincia no se aprovechó para solucionar definitivamente este problema, cuando esta provincia tiene abundante agua. En cada pueblito de la provincia se la colocado lámparas de luz caras, que a decir verdad mejoran la estética de esos sufridos parajes en el medio del monte, pero, ¿no es prioritario el agua antes que las iluminarias de adorno?
Tal vez habrá que esperar que los parientes de funcionarios que venden las iluminarias se dediquen a vender equipos para agua para solucionar el problema.
Por Jorge Cabersemi
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