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6/11/16

Leocadio del Carmen Torres, eterno Mansero

Publicado en el Nuevo Diario
Memorias de un caminante. Escribe Juan Carlos Carabajal


Tuve el privilegio de ser su amigo y compartir hermosos momentos tanto en su casa de la calle Cochabamba de la Capital Federal como en peñas y festivales de cualquier lugar de la geografía argentina. Siempre con una sonrisa a flor de labios, siempre con el recuerdo gracioso como con la anécdota picaresca que guardaba en su memoria prodigiosa. Caballero, respetuoso y franco. “Un hombre de antes” según la calificación “saavedriana”.

Una larga carrera

Nacido el 14 de febrero de 1929 en Cara Pujio (Depto. Banda) “a los 4 años mis padres que eran finqueros me llevaron a San Andrés. Allí mi padre, Mauricio Lugones puso un boliche donde se jugaba a la taba, había carreras cuadreras y grandes tenidas de truco. A los 18 años me fui a trabajar a Vilmer y luego a Buenos Aires, sueño dorado de todos los provincianos”.

La primera incursión con la música fue integrando el conjunto de los Hermanos Ríos. Llegados a Santiago debutaron en la vieja emisora LV11 y luego en un baile en Las Cejas. De vuelta a B. Aires formó dúo con Valentín Campos y se vinieron a Termas de Río Hondo. Allí conoció al “Negro” Onofre Paz dando comienzo a otra etapa.

Con otros dos músicos actuaban en la emisora LV11 donde el director artístico don Alberto “Huesito” Pérez les sugirió que le pusieran un nombre al conjunto para poder cobrar más. Ahí nacieron “Los Manseros Santiagueños”.

La historia adquiere otro matiz cuando aparece en escena Carlos Carabajal quien les propone viajar a Córdoba. Les hicieron una peña de despedida y allí fueron los tres a enfrentar su propio destino. Instalados de nuevo en Buenos Aires siguieron buscando oportunidades.

El gran espaldarazo lo recibieron de parte de Santiago Ayala “El Chúcaro” que los llevó a Cosquín. En el gran escenario cantaron “Chacarera del chilalo” y “Huaico Hondo”.
La vida de Leocadio es tan caudalosa que supera con creces el espacio disponible en esta evocación. Digamos que su conexión con Onofre Paz perduró hasta que nuestro personaje sufrió un ACV y quedó inhabilitado para actuar aunque con mucho esfuerzo integró Los Manseros Santiagueños de Leocadio del Carmen Torres.

Su vida es digna de ejemplo. Se casó con la choyana María Eugenia Gómez (la tía Mary) y tuvieron a Hugo que ha seguido la vocación de su padre conformando su propia carrera como solista.

Este cantor tan particular, este hombre sencillo y afable, amigo de los amigos, el forjador junto a Onofre Paz de un estilo que es imitado por muchos cantores populares,

El intérprete que se formó en las mesas del Rincón de los Artistas, el desaparecido reducto regenteado por don Pedro Evaristo Díaz, el autor y compositor que ha legado piezas imborrables como “De La Banda a Santiago”, “La penadora”, “La otumpeña” “Cueca de Río Hondo”, “No vas a creerme” por nombrar solo unas pocas composiciones que perdurarán en la memoria del pueblo.

“Charles Bronson de Atamisqui” como lo bautizara con gracia el inolvidable Hugo Díaz.

Se fue pero lo recordaremos cada vez que escuchemos a Los Manseros y lo oigamos a él recitar la “Apología de la chacarera” o cualquier poema de su admirado Dalmiro Coronel Lugones.

De un día para otro se fue nuestro amigo. Ya lo estamos extrañando.

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