De Pablo Raul Trullenque
El tren aguatero (Poema)
La siesta se hace dolor
y arena roja, las almas.
El sol su fuego derrama,
todo marchita el calor
… oran flora y fauna a Dios
están sedientas, quebradas.
Hombres, mujeres y niños
parados en el andén
están esperando al tren
con el oro cristalino,
colgados de su destino
de sol, salitre y sed.
En el fondo, relumbroso,
de los tarros esta el drama
que se refleja en las caras
de antiguos barros
… mojan sus labios estriados
con silenciosas plegarias.
Donde muere la distancia
la esperanza nace y crece
y la carne se estremece
cuando llega el tren del agua
sobre las mieses.
Llego el gigante de acero,
sobre su lomo caliente,
los changuitos inocentes
juegan, al hijo del fuego
y ríen ajenos al duelo
de hombre, agua y tierra ardiente.
El sol se deshace en sangre
no hay una nube en el cielo,
se aleja el tren aguatero,
lo espera otro pueblo que arde,
la siesta se hunde en la tarde
y sigue desnudo el cielo.
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