Por Cristian Ramón Verduc
"¡Sixto, le he puesto letra al Tero!" Con esta
exclamación y una de sus amplias sonrisas entró Cacho Lobo en la peluquería de
Don Sixto Palavecino. Las horas compartidas, las actuaciones juntos, la lucha
en común por el Alero Quichua Santiagueño, y su particular modo de ser, alegre
y extrovertido, hacían que Cacho tuviese ese trato familiar hacia Don Sixto.
Amadeo Lobo era de Laprida, pequeño pueblo del Departamento
Choya con una estación de ferrocarril, a poco menos de 40 Km de Loreto yendo
hacia Frías. Cacho recordaba siempre a su Laprida como un pueblo tranquilo, de
gente amable, algo de salitral y mucho folclore.
Desde chico se inclinó hacia la música folclórica. Aprendió
a tocar la guitarra y el charango. El bombo no era para aprender, sino mas bien
algo natural, igual que el canto. Un poco más crecido también escribía versos a
los que les ponía música.
En la ciudad de Santiago del Estero, Cacho Lobo fue cantor y
músico. Su carácter chispeante y ocurrente fue manifestándose cada vez más en
los escenarios y poco a poco el humorista casi desplazó al cantor. El humor
ante un micrófono es cosa seria, más aún si tenemos en cuenta que Cacho era de
los humoristas que no recurren a la palabra soez o a la agresión verbal para
arrancar una risa del público.
Se integró al Alero Quichua Santiagueño en la época en que
Felipe Corpos conducía la audición radial. Cuando Corpos sufrió el accidente
fatal, fueron Nidia Franicevich y Cacho Lobo quienes debieron hacerse cargo de
conducir la audición. Después se incorporó Rubén Palavecino a la conducción de
la audición, y al poco tiempo Nidia se fue a Jujuy para trabajar como locutora
en una emisora de radio.
La conducción de la audición radial era compartida entre
Rubén Palavecino y Cacho Lobo. En las reuniones de los Lunes por la noche en la
peluquería de Don Sixto se planificaba la audición del Domingo que seguía, las
salidas a la campaña y otras actividades. Si tales salidas impedían la emisión
directa de la audición radial, se grababa el Jueves por la noche.
Con motivo del casamiento del cantor José Sequeira en Villa
Salavina, los integrantes del Alero Quichua hemos viajado en un ómnibus
contratado para tal fin. La ceremonia y fiesta de casamiento fueron celebradas
un Sábado por la noche. El Domingo por la mañana, Don Sixto, Rubén, Cacho Lobo,
José M. Lami Hernández (h) y Edgardo Mansilla han ido hasta Barrancas, donde
Doña Abdona de Villarreal ha hecho entrega a Don Sixto del primer violín que él
tuviera y que hacía décadas había cambiado por otro mejor. Ese trascendental momento
ha sido registrado en fotografías y grabación de audio. Tal como hacía Felipe
Corpos, en las salidas del Alero se tomaban grabaciones para luego reproducir
en la audición.
En las reuniones de esos tiempos, la gente del Alero Quichua
estaba procurando un terreno donde construir La Posta Quichua, que sería un
emprendimiento integral tradicionalista. Don Sixto tuvo una entrevista con el
Gobernador de la Provincia, General César Fermín Ochoa, con quien dialogó en
quichua, pues el General Ochoa era quichuista natural del departamento
Atamishqui. De esa reunión, a la que Don Sixto concurrió con otras personas del
Alero, surgió la urgente necesidad de tramitar la Personería Jurídica. Cacho
Lobo fue uno de los impulsores del trámite que se inició en Septiembre de 1.977
y también fue uno de los integrantes de la Comisión Directiva, que era
presidida por Don Sixto Palavecino.
Su primer disco, grabado en el formato Larga Duración, se
llama Cacho Lobo y sus Santiagueñadas. El disco ha sido presentado junto con el
disco Corazón de Mishtoles de Carmen Palavecino. Esa noche Radio Nacional ha
transmitido la presentación desde el Teatro 25 de Mayo, que estaba lleno de
público mayoritariamente integrante o simpatizante del Alero Quichua
Santiagueño.
En su actividad laboral, llegó a tener una imprenta en la
que trabajaba con sus hijos, a los que formaba en lo laboral, en lo artístico y
fundamentalmente en los valores humanos.
Generalmente actuaba solo, a veces con Don Sixto y a veces
como Cacho Lobo y Sus Hijos. Walter Lobo tocaba la guitarra y cantaba a dúo con
Cacho. Pablo tocaba el bandoneón y es un músico de prestigio nacional que
participó en la grabación del Volumen 6 del Alero Quichua. Mario es violinista
y se dedica a la enseñanza. El más chiquito de los que subían al escenario
cantaba y hacía imitaciones, mientras que las dos niñas tocaban el bombo. Cacho
escribió y grabó el poema Romance Para mis Hijos, donde los compara con las
notas musicales. En el disco Cacho Lobo y Sus Hijos (1.987) participan Walter,
Pablo, Mario y las dos chicas.
Serio y firme a la hora de defender convicciones, en el
trato personal era alegre y bromista. Gustaba de poner un apodo a su
interlocutor, para mudar hacia otro en el próximo encuentro, pues el
sobrenombre era solo para el momento. Recordando una expresión de Felipe
Corpos, llamaba a la peluquería de Don Sixto "La Jabonería de
Vieytes", evocando el local donde se reunían a conspirar los patriotas de
Mayo de 1.810. En homenaje a Felipe Corpos, creó el gato El Felipe Benicio.
Don Sixto solía tocar en todas sus actuaciones un gato suyo
que imitaba al tero. Cacho sabía bien la melodía por ser compañero habitual en
la radio y en otras actuaciones. La noche en que llegó a la peluquería
anunciando que había puesto letra al gato, lo cantó enseguida con la guitarra
que Don Sixto siempre tenía en su lugar de trabajo. La letra describe
poéticamente el aspecto y costumbres de la avecita. Una vez registrado, el
nombre quedó como El Canto del Tero, música de Don Sixto Palavecino y letra de
Cacho Lobo. Ha sido grabado por intérpretes nacionales.
A los nuevos cantores, ansiosos por subir a los escenarios,
Cacho solía aconsejar una buena preparación cultural para tener fundamentos a
la hora de hablar al público. Decía que uno debía leer por lo menos el manual
Santiago del Estero de la escuela primaria. Sugería ensayar ante un espejo para
controlar postura, ademanes y gestos. También solía decir: "Changos, no
anden con dudas; consulten a Don Sixto; él no solo es nuestro factor humano
aglutinante sino también un hombre que sabe mucho."
De pronto, Cacho Lobo dejó de concurrir a todas las
actividades del Alero Quichua. Evitaba hablar de los motivos para tal
alejamiento. La muchachada del Alero y del folclore en general concurría a
diario a la imprenta, donde había conversación alegre y sana, bromas, música,
canto y mate. Bebidas alcohólicas no; ni pensarlo en un lugar de trabajo;
además, ni el dueño ni sus hijos bebían.
Años después se fue a vivir en Arrufó, provincia de Santa
Fe, de donde volvió enfermo y empobrecido. Falleció en Santiago del Estero el
18 de Marzo de 1.997.
Además del recuerdo de su gran sonrisa, sonoras carcajadas y
sanos consejos, nos quedan varias creaciones folclóricas, como la chacarera
Coplas Dulces, con música de Don Sixto. Con Orlando Gerez creó el chamamé Río
Santiagueño y la chacarera Fuelle Santiagueño. La polca llamada Posiblemente,
también es de Cacho, al igual que la zamba Coplitas Jujeñas, la chacarera
Amaneciendo en Vidalas, la chacarera Anga Súmaj, la zamba Regresando al Pago y la
chacarera Don Braulio. Hay más creaciones de Cacho para conocer o recordar.
Habrá que preguntar a sus hijos, que siguen sembrando notas musicales por el
pago.
Fuente: Facebook: Patio Santiagueño
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