Las
cifras en apuestas son escalofriantes. “Galleros” de todo el país y del
extranjero participan en La Banda de esta cuestionada práctica.
Dinero, ganancia, apuestas,
lucha, sangre, ganador, perdedor y, a veces, la muerte de un animal. Así se
podría definir a las polémicas riñas de gallo que cada fin de semana convocan a
miles de santiagueños y que, en La Banda, tiene un gran punto de encuentro en
un predio privado, ubicado en los alrededores del barrio Misky Mayu.
Automóviles de alta gama,
importados y nacionales, nos advierten que no se trata de un simple
divertimento, sino de un lugar donde se mueve mucho dinero en apuestas.
Las riñas de gallo son tan
antiguas que vinieron a nuestras tierras a través de los conquistadores
españoles y no le costó demasiado acomodarse entre las costumbres locales. Por
sus características violentas y lacerantes, cada vez que se conoce de la
realización de una de estas competencias, se desata una fuerte crítica. Tanto
proteccionistas de animales, como ciudadanos comunes rechazan enérgicamente
este tipo de prácticas consideradas “deportivas” por quienes las defienden.
Aunque están prohibidas por la Ley a
nivel nacional, en Santiago son legales a partir de una habilitación realizada
por el Gobierno Provincial en la década de los ’80, durante la gestión del Dr.
Carlos Juárez. Lo cierto es que tanto en la cría y entrenamiento de los
gallos de pelea, como en las apuestas, esta disciplina mueve aproximadamente un
millón de pesos al año, en nuestra provincia.
Una tradición
Amparados en cierta forma por esa
habilitación “juarista”, los propietarios de reñideros realizan competencias
durante la temporada que va desde mayo hasta diciembre. Los mismos abonan el
canon correspondiente para recibir el permiso de la Dirección de Deportes y
contratan servicio de adicionales en la comisaría correspondiente para que les
envíe personal de custodia.
“No es que tomemos un gallo y lo entrenamos para pelear, sino que nacen
para eso: para pelear. Se llama gallo de riña y necesita pelear porque si no,
se muere”, explica un viejo gallero. Y agrega: “Es más, de esta manera estamos preservando una especie”.
Los gallos de esta raza son
especiales y se resalta que los mejores ejemplares están en Brasil, por lo que
los aficionados más pudientes no dudan en viajar al vecino país para traerse un
buen ejemplar, al que se lo comienza a entrenar desde los 15 meses
aproximadamente. Además, se les corta la cresta, las espuelas y las mejillas
para optimizar su capacidad de ataque y defensa.
Para ir poniéndolo a punto de
combate, se le consigue una especie de sparring con el que se lo hace combatir
en riñas breves de entre 10 y 15 minutos, claro que tomando medidas para que no
se lastimen demasiado como protectores. Pero antes del bautismo de fuego utilizan
un gallo “descartado” al que se lo marca para ser sacrificado, entonces se le
colocan púas en las espuelas para saber cuán efectivo es para la riña.
Camino al ring
Que las riñas comiencen a partir
de mayo tiene que ver con un proceso directamente relacionado con el gallo y no
por mero capricho, pues para esa época estos animales ya cambiaron su plumaje
por completo como cada año.
El fin de la temporada llega en
diciembre con las fiestas y el calor, y en busca de la pausa necesaria para
preparar al animal para una nueva temporada. Durante el receso, los galleros
enfocan su tarea en la alimentación y el suministro de vitaminas para mejorar
las condiciones del “riñador”. Entonces, las semillas de girasol y alimentos
ricos en aceites son provistos para que, de ese modo, las plumas crezcan
blandas y resistentes.
Antes de la pelea, los galleros
aíslan por 24 horas a los animales y una vez que están listos para la riña, los
asistentes llamados “segundos” masajean las patas de los gallos para
precalentar sus músculos, tiempo que es utilizado para la apuesta. A viva voz
se propone la cantidad de dinero que se desea apostar hasta encontrar alguien
que acepte el monto.
Aún con la pelea iniciada siguen
las apuestas y las condiciones de su desarrollo permiten cambiar los montos y
realizar otras nuevas hasta antes que llegue el desenlace de la contienda. Es
decir, hasta que no haya seguridad acerca de qué gallo va a ganar, las apuestas
siguen y cada apostador se juega de acuerdo a sus posibilidades. Fuente: nuevodiarioweb.com.ar
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