El Clima en Santiago del Estero

26/3/23

Julio Argentino Gerez

Por Alberto Bravo de Zamora

Julio Argentino Gerez, hijo de doña Rosalía Gerez , nació el 26 de julio de 1899 en Cuyoc, departamento Banda, Santiago del Estero.

Llamado Julio Argentino en homenaje a Julio Argentino Roca, dos veces presidente de nuestro país.

Cuando él y su hermano mayor Horacio, eran niños, su madre contrajo matrimonio con Manuel Carrizo, quien los crió como verdaderos hijos.

Radicados en La Banda, ingresa a la Escuela Amadeo Jacques, donde terminó el ciclo primario.

Al cumplir 15 años de edad, ingresa como aprendiz en la carpintería de los hermanos Don José y Don Feliz Cordero y posteriormente trabajó en el ferrocarril. Los empleos no le duraron mucho, ya que la vida de músico y su temperamento, no coincidían con los tiempos y exigencias convencionales del trabajo.

Desde niño demostró su pasión por la música y en la adolescencia le llegó a las manos la primera guitarra. Comenzó como jugando y desde las primeras melodías que sacó en el encordado, no abandonó más el instrumento.

Inició su carrera artística formando un dúo de guitarra y canto con Paciente Paz y emprendieron una exitosa gira por el interior santiagueño.

Tiempo después acompañó en el canto al Teniente 1º Juan Carlos Franco, tucumano, que vivía en “San Carlos”, La Banda, casado con la dama santiagueña “Pepita” de Arzuaga Ruiz.

Las “tenidas” en su casa de la calle Sarmiento fueron memorables. Con Santiago Carrillo, siendo jóvenes, pero ya enamorados de nuestra música, deseosos de escuchar cosas acerca de su vida, concurrimos a la casa de su viejo amigo Julio Herrera, invitados por sus hermanos Adrián y Mario. El dueño de casa para nuestro deleite monopolizó la palabra y luego de hablar con emoción de esa larguísima amistad describió con incomparable gracejo, festivos episodios compartidos con nuestro personaje. En un momento dado, cambiando el tono jocoso por otro evocativo, dijo: “Los amigos de Julio tuvimos el privilegio de gozar de las tertulias musicales de su casa y de caminar la noche de La Banda en gozosas e interminables serenatas”.

A mediados de la década del 20 del siglo pasado, su destino de músico y tal vez una frustración amorosa lo llevaron a dejar el solar nativo y radicarse en Buenos Aires.

Estaba en la época de las ilusiones y de la intrepidez para la aventura; en su interior ardía la pasión de ondas armoniosas que le pedían nuevas vivencias. Se alejó del terruño sin más itinerario que sus sueños, sin más fortuna que su fe y triunfó rotundamente en cielos extraños.

Al comienzo, subsistió desempeñando los más insólitos oficios, hasta que logró dedicarse a su verdadera vocación. Principió integrando el dúo Jerez-Estrella, hasta que en 1927, logró entrar en la radio, paradójicamente cantando tangos. En 1929 compone su gran éxito “La Engañera” y a mediados del año 1932 tuvo su primera oportunidad como solista en el “Círculo Tradicionalista La Querencia”. Su voz de marcado acento santiagueño, más bien aguda, cantó con emoción y reflejos de muchas madrugadas. Estrenó su canción serrana “Juira, Juira” y tuvo como invitado de honor al Dr. Ramón S. Castillo (catamarqueño), ministro del entonces presidente de la Nación Agustín P. Justo quien, al finalizar la actuación, lo felicitó y gratamente impresionado, le ofreció su apoyo.

Cuando mejoró su situación vivió en Boedo y luego en avenida Belgrano 1838 en viejas casonas, de no menos de diez habitaciones. En cada una tenía instalada una enorme jaula donde trinaban o gorjeaban toda clase de pájaros, por los que de niño tuvo una obsesiva debilidad. De pronto se mostraba inquieto porque debía salir con urgencia a comprar alpiste y, sus amigos maliciosos, no sabían si el tal “alpiste” era del que se come o del que se bebe…

Su enorme trascendencia, más que como intérprete, se debe a su valiosísima obra de compositor y poeta.

Actuó en Radio Belgrano y en Radio Prieto; en 1943 se presentó en Rosario de Santa Fe, invitado por el Centro de Residentes Santiagueños. Como guitarrista, integró la orquesta nativa de José María de Hoyos, que con la cancionista Elvirita Tamahsi actuaba en Radio El Mundo. También fue acompañante de Marta de los Ríos y de “La Negra” Tucumana, a quien acompañó en la grabación de dos temas de su autoría, “Chacarera de mis Pagos” y “Corazones Amantes”, con música de José Luis Padula.

Actuó con cierta asiduidad en “El Círculo Santiagueño”, situado en Membrillares esquina Juan Bautista Alberdi y en “Provincianos Unidos”, Pedernera 250 , ambos en el barrio de Flores. También era frecuente su presencia en La Enramada (Santa Fe y Godoy Cruz, Palermo), donde compartía mesa, entre otros, con Félix Dardo Palorma, conocido autor y compositor y con Ramón Espeche, considerado por muchos el mejor bailarín de nuestra música ; otro de los lugares que acostumbraba visitar era “La Salamanca” , ubicado en avenida Rivadavia pasando Primera Junta, donde se reunía, entre otros con el catamarqueño Felipe Zurita, el bandoneonista Luís Quiroga, y su comprovinciano José Gerez.

Decía don Lázaro Criado: “Allí (refiriéndose a Buenos Aires) en el improvisado techo de una enramada entre propiedades horizontales entrecerraba los ojos como una persiana y cantaba con acento nostálgico al pueblo que le vio nacer, porque si algo tenía de grande y de noble, era que nunca olvidó su origen” . José Antonio Faro, profundo conocedor de nuestro folklore, me refirió que Julio Jerez componía en cualquier parte, mientras comía o tomaba copas en alguna cantina o en su casa y que en muchas noches de su largo insomnio supo levantarse a buscar la guitarra, cuando alguna melodía o copla le cosquilleaba el alma.

Compuso aproximadamente cuarenta verdaderas “joyas”, de marcado tinte nativista, poseedoras de palpitaciones humanas inconfundibles, que nos hacen evocar los líricos romances que cantaron los viejos santiagueños, cuando la naturaleza virgen era fuente fecunda de inspiración y belleza. En su universo creador, reunió armónicamente su arte incomparable con la emoción sincera de lo grande y eterno e instaló en las almas sensibles la fantástica visión de su tierra natal, con sus selvas seculares y sus bellas llanuras en su reciedumbre agreste y muda. Dentro de una línea clara de tradicionalismo, Jerez agregó introspección y mayor vuelo poético a la música folklórica santiagueña. Con un estilo profundo, combinó lo erudito con lo popular y fundió su música con el espíritu del santiagueño.

Editorial Musical Buccheri, publicó un álbum con once temas suyos titulado, “De mis pagos. Danzas y Canciones Santiagueñas por Julio A. Jerez.”.

Juntamente con la enumeración de los mismos, transcribiré sus dedicatorias, porque a través ellas, conoceremos algunos de sus afectos;

1. De mis pagos. “A mi gran amigo y comprovinciano Sr. Aristóbulo del Valle Paz y familia”.
En la última estrofa de esta chacarera, expresa,

De La Banda hasta Santiago
Hay un puente que cruzar
No le empines mucho al trago
Porque puedes resbalar.

Con respecto al segundo verso de esta copla, cuando expresa: “hay un puente que cruzar”, me parece oportuna la siguiente aclaración: Por lo general, los santiagueños cuando escuchamos esta parte, pensamos en el puente carretero, pero en realidad hace referencia al viejo Puente Negro (fuera de servicio desde hace muchísimos años), al que podemos ver desde lejos en nuestra costanera.

Antes de 1927, año en el que se inaugura el puente carretero, una de las maneras de unir Santiago y La Banda era el bote. Éste salía a la mañana temprano desde la orilla de La Banda, a la altura de El Polear y terminaba su recorrido en nuestra ciudad capital, poco antes de lo que hoy es la Universidad Católica. Volvía a La Banda poco después del mediodía. Los bandeños, que venían juntos luego de realizar sus gestiones, tenían por costumbre, que los que se desocupaban primero esperaran a los demás, en un bar situado en Alsina y Olaechea, a quinientos metros aproximadamente de donde tenían que tomar el bote de vuelta. El lugar se llamaba “La Amistad”. Eran tan habituales las peleas que se armaban entre los parroquianos, que con el tiempo el ingenio popular le cambió el nombre de “La Amistad”, por el de “Luna Park”.

Otro medio de comunicación era el ferrocarril, que con varias frecuencias diarias, corría por el “Puente Negro”, siendo la última a las veintiuna desde Santiago a La Banda. Finalmente también se podía cruzar caminando. O sea que quien perdía el último tren, debía hacer tiempo hasta las cinco y media de la mañana en que salía la primera frecuencia o, caso contrario, volver a pie.

En aquel entonces, una de las posibilidades de pasar la noche, era quedarse en la “Esquina al Campo”, situada en las calles Jujuy y La Plata, a dos cuadras de la estación. El boliche se denominaba así, porque cuando comenzó a funcionar, nuestra ciudad hacia al norte, finalizaba precisamente en ese lugar. Esta manera de “acortar las horas” con música y alcohol, era la elegida invariablemente por Julio Jerez.

La otra alternativa, que es a la que se refiere la copla, era volver a pie. El recordado Puente Negro tenía, aproximadamente, mil ochocientos metros de largo; la parte peatonal del mismo estaba dos metros más abajo y corría paralelamente a las vías; la pasarela o tablón por el que se caminaba, era de treinta y cinco centímetros de ancho y sólo tenía para tomarse una endeble baranda. Como podrá advertir el lector, el consejo de la copla era plenamente justificado, ya que era peligrosísimo cruzar el puente con varios tragos de más.

Mi pariente Marcelo Ábalos Alcorta, me dijo al respecto: “De chico he escuchado a la gente mayor afirmar que varios borrachos habían caído al agua y que más de uno se había ahogado.”

Sigamos con las canciones del álbum:

2- Ayayitay. (Canción serrana). “Para mi buen amigo y admirado compositor indo-americano Atahualpa Yupanqui”.
3- Karisito. (Triunfo). “A mi excelente amigo Hilario Cuadros y a los demás integrantes de su popular conjunto Los Trovadores de Cuyo”.
4- Sendita florida. (Bailecito) “Al Teniente Coronel Sr. Antonio Fernández Lima y a su distinguida esposa Doña Manuela Rodríguez Villar”.
5- Noche, noche, tuta, tuta (Bailecito). “Al meritorio médico argentino, Dr. Adolfo Tagliaferro Almeyra”.
6- Criollita de El Tajamar, milonga. (Danza típica argentina). “A la destacada estilista criolla Dorita Zárate”.
7- ¡Engañera...! (Zamba) “A mi querido amigo, de corazón gaucho por excelencia, Sr. Feliciano Ignacio Lucero”.
8- Tupi, tupi (chacarera). A la Dirección y personal de la Editorial Buccheri Hnos., verdaderos paladines de la música nativa”.
9- La procesión (Bailecito). “A la prestigiosa institución criolla Círculo Santiagueño de Buenos Aires”.
10- De vuelta al pago (Canción). Para el digno Presidente de la Institución Tradicionalista Argentina El Ceibo Dr. Eduardo A. Ramos.
11- El bandeño (Gato). “A mis queridos amigos de La Banda José Saavedra, Felipe Ortiz, Julio Herrera y Vicente Grecco".

Los restantes temas de su autoría son: los bailecitos Cuando me Aleje, El Pregonero y Viditay; las canciones Glorias Cuyanas, Estampa gaucha, con música de Domingo Plateroti, ¡Juira, Juira!, Huayra Rupas y Tardecita Norteña, que fuera del repertorio de Ignacio Corsini; los escondidos ¡Que siga el baile! Y Coro pampa; los gatos El Pamperito y Rasgueando; Así soy, palito; Karisito y Estampa Gaucha, triunfos; Muchacha de mi Pueblo, vals, con letra de Eduardo Moreno; Escuelita de campo (vals); Vidala del adiós; las zambas Huella Huella, Zambita de allá, Ya me Voy, Torcacita, Corazones Amantes con música de José Luís Padula, Camino de Buenos Aires, con letra de Juan Manuel García Ferrari y Aleluya Santiagueña; las chacareras La Baguala, Amargura, La del Payador, La Despedida, Chacarera del Arbolito, con música de Atahualpa Yupanqui y “Añoranzas”, que hoy forma parte de los símbolos provinciales santiagueños. En el artículo 233 de la Constitución de Santiago del Estero, leemos: “Adóptase como Himno Cultural de la Provincia de Santiago del Estero a la obra musical ‘Añoranzas’ (Chacarera), con letra y música del poeta Julio Argentino Jerez.

También son de su autoría la chacarera inédita “Hagan llover” y su obra inconclusa, “Apología de la chacarera”:

Qué tiene la chacarera
Qué tiene que hace alegrar
A los viejos zapatear
Los mudos la tararean
Y los sordos se babean
Cuando la sienten tocar.

Es tristeza, es alegría
Es una danza es canción
Es alma de una región
Que evoca la raza mía
Ella es rara melodía
Nacida del corazón.

Su cuna fue un humilde rancho
Un bombo la bautizó
Y un paisano la cantó
Con versos improvisados
Salavina ha reclamado
Diciendo que allí nació.

Ella nació como yo
En el pago del mistol
Donde quema mucho el sol,
Se pita cigarro i chala
Donde se cantan vidalas
Y ser criollo es un honor.
Hasta aquí lo escrito por Julio Argentino; el autor de la estrofa que sigue, es decir de la última, sería el Doctor José Antonio Faro, según nos comentaran a Leandro “Meneco” Taboada y a mí, los amigos de los mencionados más arriba.

Veamos la última parte:

Chacarera, chacarera
Melodía montaraz
Sos arrullo de torcaz
Bramido de tigre y puma
Sos más criolla que ninguna
Tan noble como Jesús.

El último verso “Tan noble como Jesús”, fue modificado por alguno de los recitadores y en la actualidad es el elegido por el público:

Chacarera, chacarera
Melodía montaraz
Sos arrullo de torcaz
Bramido de tigre y puma
Sos más criolla que ninguna
Y aquí te quiero cantar.

De estatura común, algo corpulento, rostro blanco y ojos rasgados, solterón empedernido, no tan bien parecido pero, paradójicamente, exitoso con las mujeres y, según se decía, “ellas adivinaban los tesoros líricos que aquel hombre llevaba en su interior…” Conversador amenísimo, bohemio absoluto, hermano de la noche y del vino, el que habitualmente lo alegraba, aunque a veces lo ponía nostálgico y otras un tanto alborotador. Gastó su vida en la tertulia amable, rodeado de amigos queridos en los que volcaba su ternura, pero supo dejar para sí el espacio de soledad necesario que le permitió cristalizar su bellísima obra.

Birilli” Sánchez una de las personas que más estuvo a su lado, me dijo: “Muchas veces cuando creía que estaba solo, sin advertir mi presencia, lo he visto silbar bajito, abstraído, como buceando en su memoria y tengo para mí el convencimiento de que en aquellas circunstancias, él recordaba a la bandeña de su desengaño”. Lucila Bravo se llamó la musa inspiradora de sus temas “La Engañera”, “Ya me voy” y “La Despedida”.

¡Qué inolvidables noches de bohemia aquellas en que participaba Jerez, que comenzaban en la antigua churrasquería “El Pensamiento” en la Plaza Lorea y terminaban en el “Berna”, de generala corrida, en el estruendo de los dados”.

Sus contertulios de siempre eran Félix Pérez Cardoso, Hilario Cuadros, Buenaventura Luna, Miguel Ángel Miranda, “Lito” Bayardo, José Luis Padula, “Atuto” Mercau Soria, Dardo Félix Palorma y excepcionalmente algunos más jóvenes, como Ariel Ramírez y Pedro Pascual Sánchez.

En cuanto a su material discográfico, pese a mi búsqueda incesante, solamente he conseguido dos discos de 78 revoluciones, con dos temas cada uno: el primero tiene en una faz “Coro Pampa” y en la otra “La Torcacita”. Los músicos que lo secundaron, fueron: los hermanos Andrés, Antonio y Luís Ríos en bandoneón, Raúl Infante en violín, Werfil Maldonado (guitarra), Julio Carrizo (guitarra), Pedro Pascual “Birili” (guitarra y 2ª voz) y José Antonio Faro en el bombo; en el segundo “La Candelaria” (zamba de E. Falú y Jaime Dávalos) y “La Huella”. (Danza Tradicional). En esta oportunidad lo acompañan, José Gerez y Leopoldo Díaz (bandoneón), Segundo Gennero (piano), Raúl Infante (violín), Benito Gerez (guitarra), Julio Carrizo (guitarra) y Pedro Pascual “Birilli” Sánchez (guitarra y 2ª voz) y Aníbal “Ani” Gerez, (hijo de José Gerez, en bombo).

Luego de su larga estadía en Buenos Aires...

Después de muchos años sin regresar como músico a su tierra natal, lo hace al frente de una orquesta nativa de diez ejecutantes, contratado para tres recitales en el “Parque de Grandes Espectáculos”. El anuncio de su presencia causó una extraordinaria expectativa y su debut, el jueves 26 de marzo de 1953, constituyó un verdadero acontecimiento amistoso-musical. La orquesta estaba integrada por los Hnos. Andrés, Antonio y Luis Ríos (bandoneón), Pedro Pascual “Birili Sánchez, Julio Carrizo, Werfil “Catingo” Maldonado, Benito “El fiero” Gerez y Miguel Faro (Guitarra y Coro), “Atuto” Mercau Soria, (guitarra, quena y coro) y finalmente José Antonio Faro (bombo) . Todos ellos habían venido de Buenos Aires, acompañados por Santiago Adamini, en ese entonces directivo y luego presidente de Sadaic. Para dar aún mayor brillo, complementaron el espectáculo el recitador Sixto Cortinez y la pareja de bailarines integrada por Carlos Saavedra, ganador de varios concursos provinciales, y Clara Rosa Ramírez, clasificada como la mejor bailarina del año anterior.

Al día siguiente la pareja de danzas estuvo formada por Aldo Camaño y Clara Ramírez y el último día, es decir el sábado 28, por Miguel Ángel Navarro y Clara Ramírez.

Julio Jerez tenía programada una extensa gira por el norte que finalizaría en la ciudad de La Paz, Bolivia. La fuerte emoción del reencuentro y el calor y entusiasmo de sus coterráneos, le hicieron cambiar su hoja de ruta, quedando en Santiago mucho más tiempo del previsto. Esta circunstancia motivó que varios de sus músicos no pudieran acompañarlo durante toda su permanencia. Se sumaron entonces a la orquesta, Justo Marambio Serrano, Héctor Carabajal, Pedro Aparicio “Apalo” Villalba, “Chori” Paz, Rulo González y N. Maidana .

En La Banda se presentó el domingo 29 de marzo en el Centro Recreativo; el 4 de abril en Club Olímpico y en fecha no precisada, en “La Salamanca” de “Tilo” Argañaraz.

A fines de abril se presentó nuevamente en la ciudad de Santiago en “El Tinguilo”, y en el baile de “Grazziani”.

Más allá de lo profesional, cantó “de puro gusto nomás”… en clubes, bares y bodegones de aquel entonces; tal es el caso del almuerzo en el “Centro de Viajantes”, organizado en su homenaje por la comisión provisoria del “Instituto de Folklore”. Estuvieron presentes los Dres: Mariano R. Paz, Horacio G. Rava, Emilio Christensen, Juan Delibano Chazarreta, Marcos J. Figueroa, Guillermo Helman y Alfredo Gargaro; Sres. Julián Díaz (Cachilo), Hipólito Noriega, Domingo Bravo, Napoleón Únzaga, Ramón I. Soria, Alejandro Bruhn Gauna, Raúl F. Monti, Nabor Barrionuevo Justo Marambio Serrano y el “Duro” García, su cuñado. Esa misma noche y luego de una recordada jornada, Julio Jerez y el Dr. Mariano Roberto Paz se trasladaron al viejo edificio del Jockey Club, ubicándose en el salón que da a la calle.

El aplauso de los presentes y su buena disposición, crearon el clima propicio para que se improvisara rápidamente la orquesta. Acompañado por la recordada Sra. Juanita Martínez de Viaña en el piano y por el Dr. Mariano Roberto Paz en el bombo. Julio Jerez comenzó a cantar entre las mesas, convirtiendo en mágica esa noche.

El Rincón de los Artistas”, inigualado refugio de don Pedro Evaristo Díaz, situado en calle Tucumán 62, Bar “Los Tribunales” de Marcelo Contreras , en calle Libertad 477, pegado al entonces Tribunales, hoy Municipalidad de la Capital, y “Jaime Roldán” , avenida Moreno y Libertad, fueron algunos de los reductos visitados por Julio Jerez en nuestra ciudad capital.

En La Banda estuvo guitarreando en el boliche de “Los Bravo”, calle Besares al frente de la Estación Central Argentino, lugar en el que se reunían espontáneamente cantores y poetas y por supuesto que visitó “El Tenemelo” de “Tino Morales ”.

En este viaje recibe la consagración musical en su propia provincia. ¡Había logrado su sueño!

La última vez que cantó ante el público

Julio Carrizo, guitarrista que lo acompañara en sus grabaciones, me relató que poco tiempo antes de su muerte, durante una actuación de la orquesta folclórica de José Gerez en el Centro de Provincianos unidos, llegó Julio Jerez. Cuando el público advirtió su presencia, aplaudiendo le pidió que cantara. Sin hacerse de rogar, subió al escenario e interpretó “Huella, Huella”, zamba que le pertenece y “Chacarera del arbolito” también suya, con letra de Atahualpa Yupanqui”.

Este lindísimo tema, prácticamente desconocido, que hasta el día de hoy no ha sido grabado, es la única chacarera trunca compuesta por Julio Argentino Jerez.

Sé por Roberto Chavero, hijo de Atahualpa, que es inminente su grabación.
Mientras tanto les hago conocer la letra.

¡Arbolito de mi tierra! ¡Arbolito de mi tierra!
Llenito de sombra buena! Tú sabes mis padeceres:
En algo nos parecemos: de chango, mis travesuras
Mi sombra se llama pena. Y de mozo, mis placeres…

El calor de nuestros pagos Si habré cantado a tu sombra
Nos llena el alma de cantos la vidala de mi pago!...
Que, a veces parecen dichas ¡Penas, tambor y esperanzas,
Y, a veces parecen llantos… a la moda de Santiago!

¡Arbolito de mi tierra! ¡Arbolito de mi tierra!
¡Sombrita del peregrino! ¡Yo te envidio tu destino!
¡Yo siempre busco tu amparo ¡Siempre florece tu sombra
Cuando me cansa el camino! Cuando queman los caminos

¡Algarrobo santiagueño ¡Algarrobo santiagueño
Llenito de cicatrices! Llenito de cicatrices!
Tus penas las sabe el viento… Tus penas las sabe el viento…
¡Sólo al viento de las dices! ¡Solo al viento se las dices!

Julio Argentino Jerez, luego de volver de un homenaje que se le ofreciera, murió en la ciudad de Buenos Aires el 21 de septiembre de 1954 a las tres de la tarde de edema agudo de pulmón.
Haciendo honor a su bien ganada fama de mujeriego, dejó tres “viudas”: Julia Crivelaro , la “Gorda Buitrago y Esther Coronel .

Muchos años después, en una memorable reunión en el “rancho de Ibarra” escuché la versión desopilante de “Birili” Sánchez, Julio Carrizo, José Antonio Faro y Antonio Ríos, sobre el plan que se les había ocurrido y la ejecución del mismo con el fin de evitar el encontronazo de las “viudas durante el velatorio.

Relataron que de acuerdo con lo resuelto, cada uno de los tres primeros se encargaría de una “viuda” y que Antonio Ríos haría de coordinador. En la habitación donde lo velaban, había dos puertas, una de las cuales daba al exterior. Entró la primera y, pasado un tiempo prudencial, “Birili” se encargó cariñosamente de sacarla al patio; De inmediato Antonio Ríos, con una seña disimulada, le advirtió a Julio Carrizo que el camino había quedado despejado. Éste tomó del brazo a la segunda y la acompañó hasta el ataúd. Mientras tanto el “Gordo” Faro, con tono de ocasión y palabras de consuelo, distrajo a la última de las viudas hasta el momento en que le tocó su turno de despedirlo. Y así finalizó sin inconveniente alguno, el singular velorio Julio Gerez.
Había otorgado su testamento en forma de chacarera, cuando en “Añoranzas” expresa:

Tal vez en el campo santo
no haya lugar para mí
paisanos les vua pedir
antes que llegue el momento
Tirenme en campo abierto
pero allí donde nací

Sus amigos, recogiendo su anhelo, iniciaron inmediatamente un movimiento conducente al traslado de sus restos.

Volvió a La Banda, ciudad a la que estuvo ligado por lazos afectivos indestructibles, en el tren Estrella del Norte el sábado 25 de septiembre a las 9,20, traído por su cuñado “el Duro” García, que había viajado al efecto y el Dr. José Antonio Faro, representante de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores.

En la estación de La Banda se había reunido gran cantidad de gente. Fue llevado a la casa de su madre, Sarmiento 494, literalmente cubierto de flores. Allí permaneció hasta las 16, en que se inició el imponente cortejo; la gente condujo el ataúd a pulso hasta el cementerio. El acompañamiento con música de bombos y guitarras, se detenía en las esquinas, ejecutando una chacarera en cada una de ellas, constituyendo una verdadera elegía folclórica. Tales manifestaciones se acentuaron y alcanzaron su máxima expresión cuando ya al borde de la tumba lo despidieron con un sentido responso de música vernácula. ”. Dijo EL LIBERAL: “Se deshizo en lágrimas incontenibles la angustia que oprimía todos los corazones de los presentes y el llanto fue el desborde de ese nudo que ceñía las gargantas con el pesar y el dolor por el ausente

Allí hicieron uso de la palabra: José Antonio Faro en representación de Sadaic y por los folcloristas santiagueños residentes en Buenos Aires; José Fernando Arias, por la Municipalidad y la Comisión Honoraria Municipal; Alejandro Bruhn Gauna por la peña “Andrés Chazarreta del Centro de Viajantes; Hipólito Noriega en nombre de la comisión provisoria del Instituto del Folclore; Juan Simón, por sus amigos personales; Nabor Barrionuevo por la peña “Benicio Díaz”, y Leandro Martínez, por sus amigos bandeños y, al hacerlo, anunció la formación de la peña “Julio Argentino Jerez”. Fuente: www.atahualpayupanqui.org.ar

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